¿En qué creían los primeros Pentecostales?

Asuza - Avivamiento Pentecostal

El movimiento Pentecostal explosiona hacia el mundo desde un viejo galpón ubicado en la Calle Azusa, nº 312, en la ciudad de los Ángeles. Su primer pastor (el primer pastor pentecostal de la historia de este Movimiento) fue un afro-americano, hijo de esclavos, llamado William Seymour. Hemos traducido la pequeña Confesión de Fe, escrita de su mano, con la que se rigieron los primeros pentecostales. Notarán en ella las influencias de los Metodistas y del Movimiento de la Santidad, de donde eran originarios la mayoría de los primeros miembros de la congregación de Azusa 312, que pasó a llamarse Misión de la Fe Apostólica. Posteriormente con la influencia de hermanos bautistas (como William Durham) algunos puntos se modificaron dando lugar a las Asambleas de Dios. Pero esta es la doctrina original del Movimiento Pentecostal:

William Seymour - Primer pastor Pentecostal
William Seymour – Primer pastor Pentecostal

 La Fe Apostólica: Una Visión General de su Doctrina

Por William Seymour

La fe apostólica defiende la restauración de la fe que una vez fue entregada a los santos, la religión de los viejos tiempos, de las reuniones de campaña, avivamientos, misiones, trabajo misionero de calle y unidad cristiana en todas partes. De acuerdo con la Palabra de Dios (Juan 17: 20,21).

Enseñando sobre el arrepentimiento (Marcos 1: 14,15).

Dolor piadoso por los pecados (Ejemplos: Mateo 9:13 “Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento”; 2ª Corintios 7: 9,11 “Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte. Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte. Porque he aquí, esto mismo de que hayáis sido contristados según Dios, ¡qué solicitud produjo en vosotros, qué defensa, qué indignación, qué temor, qué ardiente afecto, qué celo, y qué vindicación! En todo os habéis mostrado limpios en el asunto”; Hechos 3:19 “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio”; Hechos 17:30 “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan”).

La confesión del pecado (Lucas 15:21 “Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo”; Lucas 18:13 “Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador”).

Restitución y fe en Jesucristo (Ezequiel 33:15 “si el impío restituyere la prenda, devolviere lo que hubiere robado, y caminare en los estatutos de la vida, no haciendo iniquidad, vivirá ciertamente y no morirá”; Lucas 19:8 “Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado”).

Jesús murió por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación (Romanos 4:25 “el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación”).

La primera obra de la gracia. La justificación es aquel acto de la libre gracia de Dios por el cual recibimos la remisión de pecados (Romanos 3:25 “a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados”, Hechos 10:42,43 “Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos. De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre”. Romanos 5: 1,10 “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo […] Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida”; Juan 3: 3,14 “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios […]”, 2º Corintios 5:17 “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”) .

La segunda obra de gracia. El Espíritu Santo llama a la segunda obra de “segundo beneficio”. El margen dice “segunda gracia”. Y en el siríaco se lee que usted puede recibir la gracia «doblemente» (2ª Corintios 1:15: Con esta confianza quise ir antes a ustedes para que reciban gracia doblemente [Peshitta]).
La santificación es la segunda obra de gracia y es aquel acto de la gracia de Dios por la que Él nos hace santos en la doctrina y la vida (Juan 17:15,17 “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal […] Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”; Hebreos 13:12 “Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta”; Hebreos 2:11 “Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos”; Hebreos 12:14 “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”). Jesús abrió las Escrituras a sus discípulos antes de volver al cielo (Lucas 24:24-50 “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían”). Él enseñó su doctrina a ellos antes de ir al cielo, entonces cuando fuésemos santificados Jesús nos enseñará las Escrituras también, bendito el Señor.
Santificación es limpieza para hacer santo. Los discípulos fueron santificados antes del día de Pentecostés. Por un estudio cuidadoso de las Escrituras, usted descubrirá que es así ahora. y Jesús sopló sobre ellos el Espíritu Santo (Juan 15:3 “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado”, Juan 13:10 “Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos”, Juan 20:21,22 “Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo”). Usted sabe que ellos no podrían recibir el Espíritu si no estuviesen todos limpios. Jesús limpió y quitó toda la duda de su iglesia antes de volver a la gloria. Los discípulos tenían la gracia del Espíritu antes del día de Pentecostés. Los discípulos tuvieron una llenura del Espíritu antes del día de Pentecostés. Porque Jesús había purificado el santuario y ellos tenían el testimonio en sus corazones de que Él era el Señor y Salvador resucitado y ellos estaban continuamente en el templo alabando y bendiciendo a Dios (Lucas 24:51,53 “Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo. Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo; y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios. Amén”).

El bautismo en el Espíritu Santo y fuego significa ser inundado con el amor de Dios y poder para el servicio, y el amor por la verdad tal como es en la Palabra de Dios. Entonces, cuando recibimos, tenemos los mismos signos que los discípulos recibieron el día de Pentecostés. Porque el Espíritu Santo nos da una mente sana, fe, amor y poder (2ª Timoteo 1:7 “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”). Este es el patrón que Jesús dio a la iglesia.
La mayor evidencia del Espíritu Santo habitando en el creyente es lo que Jesús prometió que Él haría. Jesús prometió que Él nos enseñaría todas las cosas y traería todas las cosas a la memoria, de lo que Él haya dicho. Él quiere decir lo que Él dice. (Juan 14:17-26 “el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros […] Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”; Juan 16:7-15 “[…] Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. […] El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber”). Entonces, cuando Él viene, Él hace eso el creyente, porque Él hace eso por mí.

Buscando la sanidad. Nosotros debemos creer, con gran alegría, que Dios es capaz de curar. “porque yo soy Jehová tu sanador” (Éxodo 15:26, Santiago 5:14, Salmos 103:3, 2ª Reyes 20:5, Mateo 8:16, 17, Marcos 16: 16-18). “He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí? (Jeremías 32:27).

Dios, Espíritu y Palabra caminan juntos. Ellos son los dos testigos hablados en Zacarías. 4:3-14 y Apocalipsis 11: 3. Cuando estos dos testigos no son reconocidos, todos los tipos de confusión serán manifestados en la iglesia. Muchos confundieron la gracia de la santificación con el revestimiento del poder o el bautismo con el Espíritu Santo. Otros tomaron “la unción” que recibimos después de ser santificados por el bautismo y fallaron en alcanzar la gloria y el poder de un verdadero Pentecostés (Juan 20:21-24, Hechos 2:3,4).
Leemos en el segundo capítulo de Colosenses: “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo”. Este capítulo nos habla de Cristo borrando la caligrafía de las ordenanzas que eran contra nosotros y contrarias a nosotros, y yo estoy feliz de que él tomó esas ordenanzas en la cruz con Él. Él las quitó del camino, clavándolas en la cruz. ¡Qué bendición del Señor! Estas eran las viejas ordenanzas judías de las inmersiones de lavado, los días del sábado, las nuevas lunas, la circuncisión, la comida de la Pascua, y así sucesivamente. Pero Jesús tiene ordenanzas en su iglesia. Alabado sea su nombre.

Tres ordenanzas que Cristo mismo instituyó en su Iglesia. En primer lugar, Él ordena a sus ministros que bauticen en agua en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y eso fue practicado por los apóstoles (Mt 28:19, Hechos 8:38, Hechos 22:16, Hechos 8:12,17). El eunuco fue bautizado (Hechos 8:38). El apóstol Pablo fue bautizado. Tantos casos podemos encontrar en Hechos, donde [el bautismo] fue practicado después de que Juan el Bautista murió.

Creemos en el bautismo en las aguas. Nuestro modo es sólo y únicamente por inmersión, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Mt 28:19,20 “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”; y tanta luz como el Espíritu Santo nos revelara por Su Palabra.

Segundo, el lavamiento de los pies es una ordenanza que el mismo Jesús instituyó en Su iglesia y nosotros, sus seguidores, debemos observarla. Porque nos mandó observar todas las cosas que nos ordenó que enseñáramos. Entonces descubrimos que tenemos que reconocer estas tres ordenanzas.
Nosotros creemos en el lavado de los pies; creemos que es una ordenanza. Jesús dijo en Juan 13:13-17: “Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis”.

Tercero. Creemos en la ordenanza de la cena del Señor, como está establecido en 1ª Corintios. 11: 2, 23-34 y Mateo 26:26-29. Creemos en tomar vino no fermentado y pan sin levadura.

Nosotros, los ministros, debemos ser marido de una sola mujer (1ª Timoteo 3:2, Tito 1:6-9). No creemos en el matrimonio anti-bíblico (Romanos 7:2-4, 1ª Corintios 7:39).
En Mateo 19:3-9, Mateo. 5:32 y Marcos 10:5-11, Jesús restauró el matrimonio de nuevo al patrón edénico. Muchos se confunden sobre el significado de estos pasajes. Si el marido o la esposa se desafiaron en los pecados mencionados, Jesús no da reconocimiento como matrimonio legalmente casado, si el primer marido o esposa todavía está vivo. Ellos deben arrepentirse a Dios y reconciliarse unos con otros “pues, como Cristo perdona, debemos perdonar” (1ª Corintios 7:11). Si un hombre o una mujer se casa, y uno tiene un esposo o esposa vivo, continúan viviendo juntos cometiendo adulterio o fornicación, y el otro que tiene un esposo o esposa vivo debe ser apartado por el otro, dejando al hombre o la mujer que no tiene compañero de vida libre para casarse nuevamente con alguien que también sea libre (1ª Corintios 7:2, Mateo 19: 9 “Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera” ).

No creemos estar haciendo un hobby de esta doctrina del divorcio, pero creemos en la verdad al comparar Escritura con Escritura; que nadie en esta obra puede casarse con el segundo marido o la segunda esposa, mientras que el primero está vivo (Romanos 7:2-4, 1ª Corintios 7:10-11, 1ª Corintios 7:39, Mateo 5:32, Lucas 16:18).

El Obispo Hurst dice, en su Historia de la Iglesia, que el don de lenguas apareció en comunidades bajo un fuerte estímulo religioso, como entre los Cornisards, los primeros Cuáqueros, Lasare en Suecia en 1841-43, en el avivamiento irlandés en 1859, y en la Iglesia Católica Apostólica (Irvinguita) (Vol. 1, página 90).
Yo puedo decir, a través del poder del Espíritu, que dondequiera que Dios pueda obtener un pueblo que se juntará en un acuerdo y una mente en la Palabra de Dios, el bautismo del Espíritu Santo caerá sobre ellos, como en la casa de Cornelio (Hechos 10:45,46). Significa estar de acuerdo, como la Palabra dice en Hechos 2:42-47.

La sangre de Jesús nunca borrará ningún pecado entre hombre y hombre que ellos puedan enmendar; pero si podemos corregir los errores, la sangre cubre graciosamente (Mateo 5:23-24 “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda”; Mateo 6:15 “mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”; Mateo 18:35; 1ª Juan 1:7-9 “pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado […]).

Estimados seres queridos, las promesas de Dios son verdaderas. Leemos en Éxodo 12:3, que Dios ordenó a Moisés que tomara un cordero para una casa, y una casa para un cordero; cuando Él estaba a punto de sacar a los hijos fuera de Egipto. ¡Bendito sea su santo nombre, amén! Debían matar al cordero y llevar su sangre y rociarla sobre la puerta y dinteles para ser salvados del destructor. Pero en la misma casa se les ordenó que comieran el cuerpo. La sangre los salvó del destructor, pero el cuerpo del cordero los salvó de la dolencia y la enfermedad. ¡Gloria a su nombre! Obedezcamos la palabra y la voz de Dios, y seremos salvos por medio de Jesús de los pecados, y nos deleitaremos en Su cuerpo perfecto. Jesús es el fundador de su iglesia, la iglesia cristiana, por su propia sangre preciosa. ¡Aleluya! Entonces, Jesús es la Pascua Cristiana. Cuando los judíos comen la Pascua, recuerdan a Dios sacándolos de Egipto y señalando su venida. Así, nosotros comemos la Pascua Cristiana y recordamos el Calvario, cómo murió Jesús y nos salvó, y esperamos su regreso nuevamente.
El cordero de Moisés era un tipo de Cristo, el verdadero Cordero entonces, Cristo, es nuestro Cordero; trayendo salud a nuestro cuerpo imperfecto. Moisés fue el fundador de la iglesia judía, por Dios, a través del cordero pascual por la sangre y el cuerpo del cordero. Pero Jesús es el Cordero de Dios, el fundador de la iglesia cristiana.

Artículos enmendados de las doctrinas

La Misión de la Fe Apostólica, 312 Azusa Street, representa las siguientes doctrinas escriturales, ordenanzas y verdades, a saber:

En primer lugar, según lo enmendado: Justificación por la fe, que interpretamos como siendo el perdón de pecados, que es el “nuevo nacimiento” mencionado en Juan 3:1-13 (también Hechos 10: 42-43; Romanos 3:25). La doctrina de la justificación no debe modificarse.

En segundo lugar, según lo emendado: Santificación por la fe como una segunda obra definida de la gracia sobre el corazón, que representa la purificación completa, hecho santo en el corazón (Juan 17:15-17, 1ª Tesalonicenses 4: 3-5, Hebreos 2:11-13, Hebreos 10:10, Hebreos 13:12) La doctrina de la santificación no puede ser cambiada.

En tercer lugar, según lo enmendado. El bautismo con el Espíritu Santo como don de poder sobre la vida santificada y unción para servicio y trabajo, (Hechos 2:1-4; Hechos 10:45-46; Hechos 19:6; 1ª Corintios 14:21).

En cuarto lugar, según lo enmendado: El hablar en lenguas es uno de los signos que siguen a los creyentes bautizados, y otras evidencias de la Biblia, expulsando demonios, curando a los enfermos, y con los frutos del Espíritu que acompañan las señales. (1ª Corintios 13; Marcos 16: 16-18; Hechos 2: 2-3; Hechos 10: 44-46; Hechos 19:6).

En quinto lugar, según lo enmendado: Creemos y enseñamos que Dios planeó, y Jesús enseñó, que no podría haber unión santa entre hombre y mujer después del divorcio por cualquier causa, mientras que ambas partes de la primera alianza vivan. (Malaquías 2:14-17; Mateo 5:32; Mateo 19:3-9; Marcos 10:11-12; Lucas 16:18 “y les dijo: Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella; y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio”; Romanos 7:1-4; 1ª Corintios 7:39).

En sexto lugar, según lo enmendado: Creemos en la ordenanza del bautismo en agua, y enseñamos que la inmersión es el único modo, en nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, solo una inmersión, en nombre de la Trinidad.

Nosotros no creemos en bautizar a bebés o a niños, antes de que lleguen a la edad de la responsabilidad. Un niño pequeño no puede creer.

En séptimo lugar, según lo enmendado: Creemos en la ordenanza de la cena del Señor, instituida por Jesús y seguida por los apóstoles, y enseñamos que ella debe ser observada con frecuencia en santa reverencia.

En octavo lugar, conforme lo enmendado: Creemos en el lavamiento de pies como ordenanza, como fue establecido por nuestro Maestro antes de la cena del Señor, de acuerdo con Juan 13: 4-17, y creemos que fue practicado por los Apóstoles y discípulos a través del Primero siglo, (1ª Timoteo 5:10).

Para pertenecer a esta fe deben obedecer sus enseñanzas.

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Traducida al Español por Gabriel Edgardo LLugdar – Fuente: sermonindex.net (EEUU) y Esquina da Teologia Pentecostal (Brasil) – Diarios de Avivamientos 2018

Miembros de la iglesia de la calle Azusa 312
Miembros de la iglesia de la calle Azusa 312

 

La verdadera historia del Sínodo de Dort

Introducción

Nuestro asunto ahora es el famoso Sínodo de Dort. Antes de presentar una historiografía sobre este sínodo, entendamos el significado de la palabra ‘sínodo’ y lo que es un ‘sínodo’. Un sínodo es una asamblea eclesiástica convocada para deliberar sobre un asunto conflictivo o no. Pueden componer un sínodo, tanto eclesiásticos como laicos. La palabra ‘sínodo’ viene del griego synodos que significa ‘caminar juntos’

El Sínodo de Dort

El Sínodo de Dort se reunió en la ciudad de Dort (actual Dordrecht), Holanda, durante siete meses (13 de noviembre de 1618 a 9 de mayo de 1619). Su convocatoria fue hecha por el estadista general de Holanda para discutir la controversia arminiana. En este sínodo se realizaron ochenta sesiones. Otros sínodos ya habían ocurrido en Dort, pero este, convocado para tratar la cuestión arminiana fue más notorio al punto de ser denominado de “el gran sínodo”. A este respecto, De Jong escribe:

Los historiadores han reconocido ampliamente que el gran Sínodo de Dort (1618-1619) merece ser recordado como uno de los dos o tres eventos clave en la historia de los Países Bajos. La historia posterior de Holanda y de las iglesias holandesas no puede ser adecuadamente comprendida fuera del Sínodo. [DE JONG, Pedro Y. El Surgimiento de Las Iglesias Reformadas en los Países Bajos, p. 51]

Para los estudiosos calvinistas como De Jong, ese sínodo es de gran valor histórico y religioso. Carl Bangs muestra su dimensión para los calvinistas presentando las siguientes palabras comúnmente dichas: “El Calvinismo llegó, Arminio casi lo arruinó, el Sínodo de Dort lo restauró [Citado en VANCE, 1999, p. 160].
Para los calvinistas, la importancia sobrepasa los límites eclesiásticos, involucrando el destino del Estado conforme expresa De Jong. Según este último autor, el Sínodo es, al menos, evaluado de tres maneras:

Algunos lo consideran como un fenómeno temporal del escenario de la historia holandesa. Para otros, se trata del triunfo temporal de un sistema teológico severo e inflexible sobre personas amantes de la libertad que necesitaban ser sofocadas, pues amenazaban (supuestamente) la unidad nacional. Para otros, aún, el Sínodo fue un acto del Señor de toda la historia, que mostró favor al país protegiendo su unidad política y la integridad confesional de la Iglesia. [DE JONG, Ibid., p. 52]

Primeramente, en nuestra opinión, por las razones dadas a lo largo de este capítulo, el Sínodo fue el intento de un sistema teológico rígido, valiéndose del contexto político del momento, de sofocar la diversidad del pensamiento teológico característico de las Provincias Unidas. En estas, las personas podían identificarse con la línea teológica que deseaba [Y así prevaleció posteriormente con el Tratado de Utrecht] . La garantía de la diversidad teológica, asunto ya abordado en el capítulo tres, es comentada por Calder:

A cada una de las provincias, por el Tratado de Utrecht [*], se le dio libertad para regular los asuntos de religión de la manera que más conviniera a sus intereses. [CALDER, 1838, p. 272].

[*] “El Tratado de Utrecht era un conjunto de acuerdos establecidos por los países europeos después de la Guerra de Sucesión española (1701-1714), firmado entre 1713 y 1715. En 1705, las potencias en litigio dieron señales de agotamiento e iniciaron contactos que llevaron definitivamente a la paz, tras el ascenso de Carlos VI al trono imperial, 1711, y el cambio de actitud de la diplomacia inglesa. La Convención de Fontainebleau (agosto de 1712) propuso el armisticio general; los países involucrados en el conflicto, con excepción de Austria, se dispusieron a firmar la paz, lo que implicaba el reconocimiento de Felipe V como rey de España. Austria continuó la guerra, pero el agotamiento económico y militar tuvo que poner fin a la pelea con los Borbones el 6 de marzo de 1714 en Restadt. Utrecht estableció un nuevo orden europeo regido por la «balanza de poderes», es decir, un sistema de contraposición de fuerzas antagónicas destinado a asegurar la paz, mediante el equilibrio militar. Pero, además, Utrecht firmó las bases del primer imperio británico, ya que Gran Bretaña recibió Gíbraltar y Menorca y obtuvo ventajas territoriales en el continente americano.”

Aún nos informa Calder, que tres de las provincias, Utrecht, Holanda y Overyssel, estaban en contra del Sínodo de Dort precisamente por la autonomía de cada provincia en cuanto a las cuestiones religiosas. Pero, ¿qué alteró ese escenario plural? Las relaciones de poder. Según Olson, fueron cuestiones políticas los propulsores detrás de los cambios:

La cuestión es que la iglesia protestante holandesa anterior abarcaba la diversidad teológica; tanto monergistas como sinergistas eran representados en ella. Sólo el poder del príncipe (Mauricio de Nassau) permitió al partido monergista controlar la iglesia, y con el poder del Estado perseguir a los sinergistas.    [OLSON, Teología Arminiana, Mitos y Realidades]

Después de la muerte de Arminio el 19 de octubre de 1609, la controversia que dividió a la nación continuó viva con los remonstrantes que escribieron la Remonstrancia y la presentaron el 14 de enero de 1610 a los Estados Generales, según lo indicado en el capítulo anterior. Como respuesta, los Contra-Remonstrantes (calvinistas) presentaron un documento conteniendo los llamados Cinco Puntos del calvinismo.

Con el reinicio de los conflictos, el Parlamento convocó al Sínodo Nacional para resolver el impasse. El Sínodo de Dort no fue ecuménico, protestante, pues el mayor número de delegados era de Holanda alineado con los acusadores. Según Vance, el 25 de junio de 1618, las invitaciones fueron enviadas a algunos extranjeros solicitando la presencia de sus principales teólogos para participar del Sínodo en calidad de delegados. Recibieron las cartas invitación:
• Rey James de Inglaterra
• Diputados de las iglesias reformadas de Francia
• Elector del Palatinado y Brandenburg
• Conde de Hesse
• Repúblicas reformadas de Suiza
• Duques de Wetterau
• República de Ginebra
• República de Bremen
• República de Emden
El teólogo calvinista Hermisten Maia presenta la composición del Sínodo como sigue:

El Sínodo fue constituido de 35 pastores, un grupo de presbíteros de las iglesias holandesas, cinco catedráticos de teología de los Países Bajos, dieciocho diputados de los Estados miembros y 27 extranjeros, de diversos países de Europa, tales como: Inglaterra, Alemania, Francia y Suiza.    [MAIA, Hermisten. A Ortodoxia Protestante e as Confissões Protestantes. 2009, p.18].

J. L. González también describe la formación del Sínodo:

El propósito de los Estados Generales al convocarlo es conseguir el apoyo no sólo de los calvinistas en el país, sino también de los del resto de Europa. Por eso extendieron invitaciones a otras iglesias reformadas y un total de veintisiete delegados se presentaron desde Gran Bretaña, Suiza y Alemania (los franceses no pudieron asistir porque Luis XIII los prohibió). Los holandeses eran casi setenta, de los cuales aproximadamente la mitad eran ministros y profesores de teología, la cuarta parte de ancianos laicos y el resto miembros de los Estados generales.

Por lo general, la información no es precisa. Por ejemplo: Maia dice que representantes franceses estuvieron en el Sínodo mientras que González niega eso y apunta la razón. Wynkoop dice que 13 representantes de los arminianos estuvieron presentes, sin embargo, Rodríguez habla de 12 representantes. A pesar de la presencia de los remonstrantes, según Walker, ellos ‘estaban presentes sólo como acusados; no tuvieron asiento’.
Para Vance, la presencia de los delegados seculares en un sínodo eclesial indica la intención de garantizar un resultado político esperado. El telón de fondo del concilio era, en rigor, sobre cuestiones políticas locales. De Jong se apresura a decir que Dort no fue una asamblea política. Más adelante, señalamos que para Gonzalez el sesgo político dictó las cosas. A este respecto, después de nuestras investigaciones, concordamos con Rodríguez: “El propósito principal del Sínodo era condenar el arminianismo. Sin embargo, el príncipe Mauricio también quería resolver los problemas políticos y económicos que estaban dividiendo a Holanda.” [RODRÍGUEZ, 2013, p. 262]. Volveremos a la cuestión política más adelante.

Para presidir el Sínodo fue elegido un calvinista riguroso, defensor de la pena de muerte para «herejes», llamado Juan Bogerman (1576-1637). Bogerman consideraba a los remonstrantes como heréticos y demostraba siempre una disposición iracunda con los «reos». En un episodio, después de un mes de deliberaciones, el 14 de enero de 1619, Bogerman preguntó al remonstrante Episcopio si ellos irían a capitular y pasarían a obedecer al Sínodo. Episcopio y demás remonstrantes dijeron no. Acto seguido, Bogerman vociferando dijo: “Para que no demoremos más, ustedes están despedidos. ¡Vayan fuera!”

Bogerman era un calvinista tan extremista que decía que era necesario interpretar las Escrituras a la luz del Catecismo y la Confesión. Tal postura fue pronunciada en una conferencia, antes de Dort, que reunió a Bogerman, Gomarus, Uyttenbogaert y Arminio.
A Bogerman, Arminio respondió:

¿Cómo alguien podría afirmar más claramente que ellos estaban decididos a canonizar estos dos documentos humanos, e instituirlos como los dos becerros idolátricos en Dan y Beerseba?    [VANCE, 1999, p. 177].

Imagínese la furia de Bogerman después de estas palabras. Además del absurdo de la pena de muerte defendida y llevada a las últimas consecuencias por Bogerman y el Sínodo, otras acciones detestables se cometieron:

• Los remonstrantes estaban en una sala anexa a la principal donde ocurrían las reuniones. Sólo podían asistir si eran llamados por el presidente sinodal.
• Al presentar sus argumentos, los remonstrantes eran retirados y las decisiones se tomaban sin réplicas.
• Los remonstrantes no eligieron a sus representantes, por el contrario, fueron los calvinistas quienes lo hicieron.
• Los remonstrantes fueron intimados a comparecer como reos.
• Los remonstrantes fueron impedidos de expresar sus tesis delante de todos, por varias veces.
• Los remonstrantes fueron obligados a responder a las indagaciones en latín.
• La cancelación del derecho de voto de los teólogos arminianos.

Tales absurdos denotan cuánto fue parcial e intolerante el Sínodo, que estaba más próximo a una iglesia de malhechores. Matthias Martinius (1572-1630), uno de los delegados presentes, remató: “(había) algunos divinos, algunos humanos, algunos diabólicos”. Pero también hubo quien dijese: “Si alguna vez el Espíritu Santo estuvo presente en un Concilio, él estuvo presente en Dort”. Ahora bien, ¿cómo todo esto es posible visto las acciones indignas arriba enumeradas, y más aún, cómo llegar a esa conclusión teniendo en cuenta que los arminianos estaban siendo juzgados, pero sólo pudieron presentarse en el Sínodo en la vigésima segunda sesión? Increíblemente, estas acciones claramente injustas y tramposas del Sínodo estaban bajo el siguiente juramento:

Prometo ante Dios, en el que creo y al que adoro, como estando presente en este lugar, y como siendo el Investigador de todos los corazones, que durante el curso de los procedimientos de este Sínodo, que examinaré y juzgaré, no sólo los cinco puntos, y todas las diferencias que de ellos resultan, pero también cualquier otra doctrina, yo no usaré ninguna composición humana, sino solamente la palabra de Dios, que es una infalible regla de fe. Y durante todas estas discusiones, solamente tendré por objetivo la gloria de Dios, la paz de la Iglesia, y especialmente la preservación de la pureza de la doctrina. ¡Entonces ayúdame, mi Salvador, Jesucristo! ¡Yo le suplico asísteme por tu Espíritu Santo!    [VANCE, 1999, p. 177].

Por lo visto, en la práctica las cosas no siguieron el rumbo piadoso del juramento de arriba. En la última aparición de los remonstrantes en el Sínodo, Episcopio declaró: “El Señor juzgará entre nosotros, sobre las artimañas y mentiras que ustedes han preparado para nuestra acusación”.

Interesante es el tono de imparcialidad, lisura y justicia que el teólogo calvinista Anthony A. Hoekema (1913-1988) intenta dar al Sínodo. El escribe:

El Sínodo de Dort fue formado para resolver la controversia en las iglesias reformadas de Holanda, ocasionada por la aparición del arminianismo -un sistema teológico iniciado por Jacobo Arminius, profesor de teología en la Universidad de Leiden. Un gran número de seguidores de Arminius, llamados arminianos o remonstrantes, estaba presente en el Sínodo; sus puntos de vista fueron rechazados”. (Énfasis nuestro).    [HOEKEMA, 2011, p. 254].

¿Un gran número de arminianos? ¿Cuántos? Wynkoop dice 13, Rodríguez 12. [Los mismos manuales de clase bíblica de iglesias presbiterianas lo corroboran : 128 calvinistas y 13 arminianos]  De hecho, ¿‘un gran número’, ‘sus puntos de vista fueron rechazados’? ¿Ellos tuvieron la oportunidad de defenderse ampliamente presentándose ante el Sínodo sólo en la vigésima segunda sesión? El Sínodo fue montado sólo por una cuestión formal de sagacidad, pues el veredicto ya estaba previsto. El reverendo Calder escribe sobre eso:

La condena fue determinada antes del Sínodo Nacional […] montado, no tanto para examinar las doctrinas de los arminianos con el objetivo de analizar si ellos eran dignos de tolerancia e indulgencia, sino para denotar un cierto aire de solemnidad y justicia […].Contando con la presencia de ministros extranjeros, autoridades respetables, buscaban legitimar una sentencia ya elaborada y acordada anteriormente entre aquellos que estuvieron al frente de los trámites para la instalación del Sínodo. [CALDER, 1838, p. 270-71].

El autor compara las articulaciones del Sínodo de Dort con el Concilio de Trento (1545-1563) que decidió la causa protestante antes de examinarla. A ese respecto, Calder dice que los arminianos estaban bien informados. El Sínodo de Dort fue una masacre previamente diseñada. [Desde la Reforma, la Iglesia Católica convocó tres concilios a los que dio el nombre de «ecuménicos», aunque ninguna otra iglesia los reconozca. El primero y el más importante de ellos fue el de Trento, que se reunió en tres etapas distintas entre 1545 y 1563. Después de intentos iniciales frustrados de incluir al menos algunos protestantes en el encuentro, la posición del Concilio se endureció y se tornó extremadamente hostil a la Reforma. Trento ocupó todo su tiempo en la definición y regulación de las doctrinas y prácticas católicas que los reformadores habían atacado, y lo hizo de tal manera que logró polarizar la Iglesia de Roma, llevándola a una Contrarreforma, que la caracterizó hasta el siglo XX.” (FERGUSON, WRIGHT, 2009, p. 212)]

Además de lo expuesto hasta aquí en lo que se refiere a la falta de justicia en Dort, los arminianos fueron tratados injustamente aún con la acusación de hacer resurgir el pelagianismo y el semipelagianismo. Sin embargo, los remonstrantes presentaron una defensa robusta y convincente. El capítulo uno da cuenta de deconstruir esa falacia calvinista del pasado y del presente. Mientras tanto, optamos por un énfasis mayor de cuan absurda fue la acusación de los críticos, haciendo una lista a continuación de algunas aclaraciones contenidas en la defensa presentada por los remonstrantes.

• No hay initium fidei (inicio de la fe) aparte de la gracia sobrenatural, como proponían los massilianos, seguidores de Juan Cassiano.
• No hay mérito en el hombre para merecer la gracia. Los esfuerzos humanos son inútiles.
• No hay perseverancia para el bien sin la gracia especial.
• Recordar la voluntad libre del hombre contra la indolencia espiritual.
• Centralidad de la gracia contra la vanidad y la arrogancia espiritual.
• La gracia y el libre albedrío operan juntos.
• El libre albedrío es perfeccionado por la gracia.

De ese conjunto de aclaraciones en cuanto a puntos de fe, no se puede extraer nada perteneciente a Pelagio o al semipelagiano Juan Cassiano. Definitivamente, los epítetos ofensivos no caben en los remonstrantes ni en Arminio, como ya demostramos en el capítulo uno. Pero el Sínodo ya tenía deliberado condenar la teología arminiana.
Volviendo a la discusión política, como dijimos, el Sínodo tenía un indiscutible sesgo político y económico que exigía una solución inmediata a la disputa, y por lo tanto, las explicaciones teológicas no necesitaban ser entendidas, pues la cohesión política y la supresión de la diversidad religiosa deberían ser establecidas. Centralizar el gobierno e institucionalizar una política eclesiástica presbiteriana eran las intenciones. González va directo al punto, y explica en torno a qué cuestiones giró el debate después de la publicación de la Remonstrancia.

[…] la controversia quedó envuelta en un conjunto de cuestiones políticas y sociales. La mayoría de las provincias marítimas, y especialmente la burguesía, que era numerosa y poderosa en esas provincias, tomaron la posición arminiana. Las clases bajas rurales, así como las de las islas que vivían de la pesca, apoyaron al Calvinismo rígido de Gomarus, y fueron acompañadas en esta posición por diversos extranjeros exiliados para quienes la pureza de la fe era esencial. Así como las provincias marítimas apoyaron a Juan Barneveldt en su oposición al poder creciente de Mauricio de Nassau, los arminianos contaron con el apoyo de Barneveldt, mientras que Mauricio estaba a favor de los Gomaristas. Cuando Rotterdam optó por la posición remonstrante, Ámsterdam, que hace mucho era su rival, asumió la posición opuesta. De cualquier forma, en 1618, Mauricio de Nassau y su partido habían consolidado su poder, y por lo tanto, cuando el Sínodo de Dort fue convocado estaba claro que él condenaría la posición Remonstrante. [J. L. GONZALEZ, 2004, vol. 3, p. 286].

En Holanda se debatía cómo debería ser la relación con España. La oligarquía deseaba mantener relaciones abiertas con los españoles para favorecer las transacciones comerciales. Ya las capas más pobres se oponían, pues ellas no disfrutaban de la misma prosperidad y, por lo tanto, resentidas, apoyaron las incursiones de Gomarus y Nassau para condenar y frenar el arminianismo, tanto en su aspecto político y económico como teológico.
Mauricio de Nassau era un hombre de dudoso carácter. Como el movimiento remonstrante recibía creciente apoyo, Nassau trató de afiliarse a los cultos de la iglesia gomarista junto con toda la corte. Él es descrito por Calder como despótico y un hombre de rencor político. Sir James Mackintosh, citado por Calder, y su trabajo History of the Revolution of England (Historia de la Revolución en Inglaterra), de 1688, describe a Mauricio de Nassau:

Mauricio, el hijo mayor de Guillermo, sobrepasó a su padre en genio militar, pero quedó por debajo de él en lo tocante al dominio propio (temperamento) y principios, virtudes más que importantes e indispensables para el líder de un estado libre. [Citado en CALDER, 1838, p. 234].

Mauricio de Nassau, después de una estratagema frustrada usando a la viuda Princesa de Orange, en el intento de conseguir el apoyo político de Oldenbarneveldt, sin el cual sus aspiraciones políticas quedarían amenazadas, resolvió alinearse abiertamente al partido calvinista, y junto a los gomaristas logró ascender al poder, dice Calder. El Sínodo de Dort fue el instrumento de la venganza de Mauricio de Nassau. Rodríguez comenta:

El propósito principal del Sínodo era rechazar y condenar el arminianismo. Sin embargo, Mauricio también quería resolver los problemas políticos y económicos que estaban dividiendo a Holanda.    [RODRÍGUEZ, 2013, p. 262].

La imagen siguiente ilustra el peso del sesgo político predominante en Dort.

El Sinodo de Dort - Los Canones de Dort
El Sínodo de Dort: Allegory of theological dispute-Abraham Van der Eyk – MBA

Esta imagen representa las obras de Arminio y de los Remonstrantes siendo colocadas en la balanza para ser contabilizadas con las obras de Calvino. En el lado derecho, notamos la espada del Príncipe Mauricio (en la balanza) dando mayor peso a las obras de Calvino; lo que significa que mientras el calvinismo cuenta con el apoyo político de Mauricio, la cuestión arminiana está condenada al destierro. Sólo con la ayuda y los intereses políticos del Príncipe es que el arminianismo fue considerado herejía. Si no fuera por las controversias comerciales, el arminianismo no habría sido prohibido.
Ocupándose de aspectos políticos, sociales y económicos, y valiéndose de ellos para un fin religioso, el Sínodo de Dort condenó a los remonstrantes y estableció la doctrina reformada de los Cinco Puntos – acrónimo, TULIP * en inglés – el 23 de abril de 1619. Veamos los Cinco Puntos dispuestos en el cuadro siguiente.

Cinco Puntos Calvinistas

Total Depravity         ⇔     Depravación Total
Unconditional Election    ⇔     Elección Incondicional
Limited Atonement     ⇔     Expiación Limitada
Irresistible Grace      ⇔     Gracia Irresistible
Perseverance of the Saints       ⇔      Perseverancia de los santos

Estos cinco puntos no admite las tesis extremas de Gomaro, también un miembro del Sínodo. Sin embargo, Vance dice que ese desenlace doctrinal de Dort dejó al Rey James de Inglaterra perplejo a tal punto de expresarse de la siguiente manera:

Esta doctrina es tan horrible, que estoy persuadido que si hubiese un concilio de espíritus inmundos reunidos en el infierno, y su príncipe el diablo fuera a plantear la cuestión a todos ellos en general, o a cada uno en particular, para conocer su opinión sobre el medio más probable de incitar el odio de los hombres contra Dios su Creador; nada podría ser inventado por ellos que sería más eficaz para este propósito, o que podría poner una afrenta mayor sobre el amor de Dios por la humanidad, que ese infame decreto del reciente Sínodo, y la decisión de esta detestable fórmula, por la cual la inmensa mayoría de la raza humana es condenada al infierno por ninguna otra razón sino la mera voluntad de Dios, sin cualquier consideración por el pecado; la necesidad de pecar, así como la de ser condenado, están fijado sobre ellos por ese gran clavo del decreto previamente mencionado. [Citado en VANCE, 1999, p. 312].

La decisión doctrinal del Sínodo desagradó sobre todo al Rey James que envió delegados a Dort. La queja de arriba está dirigida a la doctrina de la predestinación fijada. Los Cinco Puntos serán confrontados en los capítulos 6, 7 y 8 cuando trataremos de los Cinco Artículos Remonstrantes. Dort, con sus Cinco Puntos, no adoptó las ideas supralapsarianas de Gomaro, pero deliberó favorablemente al infralapsarianismo, que a su vez, incluso considerado como un calvinismo moderado, no tiene amparo patrístico, y fue rechazado por los remonstrantes siguiendo una vez más a Arminio.

Los calvinistas rígidos, entre los cuales Gomarus, con la ayuda de los regentes de las Provincias Unidas, sobre todo del príncipe Mauricio de Nassau, condenaron en Dort a los remonstrantes. Gomaro consiguió convencer a Nassau de que el calvinismo representaba una protección más segura contra la influencia del catolicismo español que se extendía por Europa. Veamos cómo González y Rodríguez, respectivamente, describen el resultado del Sínodo.

Inmediatamente después del Sínodo de Dordrecht, tomaron medidas contra los arminianos y sus partidarios… Casi un centenar de ministros de convicciones arminianas fueron prohibidos, y otros tantos fueron privados de sus púlpitos. A los que insistían en seguir predicando les fue determinada la prisión perpetua. Los laicos que asistían a los cultos arminianos corrían el peligro de tener que pagar pesadas multas. Para asegurarse de que los ministros no enseñaran doctrinas arminianas, también se les exigió aceptar formalmente las decisiones de Dordrecht. En algunos lugares se llegó a exigir de los tocadores de órgano una decisión semejante, uno de ellos comentó que no sabía cómo tocar en el órgano los cánones de Dordrecht.    [GONZALEZ, 2001, p. 120].

Cuando el Sínodo de Dort se reunió en 1618, los remonstrantes esperaban ser reconocidos como iguales, y que el Sínodo ocurriese con espíritu de fraternidad, pero no fue así. Inmediatamente después del Sínodo, comenzaron las represalias y persecuciones a los remonstrantes. Un total de 200 ministros arminianos fueron depuestos de sus cargos; 80 fueron exiliados; casi 70 hicieron un acuerdo para dejar sus ministerios y guardar silencio. Líderes políticos tuvieron sus bienes incautados. Van Oldenbarnevedelt fue declarado culpable de traición y el 14 de mayo fue decapitado. Grocio fue sentenciado a cadena perpetua, pero con la ayuda de su esposa, que lo escondió en un baúl grande, supuestamente lleno de libros, pudo escapar y huir en 1621.    [RODRÍGUEZ, 2013, p. 263].

En cuanto a la sentencia y ejecución de Oldenbarneveldt, leamos la narrativa de Calder sobre los últimos momentos del anciano remonstrante:

A la mañana siguiente, 13 de mayo de 1619, el último acto de esta tragedia fue realizado con el asesinato de la víctima inocente, para servir como el sello de sanción de los trabajos del Sínodo. Traído a la presencia de sus jueces, la sentencia fue leída […] que terminaba así: «John Oldenbarneveldt saldrá al lugar de la ejecución, tendrá la cabeza cortada por la espada de la justicia, y sus bienes serán confiscados. Él recibió esta sentencia de muerte […] con un semblante sin miedo, y dijo: ‘Yo estaba con buenas esperanzas de que vuestras excelencias […] permitiesen que mis bienes quedaran para mi esposa e hijos’. Estas últimas palabras las pronunció con una voz débil y semblante abatido, pero siendo informado por el presidente que él debía someterse a su sentencia, retomó su firmeza, y levantándose de la silla fue inmediatamente conducido a través del gran salón para el cadalso. La sala estaba llena de sus amigos y conocidos. Él no tomó conocimiento de ninguno de ellos cuando pasó, y continuó hacia adelante con la misma grandeza y serenidad en su camino hacia el cadalso, apoyado en su bastón, y apoyado a su criado. Cuando llegó allí, preguntó: ‘¿No hay un cojín o taburete para que me arrodille?’ Y luego arrodillándose sobre las tablas ásperas, oró por un tiempo. Entonces, se levantó y empezó a prepararse, diciendo, apuntando al verdugo: ‘Ese hombre no necesita tocarme’. Arrodillándose para recibir el golpe fatal, se dirigió al pueblo, exclamando en voz alta: ‘Buenos ciudadanos, no creo que muera como un traidor, sino, por el contrario, como un verdadero patriota’; y después, levantando las manos hacia el cielo, dijo: ‘Cristo es mi guía, Señor, ten piedad de mí, Padre, en tus manos entrego mi espíritu’, fue cuando el verdugo dio un solo golpe en su cabeza, y así cayó este ilustre estadista y cristiano. [CALDER, 1838, p. 381].

Hubo mucha conmoción por parte de las personas que asistieron a la ejecución. Otro remonstrante fue decapitado públicamente. ¡Increíble! Todo esto, ocurrió incluso con la garantía de que ningún mal seria infringido a ellos. Leamos a Calder nuevamente:

Los Estados de Holanda, por medio de sus diputados, prometieron verbalmente que ningún daño físico debería ser infringido a ellos, ya que el Sínodo estaba siendo montado para examinar los puntos en disputa […]. Pero ellos violaron su palabra, como los príncipes católicos hicieron con John Huss. Pues, aunque hubieran hecho la promesa anterior, no les permitieron salir de Dort, ni visitar sus casas, aun en los casos de aflicciones familiares más urgentes, o en caso de muerte. […]; y finalmente, fueron prohibidos del país como criminales.    [CALDER, 1838, p. 271].

Este teatro de horrores nos hace volver a la Ginebra de Calvino. El notable investigador Dave Hunt (1926-2013), en su artículo El Lado «B» del Calvinismo escribió:

La censura de prensa fue usada y ampliada sobre los católicos y seglares: libros… con tendencias inmorales fueron prohibidos… hablar de manera irrespetuosa de Calvino o del clero era crimen. La primera violación de esas órdenes era castigada con una advertencia, violaciones posteriores con multas, persistir en la violación con prisión o prohibición de permanecer en la ciudad. La fornicación era castigada con el exilio o ahogamiento; el adulterio, la blasfemia o la idolatría con la muerte… un niño se decapitó por agredir a sus padres. En los años de 1558-1559 hubo 414 procesos por ofensas morales; entre 1542 y 1564 hubo 76 prohibiciones y 58 ejecuciones; la población de Ginebra era en la época de 20.000 personas. [HUNT, Dave. El Lado «B» del Calvinismo. p. 5.]

El poder político y el prestigio social parecen haber fomentado en la Iglesia cristiana y en algunos de sus personajes, históricamente hablando, una obsesión por la persecución e imposición de patrones doctrinarios estrictos. De acuerdo con el historiador luterano J. Kurtz (1809-1890), el liderazgo de Calvino en Ginebra inauguró «un reinado inquisitorial de terror«. Los calvinistas en Dort siguieron a Calvino en ese punto. Por supuesto, las proporciones deben observarse. Pero el espíritu de violencia es el mismo. [Citado en CHAMPLIN, vol. 1, 2008, p. 607].

Los relatos nos muestran cómo las Escrituras fueron abandonadas, y por consiguiente la piedad cristiana. No consideraron Escrituras como Zacarías 4:6 “No por fuerza, ni con espada, sino por el Espíritu, dice el Señor de los ejércitos”; 2ª. Corintios 3:17: “El Señor es el Espíritu y, donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” y Mateo 5:44 “Amad a vuestros enemigos […]” La ley del amor, signo incontestable de la más profunda espiritualidad, fue arrojada a un lado por Calvino y el Sínodo de Dort.

No incurrimos en el equívoco del anacronismo, pues no estamos retratando aquellos contextos distantes partiendo de un análisis calcado en nuestro tiempo, y sin llevar a consideración el contexto y las costumbres, pero, apuntamos aquellas atrocidades en tono de total desaprobación porque las comparamos con las Escrituras, cuyos preceptos y mandamientos son perennes. Las Escrituras son el fundamento de nuestra crítica. Aquellos cristianos tenían las Escrituras en sus manos y simplemente la desconsideraron en lo tocante, al menos, a la siguiente regla evangélica: “Lo que queréis que los hombres os hagan, hacedlo también a ellos” (Lc 6:31). Desconsideraron toda ética de la reciprocidad. ¡Eso es lo lamentable!

Después de la muerte del príncipe Mauricio de Nassau en 1625, los remonstrantes recibieron tolerancia de parte del Estado, pero no de la Iglesia Reformada. Sucediendo a su hermano Mauricio, Frederick Henry (1584-1647) concedió a los remonstrantes exiliados el derecho de regresar. En 1630 se les concedió libertad para seguir su religión en paz, para construir iglesias y escuelas. En 1795, la Iglesia Remonstrante fue oficialmente reconocida y permanece hasta el día de hoy. Así, todas las acusaciones contra los arminianos fueron suspendidas y solo quedaron en el papel. Un Seminario Teológico Remonstrante fue fundado en Ámsterdam, con Episcopio y Hugo Grocio entre sus primeros profesores. Estos sucesos post-muerte del Príncipe Mauricio de Nassau confirman que el Sínodo alcanzó los resultados esperados por los calvinistas rígidos, a saber: la prohibición de los líderes políticos arminianos y la asfixia de la libertad religiosa. Pero, más que eso: el poder político despótico logró éxito. Sobre los crímenes del príncipe Mauricio de Nassau contra los arminianos, Olson registra las siguientes palabras de un historiador moderno: “el modo de [el príncipe] Mauricio de tratar a los estadistas arminianos sólo puede ser considerado como uno de los grandes crímenes de la historia” [OLSON, Roger E. Historia de la Teología Cristiana: 2000 Años de Tradición y Reformas].  Increíblemente aún se enseña en círculos calvinistas que «Dios usó al príncipe Mauricio de Nassau»

A pesar de que los efectos del Sínodo fueron desfavorables a los arminianos, después de suspendidas las infames decisiones contra ellos, el arminianismo triunfó y los Cinco Artículos Arminianos se mantuvieron. El historiador Robert H. Nichols lo atestigua:

“Pero la enseñanza de estos fue victoriosa en Holanda y se extendió por toda Inglaterra y luego América” [NICHOLS, Robert H. Historia de la Iglesia Cristiana. 2004, p. 181].

El teólogo Francisco Lafarga Lacueva (1911-2005) comenta el alcance del arminianismo después de la fuerte y contundente resistencia del Sínodo:

Los teólogos ingleses fueron receptivos al arminianismo, incorporándolo a la teología inglesa posterior del anglicanismo, como del metodismo, lo que favoreció su divulgación universal de modo eficaz. [LACUEVA, Francisco Lafarga. Diccionario Teológico Ilustrado. P.71]

La persecución y los decretos de Dort no fueron capaces de detener al arminianismo. Cuatro provincias de Holanda, ante el apoyo popular al arminianismo, rechazaron suscribir el Sínodo. En Holanda, la evolución del arminianismo, después de Dort, fue posible debido a los esfuerzos de H. Uyttenbogaert, Episcopio, y Hugo Grocio, entre otros. Inglaterra, representada en el Sínodo, como se mencionó anteriormente, tampoco suscribió el Sínodo.
El arminianismo también triunfó en Brandemburgo, Bremen y Ginebra. La Remonstrancia fue publicada en Leiden en 1629, Frankfurt en 1631 y 1635 y fue ampliamente divulgada. Los menonitas se adhirieron al arminianismo. Las Iglesias Bautistas Generales de John Smyth y Thomas Helwys, en 1612, fueron influenciadas por el arminianismo a través de los menonitas en Ámsterdam. Movimientos restauradores como las Iglesias de Cristo, siglo XIX, también adoptaron la teología arminiana. En fin, el arminianismo echó raíces en Holanda y extrapoló fronteras. Según Kevin Jackson, un acontecimiento espectacular en medio de esa batalla política con algún sesgo eclesiástico y que oscurece las páginas de la historia eclesiástica, es la «conversión» de algunos calvinistas al arminianismo. John Hales (1584-1656), teólogo inglés; Thomas Goad (1576-1638) clérigo inglés y Daniel Tilenus (1563-1633), profesor y ex calvinista rígido negaron el calvinismo y se adhirieron al arminianismo. Pocos opositores del arminianismo clásico saben eso. Tilenus, según Calder, escribió un trabajo defendiendo a los remonstrantes de la acusación de pelagianismo. Calder cuenta que los remonstrantes eran recibidos de modo cortés por muchos teólogos extranjeros en el Sínodo, que se indignaban con el tratamiento dados a los arminianos:

Generalmente, ellos eran recibidos con mucha gentileza y cortesía por los teólogos extranjeros. Muchos de estos señores manifestaron desagrado al oír que los Remonstrantes fueron depuestos de sus ministerios, removidos de sus iglesias, mientras la causa de ellos aún estaba pendiente, o mejor, antes de ser llevados ante el Sínodo. [CALDER, 1838, p. 282].

Consideramos estos acontecimientos como resultados de la obra del viento (Juan. 3: 8) soplando de modo libre e indicando reprobación a tanta injerencia del mal en un infeliz Sínodo. Para terminar, tomamos por préstamo el lema de Calvino: Post Tenebras Lux (Después de las tinieblas, la luz)

Conclusión

Bueno, la historia es larga y, por supuesto, repleta de variantes; es evidente que este trabajo no puede abarcarlas. Pero, queda registrada esta sintética historiografía. Para cerrar este capítulo, transcribimos nuevamente las impresiones de Richard Watson, teólogo arminiano del siglo XIX, acerca del Sínodo de Dort:

El sínodo de Dort, un nudo; toda la asamblea, enferma; la conferencia, el viento; la sesión, paja. Amén.

Autor: Rodrigues Zwingliodel libro: Una Introducción al Arminianismo Clásico – Capítulo 5 – Como este material no se encuentra en español ha sido traducido solo con fines didácticos por Diarios de Avivamientos.