Los elegidos de Dios – Elección individual y condicional

Elegidos según la preciencia - Predestinación

Traducción del Capítulo 5 del Libro: Elección Condicional – de Thiago Titillo

La expresión paulina “en Cristo” aparece 106 veces en sus epístolas. Sumadas a sus equivalentes “en el Señor” y “en Él”, el número aumenta a 160 veces (36 de las cuales sólo en Efesios). En el capítulo anterior se observó que Dios escogió desde la eternidad a un pueblo para sí, aunque no escogió arbitrariamente a los individuos quienes iban a formar parte de ese pueblo. El apóstol dice: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo (Efesios 1:3-4). Estar “en Cristo” se presenta como la condición para formar parte del pueblo elegido.

En el capítulo 8 de Romanos, Pablo relaciona varias veces la salvación a estar “en Cristo”. Los que “están en Cristo” están libres de la condenación (v.1). Solamente “en Cristo” el pecador está libre de la ley del pecado y de la muerte (v.2). La vida en el Espíritu depende, necesariamente, de estar en Cristo (vs. 9-10) [*]. El propio amor de Dios, experimentado por su pueblo, “está en Cristo Jesús, nuestro Señor” (v 39). Pablo habla en la misma epístola sobre Andrónico y Júnías, que “estaban en Cristo” antes de él (16:7), en una clara referencia a la salvación. Pero, ¿qué significa “estar en Cristo”?

[*] “Si Cristo está en vosotros, el cuerpo, en verdad, está muerto a causa del pecado, pero el espíritu vive por causa de la justicia” (v.10). Cuando Pablo dice “si Cristo está en vosotros”, esto corresponde a decir: “si vosotros estáis en Cristo”, según Jesús enseñó en Juan 14:20: “En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.” En el verso 10 de Romanos, “espíritu” debe ser entendido como el Espíritu de Dios, y no el espíritu humano. La palabra pneuma en el contexto inmediato se usa para referirse al Espíritu Santo. [En la NVI se comprende mejor: Romanos 8:10 “Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia”]. F.F. Bruce parafraseó este versículo en su comentario “Si Cristo habita en ustedes, entonces, aunque sus cuerpos estén todavía sujetos a aquella muerte temporal que es consecuencia del pecado, el Espíritu que hace morada en ustedes, el Espíritu vivo y vivificante, les da aquella vida eterna que es consecuencia de la justificación”. [BRUCE, F. F. Romanos: introdução e comentário. São Paulo: Vida Nova, 1979, p. 133]

Estar “en Cristo” es estar en una unión redentora con Él, recibiendo así todos los beneficios de la salvación. La condición sine qua non para la salvación del individuo es la fe en Jesucristo “El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Juan. 3.18). En el prólogo del mismo evangelio se lee: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:11-12).

Retomando el pensamiento paulino, específicamente en Romanos, su tema principal es la justificación por la fe: “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.” (Romanos 1:16-17). En el capítulo 4, el apóstol Pablo menciona a Abraham y a David como ejemplos veterotestamentarios de la doctrina, e inicia el capítulo 5 afirmando: “Justificados, pues, mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (v.1). Los pasajes bíblicos sobre esta condición para la salvación son abundantes (Gá1atas 3:26 “pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús”; Gálatas 5:6 “porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor”; Efesios 2:8 “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”; Colosenses 2.12 “sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos”; Hechos 16:31 “Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”). La fe, por tanto, es la condición básica para la unión con Cristo.

La Biblia también presenta el arrepentimiento como condición para la salvación del pecador (Hechos 2:38; 3:19; 17:30). Pero se debe tener cuidado de no separar la fe del arrepentimiento, como si fueran dos realidades separadas una de la otra. Millard Erickson dice:

La conversión es un acto único que posee dos aspectos distintos pero inseparables: el arrepentimiento y la fe. El arrepentimiento es el acto del incrédulo de darle espalda al pecado; y la fe, su acto de volverse hacia Cristo. Son, respectivamente, el aspecto negativo y el positivo del mismo acontecimiento. En cierto sentido, uno es incompleto sin el otro, y uno es motivado por el otro. Cuando tomamos conciencia del pecado y lo dejamos, vemos la necesidad de volvernos a Cristo para ser provisto de su justicia. Por otro lado, la fe en Cristo nos hace conscientes de nuestro pecado y, por tanto, nos lleva al arrepentimiento. [ERICKSON, Millard J. Introdução à Teologia Sistemática. São Paulo: Vida Nova, p. 394].

Norman Geisler sigue el mismo razonamiento:

[…] existe una conexión íntima entre fe y arrepentimiento, como los dos lados de la misma moneda. En vez de ser dos actos separados -lo que viola el principio protestante (y bíblico) de la exclusividad de la fe (sola fide), tanto la fe como el arrepentimiento son necesarios para la salvación, sin embargo, cada uno forma parte de un acto salvífico por el cual la persona recibe el don de la vida eterna. La fe implica una especie de compromiso y confianza en Cristo que naturalmente operan un cambio en la vida de la persona. De manera similar, el arrepentimiento verdadero (un cambio real de nuestra mente sobre el pecado y respecto a nuestro entendimiento de quién es Cristo -es decir, nuestro Salvador) también afecta el rumbo de nuestra vida.

Como ya vimos, la fe y el arrepentimiento son inseparables de la misma manera que una orden de ‘venga aquí’ no puede ser cumplida sin que se ‘salga de allá’. La fe genuina y el arrepentimiento en la salvación de una persona, implican la aceptación de la verdad y el rechazo del error, una no puede ser ejercida sin la otra. El arrepentimiento genuino delante de Dios contiene la fe, y la verdadera fe en Dios implica el arrepentimiento. De modo semejante, sólo existe una condición para la recepción del carisma de la salvación: la fe salvífica (el tipo de fe que implica arrepentimiento). [GEISLER, Norman. Teologia Sistemática. Volume 2. Rio de Janeiro: CPAD, 2010, p. 420-421].

La predicación de Jesús en Galilea pone el arrepentimiento y la fe como dos elementos inseparables, que son necesarios para la salvación: “El tiempo se ha cumplido, y el Reino de Dios se ha acercado cerca; arrepentíos y creed en el evangelio” (Marcos 1:15).

El estar “en Cristo” presupone fe y arrepentimiento: “En el arrepentimiento, fe y conversión, el pecador es llevado a Cristo y unido a Él por el Espíritu Santo” [SEVERA, Zacarias de Aguiar. Manual de Teologia Sistemática, p. 286]. De esta forma, la conversión mediante la fe y el arrepentimiento es la condición para que el pecador sea unido a Cristo. Ferreira y Myatt dicen con acierto: “Morey acertó cuando dijo que ‘en Cristo’ es el lema de Pablo” [FERREIRA, Franklin; MYATT, Alan. Teologia Sistemática: uma análise histórica, bíblica e apologética para o contexto atual. p. 730]. Pero, sorprendentemente, concluyen después de mencionar algunos versículos de Efesios 1 y 2: “En fin, nuestra unión en Cristo se fundamenta en la elección” [Ibíd.], convierten “la elección” en el lema de Pablo, y no el estar “en Cristo”. La conclusión natural debería ser: “En fin, nuestra elección está basada en la unión en Cristo”.

Arminio enfatizó el aspecto condicional de la salvación en su Declaración de sentimientos:

El segundo decreto preciso y absoluto de Dios es aquel en que Él decretó recibir a aquellos que se arrepintiesen y creyesen, y, en Cristo, por causa de Él y por medio de Él,  hacer efectiva la salvación de tales penitentes y creyentes que perseverasen hasta el fin, pero dejar en pecado, y bajo la ira, a todas las personas impenitentes e incrédulas, condenándolas como ajenas a Cristo. [ARMÍNIO, Jacó. As obras de Jacó Armínio. Volume 1. Rio de Janeiro: CPAD, 2015, p. 236-237].

El primer artículo de la Remonstrancia (protesta, representación) – documento producido en 1610, un año después de la muerte de Arminio, por un grupo de seguidores – también enfatiza la condicionalidad de la salvación:

Que Dios, por un eterno e inmutable plan en Jesucristo, su Hijo, antes de que fueran puestos los fundamentos del mundo, determinó salvar, de entre la raza humana que había caído en el pecado -en Cristo, por causa de Cristo y a través de Cristo- aquellos que, por la gracia del Santo Espíritu, creyesen en este su Hijo y que, por la misma gracia, perseverasen en la misma fe y obediencia de fe hasta el fin; y, por otro lado, dejar bajo el pecado y la ira a los contumaces e incrédulos, condenándolos como ajenos a Cristo, según la palabra del Evangelio en Juan 3.36 y otros pasajes de la Escritura. [BETTENSON, Henry. Documentos da Igreja Cristã. São Paulo: Aste, 2007, p. 373]

Pero, ¿cómo Dios puede escoger a un pueblo desde la eternidad, y planear su destino? La Biblia dice que Dios es eterno: “Antes que naciesen los montes Y formases la tierra y el mundo, Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios” (Salmos 90:2). Se debe, sin embargo, evitar el pensamiento simplista de que Dios no tiene comienzo ni fin en el tiempo. Esto forzosamente nos llevaría a la conclusión de que el propio tiempo es coeterno con Dios, no siendo Su creación. La eternidad de Dios es mucho más que eso. Él se presentó a Moisés diciendo: “YO SOY EL QUE SOY” (Éxodo 3:14). Dios trasciende el tiempo, pues Él creó el tiempo. Por eso, Él no está limitado a la categoría espacio-temporal.
Así, Dios no precisa esperar que los pecadores se arrepientan y crean en Cristo para, sólo después, escogerlos. Él puede elegir a su pueblo y planear su destino por adelantado porque para Dios todo sucede en un “eterno ahora”. Su conocimiento es perfecto, y la Biblia en diversos pasajes argumenta que esto demuestra su divinidad. Y el propio Dios habla por medio de Isaías:

Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero; que llamo desde el oriente al ave, y de tierra lejana al varón de mi consejo. Yo hablé, y lo haré venir; lo he pensado, y también lo haré. Oídme, duros de corazón, que estáis lejos de la justicia: Haré que se acerque mi justicia; no se alejará, y mi salvación no se detendrá. Y pondré salvación en Sion, y mi gloria en Israel. [Isaías 46:9-10; confróntese también 41:21-26 y 44:6-8]

Amparado en el testimonio bíblico, Arminio podía decir que el decreto eterno de Dios, con respecto a la salvación y la condenación de individuos, estaba basado en la presciencia de Dios:

A estos sucede el cuarto decreto, por el cual Dios decretó salvar y condenar a ciertas personas en particular. Este decreto tiene su base en la presciencia de Dios, por la cual Él sabe, desde toda la eternidad, cuáles individuos, por medio de su gracia preveniente, creerían, y por su gracia subsecuente, perseverarían, de acuerdo con la administración previamente descrita de los medios que son adecuados y apropiados para la conversión y la fe; y, de la misma manera, por su presciencia, Él conocía a aquellos que no creerían, ni perseverarían. [ARMINIO, Jacó. As obras de Jacó Armínio. Volume 1. Rio de Janeiro: CPAD, 2015, p.227]

Es el mismo apóstol Pablo quien dice: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8.29). Este versículo fue analizado brevemente en el primer capítulo, pero ahora se hace necesario observarlo más detalladamente.

Ya hemos visto que la tradición calvinista argumenta que el verbo proginõskõ (y cognatos) en pasajes relacionados con la elección y la predestinación significa ‘amor electivo’. Algunos arminianos concuerdan con eso, pero discrepando de la conclusión que los exegetas calvinistas sacan a partir de ahí. Donald Stamps, teólogo arminiano pentecostal, dice que

conocer de antemano es el equivalente a amar de antemano y es usado en el sentido de ‘tener como objeto de estima afectiva’ y ‘optar por amar desde la eternidad’ […] El objeto de la presciencia (o del amor eterno) de Dios aparece en plural y se refiere a la iglesia. Esto significa que el amor eterno de Dios tiene por objetivo, principalmente, el cuerpo colectivo de Cristo (Efesios 1:4, 2:4, 1ª Juan 4:19) y sólo tiene que ver con los individuos a medida que éstos integran ese cuerpo colectivo, mediante la fe permanente en Cristo y su unión con Él (Juan 15:1-6). [Bíblia de Estudo Pentecostal, 1995, p. 1713, Donald C. Stamps sobre Romanos 8.29].

Pablo estaría entonces refiriéndose a la elección corporativa incondicional, y no a la elección de individuos.
Dale Moody, también arminiano, concuerda que “conocer y amar muchas veces tiene el mismo significado en las Escrituras” y que el verbo “es frecuentemente un término usado para las relaciones sexuales íntimas”. Sin embargo, no interpreta el pasaje como una referencia a la elección corporativa de la Iglesia. Para él, Pablo se refiere a las personas que reaccionan amorosamente al amor de Dios: “Sabemos que en todas las cosas Dios obra para el bien de los que le aman”.

Muchos de los comentarios deprecian el énfasis en el amor del hombre por Dios, pero esa manera de pensar es tendenciosa. Es claro que Dios amó al hombre antes de que el hombre amase a Dios, pero Dios opera su propósito sólo en aquellos que reaccionan de manera positiva a su amor. Dios derrama su amor en los corazones de aquellos que reaccionan con fe (Romanos 5:5). [MOODY, en: ALLEN, Clifton J. (editor gral.). Comentário Bíblico Broadman: Novo Testamento. Volume 10, p.260]

Pero, ¿es que el contexto limita el verbo proginõskõ [conocer antes, de antemano] al sentido propuesto por la tradición calvinista? ¿El contexto exige que el pasaje sea comprendido como una elección corporativa de la Iglesia?

Responderemos primeramente a la segunda pregunta. A diferencia de la carta a los Efesios, cuyo tema principal es el misterio de la Iglesia, Romanos tiene como tema la justicia de Dios en sus variados aspectos. En los capítulos 5 al 8, Pablo trabaja la justicia de Dios revelada en una salvación que significa vida nueva y justicia. Los siguientes énfasis pueden ser percibidos: capítulo 5 – salvación como reconciliación; capítulo 6 – salvación como santificación; capítulo 7 – salvación como liberación; capítulo 8 – salvación como filiación.
En todos estos énfasis, el apóstol tiene en vista a individuos. Individuos que forman un grupo, es cierto, pero aun así, individuos.

¿Y en cuanto a la primera pregunta? Nada hay en el texto que exija un entendimiento diferente del verbo proginôskõ de su significado común en el griego clásico. “La ‘presciencia’ de Dios abarca su gracia electiva, pero no impide la voluntad humana. Él ‘conoce de antemano’ el ejercicio de la fe que trae salvación”. [VINE, W E.; Merril E, UNGER; William, WHITE JR. Dicionário Vine: o significado exegético e expositivo das palavras do Antigo e do Novo Testamento. Rio de Janeiro: CPAD, p. 493]

Arminio, en Un examen del tratado de William Perkins, ofrece su respuesta a la comprensión de que ‘los que antes conoció’ son ‘aquellos a quienes Él amó previamente’. Él dice: “Dios no puede amar previamente y considerar, afectuosamente, como suyo a ningún pecador, a menos que Él lo conozca previamente, en Cristo, y lo considere como un creyente en Cristo”. [ARMINIO, Jacobo. As obras de Jacó Armínio. Volume 3. Rio de Janeiro: CPAD, p.303]
Norman Geisler dice que “hay evidencias seguras de que ‘pre-conocer’ no significa ‘escoger’ o ‘elegir’ en la Biblia.” Él continúa:

Muchos versículos usan la misma raíz griega (ginosko) para el conocimiento de personas donde no hay relación personal: Mateo 25:24 – “Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste”; Juan 2:24 – “Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos”; Juan 5:42 – “Mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros” (confróntese con Juan 1:47-48; Salmos 139:1,2,6).

Además de esto, ‘conocer’ usualmente no significa ‘escoger’, ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento. De las 770 veces en que la palabra hebrea ‘conocer’ (yada) es usada en el hebreo del Antiguo Testamento, el texto griego del Antiguo Testamento, la LXX, la traduce por la palabra griega ginosko cerca de quinientas veces. Y en el Nuevo Testamento esta palabra se usa cerca de 220 veces, siendo que en la vasta mayoría de ellas no significa escoger. […]

Más que eso, ‘preconocer’, ‘conocer antes’, (progínosko en griego), es usado en el Nuevo Testamento para un conocimiento anticipado de los acontecimientos: “Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza.” (2ª Pedro 3:17, cf. Hechos 2:23, 1ª Pedro 1:18-20) Así, la equiparación que los calvinistas extremos hacen entre conocer de antemano y amar de antemano no puede suceder.» [GEISLER, Norman. Eleitos, mas livres: uma perspectiva equilibrada entre a eleição divina e o livre-arbítrio. São Paulo: Vida, 2001, p.79-80] [La expresión “calvinistas extremos” es una referencia a los calvinistas en general. Geisler atribuye tal etiqueta a ellos, porque él mismo quiere clasificarse como ‘calvinista moderado’ en oposición a los que bautizó como ‘calvinistas extremos’. Para ello, redefine la terminología teológica tradicional, de manera que, aunque su doctrina sea básicamente arminiana, él pueda clasificarse así].

Es interesante que el propio Agustín, el primer teólogo en sentar las bases de la predestinación absoluta en la historia de la Iglesia, [Para comprender mejor el cambio teológico de Agustín, introduciendo la idea determinista de predestinación en la teología cristiana, escribió en su Explicación de algunas proposiciones de la Carta a los Romanos, sobre 8:28-30:

[Sobre Romanos 8,28-30] Estas palabras: A los que llamó, los justificó, pueden mover a preguntarse con inquietud si todos los que han sido llamados, serán justificados. De hecho leemos en otro pasaje: Muchos son los llamados y pocos los elegidos. Pero dado que todos los elegidos han sido antes llamados, es evidente que no son justificados si antes no son llamados; pero tampoco se trata de todos los llamados, sino de aquellos que han sido llamados según el designio de Dios, como había dicho poco antes. Y se trata del designio de Dios, no del de ellos. El mismo Pablo explica qué alcance tiene este designio, cuando dice: Porque a los que de antemano él previó, también los predestinó a ser semejantes a su Hijo. No, no todos los llamados lo son según el designio divino; este designio forma parte de la presciencia y de la predestinación de Dios. Bien entendido que a nadie predestinó, sino a aquel a quien él previó que iba a creer y a ser fiel a esa vocación. Es a éstos a quienes llama elegidos. Porque muchos son llamados, pero no acuden a la llamada; en cambio nadie viene si no es antes llamado. [San Agustín de Hipona, EXPOSICIÓN DE ALGUNOS TEXTOS DE LA CARTA A LOS ROMANOS, 55.  Tomo XVIII de las Obras de San Agustín – Biblioteca de Autores Cristianos , p. 40]

Esta era la interpretación común de los padres de la Iglesia. Juan Crisóstomo, uno de los más cultos padres de lengua griega, y gran expositor de la escuela antioquena de interpretación de las Escrituras, en su Homilía sobre la Carta de Romanos, dice sobre el versículo 29: “Los hombres, por cierto, derivan sus opiniones de los hechos, Dios ya otrora lo veía, y en nuestro favor se inclinaba”.
Es bastante razonable admitir que un cristiano de la antigüedad, cuya lengua nativa era el griego, estaba más apto para comprender correctamente el significado de una palabra del Nuevo Testamento en su contexto. Y ciertamente Crisóstomo no fue el único padre griego interpretando el pasaje de esta forma. Por el contrario, toda la patrística pre-agustiniana se inclinaba a la visión de que tanto la elección y la reprobación estaban basadas en la presciencia de Dios de las elecciones humanas libres. Justino Mártir, Ireneo, Teodoreto y Orígenes son sólo algunos ejemplos.

Jack Cottrell presenta con fidelidad el pensamiento paulino en este pasaje:

Sabemos que Dios opera todas las cosas para el bien de aquellos que lo aman y son llamados a su familia eterna de acuerdo a su propósito. ¿Cómo sabemos esto? ¡Porque habiendo preconocido desde la eternidad que ellos lo amarían, él ya los predestinó a este estado de gloria eterna! De esta forma, podemos estar seguros de que las pruebas temporales de esta vida no son capaces de invalidar lo que el Dios Todopoderoso ya predestinó que irá a ocurrir. Antes, él las usa de forma que nos prepara para disfrutar la eternidad aún más. [COTTRELL, Jack. Predestinação e pré-conhecimento: Comentário sobre Romanos 8.29]

Se concluye que el apóstol está hablando de la elección de Dios de individuos para su familia, y tal elección se fundamenta en el conocimiento previo que Dios tiene de aquellos que responderían a su gracia con amor. El amor a Dios, obviamente, presupone el tipo de fe que implica el arrepentimiento, condición necesaria para estar “en Cristo”. Los que aman a Dios, como miembros de su pueblo, son predestinados a la glorificación final en conformidad con la imagen del Cristo glorificado.

Como este material no se encuentra disponible en español, ha sido traducido por Gabriel Edgardo LLugdar – Diarios de Avivamientos – 2018

 

Remonstrancia y Remonstrantes – Arminianismo – Cap. 4

[…] la Remonstrancia […] es el documento de origen del el arminianismo clásico. Su foco principal está en las cuestiones de la salvación y, en particular, en la predestinación.
Roger Olson

Introducción

En este capítulo discutiremos aspectos de los eventos que siguieron a la muerte de Arminio, a los 49 años de edad. Su muerte no aminoró las cosas en las provincias Unidas. Las disputas con Gomaro y los calvinistas rígidos continuaron; pues los amigos, admiradores y adeptos de la teología de Arminio no se enfriaron e insistieron en la crítica al supralapsarianismo de Beza y de Gomaro y, mantuvieron la lucha por la libertad religiosa.
Acorralados por el poder político, fueron instados, un año después de la muerte de Arminio, a comparecer ante las autoridades para presentar sus causas. Entonces, escribieron la Remonstrancia, un documento que contenía explicaciones sobre la doctrina arminiana para ser expuesto en una conferencia de líderes eclesiásticos y políticos.
Además de esta discusión en este capítulo, pondremos en relieve dos remonstrantes destacables, por razones distintas, para una observación más detenida sobre ellos. Se trata de Simón Episcopio y Philip Limborch. Episcopio tal vez sea el mayor nombre destacado después de la muerte de Arminio. Él fue fiel a las premisas teológicas de su maestro. Limborch abandonó la ortodoxia de Arminio y se acercó al liberalismo teológico. Muchas acusaciones contra el arminianismo clásico parten de las enseñanzas de Limborch, pero él no está en el rol de los arminianos clásicos [de corazón] y sí en el de arminianos de cabeza. [Arminianos de corazón – Se clasifican como tal a los teólogos que siguieron los mismos pasos de Arminio, o sea, su teología es perfectamente compatible con las ideas que él defendió. Arminianos de cabeza – Son los que abandonaron algunos de los principios básicos de la teología arminiana clásica, tal como la creencia en el pecado original y en la depravación total].

1. Remonstrancia

Remonstrancia significa «protesta». Este fue el título del documento que -rechazando tanto el supralapsarianismo de Beza y Gomarus, como el infralapsarianismo- presentaba los llamados Cinco Artículos Arminianos, posiblemente escrito por Simón Episcopio, prominente líder de los seguidores de Arminio. Otro candidato a la autoría de la Remonstrancia es Juan Uyttenbogaert (1557-1644) líder político de los Remonstrantes. Laurence Vance acredita a Uyttenbogaert la autoría del documento. Episcopio y Uyttenbogaert, según Walker, fueron amigos cercanos a Arminio y, según escribe Rodríguez, sistematizaron y desarrollaron las enseñanzas de Arminio.
La Remonstrancia tuvo como firmantes a 43 teólogos y pastores holandeses (el número es incierto). [OLSON, 2013] El documento respondía a una solicitud anterior de los Estados de Holanda. Convocados por Uyttenbogaert, se reunieron el 14 de enero de 1610 en Gouda, Holanda, y formularon el documento. En junio de 1611, según Calder, el documento se presentó a los Estados Generales.
Sigue un resumen del documento:

Cinco artículos de la Remonstrancia

1. Dios decretó salvar a aquellos que irán a creer en Jesucristo y perseverar en la fe; dejando en el pecado a los incrédulos para ser condenados.
2. Jesucristo murió por todos los hombres, proporcionando redención si alguno cree en él.
3. El hombre está en un estado de pecado, incapaz por sí mismo de hacer algo verdaderamente bueno, mas necesita ser nacido de nuevo.
4. El hombre no puede sin la gracia de Dios realizar cualquier buena obra o acción, mas esta gracia puede ser resistida.
5. Los creyentes tienen poder para perseverar, pero si ellos pueden apostatar, eso debe ser más particularmente determinado por las Sagradas Escrituras.

Estos artículos siguieron a la discusión donde fue rechazado inapelablemente el calvinismo. Firmaron el documento, ministros, laicos respetados, estadistas y líderes políticos. Además del ya mencionado Uyttenboagaert, también formaron parte políticos importantes, João Oldenbarneveldt (1547-1619), personaje destacado en los Estados Generales de las Provincias Unidas, y el eminente historiador y jurista Hugo Grotius (1583-1645). [Autor de la famosa obra De jure belli ac pacis (De las leyes de guerra y paz – 1625), que le rindió el título de «fundador del derecho internacional», de acuerdo con Walker. Grotius defendió la teoría de la expiación gubernamental. Esta teoría afirma no haber en la naturaleza divina ninguna necesidad de propiciación, Dios no necesitaba entregar Su Unigénito, pues Él no tenía que castigar los pecados, si Él quisiese podría perdonar los pecados sin buscar una satisfacción para su justicia. En ese sentido, el objetivo de la muerte de Cristo fue dar un ejemplo del odio divino hacia el pecado. Arminio nunca defendió esa teoría, él creía en un sacrificio sustitutivo, expiatorio y propiciatorio, nos informa Olson]. Este grupo de personalidades tenía como meta la defensa de la libertad de conciencia. Walker los describe como políticos republicanos y tolerantes en cuanto a la expresión religiosa y teológica. [WALKER, Historia de la Iglesia Cristiana – 2006, p. 636]. Como señalamos en el capítulo anterior, las Provincias Unidas eran plurales y abarcaban una diversidad de tendencias teológicas, donde hasta el predestinismo radical de Beza y Gomaro encontró aterrizaje posteriormente. Sólo cuando esta última intentó imponerse al punto de querer suprimir doctrinas creídas, practicadas y defendidas anteriormente, es que colisiones y enfrentamientos ganaron espacio culminando con el Sínodo de Dort, asunto del próximo capítulo. Los Artículos remonstrantes fueron presentados en el intento de poner fin a las persecuciones en las localidades donde el clero calvinista era mayoritario. Los ministros calvinistas distorsionaban las creencias de los remonstrantes. Con la divulgación de la Remonstrancia, el anhelo por la protección y libertad religiosa era proclamado. Al analizar el documento, las Provincias Unidas lo recibieron favorablemente y determinó:

• Los ministros remonstrantes no deberían sufrir censura eclesiástica a causa de los Cinco Artículos;
• A los candidatos al ministerio no debería imponerse ninguna doctrina que violara sus conciencias;
• Ministros removidos del ministerio por no haber suscrito la predestinación absoluta deberían ser reintegrados a sus actividades eclesiásticas.

Estas decisiones contrariaron a los gomaristas (calvinistas rígidos). De acuerdo con Calder, ellos no obedecieron a las decisiones de las Provincias Unidas argumentando que las cuestiones eclesiásticas debían ser resueltas por el clero. Así, reclamaron un sínodo. Los tumultos se siguieron a causa de la insatisfacción de los calvinistas rígidos hasta culminar en la famosa Conferencia de La Haya, montada para intentar encontrar una salida amigable. Seis ministros de cada lado asistieron ante los nobles y poderosos en el intento de dirimir las dudas y poner fin al litigio. Sin embargo, el empeño para evitar cismas y promover la comunión y la convivencia fraterna no logró éxito. El Sínodo de Dort es el icono más grande de esta intolerancia religiosa instalada, y ni él puso fin a las contiendas. De hecho, no podría, pues fue instituido exactamente para reducir al polvo a la Remonstrancia y a los remonstrantes. Solamente con la muerte del príncipe Mauricio de Nassau, partidario de los gomaristas y éstos de aquel, es que la paz y la libertad volvieron a reinar en las provincias Unidas.

En 1621 los remonstrantes publicaron The Arminian Confession of 1621 (La Confesión Arminiana) breve y de fácil comprensión de su fe, concluye Olson. En este documento, las acusaciones de que Arminio y los remonstrantes eran socinianos, o que negaban la trinidad, o que serían pelagianos y semipelagianos fueron respondidas de modo claro e inequívoco. El documento también sirvió para presentar la opción de los arminianos por un método teológico más bíblico en detrimento del racionalismo reformado y toda su especulación teológica. Para los remonstrantes, como para Arminio, la teología era totalmente práctica y no especulativa o teórica [*]. Este aspecto especulativo, decían, buscaba el ejercicio de la curiosidad y no la adoración a Dios.

[*] Este carácter práctico de la teología para Arminio (y remonstrantes) está vinculado al modo como Petrus Ramus (1515-1572), filósofo y educador francés, concebía que la teología debiera ser. Ramus entendía que la teología debería ser práctica, redundando en doctrina (fe y obras) y disciplina (obras consistentes de oración y obediencia por un lado y sacramentos por otro), nos informa Rodríguez. En su trabajo pastoral, Arminio lo constató y, por eso, se acercó a Ramus. Arminio también echó mano de la lógica de Ramus que cuestionaba la lógica aristotélica, pues la entendía como rígida. Ramus formuló un método más práctico en la expectativa de hacer de la lógica ‘una ciencia práctica’. Desde su tiempo de estudio en Leyden, Arminio usaba la lógica de Ramus. Para más detalles acerca de la lógica de Ramus, recomendamos el libro de José Rodríguez: Jacobo Arminio: vida, pensamiento y legado.

La elaboración de la Confesión, resultado de discusiones que se dieron cuando los Remonstrantes estaban exiliados en Amberes, se convirtió en responsabilidad de Simón Episcopio y otros dos. El 6 de febrero de 1620 el texto estaba listo. Sometido al directorio, algunas revisiones se realizaron. Le correspondió a Episcopio y Uyttenbogaert traducirlo al holandés, y el 9 de febrero los remonstrantes aprobaron y acataron el documento. Digna de nota era la preocupación de los remonstrantes en cuanto a la confección de la Confesión, pues temían dar a la misma el status de «credo» y, por consiguiente, crear algún tipo de dogmatismo, cosa a la cual ellos siempre se opusieron. Los credos para Episcopio son secundarios comparados a la Biblia. Esto no significa desconsiderar las Confesiones y el Catecismo, así como no lo hizo Arminio. En síntesis, la Confesión quiso informar, a quien le interesara, cuáles eran las creencias de los remonstrantes de la primera generación y, al mismo tiempo, deseaba defenderse de las mentiras y calumnias de sus detractores después del Sínodo de Dort. Olson clasifica la confesión de “una afirmación bastante ortodoxa de la doctrina protestante” [OLSON, Teología Arminiana, Mitos y Realidades]
Dos nombres remonstrantes que merecen una atención especial, por razones distintas, son Simón Episcopio y Philip Limborch.

2. El Remonstrante Simón Episcopio

Episcopio (1583-1643) nació en Ámsterdam el 8 de enero de 1583. Sus padres se llamaban Egbert Remmetzen y Geertruyd Jan. Episcopio tuvo diez hermanos, de los cuales siete de ellos murieron en la infancia o muy temprano. En 1602 él perdió a su padre debido a la peste bubónica que asoló Ámsterdam. La peste diezmó a unas 20.000 personas y, según Rodríguez, el evento “fue motivo para que todos se examinaran a sí mismos y pensaran en el verdadero significado y propósito de la vida”. Episcopio vivió el luto con sus dolores, su madre muere traspasando más aún su corazón, sin embargo, esas pérdidas no le quitaron el vigor académico y él, laboriosamente, seguía adelante. Al igual que su maestro Arminio, sus estudios fueron pagados por bienhechores que no le negaron la mejor educación posible en Holanda. Se hizo experto en griego y latín, estudió filosofía por tres años y luego se dedicó a la teología según informaciones de Calder. Fue en 1600 que él conoció y estrechó su amistad con Arminio en la Universidad de Leyden. De acuerdo con Vance, allí fue educado bajo Arminio y, posteriormente, asumió la vacante de profesor de teología dejada por Gomaro, de quien fue alumno también. El 27 de febrero de 1606 recibe el grado de maestro y desarrolló su vida académica siempre involucrada en embates teológicos. En 1610 Episcopio se tornó pastor en Bleyswick, un pequeño pueblo cerca de Rotterdam. Episcopio era un defensor de la libertad de conciencia. [CALDER, Frederick. Memoirs of Simon Episcopius. London, 1838].

Autor de la Confesión de 1621, de otros importantes documentos de los remonstrantes y, tal vez, pueda ser considerado como el principal líder de los remonstrantes, fue él, Episcopio, con Uyttenbogaert, quien desarrolló y sistematizó los pensamientos de Arminio después de su muerte en octubre de 1609. Esta pérdida produjo mucha tristeza y frustración en su corazón. El reconocimiento de Episcopio entre aquellos que compartían la teología de Arminio avanzó rápidamente. En 1612 Episcopio es invitado a asumir el lugar de Gomaro como profesor de teología en la Universidad de Leyden. Esto, ciertamente, sirvió como un propulsor para la divulgación de las ideas de los remonstrantes. Después del Sínodo de Dort, Episcopio se tornó el responsable de la supervivencia del Arminianismo. Cuando fue permitido retornar del exilio impuesto por el Sínodo de Dort, Episcopio fundó el Seminario Remonstrante en Holanda y allí ejerció su profesorado, enseñando a la generación posterior de teólogos, profesores y pastores.
Episcopio estuvo exiliado en Amberes, Rouen y París por siete años (de 1619 a 1626). En ese interregno, en 1623, escribió un Memorial a Arminio. Aunque exiliado, era incansable, y en este período defendía el movimiento y animaba a los remonstrantes para que permanecieran en Holanda. El fin del exilio se inicia con la muerte del Príncipe Mauricio de Nassau [príncipe que persiguió a los arminianos por instigación de los calvinistas rígidos] en 1625, y con la asunción de la dirección del país de su medio hermano Henry, un simpatizante del movimiento Remonstrante. Un intento de Lucas Estofo (1588-1657) de conquistarlo para la fe romana, lo envolvió también en una polémica con el famoso jesuita. En el mes de julio de 1626 Episcopio llega a Rotterdam donde trabajó arduamente ministrando, revitalizando la iglesia en Ámsterdam y fundando el Seminario Remonstrante, ya citado, en 1632. Episcopio vivió por 16 años después de su retorno del exilio. Enfermo, muere el 4 de abril de 1643 en paz. Philip Limborch, en el funeral, exclamó: “¡Oh líder! ¡Oh líder! ¡Cuánta sabiduría había dentro de ti!”.

3. El Remonstrante Posterior Philip Limborch

Considerado un remonstrante posterior, Limborch (1633-1712) hizo al arminianismo acercarse a la teología liberal, desgraciadamente. Él forma parte del grupo llamado arminianos de cabeza. Probablemente, él haya sido influenciado por el Iluminismo [Ilustración] del siglo XVII y el socianismo, dice Roger Olson. La razón de destacar a Limborch es que los críticos posteriores del arminianismo conocían sus enseñanzas cercanas al semipelagianismo, y que estaban amalgamadas con la nueva religión natural de la Ilustración. Muchos al referirse al arminianismo dicen del mismo como siendo un movimiento herético, generalmente partiendo de los errores de Limborch. Por ejemplo, la acusación sobre el arminianismo clásico de defender una antropología optimista. Arminio jamás negó que la voluntad humana es totalmente depravada o afirmó que ella sufrió sólo una ‘miseria universal’ como afirmó Limborch. Además de ese desvío, Limborch adoptó la teoría gubernamental de la expiación, desarrolló una doctrina de la justificación distante de Arminio [*]; e hizo de la voluntad humana la base de la fe. Las desviaciones de Limborch no se tornaron regla para todos los arminianos. John Wesley (1703-1791) es un imponente ejemplo de ello, después de su muerte (de Wesley), muchos teólogos destacados se convirtieron en sus seguidores, entre los cuales están Richard Watson (1781-1833), Thomas Summers (1812-1882) y William Burton Pope (1822-1903).

[*] Como Arminio fue cuestionado también sobre su doctrina de la justificación, cabe aquí la siguiente declaración: “No tengo conciencia de haber enseñado cualquier pensamiento sobre la justificación del hombre ante Dios que no haya sido aceptada unánimemente por las iglesias reformadas y protestantes […]” Esta declaración se encuentra en The Word of James Arminius, vol. 1. IX. En este tópico IX desarrolla sus argumentos. También en The Works of James Arminius. vol. I, XIX, Arminio escribe sobre la justificación. También, en The Works of James Arminius, vol. 2, XLVII, el asunto es tratado de nuevo.

4. Una palabra a los críticos de los Remonstrantes y del arminianismo clásico

Los críticos de Arminio y de los remonstrantes como Episcopio, necesitan volver a aquellos para comprender cuánto fueron ortodoxos. En cuanto a Arminio y sus críticos, J. Matthew. Pinson comenta:

Es una irresponsabilidad simplemente leer los temas de estos arminianos posteriores y deducir que fueran la posición de Arminio, solamente porque su nombre está ligado a los sistemas teológicos arminianos.

A partir de Limborch, por ejemplo, y poniendo a todos los remonstrantes en el mismo saco, los críticos cometen una gran injusticia. Reiteramos: los ataques consisten en un desconocimiento total del arminianismo clásico, o sino entonces, en deshonestidad intelectual. En algunos casos la segunda alternativa es la razón de tantas calumnias.

Una marca del movimiento remonstrante era la supremacía de las Escrituras sobre toda tradición, filosofía, fuentes y normas extrabíblicas. Los remonstrantes no rechazaron la Confesión Belga y el Catecismo de Heidelberg, reformados al igual que Arminio, pero no los estimaron como inmutables cánones de fe. Vance escribe que los remonstrantes discrepaban de las doctrinas predicadas por Beza, Gomaro y compañía porque no figuraban en la Palabra de Dios, ni en el Catecismo de Heidelberg (1563). Ellos seguían a Arminio con esta conclusión.
En una ocasión, según Vance, Arminio presentó como una de las razones de su rechazo a la doctrina de la predestinación a la pregunta 20, con su respectiva respuesta, del documento de Heidelberg. Vamos al Catecismo:

P.20. Entonces, ¿todos los hombres fueron salvos por Cristo, exactamente como por medio de Adán todos perecieron?
R. No. Sólo están salvos los que, por la verdadera fe, fueron injertados en Cristo y aceptaron todos sus beneficios.

A partir de la respuesta, Arminio razona:

A partir de esta respuesta, concluyo que Dios no predestinó absolutamente a ningún hombre para la salvación; mas solamente a aquellos que en su decreto él consideró como creyente.    [ARMINIUS, vol. 1, p. 149].

En ese episodio, Arminio fue muy agudo. El Catecismo responde que la salvación es para quien tiene la ‘verdadera fe’. Este es el criterio y no cualquier predestinación rígida.
Los remonstrantes atribuyeron autoridad solamente a la Palabra, observando la necesidad de que la Confesión y el Catecismo, siempre sean desafiados por las Escrituras. La Biblia era inerrante para los remonstrantes. Episcopio declaró: ‘Estos muchos libros (de la Biblia) perfectamente contienen una revelación plena y más que suficiente de todos los misterios de fe’. Para los remonstrantes, una doctrina no puede ser fundada en pasajes oscuros ni tampoco en especulaciones lógicas. La opción es por la suficiencia de las Escrituras y fe en su perspicuidad, como enseñaba el reformador alemán Martín Lutero. Los remonstrantes defendían la sola scriptura, tota scriptura, como ya dijimos.

Son notables en los escritos de los remonstrantes las siguientes comprensiones sobre las Escrituras:
• Revelación plena y más que suficiente.
• Creencia en la inspiración sobrenatural.
• Regla de fe y práctica.
• Autoría divina.
• Exclusiva supremacía.
• Autoridad absoluta.
• Sumisión a su autoridad.
Resumiendo: las Escrituras, para los remonstrantes, son suficientes, poseen autoridad intrínseca y no de hombre y son regla permanente de fe. Nada más ortodoxo.

Los remonstrantes también fueron acusados de heterodoxia en cuanto a la Trinidad. La razón descansaba en la defensa de la antigua doctrina de la Monarquía del Padre. Al igual que Arminio, el remonstrante Episcopio, por ejemplo, creía en esta doctrina. La doctrina de la ‘Monarquía del Padre’ aboga por que la esencia de las otras Personas de la Trinidad tiene su origen por generación y expiración. El Hijo fue generado, el Espíritu expirado [el Hijo engendrado por el Padre, el Espíritu procedente del Padre]. Este es un asunto difícil y uno de los más complejos de la doctrina de Dios.
Por defender la Monarquía del Padre, Arminio y Episcopio fueron acusados de negar la divinidad del Hijo. Pero no era el caso. Lo que ambos enseñaban era la negación de la fórmula autotheos (Dios por sí mismo independientemente) empleada al Hijo [esto conllevaría al peligro de un bi-teísmo o tri-teísmo]. Esta fórmula se aplica sólo al Padre que, según Orígenes, es el único «inengendrado» -agennetos. De ello no se deduce que el Hijo no sea de la misma esencia que el Padre.

Berkhof explica:
La propiedad característica del Hijo consiste en que él es eternamente engendrado del Padre […] (y) le comunica la esencia divina en su entereza. [BERKHOF, Louis. Teología Sistemática].

El Padre es la fuente de la divinidad. Las Escrituras enseñan:
[…] Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy (Sal. 2: 7).
Y el verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, lleno de gracia y de verdad, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre (Juan 1:14).
El Hijo, al ser llamado repetidas veces ‘el Unigénito’ (Juan 1:18, 3:16, 18, 1ª Juan 4: 9), sugiere su generación, eterna, a partir del Padre.
Atanasio (298-373 d.C.), Patriarca de Alejandría, defendió la Monarquía del Padre:

Así como el Padre siempre es bueno por naturaleza, Él también es por naturaleza siempre generativo. Es plenamente correcto, llamarlo a Él generación eterna del Padre, pues el Ser paterno jamás estuvo incompleto, nunca necesitó que se le acrecentase algún aspecto esencial; ni la generación del Hijo es como la de un hombre en relación a su padre, lo que exigiría que él hubiera venido a la existencia después del Padre. Por el contrario, Él es generación de Dios, y, una vez que Dios es eterno y Él le pertenece como Hijo, existe desde la eternidad. Es característico de los hombres, debido a la imperfección de su naturaleza, generar en el tiempo; mas la generación de Dios es eterna, siendo Su naturaleza siempre perfecta […] Porque el Hijo pertenece a la sustancia del Padre y porque Él es totalmente semejante al Padre. […] La divinidad del Padre es idéntica a la del Hijo […] La divinidad del Hijo es la divinidad del Padre […] La plenitud de la divinidad del Padre es el ser del Hijo […] Es (el Hijo) obviamente otro en relación al Padre, como generación, pero como Dios Él es el mismo y único; Él y el Padre son uno solo en la unión íntima de Su naturaleza y en la identidad de su divinidad […] De ese modo, Ellos son uno, y Su Divinidad es una, de manera que todo lo que se atribuye al Hijo es atribuido al Padre. [Citado en KEELY, J.N.D. Patrística: origen y desarrollo de las doctrinas centrales de la fe Cristiana.]

Para Atanasio, el Hijo tiene la misma naturaleza del Padre, es de la misma sustancia del Padre, son personas distintas, dotadas de la misma esencia, de divinidad idéntica, todo ello partiendo de la doctrina de la generación eterna del Hijo, generación misteriosa. Reafirmamos la complejidad del asunto. Adherentes a esa doctrina, Arminio y Episcopio se movieron cuidadosamente para en ningún momento poner en duda la plena identidad de la divinidad del Hijo. La esencia divina del Hijo es la misma del Padre, que es Dios, así como el Hijo es Dios. Leamos a Arminio:

La palabra «Dios», por lo tanto, significa que Él tiene la verdadera esencia divina, pero la palabra «Hijo» significa que tiene la esencia divina procedente del Padre. Por eso es correctamente llamado Dios e Hijo de Dios. Pero, a partir de que él no puede ser llamado Padre, no es posible decir que tiene la Esencia Divina de sí mismo o de cualquier otro.    [ARMINIUS, Vol. 1, p. 182].

Arminio presentó la divinidad del Hijo en los siguientes términos:
• La Persona de Nuestro Señor Jesucristo

Esa persona es el Hijo de Dios y el hijo del hombre, dotado de dos naturalezas, la divina y la humana, inseparablemente unidas, sin mezcla o confusión […] los antiguos denominaron correctamente esta unión de hipostática. […] Él tiene la misma naturaleza con el Padre […]     [ARMINIUS, Vol. 2, p. 63].

Aquí Arminio repite el Credo de Calcedonia (451 d.C.) El Credo de Calcedonia es el resultado del Concilio de Calcedonia (451) que, de acuerdo con Andrade, fue «convocado por Marción, emperador oriental, en 451, tuvo como principal finalidad establecer la unidad eclesiástica de Oriente» (1998, p.88) El Credo de Calcedonia presentó una declaración cristológica que pasó a ser aceptada como ortodoxa. [ANDRADE, Claudionor Corrêa de. Dicionário Teológico. Rio de Janeiro: CPAD, 1998].

• Oficio Sacerdotal de Cristo

Dios le concedió el dominio sobre todas las cosas y plenos poderes para salvar y condenar con una orden expresa: ‘que todos honren al Hijo como honran al Padre’. Y que ‘delante de él toda rodilla se doble para la gloria de Dios Padre’. [ARMINIUS, Vol. 2, p. 64]

Arminio recuerda que la honra dada a Jesús debe ser en la misma proporción al honor dado al Padre (Juan 5:23). Adoración a Cristo, y no una obediencia forzada y obligatoria, es recomendada al citar Filipenses 2:10.

• La Resurrección de Cristo

Atribuimos esa resurrección no sólo al Padre a través del Espíritu Santo, sino también al propio Cristo que tenía todo el poder de tomar su vida nuevamente. [ARMINIUS, Vol. 2, p. 71]

Arminio hace una clara referencia al contenido de Juan 10:17-18. En esta, Jesús revela poseer autoridad para entregar y recuperar su vida. Nadie más, aparte de Dios mismo, podría realizar tal cosa.

Estos ejemplos de la elevada cristología de Armínio se encuentran en The Works de James Arminius – Vol. 2. Veamos más en The Works of James Arminius – Vol. 1, p. 14.

• Plena divinidad

Arminio escribe: “En Cristo, Dios revela toda su bondad.” (p. 13). A continuación, presenta las siguientes Escrituras: “Porque ha agradado al Padre, que en Él residiera toda la plenitud” (Col 1:19); “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación” (Col 1:15); “Él, que es el resplandor de la gloria y la expresión exacta de su Ser” (Heb 1: 3) y “El que me ve a mí, ve al Padre” (Jn 14: 9). Toda bondad del Padre está revelada en el Hijo porque el Hijo es Dios.

• Inmutabilidad divina

Arminio comenta: “Dios es presentado a nosotros como inmutable en todos los aspectos. No sólo en lo tocante a su naturaleza, sino también en cuanto a su voluntad […]” (página 14). Para corroborar su declaración, Arminio cita a Hebreos 13:8 “Jesucristo ayer y hoy es el mismo, y lo será para siempre”. La conclusión es obvia.

Poder y Sabiduría de Dios

Arminio concluye: “Por eso Cristo es llamado ‘poder de Dios y sabiduría de Dios’ (1ª Co 1:24)”. (p. 14).

El 13 de octubre de 1608, Arminio presentó un artículo titulado The Deity of the Son of God (La Deidad del Hijo de Dios) a las autoridades holandesas en Haya, con motivo de esclarecer su creencia. Muchas discusiones surgieron en torno a las declaraciones de Arminio. Según Rodríguez, en una tarde en la Universidad, un debate en torno a la divinidad del Hijo de Dios llevó a un estudiante a hacer la siguiente objeción: “el Hijo de Dios es autotheos, y Cristo, por lo tanto, tiene su esencia de sí mismo y no del Padre” [Citado en RODRÍGUEZ, 2013, p. 112] A esto, Arminio respondió diciendo que la palabra autotheos tiene dos significados: 1º “Uno que es verdadero Dios”; 2º “Uno que es Dios de sí mismo”. De ellos, sólo el primero podía ser atribuido al Hijo. Pero el alumno no se dio por vencido y contra argumentó insistiendo en la aplicación del segundo significado al Hijo. En la réplica, Arminio alegó que la Palabra de Dios, la iglesia griega y latina creen en la generación eterna del Hijo.

Para Arminio, el Hijo es Dios como el Padre. Sin embargo, aunque el Hijo tenga la verdadera esencia divina, esta esencia procede del Padre, el único de entre las Personas de la Trinidad que no es engendrado y de nadie procede. En cuanto al Espíritu Santo Arminio expresó: “Es infinito, eterno, inconmensurable y de la misma divinidad con el Padre y el Hijo, es decir, no es una criatura, sino Dios.” [ARMINIUS, vol. 1, p. 340].
En su Confesión de Fe, Episcopio dedica un capítulo para tratar sobre la Trinidad y responde a las acusaciones de negación de la deidad de Jesucristo. Leamos algunos fragmentos:

1. Dios debe ser considerado distintamente en tres personas o hipóstasis, como Él mismo las ha expresado en su Palabra, pues así debe ser conocido y contemplado por nosotros. Esta Trinidad de personas es conocida por nosotros como: Padre, Hijo, y Espíritu Santo. Una de estas personas divinas o hipóstasis de la Deidad es anaitios, es decir, sin causa e inengendrada. La otra tiene su causa o es generada por el Padre, a saber, el unigénito del Padre. Y también la otra también procede y emana del Padre por el Hijo.

2. Sin embargo, sólo el Padre está desprovisto de origen o inengendrado. Sin embargo, Él ha comunicado desde toda eternidad su propia Deidad a su Hijo unigénito, hecho Hijo, no por creación, como los ángeles fueron hechos hijos de Dios, ni meramente por una graciosa comunicación de poder divino o gloria como ser mediador, mas por una verdadera generación, aunque secreta e inefable, y también al Espíritu Santo, que desde toda eternidad, ha procedido de ambos por una secreta emanación o expiración, Por lo tanto, el Padre es más correctamente considerado la fuente y el origen de toda Deidad.

3. Por lo tanto, el Hijo y el Espíritu Santo, en relación a su ser o sustancia, son verdaderamente distintos del Padre. Sin embargo, son verdaderamente participantes de la misma Deidad y también por la misma esencia Divina distintos del Padre, esto se hace más evidente cuando las Sagradas Escrituras les dan los mismos nombres, y les atribuyen las mismas propiedades que las del Padre. Por eso, el Credo de los Apóstoles sobre este asunto, que cordialmente creemos, y todas las declaraciones que adoptamos, dice; “Creemos en Dios Padre, todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo. Su único Hijo, etc. [Creemos] en el Espíritu Santo, etc.” [EPISCÓPIO, Simón. The Confession of the Remonstrants. Londres. 1676, p. 93-95].

Destacamos algunas confesiones.
• Considerado claramente en tres personas o sustancias;
• Esta Trinidad de personas es conocida por nosotros como: Padre, Hijo, y Espíritu Santo;
• Una de estas personas (el Padre) divinas o hipóstasis de la Deidad es sin causa e inengendrada;
• La otra persona tiene su causa o es generada por el Padre, a saber, el unigénito del Padre;
• Y también la otra persona, el Espíritu Santo, también procede y emana del Padre por el Hijo;
• Él ha comunicado desde toda la eternidad su propia Deidad a su Hijo unigénito;
• Él ha comunicado desde toda la eternidad su propia Deidad […] también al Espíritu;
• Espíritu Santo, que desde toda eternidad, ha procedido de ambos (del Padre y del Hijo) por una secreta emanación o expiración.

¿Los primeros remonstrantes eran heterodoxos en cuanto a la doctrina de Dios y de Cristo? Las afirmaciones de Episcopio, expuestas arriba, pueden resumirse así: El Padre, inengendrado; el Hijo, engendrado; y el Espíritu Santo procedente del Padre y del Hijo. ¡He aquí la Trinidad! Arminio y Episcopio, de manera muy evidente, dejan claras sus creencias en una Trinidad Ontológica. Acusarlos de negar la divinidad del Hijo compromete a Atanasio. Como hemos visto, no hay negación alguna. Los padres Capadocios como Basilio (330-379 d.C.), Dídimo, el Ciego (313 -398 d.C.), Gregorio Nacianceno (330-389) y Gregorio de Niza (330-395) también adoptaron la teología de Atanasio [KEELY, J.N.D. Patrística. 1994]. Luego, condenar a Arminio y Episcopio como arrianos por la doctrina de la Monarquía del Padre es acusar a esos patrísticos también. La doctrina de los primeros remonstrantes sobre la Trinidad era ortodoxa. La mala comprensión de algunos contemporáneos de Episcopio en cuanto a la doctrina de la Monarquía del Padre (por eso también la acusación de socianismo) recibe mayor relieve en la siguiente narración de Calder:

Festus […] dirigiéndose a Episcopio, dijo: “Pero, señor, ¿usted va a negar que en sus conferencias en la facultad, no interpreta casi todos los pasajes de las Escrituras […] de acuerdo con el modo adoptado por los Socinianos?” Episcopio responde: “Señor, estoy totalmente sorprendido al oír esta acusación, pues me ha honrado con su presencia en mis conferencias desde que estoy en la silla de profesor”. “He acompañado sus debates”, respondió Festo. “Bien, señor, ¿en esas ocasiones nunca me oyó decir nada que estaba en oposición directa a las opiniones de la Iglesia? ¿Oísteis mi oposición a las opiniones de Socino? […] Sé que después de haber compartido una de mis palestras, dijisteis a Borrhius que yo había valerosamente y sabiamente defendido la divinidad de Cristo, en oposición a los que la niegan».  “No fue eso”, respondió Festus. “No era en relación a la divinidad de Cristo que yo estaba hablando, sino de sus puntos de vista sobre la Trinidad […].” “Bien, señor, ¿en la defensa de la divinidad del Hijo, no defiendo la doctrina de la Trinidad?, para mantener la doctrina de la Trinidad, por consecuencia, tengo que sostener la divinidad de Cristo.” [CALDER, 1838, p. 177-78].

¡Jaque mate! Calder dice que en ese momento, el ministro Festus, de apellido Hommius, se sintió superado. Reconociendo esto, habría dicho: ‘Señores, estoy de acuerdo. Cuando la respuesta es satisfactoria, estoy dispuesto y listo a reconocer su validez.” Pero Festus no se detuvo ahí, insistió en intentar cazar a Episcopio en algún desvío interpretativo.

Conclusión

Los remonstrantes se defendieron debidamente de todas las difamaciones presentadas contra ellos. Pero el clima del Sínodo de Dort se acercaba y él era eminentemente político, pues la teología estaba vinculada a la política, según Walker [Recordemos que el gobernante de turno, el príncipe de Nassau, era aliado de los calvinistas]. Siendo así, por lo tanto, el Sínodo era inflexible a cualquier argumento racional y piadoso, y las opiniones de los remonstrantes fueron condenadas como herejías, y ellos sometidos a las más vergonzosas humillaciones.

Libro: Una Introducción al Arminianismo Clásico
Autor: RODRIGUES, Zwinglio.
Como este material no se encuentra disponible en español, ha sido traducido libremente por Gabriel Edgardo LLugdar con fines didácticos únicamente, para uso interno exclusivamente de Diarios de Avivamientos.

Una introducción al arminianismo clásico – Capítulo 2 – La vida de Jacobo Arminio

Libro: Una Introducción al Arminianismo Clásico – Capítulo 2

Autor: RODRIGUES, Zwinglio. Es pastor de la Iglesia Bautista Vida, en Vitoria da Conquista, Bahía. Actualmente cursa Maestría en Educación en la Universidad Estatal del Suroeste de Bahía (UESB). Tiene especialización en Metodología de la Enseñanza Superior y Ciencias de la Religión y es formado en Pedagogía y Teología.

Título original: Uma introdução ao Arminianismo Clássico: História, Doutrinas e Fundamentação Bíblica – Maceió: Editora Sal Cultural, 2015

Como este material no se encuentra disponible en español, ha sido traducido por Gabriel Edgardo LLugdar con fines didácticos, para uso interno exclusivamente de Diarios de Avivamientos y Diarios de Avivamientos Pentecostal  – Apto para iglesias de las Asambleas de Dios y Unión de las Asambleas de Dios.

Capítulo 2

Una historiografía de la vida de Jacobo Arminio – Desde su nacimiento, hasta algunos comentarios sobre su supuesto calvinismo –

“Vivió en Holanda un hombre a quien, los que lo conocieron, no pudieron estimarlo suficientemente; y aquellos que no lo estimaron, jamás lo habían conocido lo suficiente.” Pedro Bertius

introducción

¿Quién fue Jacobo Arminio? Para muchos, Arminio fue un hereje, un racionalista, un enemigo de la cruz. Ciertamente él está en el rol de los teólogos más mal comprendidos de la historia de la iglesia. Poco conocido e ignorado. El Dr. Richard Muller, erudito calvinista, se admira: “Es sorprendente, por lo tanto, que Arminio haya recibido tan poca atención positiva por parte de los eruditos”

El acercarnos a la historia y a la teología de Arminio, nos demuestra su importancia para el pensamiento teológico en el siglo XVI. Él fue un gigante en defensa de la teología, soteriología, hamartiología y antropología bíblica. El teólogo y filósofo de la religión, José C. Rodríguez, citando a un escritor del siglo XIX, escribe: “(Arminio) el más importante de los tres grandes teólogos de la Iglesia, Atanasio comprendió a Dios, Agustín comprendió al hombre, Arminio comprendió la relación entre Dios y el hombre”. Para Rodríguez, tal vez el escritor esté exagerando un poco. Ciertamente, para los calvinistas, eso es una exageración sin medida. Pero el hecho, es que la historia de Arminio nos presenta a un teólogo notable.

Algunas razones para las etiquetas impuestas a Arminio, en nuestra opinión son, como ya se ha señalado, el desconocimiento de su historia y la deshonestidad intelectual. Rodríguez comenta sobre algunos calvinistas que acusan a Arminio de enseñar herejías secretamente, después del escrutinio de su teología y de la constatación de que, abiertamente, nada hay de heterodoxa en ella.

En el capítulo anterior comenzamos nuestro trabajo de deconstrucción de las infamias lanzadas sobre Arminio, mostrando cómo su teología es ortodoxa en oposición a la heterodoxia del pelagianismo y el semipelagianismo, tomados de las expresiones de su biografía.

En este capítulo, la intención es hacer un rescate histórico de la vida del teólogo holandés, destacando su infancia marcada por tragedias, su labor académica, su testimonio cristiano, su credibilidad ante poderosos y personas simples, el hecho de haber sido un gran y piadoso pastor, sus refriegas con proponentes del calvinismo rígido, su oposición al infra-lapsarianismo, su estima elevada por las Escrituras, y el profundo respeto de los amigos dedicados.

Nuestra expectativa es que al final de la lectura de este capítulo, una relevante panorámica acerca de la vida de Arminio haya sido presentada.

  1. Arminio: De su nacimiento hasta algunos comentarios sobre su supuesto calvinismo

Jacobo Arminio nació el 10 de octubre de 1560 en la ciudad de Oudewater en el sur de Holanda, al norte de Rotterdam. Ya adulto, como de costumbre entre los estudiantes de su época, latinizó su nombre. Oudewater era un pequeño poblado de una vívida belleza natural, donde habitaba un pueblo amable y agradable. [RODRÍGUEZ, 2013] Cuando Arminio nació, Oudewater estaba bajo el dominio de España y de la Iglesia Católica. Arminio, según Walker, hizo sus estudios primarios en Utrecht (1572) posiblemente en la Escuela San Jerónimo, fundada por los Hermanos de la Vida Común en el siglo XV. [WALKER, 2000]. La historiadora Samira Lancilloti nos presenta la Escuela “Hermanos de la Vida común – comunidad religiosa católica, fundada en 1371 por el ministro neerlandés Gehard Groote (1340-1384)” Esta comunidad, según la autora, ejerció gran influencia sobre la reforma protestante. El profesor calvinista Pedro Y. De Jong acredita a los Hermanos de la Vida común un trabajo de estimado valor junto a la población de los Países Bajos. Él escribió: “La Hermandad de la Vida común, una organización laica dedicada a educar el pueblo y estimular la vida piadosa, condujo a muchos a una más profunda espiritualidad”      [DE JONG, Pedro Y. El Surgimiento de Las Iglesias Reformadas en los Países Bajos].

Es notable la presencia de las características de la Hermandad en Arminio, un hombre sensible, obediente, interesado en la voluntad de Dios y de fuertes y profundas convicciones morales. [RODRÍGUEZ, 2013].

En cuanto a la familia de Arminio, su padre, Hermann Jakobs, era un herrero en la fabricación de armas. Su madre Angélica y sus hermanos, en 1575, fueron asesinados en la masacre de Ouderwater realizada por soldados católicos leales a España [Olson, 2001]. En esa época, su padre, ya había fallecido. [WALKER, 2006]. El señor Hermann falleció antes del nacimiento de Arminio y dejó a su familia en dificultades de diversas órdenes, incluso, financiera. Posiblemente, Arminio pertenecía a una familia de clase media hasta antes de la muerte de su padre y su nacimiento. El Dr. Carl Bangs, considerado el mayor erudito en Arminio, escribió:

Es muy posible que Arminio no venga de una familia desconocida, y quien sabe, sea ésta la razón de haber llamado él la atención de varios bienhechores deseosos de asegurar su acceso a la mejor educación posible.   [RODRÍGUEZ, 2013, p. 18]

Son escasos los datos sobre la infancia de Arminio.

Después de la muerte de su familia, y ahora solo, Arminio quedó bajo el cuidado del benefactor Theodore Aemilius (muerto en 1574), un ex sacerdote católico, alma bondadosa, convertida al Protestantismo. De acuerdo con el historiador Laurence M. Vance, Aemilius entrenó a Arminio en latín, griego y en teología. Aemilius, saliendo de Ouderwater, llevó a Arminio a la ciudad de Utrecht. Fue Aemilius quien matriculó a Arminio en la Escuela de San Jerónimo. Cuando Arminio tenía quince años de edad, su bienhechor y amigo, Aemilius, muere.

Una vez más, solo y sin ayuda para continuar los estudios, Arminio vive esta nueva crisis. Entra entonces en escena Rudolphus Snellius (1547-1613), matemático y poliglota. Snellius se condescendió de Arminio, lo acogió y lo envió para estudiar en la Universidad de Marburg [ SALVADOR, 1957].  En 1575, sus estudios son interrumpidos debido a la masacre de Ouderwater realizada por los españoles. Todos los soldados de la ciudad, y tantos y cuantos estuvieron frente a frente con los españoles, fueron muertos. Arminio, al regresar a su tierra natal, la encuentra desolada, y a su madre y hermanos muertos. Él regresa a Marburg y, posiblemente, estudia en la Universidad por un año. [RODRÍGUEZ, 2013].

El 23 de octubre de 1576, Arminio se convirtió en uno de los primeros alumnos de la recién creada Universidad de Leyden. Esta Universidad fue fundada por Guillermo de Orange el 8 de febrero de 1575. El príncipe Guillermo con sus tropas liberó a la ciudad de Leyden del yugo español, y del dominio de la Iglesia Católica. Uno de los primeros actos del Príncipe fue crear la primera Universidad protestante de Holanda. En Leyden, Arminio estudió con el profesor Johann Kolmann, un opositor del hipercalvinismo [*]. Las primeras disciplinas cursadas fueron matemáticas, lógica, teología y hebreo. Los estudios de Arminio en Leyden se concluyen a los veintidós años de edad, y acabó con matrícula de honor y excelencia.

[*]Híper-calvinismo: Escuela del calvinismo supralapsariano de los cinco puntos, que pondera la soberanía de Dios enfatizando demasiado la voluntad secreta sobre la voluntad revelada, y la eternidad sobre el tiempo. Minimiza la responsabilidad de los pecadores, especialmente con respecto a la negación del uso de la palabra «oferta» en relación a la predicación del evangelio; así, socava el deber universal de los pecadores de creer salvíficamente en el Señor Jesús con la certeza de que Cristo realmente murió por ellos, y alienta la introspección en la búsqueda de cada uno para saber si está dentro de los elegidos o no.     [FERGUNSON, S. B.; WR1GHT, D. F., 2009, p. 505]

Arminio era considerado uno de los jóvenes más prometedores para el ministerio, por lo que la Iglesia Reformada de Amsterdam costeó sus estudios en Leyden y Ginebra. [CHAMPLIN, 2008].

Él fue ordenado en el año 1588, y a los veintinueve años se convirtió en pastor de la iglesia en Ámsterdam, centro de la vida comercial holandesa, después de haber sido invitado por la Corte Eclesiástica de Ámsterdam. Allí ejerció el pastorado por quince años bajo una notoriedad honrosa debida a sus prédicas y dedicación pastoral. [OLSON, 2001; WALKER, 2000].

Sus parroquianos y la magistratura albergaban mucha estima por él. Peter Bertius (1564-1629), pastor de la Iglesia Reformada en Rotterdam, amigo de Arminio, dijo, de acuerdo con Vance, que «tan pronto como él (Arminio) fuese visto en el púlpito, es imposible describir la gracia y el favor extraordinarios que él obtenía de los hombres de todas las clases.” [VANCE, 1999, p. 145].

Mildred Bangs Wynkoop comenta: Era un predicador brillante, dotado exegeta bíblico, cristiano humilde y consagrado. Sus mensajes expositivos le dieron especial celebridad y su oratoria lo hizo popular, atrayendo a muchos oyentes. [WYNKOOP, 2004, p. 51-2]

Narrativas de la época dan cuenta de su notable labor pastoral, pues él revelaba un fuerte espíritu de cuidado, predicaba con poder y sabiduría. Se destacó a tal punto en cuanto a la piedad y al combate al mal, que fue llamado «navaja para herir los errores de la época» y «filete de la verdad». Junto con su familia, se dedicaba al rebaño en medio de los mayores desafíos y peligros. Rodríguez expone la repercusión del pastorado de Arminio:

Pronto se distinguió como pastor y predicador. Como pastor, ganó el amor y la confianza de todos. Como predicador de la Palabra y de la sana doctrina, ganó respeto y admiración del pueblo, comerciantes, estudiantes y profesores. [RODRÍGUEZ, 2013, p. 25]

El esmero pastoral de Arminio puede ser dimensionado por el siguiente caso contado por su biógrafo Caspar Brandt:

Encontrándose en el pastorado, una vez, en un distrito pobre, oyó gemidos débiles, partiendo del interior de una humilde morada. Entró y vio a algunas personas que parecían dominadas por la enfermedad y la sed. Después de socorrerlas, dejó recursos en efectivo con los vecinos para mantenerles asistidos. En este sentido, daba pruebas de buen samaritano. [Citado en SALVADOR, 1957, p. 15.]

A pesar de tantos reconocimientos, no faltó quien se indispusiese con Arminio a causa de sus enseñanzas distintas del calvinismo riguroso. Una de esas personas fue su compañero Petrus Plancius (1552-1622) que «se opuso a Arminio durante todo su pastorado en Ámsterdam y profesorado en Leyden, y continuó atacándolo incluso después de su muerte.” [VANCE, 1999, p. 155].

Ámsterdam fue el escenario de tres de los cuatro grandes embates de Arminio con el calvinismo. La primera fue con Plancius, la segunda con Franciscus Junius (1545-1602) y la tercera con el teólogo anglicano y docente de Cambridge William Perkms (1558-1602). El cuarto embate fue en Leyden con Francisco Gomarus (1563-1641).

La esposa de Arminio se llamaba Elizabeth Reael, hermana de un magistrado en Ámsterdam, y con ella tuvo doce hijos, de los cuales, tres de ellos fallecieron prematuramente. [VANCE, 1999].

Ellos se casaron el 16 de septiembre de 1590. El padre de Elizabeth se llamaba Laurens Jacobs Reael, un hombre de negocios. Con ese matrimonio, Arminio entró al grupo de personas distinguidas y de gran influencia en toda Holanda. Componer este grupo, hizo de Arminio un hombre influyente. Tal condición en ningún momento lo hizo autoritario, arrogante o ambicioso frente al cargo pastoral. Hasta sus críticos lo veían como un hombre dotado de alto nivel moral y espiritual. Hablando de ambición, Arminio abrió su corazón:

Con respecto a la ambición, no la poseo, excepto aquella especie honrosa que me impulsa a este servicio, – a indagar con toda la dedicación en las Sagradas Escrituras por la Verdad Divina, y suavemente y sin contradicción declararla cuando es encontrada, sin prescribirla a nadie, o trabajar para forzar el consentimiento, mucho menos a través de un deseo de «tener dominio sobre la fe de los demás», sino por el propósito de vencer algunas almas para Cristo, para que yo pueda ser un dulce aroma a Él, y pueda obtener una reputación aprobada en la iglesia de los Santos. [VANCE, 1999, p. 155].

Después de pastorear en Ámsterdam, en el año 1603, de acuerdo a los procedimientos legales, Arminio se convierte en profesor en Leyden, cargo no deseado, según Rodríguez, por las siguientes razones:

  • Compromiso con la ciudad y la iglesia de Ámsterdam.
  • El cultivo de la santificación espiritual ya era difícil en el pastorado, y más aún sería con la docencia.
  • La excelente relación con los magistrados de Ámsterdam.
  • La familia era muy importante para él; el salario era bueno y él estaba seguro de que la ciudad cuidaría de sus hijos y esposa después de su muerte.

Él asumió el lugar del Dr. Franciscus Junius (1545-1602). Incluso renuente, Arminio aceptó la función con la certeza de tener a su frente otra oportunidad de servir a Dios y a la causa del Evangelio. Esta cátedra la ocupó hasta su muerte. [WALKER 2006].

Uno de los maestros de Arminio fue Teodoro Beza (1519-1605), sucesor del teólogo francés Juan Calvino (1509-1564) y extremista defensor del predestinismo rígido. Según Walker:

Beza asumió y desarrolló la doctrina de la predestinación de Calvino, dándole una precisión lógica y ordenación sistemática que no se encuentra en el propio Calvino, y la convirtió en el centro del sistema teológico.  [WALKER 2006. p. 633.]

Teodoro Beza era un escritor conocido y actuó como docente en la Universidad de Ginebra de 1559 a 1599. Esta Universidad fue fundada por Calvino para preparar ministros. McGrath dice que la Academia era un instituto para entrenamiento de ministros calvinistas. De todas las partes de Europa jóvenes se dirigían a Ginebra en busca de la oportunidad de ingresar a la Academia. Allí, Arminio se matriculó en la Universidad el 1 de enero de 1582. La gran obra de Beza escrita en tres volúmenes, Tractationes Theologicae (Tratados Teológicos), presenta los principales puntos de la teología reformada a partir de la lógica aristotélica. [MCGRATH, 2007].

Beza tenía a Arminio en alta estima debido a sus talentos intelectuales y a su vida piadosa. Él expresaba abiertamente su admiración por la brillantez de Arminio. Por eso, en una carta, recomendó a Arminio a la iglesia reformada de Ámsterdam. En un trecho él dice:

Dios le dio un apto intelecto tanto en lo que concierne a la apreciación, como en cuanto al discernimiento de las cosas. Si, de ahora en adelante, se rige por la piedad […] inevitablemente este poder intelectual […] producirá los frutos más ricos. [LEEUWEN, STANGLIN, TOLSMA (eds.), 2009, p. 9-16.]

Arminio no aceptaba (¿o dejó de aceptar?) El predestinismo de Beza, y, a contrapelo, inicia su embate contra el calvinismo rígido. Se oponía al predestinismo rígido por falta de cristo-centrismo en el razonamiento en cuanto a la elección. En su esquema de los decretos divinos, Arminio no comienza por la creación, sino por Jesús como siendo el predestinado. Vamos a leer.

El primer decreto absoluto de Dios, concerniente a la salvación del hombre pecador, es que Él decretó designar a su Hijo Jesucristo por Mediador, Redentor, Salvador, Sacerdote y Rey, que puede destruir el pecado por su propia muerte, puede obtener, por su obediencia, la salvación que había sido perdida, y puede comunicarla por su propia virtud.   [ARMINIUS, vol. 1, p. 142].

En su teología de la redención, Arminio tiene a Jesucristo como el punto principal de la predestinación divina. Beza enseñaba ser la gracia dependiente de la elección, mientras que para Arminio la elección sigue a la gracia. Este modo de pensar de Arminio hace de Cristo el fundamento de la elección y niega ser Él meramente la causa de una salvación predeterminada  Para Arminio, el predestinismo de Beza empobrece la obra redentora de Cristo. En ese sentido, Walker explica:

Él (Arminio) enseñaba, en cambio, que Dios primero nombró a Jesucristo como el Redentor y Salvador del pecador, y que los creyentes son predestinados para la salvación solamente en Cristo. El primer y absoluto decreto de Dios, por lo tanto, tuvo sólo a Cristo como su objeto, y la predestinación tiene que ser discutida sólo en ese contexto cristológico. [WALKER, 2006, p, 635].

Dios salva a las personas de manera condicional. Es decir que al recibir a Jesús -el Elegido- las personas son salvas. Quien lo rechaza, está condenado (en el capítulo seis retomaremos ese asunto extendiendo la comprensión arminiana clásica sobre la doctrina de la elección). Teniendo a Beza como maestro, la educación teológica de Arminio en Ginebra fue calvinista. Aquí surge la pregunta: ¿Arminio era calvinista en algún sentido?

Vance presenta un fragmento de una carta de Arminio en la que dice haber cambiado de concepciones. Vamos a leer.

Yo no me avergüenzo de haber abandonado algunas opiniones que habían sido inculcadas por mis propios maestros, ya que me parece que puedo probar por los argumentos más convincentes, que tal cambio ocurrió para mejor. [VANCE, 1999, p. 155].

¿Una de esas «opiniones» sería el predestinismo de su maestro Beza? Para Walker, Arminio «discrepó (de Beza) desde el principio«. [WALKER, 2006, p. 634]

De acuerdo con Robert E. Picirilli, [PICIRILLI, Robert E. Arminius y la Revuelta contra el Calvinismo] Carl Bangs decía estar convencido de que Arminio nunca había suscrito la formulación de Beza de la doctrina de la predestinación. Bangs dijo: «no hay evidencia clara de que Arminio haya aceptado la doctrina de la predestinación de Beza.” [Citado en RODRÍGUEZ, 2013, p. 220.]

El reverendo Frederick Calder (1808-1851), escritor de Memoirs of Simon Episcopius [Memorias de Simón Episcopius], narra que algunos calvinistas sublapsarios (infralapsarianos) publicaron un trabajo llamado Responsio ad argumenta quamam Beza el Calvini ex Tractatu de Predestination [Respuesta a los Argumentos de Beza y Calvino sobre la Predestinación], donde ellos cuestionaban la doctrina de la predestinación de Calvino y Beza. Este documento llegó a manos de Martinus Lydius (1539-1601), ex pastor en Ámsterdam, que encomendó a Arminio la tarea de refutar a los infralapsarianos. Vance presenta los nombres de los ministros de Delft a ser refutados: Arent Comeliszoon (1547-1605) y Reynier Donteklok (c.1545-c1611). Calder continúa:

Para ejecutar esta tarea, Arminio era el más preparado, pues él regresaba recientemente de Ginebra, donde había asimilado totalmente las enseñanzas de su antiguo maestro Beza. [CALDER, 1838, p. 22].

Se atribuye a esta incursión el giro teológico de Arminio.

Otra posibilidad, según González, tiene que ver con el intento de refutar a Dirkc Koomhert (1522-1590), humanista y Secretario de Estado Holandés, cuestionador de la doctrina de la predestinación de los calvinistas rígidos, a quien Arminio intentó rebatir, pero luego sucumbió a la exactitud de algunos puntos defendidos por Koomhert. Esta historia popular, según Carl Bangs es una leyenda o, en el mejor de los casos, como de difícil verificación. [OLSON, 2013].

Bangs, al llamar de leyenda esta historia, y luego llamarla hipótesis de difícil verificación, no entierra, obviamente, la explicación que involucra a Koomheert. Pero, Wynkoop la tiene como verídica. Al menos de acuerdo con el siguiente extracto:

En 1589, un laico instruido, Koornheert, de Holanda, levantó una tormenta en los círculos teológicos por sus disertaciones y escritos en refutación de la teoría supralapsariana de los decretos divinos. Es significativo que el tremendo descontento generado con la posición de Calvino y Beza, haya llevado a un laico a hacer tal cosa. Koornheert argumentaba que, si fuera como Beza argumentaba, Dios causaría el pecado; entonces, en realidad, Él es su autor. La Biblia no enseña tal monstruosidad. Koomheert atraía un número cada vez mayor de oyentes y como polemizaba de forma tan brillante, se llegó a temer que su pensamiento solapara la estructura total del calvinismo, e incluso la estabilidad política de los Países Bajos. Parece que ningún ministro era capaz de refutarlo y, por eso, Arminio fue encargado de esta tarea. [WYNKOOP, 2004, p. 50].

Para Wynkoop, Arminio, al estudiar la Epístola a los Romanos para refutar a Koomheert, se convenció sobre el hecho de que la doctrina de la predestinación de Beza estaba equivocada y, por eso, «jamás se realizó la refutación de la ‘herejía’ de Koomheert” [WYNKOOP, 2004, p. 53].

Por último, tal vez el cambio de paradigma haya ocurrido a causa de los incansables estudios de Arminio. Rodríguez admite una transición metodológica y teológica cuando el enfrentamiento con Beza se desarrollaba. Como telón de fondo de esta transición, están los estudios de la Biblia, de la doctrina de la gracia y de los padres de la iglesia.

Bien, ante este abanico de posibilidades, quizá sea más prudente admitir que los cambios consensuados por Arminio, están envueltos en ausencia de evidencias históricas que puedan aclarar cuáles fueron. Además, solamente por haber estudiado bajo la docencia de Beza no nos lleva a la conclusión de la adhesión al sistema soteriológico de su profesor. Sin embargo, tres fuentes consultadas para la compilación de este trabajo dicen que Arminio fue un calvinista.

La primera fuente destacada presenta una afirmación del erudito Carl Bangs, una de las referencias más confiables del siglo XX en materia de Arminio y arminianismo según Olson. Citando la disertación Arminius and Reformed Theology (Arminio y la Teología Reformada) del Dr. Bangs, J. Matthew Pinson en su artículo ¡Que el Verdadero Arminius se presente! escribe:

Es evidente que tales relatos de Arminius presuponen una definición del arminianismo que no puede derivarse del propio Arminius. Esto significa que los autores comienzan con pre-concepciones de lo que se espera que Arminius debiera decir y después cuando buscan en sus obras publicadas no encuentran exactamente aquello que buscan. Demuestran impaciencia y decepción con su calvinismo y luego cambian su investigación para algún período posterior cuando el arminianismo pasa a ser lo que están buscando: un sistema no calvinista, sinérgico y tal vez semipelagiano. [PINSON, J. Matthew. ¡Que el verdadero Arminius se presente! Un estudio de la teología de Jacobus Arminius a la luz de sus intérpretes. 2003, p. 2.]

Observe la parte en negrita. Arminio tenía «su calvinismo«. Ahora bien, si tenía un calvinismo, era calvinista.

Pasemos la palabra a González, nuestra segunda fuente:

Él [Arminio] fue un calvinista convencido, y permaneció como tal toda su vida (énfasis nuestro), aunque en muchos de los puntos debatidos, él obviamente y conscientemente se alejó de las enseñanzas de Calvino.  [GONZALEZ, 2004, vol. 3, p. 283].

Arminio fue un calvinista convencido dice el historiador. En otro trabajo, González aún dice: «[…] Jacobo Arminio, calvinista de buena calidad […]» [GONZALEZ, 2001, p. 115]. Y «En casi todo lo demás, Arminio continuaba calvinista […].”[GONZALEZ, 2001, p. 115]. Y, aún más, esta vez citado por Rodríguez: «Arminio y los remonstrantes habían sido considerados calvinistas tanto por católicos como por luteranos. [Citado en RODRÍGUEZ, 2013, p. 264].

Leamos a Wynkoop: «Arminio vivió y murió como calvinista” [WYNKOOP, 2004, p. 67].

Aquí Arminio nunca dejó de ser un calvinista. Bueno, las fuentes son objetivas: Arminio fue un calvinista. Pero, a la verdad, esas fuentes no muestran por qué consideran a Arminio un calvinista. Rodríguez entrelaza un comentario:

Años después de la muerte de Arminio, algunos calvinistas decían en Ámsterdam que éste había perdido la verdadera fe calvinista. Arminio puede dar pruebas de que todas esas acusaciones eran falsas. [RODRÍGUEZ, 2013, p. 24].

El autor toma la acusación de abandono de la fe calvinista por parte de Arminio como otra mentira de sus detractores. Tal vez Arminio sea considerado un calvinista porque suscribía el Catecismo de Heildelberg (1563) y la Confesión Belga (1561) – (El Catecismo y la Confesión son los símbolos de fe de las Iglesias Reformadas holandesas y belga)-

«Confiadamente declaro, que nunca he enseñado nada que se oponga a la Confesión de Fe Holandesa, o al Catecismo de Heildelberg». Señaló Arminio [ARMINIUS, vol. 2, p. 324].

O tal vez por haber recomendado la lectura de los comentarios de Calvino y el consentimiento a las doctrinas allí presentadas: «Yo les aconsejo a leer los comentarios de Calvino […]. O bien, porque, según Olson, él había tenido una educación calvinista.

Concordamos que todo esto es bastante nebuloso. Pero ahí están las impresiones o confesiones de estudiosos destacados.

Pertinente a esta discusión, es entender el contexto teológico de donde Arminio emerge. Él no surge en un vacío intelectual, pero sí de una coyuntura donde diversas corrientes teológicas y filosóficas se enseñaban a finales del siglo XVI y principios del siglo XVII. Y Arminio no era indiferente a ellas. En este contexto plural influenció al pensamiento de Arminio, según Rodríguez: el escolasticismo protestante, la filosofía tomista (Tomás de Aquino), el profesor de lógica y filosofía de la Universidad de Padua, Giacomo Zabarella (1533-1589), la metafísica de Francisco Suarez (1533-1589) (1535-1617) teólogo y filósofo jesuita; y Luís de Molina (1535-1600) jesuita y teólogo español, de quien originó la teoría molinista, conocida también como «conocimiento medio.» [*]

[*]Conocimiento medio, a «grosso modo, es el conocimiento de Dios de lo que cada criatura libre, que pudiese crear, haría en cada circunstancia posible en la cual ella fuera colocada. El conocimiento medio de Dios de los actos libres futuros no determina, pero ciertamente reposa sobre lo que aquellas elecciones serán.” [MORELAND; CRAIG. 2005. p. 351].

En lo que concierne a esa última información de Rodríguez, la influencia de Molina sobre Arminio es puesta en duda por Olson. Cualquier aproximación de Arminio a la teoría de Molina no duró mucho, pues Arminio habría notado incongruencias entre el molinismo y la doctrina del libre albedrío libertario.

Como ha sido posible notar, son muchas las influencias de Arminio. Richard Muller acaba por definirlo así:

«Tal vez, Arminio pueda ser clasificado mejor como un pensador ecléctico con un enfoque centro-tomista.» [Citado en RODRÍGUEZ, 2013, p. 14.] Rodríguez también llama a Arminio de ecléctico.  [El eclecticismo es un enfoque conceptual que no se sostiene rígidamente a un paradigma o un conjunto de supuestos, sino que se basa en múltiples teorías, estilos, ideas para obtener información complementaria de un tema, o aplica diferentes teorías en casos particulares].

Calvinista o no, Arminio siempre se consideró reformado en un sentido más amplio y eso es más importante, pues conecta su pensamiento teológico a la Reforma Protestante. Olson, recurriendo al trabajo Arminius: A Study in the Dutch Reformation (Arminio: Un Estudio de la Reforma Holandesa), de Carl Bangs, dice que «Arminio siempre se consideró reformado, en la línea de los grandes reformadores suizos y franceses Zwinglio, Calvino y Bucer” [OLSON, 2013, p. 61].

Walker comenta:

Él (Arminio) ha sido descrito a menudo como humanista o racionalista, pero es mucho mejor verlo como encontrándose en la tradición de los reformadores protestantes holandeses autóctonos, que poco o nada debían al calvinismo ginebrino” [WALKER, 2006, p. 633].

Rodríguez también vincula a Arminio con la tradición reformada: «Arminio está definitivamente en la tradición reformada en cuanto al contenido esencial de su teología”.   [RODRÍGUEZ, 2013, p. 40].

Pinson lo clasifica como «consistentemente reformado» [PINSON, J. Matthew. ¡Que o Verdadeiro Arminius Se Apresente! 2003, p. 7.]

Trabajar el concepto de «reformado» sería el ideal en este momento. Sin embargo, no forma parte de nuestro alcance, pues el asunto es amplio, complejo y el espacio aquí insuficiente. Sin embargo, debido a la insistencia de negar a Arminio y, por consiguiente, al arminianismo clásico, un espacio en la «taxonomía de los tipos protestantes»[OLSON, 2013]. Enumeramos algunos puntos recogidos por Olson que pueden legitimar la inclusión del «arminianismo dentro de la amplia categoría de la familia reformada de la fe » [OLSON, 2013].

  • Los orígenes y los temas comunes son abundantes;
  • Los énfasis compartidos son más numerosos de lo que la mayoría de las personas piensan;
  • Muchos teólogos reformados moderados ahora reconocen al arminianismo y la teología reformada como íntimamente ligados;
  • Arminio no se opuso a todo en el calvinismo o teología reformada, mas intentaba enfatizar puntos comunes;
  • Arminio y su teología representan una variedad del pensamiento reformado, incluso fuera del grupo dominante.

Los estudiosos como Vance no sólo ponen a Arminio entre los teólogos reformados, sino que lo declara como ortodoxo: «Arminius merece ser clasificado como un teólogo holandés reformado ortodoxo.» [VANCE, 1999, p. 151]. El lector debe estar recordando que anteriormente hicimos una breve defensa de esa ortodoxia.

conclusión

La vida de Arminio fue intensa, en todos los sentidos, como fue posible notar. Ya en esta primera parte historiográfica de su vida, una figura cautivante y con incuestionables marcas de piedad, en el mejor estilo bíblico, nos fue presentada.

En el próximo capítulo continuaremos nuestra historiografía sobre la vida apasionante de Arminio.

Descarga este artículo en PDF haciendo clic en la imágen

Jacobo Arminio - Una introduccion al arminianismo clasico