Veamos a continuación, sólo a título de muestra, algunas declaraciones de los Padres de la Iglesia pre-Agustín y contemporáneos de él, sobre la realidad del Libre Albedrío, la Expiación Ilimitada, la Resistividad de la Gracia y la Elección Condicional. Los extractos seleccionados aquí no siguen un orden por asunto, sino sólo un orden cronológico. Aquí están:
Sobre Gracia Resistible
“Ahora, pues, como es cierto que todo es por Él visto y oído, temamos y abandonemos los execrables deseos de malas obras, a fin de ser protegidos por su misericordia en los juicios venideros. Porque ¿para dónde alguno de nosotros podrá huir de su poderosa mano? ¿Qué mundo acogerá a los que desertan de Dios?» (Clemente de Roma [35-97 d.C.], 1ª Corintios, XXVIII, 1 y 2).
Sobre Expiación Ilimitada
«Miremos fielmente a la sangre de Cristo y veamos cuán preciosa esa sangre es para Dios, que, habiendo sido derramado por nuestra salvación, conquistó para todo el mundo la gracia del arrepentimiento» (Clemente de Roma, 1 Corintios, VII).
Sobre Gracia Resistible
«Vigilad sobre vuestra vida; no dejen que vuestras lámparas se apaguen, ni se aflojen vuestros cinturones. Al contrario, estén preparados porque no sabéis la hora en que vendrá el Señor. Reuníos frecuentemente, buscando lo que conviene a vuestras almas; porque de nada os beneficiará todo el tiempo de vuestra fe si no fuereis perfeccionados en la último hora» (Didaché [primer siglo], XVI, 1 y 2).
Elección por Presciencia
“He aquí, pues, hemos sido creados de nuevo, como Él dijo otra vez en otro profeta: “He aquí, dice el Señor, quitaré de ellos”, esto es, de aquellos a quienes había previsto el Espíritu del Señor, “sus corazones de piedra, y les pondré corazones de carne”; porque Él mismo había de ser manifestado en la carne y habitar entre nosotros. En efecto, hermanos míos, el recinto de nuestro corazón es un templo santo al Señor”. (Epístola de Bernabé [segundo siglo], VI).
“Y él me dijo: “Es para que tú puedas ver la abundante compasión del Señor, cuán grande es y gloriosa, y Él ha dado su Espíritu a los que eran dignos de arrepentimiento”. “¿Por qué, pues, Señor”, le pregunté, “no se arrepintieron todos?” “A aquellos cuyo corazón Él vio que estaba a punto de volverse puro y de servirle a Él de todo corazón, Él les dio arrepentimiento; pero a aquellos en los que vio astucia y maldad, que intentaban arrepentirse en hipocresía, a éstos no les dio arrepentimiento, para que no profanaran de nuevo su nombre”. (El Pastor de Hermas [segundo siglo], Libro III, 8, VI).
Sobre la Gracia Resistible
“A éste les envió Dios. ¿Creerás, como supondrá todo hombre, que fue enviado para establecer su soberanía, para inspirar temor y terror? En modo alguno. Sino en mansedumbre y humildad fue enviado. Como un rey podría enviar a su hijo que es rey; Él le envió como enviando a Dios; le envió como hombre a los hombres; le envió como Salvador, usando persuasión, no fuerza; porque la violencia no es atributo de Dios.” (Epístola a Diogneto [120 d.C.], Exordio, VII).
“[…] porque habéis creído en Aquel “que levantó a nuestro Señor Jesucristo de los muertos” y le dio gloria y un trono a su diestra; al cual fueron sometidas todas las cosas en el cielo y en la tierra; al cual toda criatura que tiene aliento sirve; que viene como juez de los vivos y los muertos; cuya sangre Dios requerirá de todos los que le son desobedientes. Ahora bien, “el que le levantó a Él de los muertos nos levantará también a nosotros”; si hacemos su voluntad y andamos en sus mandamientos y amamos las cosas que Él amó, absteniéndonos de toda injusticia.” (Policarpo [70- 155 d.C.], Carta a los Filipenses, II).
Sobre Elección Condicional
«Dios, en el deseo de que hombres y ángeles siguieran su voluntad, resolvió crearlos libres para practicar la rectitud. Si la Palabra de Dios predice que algunos ángeles y hombres ciertamente serán castigados, eso es porque sabía de antemano que ellos eran inmutablemente impíos, pero no porque Dios los creó así. De modo que quien quisiera, arrepintiéndose, puede obtener misericordia» (Justino Mártir [100-165], Diálogos, CXLI).
«Pero ahora Él nos persuade y nos conduce a la fe para que sigamos lo que le es grato por libre elección, a través de las potencias racionales con las que Él mismo nos regaló» (Justino Mártir, Apología Primera, XI, 4).
Sobre Gracia Resistible y libre albedrío
«De lo que dijimos anteriormente, nadie debe sacar la conclusión de que afirmamos que todo lo que sucede, sucede por necesidad del destino, por el hecho de que afirmamos que los acontecimientos fueron conocidos de antemano. Por eso, resolveremos también esta dificultad. Nosotros aprendemos de los profetas y afirmamos que ésta es la verdad: los castigos y los tormentos, así como las buenas recompensas, se dan a cada uno según sus obras. Si no fuera así, si todo sucediera por destino, no habría absolutamente libre albedrío. En efecto, si ya está determinado que uno sea bueno y el otro malo, ni aquel merece elogio, ni este vituperio. Si el género humano no tiene poder de huir, por libre determinación, de lo que es vergonzoso y escoger lo bello, no es responsable de ninguna acción que haga. Pero que el hombre es virtuoso y peca por libre elección, podemos demostrar por el siguiente argumento: vemos que el mismo sujeto pasa de un contrario a otro. Ahora bien, si estuviese determinado a ser malo o bueno, no sería capaz de cosas contrarias, ni mudaría con tanta frecuencia. En realidad, ni se podría decir que unos son buenos y otros malos, desde el momento que afirmamos que el destino es la causa de buenos y malos, y que realiza cosas contrarias a sí mismo, o que se debería tomar como verdad lo que ya antes insinuamos, es decir, que la virtud y la maldad son puras palabras, y que sólo por creencia se tiene algo como bueno o malo. Esto, como demuestra la verdadera razón, es el cúmulo de la impiedad y la iniquidad. Afirmamos ser destino ineludible que aquellos que escogieron el bien tendrán digna recompensa y los que escogieron lo contrario, tendrán igualmente digno castigo. En efecto, Dios no hizo al hombre como las demás criaturas. Por ejemplo: árboles o cuadrúpedos, que nada pueden hacer por libre determinación. En ese caso, no sería digno de recompensa y elogio, pues no habría escogido el bien por sí mismo, por haber nacido ya bueno; ni, por haber sido malo, sería castigado justamente, pues no lo sería libremente, sino por no haber podido ser algo diferente de lo que fue” (Justino Mártir, Apología Primera, XLIII).
Sobre Presciencia divina y Elección condicional
“Aquellos que fueron conocidos de antemano [por Dios] que serían injustos, sean hombres o ángeles, no son hechos malos por culpa de Dios, sino cada uno por su propia culpa” (Justino Mártir, Diálogo con Trifón, CXL).
Elección condicional y libre albedrío.
«Vive para Dios y, aprehendiéndolo, coloca a un lado tu vieja naturaleza. No fuimos creados para morir, pero morimos por nuestra propia falla. Nuestro libre albedrío nos destruyó, nosotros que fuimos libres nos volvemos esclavos; fuimos vendidos por el pecado. Nada de mal fue creado por Dios; nosotros mismos manifestamos impiedad; pero nosotros, que la hemos manifestado, somos capaces de rechazarla nuevamente» (Taciano, el Sirio [120-180], Cartas, XI).
«Dios hizo al hombre libre, y ese poder sobre sí mismo […] Dios le concede como un don por filantropía y compasión, cuando el hombre le obedece. Porque como el hombre, desobedeciendo, atrae la muerte sobre sí mismo, así, obedeciendo a la voluntad de Dios, el que desea es capaz de obtener para sí mismo la vida eterna» (Teófilo de Antioquia [120?-186], Libro a Autólico, I, 27).
«La expresión: ‘Cuantas veces quise reunir a tus hijos […] pero ustedes no quisieron’ ilustra bien la antigua ley de la libertad del hombre, porque Dios lo hizo libre desde el principio, con voluntad y alma para consentir en los deseos de Dios sin ser coaccionado por Él. Dios no hace violencia, y el buen consejo lo asiste siempre, por eso da el buen consejo a todos, pero también da al hombre el poder de elección, como lo había dado a los ángeles, que son seres racionales, para que los que obedecen reciban justamente el bien, dado por Dios y guardado para ellos. […] Si no dependiera de nosotros el hacer y el no hacer, ¿por qué motivo el apóstol, y mucho antes de él el Señor, nos aconsejaría hacer cosas y abstenerse de otras? Siendo, por lo tanto, el hombre libre en su voluntad, desde el principio, y libre es Dios, a semejanza del cual fue hecho, se le ha dado desde siempre el consejo de atenerse al bien, lo que se realiza por la obediencia a Dios». (Ireneo de Lyon [130-202], contra las herejías, IV, 37, 1 y 4).
«Justamente como hombres que tienen libertad de elección así como virtud y defecto (porque tú no honrarías tanto lo bueno y castigarías lo malo, a menos que el defecto y la virtud estuvieran en su propio poder, y algunos son diligentes en los asuntos confiados a ellos, y otros son infieles), así son los ángeles» (Atenágoras de Atenas [133-190], Llamamiento en favor de los cristianos, XXIV).
Sobre Eleccción Condicional y Gracia Resistible
«Si eso es así, la fe no sería resultado de una libre determinación, sino de un privilegio de la naturaleza; así tampoco sería responsable el que no cree, ni merecería un castigo justo; lo mismo que el creyente tampoco sería responsable. De esta manera, cuanto hay de personal y diferente realmente en nosotros por la fe o la incredulidad, no estará sometido ni a alabanza ni a reproche para quien bien razona, ya que todo se encuentra predeterminado por la necesidad natural, surgida del que tiene poder universal. Y si nosotros estamos gobernados por una fuerza natural, como por cuerdas, igual que los objetos inanimados, lo voluntario y lo involuntario resultan ser nociones superfluas, al igual que el impulso que los dirige. En cuanto a mí, no puedo concebir un ser viviente cuya capacidad impulsiva es resultado de una necesidad, instado por una causa externa. Entonces, ¿dónde estaría la conversión del incrédulo, por la que se obtiene el perdón de los pecados? Así, tampoco sería ya razonable el bautismo, ni el sello bendito, ni el Hijo, ni el Padre; sino que para ellos Dios viene a ser, me parece a mí, la distribución de las naturalezas, sin el fundamento de la salvación que es la fe voluntaria. Pero nosotros que hemos recibido del Señor, mediante las Escrituras, que a los hombres se les ha dado la facultad de elegir y de rechazar libremente, apoyándose en la fe, como criterio inmutable (o: infalible); demostramos que “el espíritu está pronto”, porque hemos elegido la vida y hemos creído a Dios mediante su voz.(Clemente de Alexandria [150-215 d.C.], Stromata, II, 3, 4).
Sobre Expiación Ilimitada
«Por medio de esta pequeña -y alegórica- semilla, (Dios) dispensa copiosamente a toda la humanidad la salvación». (Clemente de Alejandría, Pedagogo, XI).
Elección condicional, albedrío y Gracia Resistible
«¿Cómo es que Dios no nos hizo de modo que no pecásemos y no incurriésemos en la condenación? Si el ser humano fuese hacho así, no habría pertenecido a sí mismo, sino que sería instrumento de aquel que lo movió. […] ¿Y cómo, en ese caso, diferiría de un arpa, sobre la cual otro toca; o de un barco, que otra persona dirige, donde la alabanza y la culpa residen en la mano del músico o del piloto, […] siendo ellos solamente instrumentos hechos para uso de aquel en quien está la habilidad? Pero Dios, en su misericordia, eligió hacer así al ser humano; por la libertad él lo exaltó por encima de muchas de sus criaturas» (Bardesano, el Sirio [154-222 d.C.], Fragmentos)
«Creo, entonces, que el ser humano fue hecho libre por Dios, señor de su propia voluntad y poder, indicando la presencia de la imagen de Dios y la semejanza con Él […] Tú verás que cuando Él coloca ante el ser humano el bien y el mal, la vida y la muerte, el curso total de la disciplina está dispuesto en preceptos por los cuales Dios llama al ser humano del pecado, amenaza y lo exhorta; y eso en ninguna otra base, sino por el hecho de que el ser humano es libre, con voluntad o para la obediencia o para la resistencia […] Por lo tanto, tanto la bondad cuanto el propósito de Dios son revelados en el don de la libertad dado al ser humano por Su voluntad» (Tertuliano [160-220 d.C.] contra Marción, II, 5).
«Ahora bien, debe ser conocido que los santos apóstoles, en la predicación de la fe de Cristo, se pronunciaron con la mayor claridad sobre ciertos puntos que ellos creían ser necesarios para todo el mundo. […] Esto también está claramente definido en la enseñanza de la Iglesia de que cada alma racional está dotada de libre albedrío y volición» (Orígenes de Alejandría [185-253 d.C.], Sobre los Principios, Prefacio).
«Cuando Dios se comprometió al principio a crear el mundo, como nada que vino a ser lo es sin una causa, cada una de las cosas que habrían de existir fueron presentadas en Su mente. Él vio en lo que resultaría cuando cada una de esas cosas fuesen producidas; y cuando el resultado fuese completado, y lo que seguiría; y que más resultarían de esas cosas cuando fuesen a suceder; y así sucesivamente hasta la conclusión de la secuencia de eventos. Él sabía lo que sería, sin ser totalmente la causa de lo que viene a ser de cada una de las cosas que Él sabía que acontecerían«. (Orígenes de Alejandría, Comentarios sobre Génesis, Libro III, 6).
“Hay, de hecho, innumerables pasajes en las Escrituras que establecen con extrema claridad la existencia de la libertad de la voluntad” (Orígenes de Alexandria, Sobre los Princípios, III, 1).
«El hombre posee la capacidad de autodeterminación, en la medida en que él es capaz de querer y no querer, y está dotado con el poder de hacer las dos cosas» (Hipólito de Portus [tercer siglo], Refutación de todas las herejías, X, 29).
“Ahora bien, aquellos que deciden que el ser humano no tiene libre albedrío y afirman que es gobernado por las necesidades inevitables del destino […] son culpables de impiedad para con el mismo Dios, haciéndolo ser la causa y el autor de los males humanos”. (Metodio de Olimpos [250-311d.C.], El banquete de las diez vírgenes, XVI. Cabe recordar que Metodio escribió una obra entera en defensa del libre albedrío del hombre, titulada Concerniente al Libre-Arbitrio).
“Más aún, mi oponente dice que si Dios es poderoso, misericordioso, deseando salvarnos, que cambie nuestras disposiciones y nos fuerce a confiar en sus promesas. Esto, entonces, es violencia, no es amabilidad ni generosidad del Dios supremo, sino una lucha vana y pueril en la búsqueda de la obtención del dominio. ¿Porque qué sería tan injusto como forzar a hombres que son reacios e indignos, a revertir sus inclinaciones, imprimir forzosamente en sus mentes lo que ellos no están deseando recibir, y tienen horror de recibir?” (Arnobio de Sica [250?-330 d.C.], contra los paganos, Libro II, 65).
“El conocimiento previo de los acontecimientos no es la causa de que hayan ocurrido. Las cosas no ocurren porque Dios lo sabe, cuando las cosas están por ocurrir, Dios lo sabe.” (Eusebio de Cesarea [265-339 d.C.], Preparación para el Evangelio, VI, 11).
“Era necesario que el Cordero de Dios fuera ofrecido por los otros corderos cuya naturaleza Él asumió y por toda raza humana” (Eusebio de Cesarea, Demostración del Evangelio, Prefacio, X)
Sobre la Expiación Ilimitada
“Todos los hombres estaban sujetos a la corrupción de la muerte. Sustituyendo a todos nosotros, el Verbo tomó un cuerpo semejante al nuestro, entregándose a sí mismo a la muerte por todos nosotros como un sacrificio a su Padre […] De esta manera, muriendo todos en Él, puede ser abolida la ley universal de la mortalidad humana. La exigencia de la muerte fue satisfecha en el cuerpo del Señor y, de ahora en adelante, deja de alcanzar a los hombres hechos semejantes a Cristo. A los hombres que se habían entregado a la corrupción fue restituida la incorrupción y, mediante la apropiación del cuerpo de Cristo y de su resurrección, los hombres son revividos de la muerte”. (Atanasio de Alejandría [296-373 d.C.], De la encarnación, VIII).
“El Hijo de Dios vino al mundo […] redimir a todos los hombres […] sufriendo en su cuerpo en favor de todos los hombres.” (Atanasio de Alejandría, Sermón contra los Arrianos)
“Por lo tanto, deseando ayudar a los hombres, Él, el Verbo, habitó con los hombres tomando forma de hombre, tomando para sí mismo un cuerpo semejante al de los otros hombres. A través de las cosas sensoriales, es decir, mediante las acciones de su cuerpo, Él les enseñó que los que estaban privados de reconocerlo, mediante su orientación y providencia universal, pueden por medio de las acciones de su cuerpo reconocer la Palabra de Dios encarnada y a través de Él venir al conocimiento del Padre.” (Atanasio de Alejandría, De la encarnación, XIV).
“No hay un tipo de alma pecando por naturaleza y otro practicando justicia por naturaleza; ambas actúan por elección, la sustancia del alma es de una especie solamente e igual en todos” (Cirilo de Jerusalén [313-386 d.C.], Lecturas, IV).
Sobre el libre albedrío y la Gracia irresistible
“El alma es autogobernada: y aunque el Demonio pueda sugerir, no tiene el poder de obligar la voluntad. Él te pinta el pensamiento de la fornicación, pero tú puedes rechazarlo, si lo deseas. Pues si tú fueras fornicador por necesidad, ¿por qué Dios preparó el infierno? Si tú fueras practicante de la justicia por naturaleza, y no por la voluntad, ¿por qué preparó a Dios coronas de gloria inefable? La oveja es afable, pero nunca ha sido coronada por su afabilidad; porque su calidad de ser afable le pertenece por naturaleza, no por elección” (Cirilo de Jerusalén, Lecturas, IV).
“Sois hechos partícipes de una vid santa: si permaneces en la vid, crecerás como un racimo fructífero; pero si no permaneces, serás consumido por el fuego. Así pues, produzcamos fruto dignamente. Que no nos suceda lo mismo que la vid infructuosa; no ocurra que, al venir Jesús, la maldiga por su esterilidad”. Que todos puedan, por el contrario, pronunciar estas palabras: ‘Yo, como un olivo verde en la casa de Dios, confío en el amor de Dios para siempre jamás’. No se trata de un olivo sensible, sino inteligible, portador de la luz. Lo que es propio de Él es plantar y regar; a ti, sin embargo, cabe fructificar. Por eso, no desprecies la gracia de Dios: guardadla piadosamente cuando la recibáis”. (Cirilo de Jerusalén, Catequesis, I, 4).
Sobre Expiación Ilimitada
“No maravilla que todo el mundo fuese rescatado, porque Él no fue sólo un hombre, sino el Unigénito Hijo de Dios” (Cirilo de Jerusalén, Catequesis, XIII, 2).
Sobre la Gracia Resistible
“Ellos entonces, que fueron sellados por el Espíritu hasta el día de la redención y preservaron puros e intactos los primeros frutos que recibieron del Espíritu, oirán las palabras: ‘¡Muy bien, buenos siervos! Como habéis sido fieles en lo mínimo, tomad el gobierno de muchas cosas’. De la misma forma, los que ofendieron al Espíritu Santo por la maldad de sus caminos, o no forjaron para sí lo que Él les dio, serán privados de lo que recibieron y su gracia será dada a otros; o, según uno de los evangelistas, serán totalmente cortados en pedazos, cuyo significado es ser separado del Espíritu” (Basilio Magno [329-379], Sobre el Espíritu Santo, XVI, 40).
“Pero una cosa fue encontrada que era equivalente a todos los hombres, […] la santa y preciosa sangre de Nuestro Señor Jesucristo, la cual fue derramada por nosotros todos.” (Basilio Magno, Sobre Salmos 49, VII, 8, sección 4).
“… los detractores de todo lo que es loable, entenebrecedores de la luz, inculturados en relación a la sabiduría, por quienes Cristo murió en vano” (Gregorio de Nazianzo [329-389 d.C.], Sermón 45, Segundo Sermón de Pascua, XXVI)
“El sacrificio de Cristo es una expiación imperecedera por el mundo entero.” (Gregrorio de Nazianzo, Sermón 2 para Pascua).
Sobre el Libre Albedrío
“Siendo a la imagen y semejanza […] del Poder que gobierna todas las cosas, el ser humano mantuvo también en la cuestión del libre albedrío esta semejanza a Él cuya voluntad domina todo” (Gregorio de Nisa [330-395], Sobre la Virginidad , XII).
“Entonces, hablando del Padre, Él añadió ‘Para quien estuviere preparado’, para mostrar que el Padre tampoco está acostumbrado a dar atención solamente a los pedidos, sino a los méritos; porque Dios no hace acepción de personas (Hechos 10.34). Por eso también el apóstol dice: ‘Los que antes conoció, también los predestinó’ (Romanos 8.29). Él no los predestinó antes de conocerlos, mas Él predestinó a la recompensa a aquellos cuyos méritos de antemano Él conoció” (Ambrosio de Milán [337-397], sobre la fe, Libro V, 6, 82).
“A pesar de Cristo haber padecido por todos, Él padeció especialmente por nosotros” (Ambrosio de Milán, Exposición del Evangelio de Lucas, VI, 7).
Este místico Sol de la Justicia fue levantado por todos, vino para todos; Cristo padeció por todos y resucitó por todos. Pero si alguien no cree en Cristo, está privándose a sí mismo de ese beneficio universal, […] el beneficio común del perdón divino y de la remisión de los pecados [el cual] no pertenece […] a los ángeles caídos. […] Cristo vino para la salvación de todos, Él emprendió la redención para todos, en la medida en que Él trajo un remedio por el cual todos pudiesen escapar, a pesar de haber algunos […] que no desean ser curados” (Ambrosio de Milán, Sobre Salmos 118, Sermón VIII).
Sobre Elección por presciencia divina
“Esos que son llamados de acuerdo con la promesa son aquellos que Dios sabía que serían verdaderos creyentes en el futuro, pues ellos antes de creer ya eran conocidos [por Dios]. […] De la misma manera, [Dios] condenó a Faraón por su pre-conocimiento, pues sabía que éste no se compondría, y escogió al apóstol Pablo cuando él todavía estaba persiguiendo a la Iglesia, pues sabía que él no dejaría de ser bueno más tarde” (Ambrosiaster [370 d.C.], Comentario a las Trece Epístolas de San Pablo, fragmentos en que comenta los pasajes de Romanos 8.28 y 9.14)
“Para responder a todos los que insisten en preguntar ‘¿Cómo podemos ser salvos sin contribuir con nada en esa salvación?’, Pablo nos muestra que, de hecho, tenemos una gran dosis de contribución en ella: ¡entramos con nuestra fe!” (Juan Crisóstomo [347-407 d.C.], Homilía en Efesios).
Sobre libre albedrío, Elección Condicional y Gracia Resistible
“Por cuanto Dios ha puesto en nuestro poder el bien y el mal, nos ha dado el libre albedrío de la elección, y cuando no queremos no nos fuerza; cuando, sin embargo, queremos, nos abraza” (Juan Crisóstomo, Homilía sobre la Traición de Judas, I, 3).
“Dijo alguien: ‘¿Entonces es suficiente creer en el Hijo para ganarse la vida eterna?’ De ninguna manera. Escucha esta declaración de Cristo mismo, diciendo: ‘No todo el que me dice: Señor, Señor entrará en el reino de los cielos’; y la blasfemia contra el Espíritu es suficiente para lanzar a un hombre en el infierno”. (Juan Crisóstomo, Homilía sobre el Evangelio de Juan, XXXI, 1).
“Esto es lo que Marción pregunta, y todo el grupo de herejes que mutilan el Antiguo Testamento, con la mayor parte de su argumento girando alrededor de algo como esto: o Dios sabía que el hombre colocado en el Paraíso transgrediría Su orden, o Él no lo sabía. Si Él sabía, el hombre no tiene culpa, pues no pudo evitar la presciencia de Dios, pues Aquel que lo creó lo hizo de tal manera que él no podía escapar del conocimiento de Dios. Y si él no lo sabía, estarás privándolo de su presciencia, entonces también estarás quitando su divinidad. Mediante esa misma argumentación, Dios será merecedor de culpa por elegir a Saúl, que se probaría como uno de los peores de los reyes. Y el Salvador debe ser condenado por ignorancia o por injusticia, en la medida en que Él dijo en el Evangelio: ‘¿No os elegí a vosotros los doce, y uno de vosotros es un diablo?’. ¿Pregunta a Él por qué eligió a Judas, un traidor? ¿Por qué Él le confió la bolsa, cuando él sabía que era un ladrón? ¿Debo decirte la razón? Dios juzga el presente, no el futuro. Él no hace uso de su presciencia para condenar a un hombre que Él sabe que va más adelante a desagradarlo; pero esa es su bondad y misericordia indescriptible, que Él escoge a un hombre que, Él sabe, va sin embargo a ser bueno y, quién sabe, va a terminar mal, dándole así la oportunidad de ser convertido y de arrepentirse. Este es el significado de las palabras del apóstol, cuando dice: ‘¿No sabes que la bondad de Dios te lleva al arrepentimiento? Pero, con la dureza e impenitencia de tu corazón, acumulas ira para ti en el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, que retribuirá a cada uno según sus obras’. Adán no pecó porque Dios sabía que él haría así, pero Dios, justamente por el hecho de ser Dios, sabía de antemano lo que Adán haría por su libre elección.” (Jerónimo [347-420 d.C.] Contra los Pelagianos, Libro III, 6).
“‘Quizá’, dice Él, ‘ellos oigan y se conviertan’ (Jeremías 26.3). La incertidumbre de la palabra ‘quizá’ no puede pertenecer a la majestad del Señor, sino que se habla por nuestra condición, para que el libre albedrío del hombre pueda ser preservado, para que no supongan que, en vista de Su presciencia, existe, por así decir, una especie de necesidad, bien de hacer algo o de no hacerlo”. (Jerónimo, Comentarios sobre Jeremías, V, 35,5).
“Tal como una pluma utilizada para escribir, o una flecha que necesita un agente que de ella haga uso, también la gracia de Dios tiene la necesidad de corazones creyentes” (Cirilo de Alejandría [375-444 d.C.], Lecturas Catequéticas, I, 1).
Sobre la Expiación Ilimitada
“La muerte de una carne es suficiente para el rescate de toda la raza humana, porque aquella perteneció al Logos, el Unigénito de Dios Padre” (Cirilo de Alejandría, Sermón sobre ‘la Recta Fide’, II, 7).
Gracia Resistible y Elección Condicional y Predestinación por presciencia
“La parte de Dios es derramar gracia, pero la vuestra es aceptarla y guardarla” (Cirilo de Alejandría, Lecturas Catequéticas, I, 1).
“Aquellos cuya intención Dios previó, Él predestinó desde el principio. Aquellos que predestinó, Él llamó y justificó por el bautismo. Los que fueron justificados, Él glorificó, llamándolos hijos. (…) Que nadie diga que la presciencia de Dios fue la causa unilateral de esas cosas. No fue su presciencia que justificó a las personas, pero Dios sabía qué acontecería, porque Él es Dios”. (Teodoreto de Cirro [393-466 d.C.], Interpretación de Romanos, trecho donde comenta Romanos 8.30).
“Cuando la cabeza de la raza [Adán] fue condenada, toda la raza fue condenada con él; y entonces, cuando el Salvador destruyó la maldición, la naturaleza humana ganó libertad”. (Teodoreto de Cirro, Diálogos, III).
Son muchos los textos de los Padres de la Iglesia pre-Agustín y contemporáneos de él que podrían todavía ser citados en este capítulo comprobando la posición sinergista de todos ellos en ese período, pero no me detendré aquí en esa tarea, pues ya la considero razonablemente realizada. Pasaré ahora, ya que esta obra se enfoca en el arminianismo, a resaltar algunos Padres de la Iglesia pre-Agustín que eran arminianos en su entendimiento de la mecánica de la Salvación, puesto que eran sinergistas que creían en la precedencia de la gracia [gracia previniente]. Continuará en la próxima publicación…
Traducción al español por Gabriel Edgardo LLugdar del libro La Mecánica de la Salvación del autor Silas Daniel. Capítulo 1. Diarios de Avivamientos 2019