Contra el calvinismo – Roger Olson – Capítulo 6

Contra el calvinismo – Capítulo 6 – Por Roger Olson

Traducido al español por Gabriel Edgardo Llugdar

SÍ a la expiación, NO a la expiación limitada/redención particular

Durante una de mis sesiones de clase con oradores calvinistas, un líder de la Fraternidad de la Universidad Reformada local (RUF) preguntó a mis alumnos: «¿Cuántos de ustedes creen que Cristo murió por todos?» Yo sabía que él quería decir «por todos del mismo modo – para sufrir el castigo por sus pecados». La mano de cada estudiante se levantó. «Entonces ustedes tienen que creer que todos serán salvos; ustedes tienen que ser universalistas. ¿Cuántos de ustedes son universalistas?» Todas las manos se bajaron excepto una o dos. «Ya ven», dijo el orador, «si Cristo ya sufrió el castigo de todos por los pecados, incluido el pecado de incredulidad, entonces nadie puede ir al infierno porque sería injusto que Dios castigara el mismo pecado dos veces».

El orador estaba mencionando uno de los «ganchos» favoritos del calvinismo rígido para hacer que los jóvenes consideren incluir en su soteriología la «L» del TULIP: la Expiación Limitada. Y si alguien acepta la «L», argumentan los calvinistas, tienen que aceptar el resto del sistema. A fin de cuentas, si no todas las personas van a ser salvas, entonces Cristo murió solo por algunos –aquellos a quienes vino a salvar. ¿Quiénes serían estas personas? Los elegidos incondicionalmente por Dios. ¿Por qué ellas serían elegidas incondicionalmente por Dios? Porque son totalmente depravadas y no tienen otra esperanza más allá de la elección de Dios y la muerte de Cristo por ellas. ¿Y cómo Dios atraerá a esas personas por las cuales Cristo murió para que ellas se beneficien de su muerte? Atrayéndolas irresistiblemente hacia sí mismo. ¿Cómo podría alguien, elegido y atraído por Dios, cuyos pecados ya están pagados, perderse? Es imposible.

Inteligente planteamiento. ¿Pero eso funciona? ¿La expiación limitada, que la mayoría de los calvinistas prefieren llamar «redención particular», es bíblica? ¿Es consistente con el amor de Dios, mostrado en Jesucristo, y expresado en el Nuevo Testamento muchas veces y de muchas maneras (por ejemplo, Juan 3:16)? ¿Calvino creía en la expiación limitada? ¿Alguna persona en la historia cristiana, antes de los seguidores escolásticos de Calvino, creía en ella? ¿Es quizás más una deducción hecha a partir de la T, la U, la I y la P que una verdadera revelación? ¿Los calvinistas rígidos realmente la abrazan porque es bíblica, o la abrazan porque la lógica exige la creencia en ella y piensan que las Escrituras permiten la expiación limitada? ¿El rechazo de la expiación limitada implica que el universalismo sea una «consecuencia lógica y necesaria», como afirmó ese orador? Estas y otras preguntas serán consideradas aquí con cierto detalle.

Mi conclusión será que la expiación limitada es otro de los talones de Aquiles del calvinismo rígido. No puede ser apoyado por las Escrituras o la Gran Tradición de la fe cristiana (fuera del calvinismo escolástico después de Calvino). Ella contradice el amor de Dios, haciendo a Dios no solo parcial sino también odioso (hacia los no elegidos). Su rechazo no implica lógicamente el universalismo, y los que la defienden así lo hacen porque (piensan que) la lógica lo requiere y las Escrituras lo permiten; y no porque algún pasaje bíblico de manera clara la enseñe.

Otra de las conclusiones será que la T, la U, la I, la P del TULIP realmente exigen la L, y que los calvinistas que dicen ser de “cuatro puntos” y que rechazan la L están siendo inconsistentes. ¡Irónicamente, en esta cuestión estoy de acuerdo con todos los calvinistas rígidos de la variedad TULIP! También argumentaré que la creencia en una expiación limitada –una redención particular, imposibilita, de manera sensata,  hacer una oferta sincera del evangelio de salvación para todos indiscriminadamente. ¡Irónicamente, allí también estoy de acuerdo con los hipercalvinistas!

Finalmente, el orador calvinista de mi clase dirigió su último argumento calvinista típico, a mí y a aquellos alumnos que están de acuerdo en que la expiación no puede ser limitada: «Puede que no lo sepan, pero ustedes también limitan la expiación. De hecho, la limitan más de lo que los calvinistas lo hacen. En realidad, son ustedes los arminianos quienes creen en la expiación limitada». ¡Eso atrajo la atención de los estudiantes! Yo ya había escuchado ese argumento antes y sabía a dónde quería llegar con eso. «Limitan la expiación al robarle a ella el poder para salvar, de hecho, a alguien; para ustedes, la muerte de Cristo en la cruz solo brindó una oportunidad para que las personas sean salvas. Nosotros los calvinistas creemos que la expiación, en verdad, garantizó la salvación para los elegidos».

Aquí, como antes, objetaré a este intento y utilizaré el hechizo contra el hechicero. No estoy de acuerdo en que los no calvinistas limiten la expiación. Esta queja, frecuentemente oída, simplemente no se sustenta porque incluso Calvino no creía que la expiación salvase a alguien hasta que ciertas condiciones fuesen cumplidas, a saber, el arrepentimiento y la fe. Aunque estos sean dones de Dios para los elegidos, el resultado es que  la expiación no “salvó” más personas de lo que los arminianos (y otros no calvinistas) creen.

La doctrina calvinista de la Expiación

Hasta donde he podido comprobar, todos los verdaderos calvinistas (a diferencia de algunos teólogos reformados revisionistas) adoptan la llamada «teoría de la sustitución penal» de la expiación. Por supuesto, no creen que sea “solo una teoría”. Como muchos no calvinistas (tal como Wesley), lo consideran como la enseñanza bíblica acerca de la muerte salvífica de Cristo en la cruz. De acuerdo con esta doctrina, la muerte de Jesús fue principalmente un sacrificio substitutivo ofrecido a Dios por Jesús (es decir, para el Padre por el Hijo) como la «propiciación» por los pecados. «Propiciación» significa apaciguamiento [conciliación]. En este punto de vista, el acontecimiento de la Cruz es visto como el apaciguamiento por Cristo de la ira de Dios. Él sufrió el castigo por los pecados de aquellos a quienes Dios quiso salvar de su merecida condena al infierno. Calvino lo pone en pocas palabras:

«Esta es nuestra absolución: que la culpa que nos tenía sujetos a castigo ha sido transferida a la cabeza del Hijo de Dios (Isaías 53:12). Pues se debe tener en mente, por encima de todo, esta sustitución, para que no temamos y permanezcamos ansiosos durante toda la vida, como si aún pendiese sobre nosotros la justa venganza de Dios, la cual el Hijo de Dios ha transferido para sí.»  [1]

Calvino, y la mayoría de los calvinistas, creían que la muerte de Cristo logró más (por ejemplo, la «transmutación de la naturaleza de las cosas» o transformación de nuestra naturaleza pecaminosa[2] y el cumplimiento de la ley de Dios en nuestro lugar)[3] , pero el logro crucial de Cristo en la cruz fue el sufrimiento de nuestro castigo.

Otras teorías de la expiación surgirán en la historia cristiana, y algunas de ellas encontrarán eco en la teología de Calvino. Por ejemplo, la visión de la muerte salvífica de Cristo llamada «Christus Victor» es popular especialmente desde la publicación del clásico libro sobre la expiación, Christus Victor [4], del teólogo sueco Gustaf Aulén.  Calvino asiente con esta imagen de la muerte expiatoria de Cristo que dominó a satanás y liberó a los pecadores de la esclavitud[5],  pero su enfoque principal está en la satisfacción de Cristo de la justicia de Dios al sufrir el castigo merecido por los pecadores, de tal manera que Dios puede, de manera justa, perdonarlos. Contrariamente a muchos críticos de esta teoría de la sustitución penal, ella no se basa en una visión de Dios como sediento de sangre o como un torturador de niños. Calvino correctamente resalta el amor como el motivo de Dios al enviar a su Hijo a morir por los pecadores  [6].

Casi sin excepción, los calvinistas rígidos desde Calvino defienden firmemente esta visión de la expiación y su logro en nombre de Dios y los pecadores. No rechazan otras dimensiones de la expiación, pero esta es fundamental y crucial para toda la soteriología calvinista. Muchos no calvinistas están de acuerdo. Pero el problema que está en juego aquí es si Cristo murió de esta manera para todas las personas o meramente para algunos: los elegidos. Ningún calvinista niega la suficiencia de la muerte de Cristo en términos de valor para salvar a toda la raza humana. Lo que algunos han venido a negar es que Cristo realmente sufrió el merecido castigo por todas las personas, algo que claramente enseñaron los padres de la iglesia y la mayoría de los teólogos medievales, e incluso Lutero.

El calvinismo rígido cree y enseña que Dios solo planeó que la cruz fuera la propiciación para algunas personas y no para otras; Cristo no sufrió por todos (al menos no de la misma manera, como a John Piper le gusta especificar) sino solo por aquellos a quienes Dios ha escogido salvar. Esta es la doctrina de la «expiación limitada», o lo que algunos calvinistas prefieren llamar expiación «definida» o «particular» o «eficiente». Boettner expresa bien la doctrina: «Si bien el valor de la expiación fue suficiente para salvar a toda la humanidad, ella fue eficaz para salvar únicamente a los elegidos» [7]. Para que nadie lo malinterprete y piense que Dios  planeó la expiación para todos, pero que ella solo efectúa la salvación de aquellos que la reciben con fe (la visión de la mayoría de los evangélicos no calvinistas), Boettner dice que los no elegidos fueron excluidos de su obra por Dios: «No fue, por lo tanto, un amor general e indiscriminado del cual todos los hombres son igualmente participantes [que envió a Jesús a la cruz], sino un amor particular, misterioso e infinito para los elegidos, que hizo que Dios enviara a Su Hijo al mundo para sufrir y morir, y él murió solamente por ellos» [8].  Al igual que muchos calvinistas, Boettner alega que «ciertos beneficios» de la cruz se extienden a todas las personas en general, pero estos beneficios son simplemente «bendiciones temporales» y no alguna cosa salvífica[9].

Los no calvinistas miran afirmaciones como éstas y tiemblan. Este sería, de hecho, un «amor excéntrico» que excluye a algunas de las mismas criaturas que Dios hizo a su imagen y semejanza, de cualquier esperanza de salvación. Por otra parte, estas «bendiciones temporales», que supuestamente fluyen hacia los no elegidos desde la cruz, apenas valen la pena mencionarlas. Como señalé en el capítulo anterior, tales bendiciones, para los no elegidos,  ¡equivalen a recibir un poquito de cielo ahora para más adelante ser arrojados al infierno! Steele y Thomas, autores de  The Five Points of Calvinism, definen y describen la expiación limitada, que ellos prefieren llamar “redención particular”, de esta manera:

«El calvinismo histórico o principal ha sostenido, de manera consistente,  que la obra redentora de Cristo fue definitiva en diseño y realización –que ella tuvo por intención ejecutar plena satisfacción para ciertos pecadores específicos y que ella verdaderamente garantizó la salvación para estos individuos y para nadie más. La salvación que Cristo ganó para Su pueblo incluye todo lo que implica llevarlos a una relación correcta con Dios, incluidos los dones de la fe y el arrepentimiento.»[10]

Al igual que Boettner, estos teólogos afirman que la expiación de Cristo no fue limitada en valor sino solo en su plan [intención]. Y ellos alegan que los arminianos (y otros no calvinistas) también limitan la expiación en la forma mencionada anteriormente.[11]

Steele y Thomas reclaman apoyo para la expiación limitada en pasajes bíblicos como Juan 10:11, 14–18 y Romanos 5:12, 17–19. Sin embargo, incluso una rápida mirada a estos pasajes revela que no limitan la expiación, sino que únicamente afirman que es aplicada al pueblo de Dios. No niegan que sea para otros también [precisamente Romanos 5:18  dice Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida].

¿Qué pasa con los pasajes bíblicos que mencionan «todos» y «mundo» como 1 Juan 2:2 Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo? Steele y Thomas explican esto así:

«Una razón para el uso de estas expresiones fue para corregir la falsa noción de que la salvación era solo para los judíos… Estas expresiones pretenden mostrar que Cristo murió por todos los hombres sin distinción (es decir, murió por judíos y gentiles por igual), pero no pretende indicar que Cristo murió por todos los hombres sin excepción (es decir, Él no murió con el propósito de salvar hasta el último de los pecadores)»[12].

Una pregunta crucial que surge en respuesta a estas afirmaciones es la distinción entre el valor de la muerte expiatoria de Cristo y su plan y propósito. Aparentemente, Boettner, Steele y Thomas (y otros calvinistas que citaré) creen que la muerte de Cristo en la cruz fue un sacrificio suficiente por los pecados de todo el mundo. Entonces, ¿qué quieren decir ellos con que Cristo no murió por todas las personas? Si fue un sacrificio suficiente por los pecados de todo el mundo, incluidas todas las personas, y fue lo suficientemente valioso para todos, ¿cómo no es una contradicción decir que Cristo no murió por todos?

Al parecer, lo que al menos algunos calvinistas quieren decir es que la muerte de Cristo fue lo suficientemente grande en alcance y en valor como para que Dios perdonase a todos a causa de ella, pero Dios no la planeó para todas las personas, sino solamente para los elegidos. Pero, ¿por qué Dios causó que Jesús sufriera un castigo suficiente para todos los pecados que Dios no planeó perdonar? Y si su muerte fue un castigo suficiente para todos, ¿no implica eso que soportó el castigo de todos? Y si eso es así, entonces aunque Dios haya planeado su muerte solo para los elegidos, la acusación de que la expiación universal requeriría que todos sean salvos (porque los pecados no pueden ser castigados dos veces) retorna para asombrar a los propios calvinistas [Los calvinistas dicen que afirmar que Cristo murió por todos implicaría universalismo, sin embargo ellos afirman que la muerte de Cristo es suficiente para todos, y eso también podría implicar universalismo]. Hay algo terriblemente confuso en el corazón de las típicas afirmaciones calvinistas sobre esta doctrina.

Esta confusión se vuelve especialmente intensa cuando el teólogo y pastor calvinista Edwin Palmer ridiculiza el punto de vista de la expiación universal: «Para ellos [él tiene en mente específicamente a los arminianos, pero esto podría aplicarse a otros no calvinistas] la expiación es como un kit de supervivencia universal: hay un kit para todos, pero solo algunos agarrarán un kit… algo de su sangre [de Cristo] se desperdició: cayó al suelo». [13]

¿Pero no sería esto cierto de cualquier doctrina de la expiación que diga que fue un “sacrificio suficiente” para todo el mundo y que su valor es infinito? Parece que los defensores de la expiación limitada deberían decir que la muerte de Cristo no fue suficiente para todo el mundo y que no tiene un valor infinito por si van a acusar a los creyentes de la expiación universal de creer que parte de la sangre de Cristo fue desperdiciada (porque no todos se benefician de ella). ¿Esa afirmación, por parte de los calvinistas, de la suficiencia y valor para todos,  no equivale a lo mismo aunque digan que Dios la planeó y la destinó solo para los elegidos? Así parece.

Palmer adopta el mismo enfoque que Steele y Thomas con respecto a los pasajes universales, incluido Juan 3:16–17: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”. Según Palmer “en este pasaje, ‘mundo’ no significa cada persona… sino… personas de todas las tribus y naciones.»[14] Sobre los pasajes que dicen que Cristo murió por «todos», él dice «Todos no son todos».[15]

Palmer afirma que el hecho de que Cristo haya muerto solo por los elegidos y, sin embargo, Dios «ofrece libre y sinceramente la salvación a todos» es un «misterio fundamental».[16] Sin embargo, como mostraré, los críticos de la visión calvinista sostienen que esto no es un misterio sino una contradicción –una distinción que R. C. Sproul describe (y él rechaza las contradicciones en teología). ¿Cómo puede un calvinista, predicador del evangelio, y mucho menos Dios, decir a cualquier congregación u otra asamblea: «Dios te ama y Jesús murió por ti para que puedas ser salvo, si te arrepientes y crees en el Señor Jesucristo», sin agregar la advertencia «pero únicamente si eres uno de los elegidos de Dios»? El predicador calvinista no puede hacerlo con la conciencia tranquila.

Sproul, un calvinista particularmente convencido de la expiación limitada, llama a la doctrina «la expiación intencional de Cristo»[17]. Esto es, por supuesto, un poco falso en la medida en que se pretende expresar lo que es distinto en la visión calvinista, porque, por supuesto, todos los cristianos creen que la expiación de Cristo fue «intencional». Justo al frente, al comienzo de su exposición de esta doctrina, Sproul tergiversa e incluso caricaturiza los puntos de vista no calvinistas. Para apoyar su creencia en la expiación limitada, Sproul cita al teólogo evangélico calvinista J. I. Packer, quien escribió: «La diferencia entre ellos [puntos de vista calvinista y arminiano de la expiación] no es principalmente de énfasis, sino de contenido. Uno proclama a un Dios que salva; el otro habla de un Dios que capacita al hombre para salvarse a sí mismo».[18]

Esta es quizás la calumnia más perversa contra los no calvinistas. Ningún arminiano u otro cristiano evangélico informado cree en la auto-salvación. Sproul explica la acusación de Packer diciendo que para el calvinista, Cristo es un «verdadero salvador», mientras que para el arminiano, Cristo es solo un «potencial salvador». He demostrado la falsedad de esta interpretación de la teología arminiana en mi Teología Arminiana, Mitos y Realidades. A continuación explicaré la razón de por qué esta interpretación está equivocada.

Sproul continúa lanzando otra vieja y desgastada acusación contra la teología arminiana y cualquier teología de la expiación universal (por ejemplo, luterana). «Si Cristo realmente satisface objetivamente las demandas de la justicia de Dios para todos,entonces todos serán salvos»[19]. Aquí Sproul se basa en gran medida en la teología del teólogo puritano John Owen (1616-1683), quien fue uno de los primeros defensores dela novedad teológica de la expiación limitada [La Expiación Limitada es una novedad teológica porque nunca fue enseñada por los Padres de la Iglesia, ni siquiera por Agustín]. De acuerdo con Owen y Sproul, la expiación universal, la creencia de que Cristo soportó el castigo de todas las personas,necesariamente conduce al universalismo de la salvación. Después de todo, argumentó Owen, y Sproul le hace eco, ¿cómo puede el mismo pecado, incluida la incredulidad, ser castigado dos veces por un Dios justo?

Uno tiene que preguntarse si Sproul nunca ha escuchado la respuesta obvia a esta pregunta, o si simplemente está optando por ignorarla (vea mi respuesta más adelante en este capítulo). Basta por ahora decir simplemente que este argumento es tan fácil de desechar que hace que uno se pregunte por qué alguien lo toma en serio. Luego está el problema que mencioné anteriormente: si la muerte de Cristo fue una satisfacción suficiente para los pecados de todo el mundo, ¿cómo es que esto sea diferente de que Cristo haya verdaderamente sufrido el castigo por todos? No hay, de hecho, diferencia alguna; ¡lo primero incluye lo segundo!

Sproul lidia con el texto clásico de expiación universal (2 Pedro 3:9 El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento) pero ignora los pasajes universales igualmente importantes, 1 Timoteo 2: 5–6 (Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo); y 1 Juan 2:2 (Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo). Según él, y muchos otros que se adhieren a la expiación limitada, 2 Pedro 3:9 debe interpretarse como una referencia a la «voluntad de disposición», que es diferente de su “voluntad decretiva”[20]. En otras palabras, este versículo no expresa lo que Dios decreta ser el caso, sino lo que Dios desea que fuese el caso [Dios desea que todos sean salvos – su voluntad manifiesta- pero a la vez no quiere que todos sean salvos –su voluntad oculta-]. Si bien esa podría ser una posible interpretación de 2 Pedro 3:9 (aunque lo dudo), uno no puede interpretar 1 Timoteo 2:5–6 de esta manera, ni muchos otros pasajes universales donde se dice que Cristo da su vida por «todos» o “el mundo” o “todo el mundo”.  Sproul también sugiere que en 2 Pedro 3:9 (El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento) ese “ninguno” se refiere a los elegidos de Dios[21].  Nuevamente, por más forzada que sea esta interpretación se le puede conceder una posibilidad, sin embargo, ella no es posible como una interpretación válida para los otros textos que incluyen la palabra «todos», incluido 1 Timoteo 2:5–6 (Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo).

El estadista evangélico Vernon Grounds (1914–2010), presidente por muchos años del Seminario de Denver y autor de muchos libros de teología, menciona los siguientes pasajes universales sobre la expiación de Cristo: Juan 1:29 (El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo); Romanos 5:17-21 (…Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida…); Romanos 11:32 (Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos); 1 Timoteo 2:6 (el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo); Hebreos 2:9 (Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos) ;  1 Juan 2: 2, además, por supuesto, de 2 Pedro 3:9. Luego dice acerca de la visión defendida por Sproul y otros calvinistas de cinco puntos: «Se necesita una ingenuidad exegética, que es sino un virtuosismo aprendido para vaciar estos textos de sus significados obvios; se necesita un ingenio exegético rozando el sofisma para negar la universalidad explícita de estos textos»[22].

Esta observación es quizás la razón por la cual calvinistas como John Piper han enfatizado tanto la idea de que Cristo murió por todos, pero no de la misma manera. Dudo que eso satisfaga a Grounds o a cualquier otro crítico de la expiación limitada. Solo genera más dudas sobre el amor, la sinceridad y la bondad de Dios, así como sobre el valor delas «bendiciones temporales» que proporciona la expiación para los no elegidos, cuando en realidad ellos estarían mejor si nunca hubieran nacido.

John Piper defiende arduamente la expiación limitada y al mismo tiempo argumenta que también hay una cierta universalidad en la expiación. Este es su modo, al parecer, de resolver el dilema planteado por los pasajes que presentan la palabra «todos» ante la creencia en una redención particular, y de resolver el problema de cómo la persona que cree en la expiación limitada puede predicar a su audiencia que Cristo murió por todos. La doctrina de Piper sobre el propósito de la expiación es interesante porque ella va más allá de la habitual teoría de la sustitución penal y se adentra en algo como la teoría gubernamental. Se suele pensar que la teoría gubernamental es la típica doctrina arminiana de la expiación, aunque ni Arminio ni Wesley la enseñaron.

Según el punto de vista de la teoría gubernamental, Cristo no sufrió el castigo exacto que merecía todo ser humano, sino un castigo equivalente a ese. Esto fue formulado por el antiguo pensador arminiano Hugo Grotius (1583–1645) para resolver el problema de cómo la expiación podría ser universal y, sin embargo, no todos serían salvos. (Al igual que muchos arminianos, pienso que hay una respuesta más fácil a ese problema que desarrollar una nueva teoría de cómo la muerte de Cristo satisfizo la ira de Dios). Según Grotius, y otros que sostienen este punto de vista, el propósito principal de la expiación era defender el gobierno moral de Dios del universo frente a dos realidades: (1) nuestra pecaminosidad, y (2) el perdón de Dios de nuestra pecaminosidad. ¿Cómo puede Dios ser justo, gobernador moral del universo, y fingir no ver el pecado al perdonar a los pecadores? Él no puede serlo. Entonces Dios resuelve este dilema interno al enviar a Cristo para sufrir un castigo, exactamente como el que los pecadores merecen –pero no el castigo de ellos (que Grotius creía sería injusto y daría lugar a que todos se salvasen). Tal visión defiende la justicia de Dios cuando él perdona a los pecadores.

Piper no rechaza el punto de vista de la sustitución penal en favor de la teoría del gobierno moral, pero él realmente enfatiza el motivo del gobierno moral. Él pregunta: «¿Por qué Dios hirió [es decir, mató] a su Hijo y lo hizo sufrir?» Y luego responde: «para salvar a los pecadores, y al mismo tiempo para magnificar el valor de su gloria»[23].  Al colocar «nuestro pecado sobre Jesús y abandonarlo a la vergüenza y al tormento de la cruz», Dios «desvió su propia ira»[24]. Piper también deja en claro que la cruz es principalmente una vindicación de la Justicia de Dios para perdonar a los pecadores. Muchos de los arminianos y otros cristianos evangélicos no calvinistas, sino la mayoría, pueden dar un fuerte amén a eso. Los únicos problemas son (1) cuando Piper continúa diciendo, como lo hace ocasionalmente en los sermones, que Jesús murió “para Dios”, y (2) que el beneficio salvador de su muerte fue intencionado solamente para los elegidos. Romanos 5:8 afirma clara e inequívocamente que Cristo murió “por los pecadores”, y muchos versos ya citados, incluyendo especialmente 1 Juan 2:2, dicen que su muerte fue un sacrificio expiatorio por los pecados de todo el mundo.

Piper predica que Cristo murió tal muerte solo para algunos, los elegidos. Para ellos, y solamente a ellos, la muerte garantizó la justificación de Dios. Ella no solo la hizo posible, en verdad la logró. Es por eso, él argumenta, si Cristo murió por todos, todos serían justificados y no habría infierno. Pero entonces, ¿cómo explica Piper versos como 1 Juan 2:2 (Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo?, él lo resuelve diciendo «La expresión ‘todo el mundo’ se refiere a los hijos de Dios esparcidos por todo el mundo»[25]. Pero él también reivindica que «nosotros no negamos que todos los hombres son, en cierto sentido, los beneficiarios intencionados de la cruz»[26], y que Cristo murió por toda persona, pero no de la misma manera. «Hay muchos pasajes bíblicos que dicen que la muerte de Cristo fue diseñada para la salvación del pueblo de Dios, no para cada individuo»[27].  Luego él cita a Juan 10:15; 17:6, 9, 19; 11:51–52; y Apocalipsis 5: 9.

Es cierto que estos versículos mencionan la muerte de Cristo por «sus ovejas» y «por aquellos a quienes el Padre atrae al Hijo». Sin embargo, ni un solo versículo limita explícitamente su muerte a estas personas. Que Cristo murió por ellos [es decir las ovejas] de ninguna manera requiere que él haya muerto solo por ellos. El crítico David Allen señala acertadamente que «el hecho de que muchos versículos hablan de la muerte de Cristo por sus ‘ovejas’, ‘su iglesia’ o ‘sus amigos’ no prueba que Él no muriera por otros que no están incluidos en esas categorías».[28]  Decir que Él murió por otros de una manera diferente, no sufriendo el castigo por ellos, sino solamente proporcionando algunas vagas bendiciones temporales, difícilmente sea una explicación satisfactoria. ¿Cuál es la ventaja de estas bendiciones temporales a menos que Cristo también haya abierto la posibilidad de salvación para tales personas?

En general, la doctrina calvinista de la expiación limitada es confusa en el mejor de los casos, y descaradamente auto contradictoria y sin base bíblica en el peor de los casos.

Problemas con la Expiación Limitada / Redención Particular

Antes de que profundicemos en las innumerables y fuertes objeciones a la expiación limitada, es al menos interesante observar que el propio Juan Calvino no creía en esta doctrina. En 1979, el investigador R.T. Kendall (n. 1935) publicó un robusto argumento de que Calvino no creía en la expiación limitada: Calvino y el calvinismo inglés hasta 1649.[29]  También Kevin Kennedy utiliza la mayoría de sus argumentos, junto con otros, en un artículo titulado Was Calvin a ‘Calvinist’? John Calvin on the Extent of the Atonement (¿Calvino era un ‘calvinista’? Juan Calvino sobre el alcance de la Expiación). Siguiendo a Kendall, Kennedy admite que Calvino en ninguna parte aborda explícitamente el problema; al parecer, ni siquiera lo consideraba un problema o se hubiera alineado audazmente de un lado o del otro (¡algo que Calvino era famoso por hacer!). Pero nadie puede encontrar en los escritos de Calvino una declaración tal como «Cristo padeció el castigo por cada persona», un hecho de que los calvinistas que afirman que él creía en en la redención particular usan en su beneficio.

Sin embargo, como Kennedy entusiastamente resalta, Calvino realmente dice cosas que ninguno que creyese en la expiación limitada diría:

«Por ejemplo, si Calvino realmente profesase la expiación limitada, uno no esperaría encontrarlo intencionalmente universalizando pasajes de las Escrituras que los teólogos de la tradición reformada posterior alegan que están, a partir de una simple lectura del texto, claramente enseñando que Cristo murió solo por los elegidos. Además, si Calvino realmente creyera que Cristo murió solo por los elegidos, entonces uno no esperaría encontrar a Calvino afirmando que los incrédulos que rechazan el evangelio están rechazando una provisión real que Cristo hizo para ellos en la cruz. Ni uno esperaría que Calvino, si él es un partidario de la expiación limitada, dejase de refutar las fuertes afirmaciones de que Cristo murió por toda la humanidad cuando estaba involucrado en discusiones polémicas con los católicos romanos y otros. Sin embargo, la verdad es que Calvino hace todo esto y más.»[30]

Pero Kennedy no precisa inferir la creencia de Calvino en la expiación universal a partir de lo de lo que él no dice; proporciona muchas citas de Calvino, especialmente de sus comentarios, que son declaraciones universales irrestrictas con respecto a la expiación. Dos citas deben ser suficientes aquí. En su comentario sobre Gálatas Calvino escribió con respecto a 1:14: «[Pablo] dice que esta redención fue obtenida por la sangre de Cristo, pues por el sacrificio de su muerte todos los pecados del mundo han sido expiados.»[31]  En su comentario sobre Isaías Calvino escribió de Cristo que «sobre él fue puesta la culpa de todo el mundo»[32].  Otra vez, Calvino escribió en un sermón sobre la deidad de Cristo:

«Él [Cristo] debe ser el redentor del mundo. Él debe ser condenado, de hecho, no por haber predicado el Evangelio, sino que por nosotros él debe ser oprimido,por así decirlo, a las profundidades más bajas ysostener nuestra causa, ya que él estuvo allí, por así decirlo, en la persona de todos los malditos y de todoslos transgresores, y de aquellos que merecían la muerte eterna. Una vez que Jesucristo tiene ese oficio y lleva las cargas de todos aquellos que ofendieron a Dios mortalmente, es por eso que él se mantiene en silencio.»[33]

Después de citar numerosos pasajes de los escritos de Calvino, Kennedy concluye: «Estos pasajes proporcionan solo una muestra de los muchos lugares donde Calvino usa un lenguaje universal para describir la expiación».[34] Kennedy continúa examinando el único pasaje de Calvino que los partidarios de la expiación limitada tienden a señalar que parece probar su creencia en la doctrina: sus comentarios sobre el pasaje de cuño universal 1 Juan 2:2 en su comentario sobre esta carta. Kennedy argumenta que allí Calvino simplemente estaba tratando de evitar cualquier interpretación del versículo como enseñando que todos serán salvos al final.[35] Además, él señala acertadamente que un único pasaje, dentro de los muchos pasajes que tratan sobre el alcance de la expiación, difícilmente debería interpretarse para contradecir al resto.

¿Realmente importa si Calvino creía en la expiación universal o en la expiación limitada? No. Nadie duda que Calvino estaría firmemente a favor de los otros cuatro puntos del TULIP. Si hubiera vivido más tiempo, ¿habría encontrado su camino a la «L»? Tal vez. Ciertamente algunos de sus sucesores inmediatos lo hicieron. Sin embargo, el hecho de que Calvino aparentemente novio la expiación limitada explícitamente enseñada en las Escrituras minimiza las reivindicaciones de los calvinistas rígidos, que dicen que ella es claramente enseñada en la Biblia.

Más importante que si Calvino creía en la expiación limitada es si Pablo lo creía. ¿Hay algún versículo en las cartas de Pablo que contradiga clara e inequívocamente la doctrina de la redención particular? Yo creo lo que hay. En todas mis lecturas de literatura calvinista y anticalvinista no he encontrado ninguna mención de 1 Corintios 8:11, aunque este único versículo parezca contradecir la expiación limitada. En este pasaje, Pablo escribe al cristiano que insiste en hacer alarde de su libertad de comer carne en un templo pagano, incluso a la vista de los cristianos que tienen una conciencia más débil y que podrían «tropezar». «Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió». Claramente, Pablo está emitiendo una advertencia grave a aquellos de “fe fuerte” para que eviten ofender a las conciencias de sus hermanos más débiles. Su advertencia es que al ejercer la libertad cristiana públicamente, por sobre el legalismo, un “cristiano fuerte” puede, en verdad, hacer que una persona amada por Dios, por quien Cristo murió, sea “destruida”, se “pierda”.[36]

Ahora, si la expiación limitada fuese verdadera, la advertencia de Pablo es una amenaza vacía porque no puede suceder. Una persona por quien Cristo murió no puede ser destruida, perdida. Cristo murió solo por los elegidos, y los elegidos son atraídos irresistiblemente hacia Dios (el tema del siguiente capítulo) y serán preservados por Dios (la «P» en TULIP) sin importar lo que suceda.

Los creyentes en la expiación limitada plantean dos objeciones. Primero, lo que significa «destruido» [la RV60, y otras, traducen perder]; ¿la palabra no podría significar solamente «dañado» o «herido»? La palabra griega traducida como «destruido» es apollytai, que significa «destruir, perecer, morir». Es poco probable, si no imposible, que la palabra pueda significar cualquier otra cosa, especialmente en este contexto. Segundo, he escuchado a algunos calvinistas insistir en que solo significa «damnificar» o «herir». Pero, ¿por qué la advertencia de Pablo sería tan terrible en este caso? «Por quién murió Cristo» suena como si Pablo estuviera diciendo que esta ofensa es un asunto serio. La conjunción de «por quien Cristo murió» con «herir» simplemente no tiene mucho peso.

El sentido obvio del texto es que Pablo está advirtiendo a los cristianos, que poseen una conciencia más fuerte, que tengan cuidado de causar la completa ruina y la destrucción, en términos espirituales, de un cristiano más débil, o al menos de alguien por quien Cristo murió. Si eso es así, y estoy firmemente convencido de que ninguna otra exégesis es razonable, este versículo destruye la doctrina de la expiación limitada al demostrar que Pablo no creía en ella.

Antes de pasar a otras objeciones a la expiación limitada, quiero eliminar el argumento de que la expiación universal implica necesariamente universalismo. ¡No es así! Primero, incluso Calvino sabía que hay una diferencia entre la muerte expiatoria de Cristo en lugar de alguien, y los beneficios de esta expiación siendo aplicados en la vida de la persona para el perdón. El perdón, para Calvino, es claramente condicional; el perdón exige fe y arrepentimiento.[37] Es decir, la persona elegida no es salva en el momento en que Cristo murió por ella; esa salvación personal es una obra del Espíritu Santo a través de la Palabra cuando Dios da los dones de fe y arrepentimiento para el perdón. Incluso la regeneración ocurre simultáneamente con el arrepentimiento y no, por supuesto, cuando Cristo murió por la persona elegida.[38] Prácticamente todos los calvinistas que conozco creen que la «salvación» es la experiencia de una persona solo cuando los beneficios de la muerte de Cristo son aplicados en la vida de ella; las personas aún no están salvas en el momento en que Cristo murió por ellas.

Siendo así, el argumento de que la expiación universal implica necesariamente la salvación universal no tiene en cuenta la brecha, por así decirlo, entre la muerte de Cristo por alguien y la aplicación de sus beneficios a la vida de esa persona. Todos por quienes Cristo murió no fueron ya salvos cuando él murió. Incluso en el calvinismo de cinco puntos, la muerte de Cristo no «realiza» la salvación de las personas, sino que la «garantiza», como dicen Piper y otros. Pero incluso Piper y otros defensores de la expiación limitada están de acuerdo en que las personas por quienes Cristo murió, en el sentido de sufrir su castigo, deben tener fe para que sean salvas por la muerte de Cristo.

Creo, al igual que todos los arminianos y otros protestantes no calvinistas, que Cristo murió por cada persona humana de tal manera que garantice la salvación de ellas (Cristo garantiza que todo el que cree será salvo) sin que por ello se exija que sí o sí sean salvas (Cristo dice que el que rehúsa creer no será salvo). La apropiación subjetiva es una condición para que dicha salvación garantizada sea posesión de uno. ¿Significa eso que se desperdició algo de la sangre de Cristo? Quizás. Y eso es lo que hace que la muerte espiritual y el infierno sean tan trágicos: ellos son absolutamente innecesarios. Pero Dios, en su amor, prefería desperdiciar algo de la sangre de Cristo, por así decirlo, en lugar de ser egoísta con ella. Una analogía ilustrará mi punto aquí. Justo un día después de su toma de posesión, el presidente Jimmy Carter cumplió su promesa de campaña y garantizó un perdón total para todos los que resistieron el reclutamiento durante la guerra de Vietnam huyendo de los Estados Unidos a Canadá u otros países. En el momento en que firmó esa orden ejecutiva, cada exiliado estaba libre para regresar a casa con la garantía legal de que no sería procesado. «Todos están perdonados; regresen a casa», fue el mensaje para cada uno de ellos.

Esto le costó caro al presidente Carter; algunos creen que la ley fue tan controvertida, especialmente entre los veteranos, que ella contribuyó a su derrota ante Ronald Reagan en las próximas elecciones. Sin embargo, aunque hubo una amnistía general y un indulto, muchos exiliados eligieron quedarse en Canadá o en otros países a los que habían huido. Algunos murieron sin siquiera hacer uso de la oportunidad de volver a estar en casa con familiares y amigos. El costoso perdón no les hizo bien algún, pues él precisaba ser apropiado subjetivamente a fin de ser usufructuado objetivamente. Dicho de otra manera, aunque el perdón era objetivamente de ellos, para que pudiesen beneficiarse de él, ellos precisaban haberlo aceptarlo subjetivamente. Muchos no lo hicieron.

La afirmación de que la expiación objetiva necesariamente incluye o exige una salvación subjetiva y personal es errónea. El argumento, tan frecuentemente utilizado, al menos desde la obra de John Owen The Death of Death in the Death of Christ (La Muerte de la Muerte en la Muerte de Cristo) [39], de que Cristo o murió por todos y por lo tanto todos son salvos, o que él murió por algunos y por lo tanto algunos se salvan, es lógicamente absurdo. Simplemente ignora la posibilidad real de que Cristo sufrió el castigo por muchas personas que nunca usufructuarán de esta liberación del castigo. ¿Por qué sufriría Cristo el castigo por las personas que nunca disfrutarían de sus beneficios? Por causa del amor de Dios para todos (omnibenevolencia divina).

Aún hay otra cuestión en el argumento de Owen (y de la mayoría de los calvinistas rígidos) de que el mismo pecado no puede ser castigado dos veces. Una vez más, eso es simplemente falso. Imagine a una persona que recibe una multa de $ 1,000 por un mal comportamiento y otra persona interviene y paga la multa. ¿Qué sucede si la persona multada se niega a aceptar ese pago e insiste en pagar la multa él mismo? ¿La corte reembolsará automáticamente los primeros $ 1,000? Probablemente no. Es el riesgo que la primera persona corre al pagar la multa de su amigo por él. En una situación como esa, el mismo castigo se pagaría dos veces. No es que Dios cobre el mismo castigo dos veces; es el pecador el que rechazó la oferta gratuita de salvación, sometiéndose a sí mismo al castigo que ya fue sufrido por él. Y, como se señaló anteriormente, eso es lo que hace al infierno tan terriblemente trágico.

Entonces, hay una diferencia entre la provisión del perdón de pecados y la aplicación del perdón de los pecados. Calvino lo sabía. Sospecho que la mayoría de los calvinistas lo saben, pero tal conocimiento asume una posición secundaria ante el deseo de ellos de esgrimir el argumento de que la expiación universal exigiría la salvación universal. El teólogo arminiano Robert Picirilli (n. 1932) tiene razón cuando dice en relación con 1 Timoteo 4:10 (Que por esto también trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, el cual es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen), él dice «Que Él [Jesús] es el salvador de todos los hombres habla de provisión; que Él es el salvador especialmente de los que creen, habla de aplicación.»[40]

Muchos calvinistas han argumentado que la creencia en la expiación universal conduce al universalismo (que todas las personas serán salvas indefectiblemente). Señalan a ciertos arminianos de los siglos XVIII y XIX que formaron la base del movimiento Universalista (que más tarde se unió a la iglesia unitaria). Sin embargo, mi opinión es que el calvinismo, con su doctrina de la expiación como garantizando la salvación de manera necesaria, de suerte que todos aquellos por quienes Cristo murió deben ser salvos, conduce al universalismo. La razón es que para alguien que toma absolutamente en serio el claro testimonio bíblico del amor universal de Dios para todas las personas, y cree que la expiación necesariamente asegura la salvación, el universalismo está a solo un paso. La única forma de apartarse del universalismo es negando el amor de Dios en su sentido más pleno y verdadero o negando que la expiación necesariamente implique la salvación de la persona expiada.

Un estudio de caso en esta trayectoria desde el calvinismo al universalismo es Karl Barth, quien, estoy convencido, llegó a creer en la doctrina de la apokatastasis: que todos son o serán salvos al final. Lo hizo sin sacrificar la T, la U, la I y la P de TULIP. Él retuvo la noción calvinista errónea de que la sustitución penal necesariamente asegura la salvación subjetiva personal [41]. Una vez que llegó a creer que Cristo murió por todos sin excepción, porque Dios es «el que ama en libertad», el universalismo fue lo que, lógicamente, vino después.

Me parece, y a muchos otros no calvinistas, que cualquier persona que tenga una comprensión profunda del testimonio bíblico de Dios como revelado especialmente en Jesucristo, pero también en versículos como Juan 3:16 y 1 Juan 4: 8, deberá desistir de la redención particular y, para evitar el universalismo, de cualquier conexión necesaria entre la redención realizada y la redención aplicada. Los calvinistas de cuatro puntos, que intentan negar «L» pero se aferran al resto de TULIP, tienen que explicar por qué Cristo sufriría el castigo por los réprobos: los pecadores a los que Dios, intencionalmente, les niega la posibilidad de salvación.

La mayoría de los calvinistas rígidos, incluidos Boettner, Steele y Thomas, Sproul y Piper, creen apasionadamente en el evangelismo universal; ellos rechazan el hipercalvinismo que dice que una oferta de salvación bien intencionada no puede hacerse a todos ni por Dios ni por los predicadores. Sin embargo, como ya se indicó, existe tensión, e incluso conflicto, entre la expiación particular y el evangelismo indiscriminado. Entre otros críticos de la expiación limitada, Gary Schultz ha argumentado convincentemente que no hay sinceridad en una predicación indiscriminada del evangelio y la invitación al arrepentimiento, creer y ser salvo, si la expiación limitada fuese verdadera. «El quid de la cuestión», señala con razón:

«¿Cómo el evangelio puede ser genuinamente ofrecido a los no elegidos, si Dios no hizo ningún pago por sus pecados?… Si Cristo no pagó por los pecados de los no elegidos, entonces es imposible ofrecer genuinamente la salvación a los no elegidos, ya que no hay salvación disponible para ofrecerles. En cierto sentido, cuando el evangelio es ofrecido, los no elegidos estarían recibiendo una oferta de algo que nunca existió para que ellos, para iniciar la conversión, pudieran recibir.»[42]

Entonces Schultz deja la cuestión extremadamente clara y fácil de entenderse: «Si la expiación fue solamente para los elegidos, predicar este mensaje a los no elegidos sería, en el mejor de los casos, darles una falsa esperanza y, en el peor, una falsedad en sí mismo».[43]

Algunos calvinistas pueden responder que un predicador nunca sabe con certeza quiénes en su audiencia son los elegidos y quiénes no son elegidos, por lo que debe ofrecer la salvación a todos mientras piensa en su propia mente que solo los elegidos responderán. Pero dos cosas bloquean esa objeción. Primero, la mayoría de los calvinistas, no hipercalvinistas, creen que no solo el predicador, sino también el mismo Dios ofrece salvación a todos como una «oferta bien intencionada» (como se mencionó anteriormente como parte de una declaración de la Iglesia Reformada contra el hipercalvinismo). Ciertamente Dios sabe quiénes son los elegidos y los no electos. Entonces, ¿por qué Dios, teniendo ese conocimiento, ofrecería la salvación de manera bien intencionada a aquellos a los cuales Él no tiene ninguna intención de salvar, y por los cuales Cristo no murió? En segundo lugar, si el predicador supiera quienes son electos y quienes no lo son, ¿realmente creería que está haciendo una oferta bien intencionada al ofrecer a todos, indiscriminadamente, el evangelio de salvación?

¿Cuál es la aplicación práctica aquí? Es simplemente esto: si crees que puede haber algunos en tu audiencia que no pueden ser salvos, porque Cristo no hizo ninguna provisión para su salvación, no puedes de manera totalmente honesta predicar que todos pueden venir a Cristo a través del arrepentimiento y la fe en razón de que Cristo murió por ellos, no puedes hacer una oferta bien intencionada.  El calvinista, si es honesto, tiene que adaptar su oferta e invitación para que ella se adapte a su teología, y decir algo como esto: «Si eres uno de los elegidos de Dios, y si Cristo murió por ti, puedes ser salvo respondiendo con arrepentimiento y fe». No puedes decir indiscriminadamente: «Cristo murió por ti para que puedas ser salvo; arrepiéntete y cree para que Dios perdone tus pecados y te acepte como su hijo». Pero parece que el calvinismo está diciendo que Dios daría una oferta e invitación de segunda, por lo que el predicador también puede hacerlo [Dios estaría ofreciendo salvación inexistente a los no elegidos, y el predicador hace lo mismo y le llama “oferta bien intencionada]. Pero eso sería insincero para Dios y el predicador. El punto es que, en la medida en que el predicador cree en la expiación limitada, debe unirse a los hipercalvinistas, y no ofrecer el evangelio de salvación a todos indiscriminadamente. Además, ¿cómo la creencia en la expiación limitada puede no  limitar el evangelismo?

La alternativa a la Expiación Limitada o Redención Particular

Afortunadamente, la expiación limitada/particular no es la única opción para los cristianos que consideran lo que Cristo logró en la cruz. Una persona puede afirmar la sustitución penal, incluyendo la creencia de que Cristo cumplió la ley para todos y sufrió el castigo de todos, y también creer que las personas deben apropiarse subjetivamente de esos beneficios por fe para ser salvos. Esta fue, por ejemplo, la doctrina de John Wesley. También es la doctrina de muchos bautistas y otros que a veces aceptan ciertos puntos del calvinismo, pero no la expiación limitada (por muy inconsistente que eso pueda ser).

La gran mayoría de los cristianos a lo largo de los siglos, incluidos todos los Padres de la Iglesia (incluyendo también a Agustín) creían en la expiación universal. El gran padre de la iglesia Atanasio, muy apreciado por todos los cristianos, incluyendo ortodoxos orientales, católicos romanos y protestantes,insistió firmemente en que, con su muerte, Cristo trajo la salvación a todos sin excepción:

«Convenciéndose, pues, el Verbo de que la corrupción de los hombres no se suprimiría de otra manera que con una muerte universal, y dado que no era posible que el Verbo muriera, siendo inmortal e Hijo del Padre, tomó por esta razón para sí un cuerpo que pudiera morir, para que éste, participando del Verbo que está sobre todos, llegara a ser apropiado para morir por todos y permaneciera incorruptible gracias a que el Verbo lo habitaba, y así se apartase la corrupción de todos los hombres por la gracia de la resurrección. En consecuencia, como ofrenda y sacrificio libre de toda impureza, condujo a la muerte el cuerpo que había tomado para sí, e inmediatamente desapareció de todos los semejantes la muerte por la ofrenda de uno semejante. Puesto que el Verbo de Dios está sobre todos, consecuentemente, ofreciendo su propio templo y el instrumento corporal como sustituto por todos, pagaba la deuda con su muerte; y como el incorruptible Hijo de Dios estaba unido a todos los hombres a través de un cuerpo semejante a los de todos, revistió en consecuencia a todos los hombres de incorruptibilidad por la promesa referente a su resurrección.»[44]

Claramente Atanasio (junto con todos los Padres de la Iglesia griega y latina, como también Martín Lutero, Juan Wesley y muchos otros grandes hombres y mujeres conservadores en la historia cristiana) creía que Cristo murió por todos sin excepción, incluso sufriendo la pena por los pecados de todos. Claramente también Atanasio no creyó (como algunos pocos padres de la iglesia griega lo hicieron o especularon sobre ello siguiendo a Orígenes) en el universalismo. Él declaró claramente, para que no se malinterprete, que la salvación completa en el sentido de la vida eterna llega finalmente solo a aquellos que se arrepienten y creen, y que muchas almas se perderán para siempre porque rechazan a Cristo.

Lo que los padres griegos y casi todos los cristianos de renombre creían sobre el alcance y extensión de la expiación (hasta los seguidores escolásticos de Calvino) era que Cristo era el sustituto de todos sin excepción, de tal manera que todo obstáculo para el perdón de Dios para cada persona era removido por Su muerte. También creían que los beneficios de ese sacrificio solo se aplicarían a las personas que creen, ya sea que fuesen elegidos (Lutero y Calvino) o que elijan libremente recibir la gracia de Dios (Atanasio [y el consenso unánime de los Padres de la Iglesia], Tomás de Aquino [y la doctrina Católica], la Iglesia Ortodoxa Griega y la Copta, los anabaptistas, Wesley, etc.).

Esta ha sido la enseñanza ortodoxa de la Iglesia en todo tiempo; mientras que la expiación limitada/particular es una enseñanza anómala en la iglesia [una novedad teológica del S. XVI]. El hecho de que esta enseñanza haya existido entre los calvinistas durante mucho tiempo (¡pero solo después de Calvino!) no la hace menos anómala. Incluso algunos de los clérigos reformados que se reunieron en el Sínodo Calvinista de Dort rechazaron este punto del llamado posteriormente TULIP, al igual que lo rechazaron los Remonstrantes (arminianos). Luego, cincuenta años después, muchos puritanos de la Asamblea de Westminster que escribieron la Confesión de Fe de Westminster se opusieron a esta doctrina.[45] ¿Qué pasó? Evidentemente, que las voces más fuertes e insistentes ganaron la batalla a pesar de no tener la verdad de su lado. Hasta el día de hoy, muchos calvinistas no pueden soportar este elemento del sistema TULIP, y lo apartan y rechazan, incluso si eso los pone en conflicto con el resto de lo que creen y con sus compañeros reformados calvinistas [Como le sucedió a Spurgeon].

Roger Olson, Contra el Calvinismo. Traducido al español por Gabriel Edgardo Llugdar para Diarios de la Iglesia – 2022


[1] Calvin, Institutos 2.16.5

[2] Ibid., 2.16.6

[3] Ibid., 2.16.5

[4] Gustaf Aulén, Christus Victor: Un estudio histórico de los tres tipos principales

de la idea de expiación (Nueva York: Macmillan, 1969).

[5] Calvin, Institutos 2.16.7

[6] Ibid., 2.16.4

[7] Boettner, La Doctrina Reformada de la Predestinación , 152.

[8] Ibid., 157.

[9] Ibíd., 160

[10] Steele y Thomas, Los cinco puntos del calvinismo, 39.

[11] Ibíd.

[12] Ibíd., 46.

[13] Palmer, Los Cinco Puntos del Calvinismo

[14] Ibíd.

[15] Ibíd.

[16] Ibíd.

[17] Sproul, ¿Qué es la teología reformada?

[18] Ibíd., 163.

[19] Ibíd., 166

[20] Ibíd., 169

[21] Ibíd., 171.

[22] Vernon C. Grounds, «La gracia salvífica universal de Dios», en Grace Unlimited , ed. Clark H. Pinnock (Minneapolis: Bethany, 1975), 27.

[23] Piper, The Pleasures of God, 165.

[24] Ibíd., 165, 167.

[25] Piper, “For Whom Did Christ Die?»

[26] Ibíd.

[27] Ibíd.

[28] David L. Allen, “The Atonement: Limited or Universal?” in Whosever Will, 93.

[29] R. T. Kendall, Calvin and English Calvinism to 1649 (Oxford: Oxford Univ. Press, 1979).

[30] Kevin Kennedy, “Was Calvin a ‘Calvinist’? John Calvin on the extent of the atonement,” em Whosoever Will: A Biblical-Theological Critique of Five-Point Calvinism, ed. David L. Allen and Steven W. Lemke (Nashville, TN: Broadman & Holman, 2010), 195.

[31] Ibíd., 198

[32] ibíd.

[33] Ibíd., 199 – 200

[34] Ibíd., 200

[35] Ibíd., 211

[36] Algunos lectores pueden preguntarse acerca de la relevancia de este pasaje para lo que a veces se denomina «seguridad eterna», la perseverancia incondicional de los santos. Me parece posible interpretarlo de ambas maneras, como refiriéndose a alguien que ya es creyente y podría perder su salvación debido a la ofensa del hermano más fuerte, ocomo haciendo referencia a una persona que aún no es cristiana (pero por quien Cristo murió) que puede ser apartado o alejado por la ofensa.

[37] Calvino, Institutos 3.3.19

[38] Ibíd., 3.3.9

[39] Muchas ediciones de este libro de John Owen (1616–1683) están disponibles, como: La muerte de la muerte en la muerte de Cristo , ed. J.I. Packer (Londres: Banner of Truth Trust, 1963).

[40] Picirilli, Grace, Faith, Free Will, 136. [En español: Picirilli, Gracia, Fe & Libre albedrío].

[41] Para un análisis detallado y minucioso del movimiento de Barth del calvinismo de cinco puntos al universalismo, ver g. C. Berkouwer, The Triumph of Grace in the Theology of Karl Barth (El triunfo de la gracia en la teología de Karl Barth) (Grand Rapids: Eerdmans, 1956). Si bien Berkouwer no acusa a Barth de un descarado universalismo, sí indica que la salvación universal está implícita en la doctrina de la elección de Barth. Estoy de acuerdo con esa evaluación.

[42] Gary L. Schultz, Jr., “Why a Genuine Universal Gospel Call Requires an Atonement That Paid for the Sins of All People,” (Por qué un llamado universal genuino al Evangelio require una expiación que paga por los pecados de todas las personas) Evangelical Quarterly 82:2 (2010): 122.

[43] Ibíd., 115

[44] Atanasio de Alejandría, La Encarnación del Verbo II.9.  Editorial Ciudad Nueva, p. 55-56

[45] Para estos hechos históricos, vea Allen, “The Atonement: Limited or Universal?” 67 – 77.

Atanasio y la Expiación Ilimitada

“Atanasio de Alejandría (295-373), llamado también «el grande», es la gran figura de la Iglesia del siglo IV. Por su defensa de la fe de Nicea, en la divinidad del Verbo encarnado, se le ha llamado el «Padre de la ortodoxia» y la «columna de la Iglesia». Su influencia en la historia de la teología y en la vida de la Iglesia fue decisiva. Constituye el honor más preclaro de la sede patriarcal de Alejandría. Fue el tipo del verdadero «hombre de Iglesia», sin más intereses que los de Jesucristo y los de su plan de salvación sobre los hombres.» [ATANASIO, La Encarnación del Verbo. Ed. Ciudad Nueva, Introducción, p. 5]

 

Extractos de la obra de Atanasio La Encarnación del Verbo 

 

I. 7. Puesto que es el Verbo del Padre y está por encima de todos, consecuentemente solo él era capaz de recrear el universo y sólo él era apropiado para padecer por todos y ser mensajero de todos ante el Padre.

II. 8. Por esta razón el incorpóreo e incorruptible e inmaterial Verbo de Dios aparece en nuestra tierra; no es que antes hubiera estado alejado, pues ninguna parte de la creación estaba vacía de él, ya que él llena todos los seres operando en todos en unión con su Padre. Pero en su benevolencia hacia nosotros condescendió en venir y hacerse manifiesto. Pues vio el género racional destruido y que la muerte reinaba entre ellos con su corrupción; y vio también que la amenaza de la transgresión hacía prevalecer la corrupción sobre nosotros y que era absurdo abrogar la ley antes de cumplirla; y vio también qué impropio era lo que había ocurrido, porque lo que él mismo había creado, era lo que perecía; y vio también la excesiva maldad de los hombres, porque ellos poco a poco la habían acrecentado contra sí hasta hacerla intolerable; y vio también la dependencia de todos los hombres ante la muerte, se compadeció de nuestra raza y lamentó nuestra debilidad y, sometiéndose a nuestra corrupción, no toleró el dominio de la muerte, sino que, para que lo creado no se destruyera ni la obra del Padre entre los hombres resultara en vano, tomó para sí un cuerpo y éste no diferente del nuestro.

Y así, tomando un cuerpo semejante a los nuestros, puesto que todos estamos sujetos a la corrupción de la muerte, lo entregó por todos a la muerte, lo ofreció al Padre, y lo hizo de una manera benevolente, para que muriendo todos en él se aboliera la ley humana que hace referencia a la corrupción (porque se centraría su poder en el cuerpo del Señor y ya no tendría lugar en el cuerpo semejante de los hombres), para que, como los hombres habían vuelto de nuevo a la corrupción, él los retornara a la incorruptibilidad y pudiera darles vida en vez de muerte, por la apropiación de su cuerpo, haciendo desaparecer la muerte de ellos, como una caña en el fuego, por la gracia de la resurrección.

9. Convenciéndose, pues, el Verbo de que la corrupción de los hombres no se suprimiría de otra manera que con una muerte universal, y dado que no era posible que el Verbo muriera, siendo inmortal e Hijo del Padre, tomó por esta razón para sí un cuerpo que pudiera morir, para que éste, participando del Verbo que está sobre todos, llegara a ser apropiado para morir por todos y permaneciera incorruptible gracias a que el Verbo lo habitaba, y así se apartase la corrupción de todos los hombres por la gracia de la resurrección. En consecuencia, como ofrenda y sacrificio libre de toda impureza, condujo a la muerte el cuerpo que había tomado para sí, e inmediatamente desapareció de todos los semejantes la muerte por la ofrenda de uno semejante. Puesto que el Verbo de Dios está sobre todos, consecuentemente, ofreciendo su propio templo y el instrumento corporal como sustituto por todos, pagaba la deuda con su muerte; y como el incorruptible Hijo de Dios estaba unido a todos los hombres a través de un cuerpo semejante a los de todos, revistió en consecuencia a todos los hombres de incorruptibilidad por la promesa referente a su resurrección. 

10.  En verdad, era especialmente conveniente a la bondad de Dios esta gran obra. Pues si un rey ha construido una casa o una ciudad y los ladrones la atacan por la negligencia de sus habitantes, él no la abandona en absoluto, sino que como obra propia la defiende y la salva, no preocupándose de la negligencia de sus habitantes, sino de su propio honor. Con mucha más razón Dios, el Verbo del Padre absolutamente bueno, no descuidó la estirpe de los hombres que él había creado y que se encaminaba a la corrupción, sino que con la ofrenda de su propio cuerpo borró la muerte que les había afectado y corrigió su negligencia con su enseñanza y reformó toda la condición humana con su poder. Pueden ratificar esto también los teólogos que hablan del propio Salvador, si se leen sus escritos donde dicen: Pues el amor de Cristo nos fuerza, cuando juzgamos esto, a pensar que si uno murió por todos, entonces todos murieron; y murió por todos, para que nosotros ya no vivamos por nosotros mismos, sino por él, que murió y resucitó por nosotros de entre los muertos, nuestro Señor Jesucristo [2 Cor 5:14-15]. Y de nuevo: Vemos al que fue hecho un poco inferior a los ángeles, Jesús, coronado de honor y gloria por la pasión de su muerte, para que, por la gracia de Dios, degustara la muerte por todos [Heb 2:9].  

11. Dios, que posee el dominio sobre todas las cosas, cuando creó la estirpe de los hombres a través de su propio Verbo, observó la debilidad de su naturaleza, que no era capaz de conocer por sí misma a su creador ni de hacerse en absoluto una idea de Dios. De hecho Dios es increado, mientras que las cosas han sido creadas de la nada, y es incorpóreo, mientras que los hombres han sido modelados aquí abajo en un cuerpo; así pues vio que era total el abandono de las criaturas hacia la compresión y el conocimiento del hacedor. Se compadeció de nuevo del género humano, porque era bueno, y no los dejó vacíos de su conocimiento, para que no tuvieran una existencia inútil. Pues, ¿qué provecho habría para las criaturas, si ellas no conocían a su propio creador? ¿Cómo serían racionales, si no conocían al Verbo del Padre, en el que además habían nacido? Pues nada podría distinguirlos de los animales irracionales, si no conocían nada más que las cosas terrenales. Y además, ¿por qué Dios los había creado, si no quería ser reconocido por ellos?

13. Dado que los hombres se comportaban de una manera tan irracional y que el error demoníaco arrojaba por todas partes su sombra y ocultaba el conocimiento del verdadero Dios, ¿qué debía hacer Dios?; ¿callar ante cosas tales y abandonar a los hombres, para que fueran engañados por los demonios no conocieran a Dios? Pero entonces, ¿qué necesidad habría habido de que el hombre naciera desde un principio a imagen de Dios? O bien debía haber nacido simplemente como un ser irracional, o una vez nacido racional, no vivir la vida de los seres irracionales. ¿Qué necesidad había en absoluto de que él alcanzara el conocimiento de Dios desde un principio? Pues si ahora no es digno de alcanzarlo, no era preciso que se le hubiera dado en el principio.

15. Los hombres volvieron la espalda a la contemplación de Dios y, como hundidos en un abismo, tenían sus ojos dirigidos hacia abajo, buscaban a Dios en la creación y en las cosas sensibles, colocando a hombres mortales y a demonios como dioses para sí. A causa de esto, el benevolente y común Salvador de todos, el Verbo de Dios, tomó para sí un cuerpo, vivió como un hombre entre los hombres y sometió los sentidos de todos los hombres, para que los que piensan que Dios está en las cosas corporales, comprendan la verdad mediante las obras que el Señor realiza a través de las acciones de su cuerpo, y a través del él tomen conocimiento del Padre.

16. Pues el Verbo se despliega en todas partes, arriba y abajo, en la profundidad y en la superficie; arriba, en la creación; abajo, en la encarnación; en la profundidad, en el infierno; en la superficie, en el mundo. Todo está lleno del conocimiento de Dios; por esta razón no realizó, inmediatamente después de su venida el sacrificio por todos entregando su cuerpo a la muerte, y haciéndolo resucitar para hacerse por ello invisible, sino que se hizo visible a través de éste, permaneciendo en él y realizando tales obras y dando tales señales que lo hacían conocer ya no como hombre, sino como el propio Dios Verbo.

V.20.  Pero quedaba todavía por pagar la deuda de todos, pues, como he dicho anteriormente, todos debían morir y ésa fue la causa principal de su venida entre nosotros. Después de haber mostrado su divinidad con sus obras, le faltaba ofrecer el sacrificio por todos entregando a la muerte el templo de su cuerpo, a fin de hacer a todos independientes y libres de la antigua transgresión; allí se revelaría superior a la muerte, mostrando en su propio cuerpo incorruptible las primicias de la resurrección universal. […] La muerte era necesaria y debía ocurrir por todos, para pagar la deuda de todos. Por esto, como he dicho ya, dado que el Verbo no podía morir (pues era inmortal), tomó para sí un cuerpo que pudiera morir, a fin de ofrecerlo por todos como su bien propio y, sufriendo por todos los hombres en este cuerpo en el que había venido, reducir a la nada al que detenta el poder de la muerte, es decir, al diablo y librar así a los que, por temor a la muerte, estaban durante toda su vida sometidos la esclavitud [Heb 2:14-15]. 

21. Por esta razón murió por la redención de todos, pero no conoció la corrupción», pues resucitó intacto, porque el cuerpo no era de ningún otro, sino de la vida misma.

22. El Señor se cuidaba especialmente de la resurrección que iba a operar en su cuerpo; mostrarla a todos era el trofeo de su victoria sobre la muerte y era obra suya convencer a todos de que la corrupción había cesado y de que se había reconquistado la incorruptibilidad de los cuerpos, de la cual ofrecía a todos, como prueba y muestra de que la futura resurrección sería universal, la incorruptibilidad de su propio cuerpo.

25. Además, si la muerte del Señor es una redención para todos y esta muerte abate el muro de separación y llama a los gentiles, ¿cómo nos habría llamado, si no hubiera sido crucificado? Pues únicamente es en la cruz donde se muere con las manos extendidas. Era, además, conveniente que el Señor sufriese esa muerte y extendiese las manos: con una atraería al pueblo antiguo, con la otra a los gentiles y reuniría a ambos en sí. El mismo lo ha dicho al indicar qué muerte utilizaría para redimir a los hombres: Cuando sea elevado, atraeré a todos hacia mí [Jn 12:32]… Pues el Verbo mismo no tenía necesidad de que se le abriesen las puertas, puesto que es el Señor de todo; ninguna de las criaturas estaba cerrada a su creador; pero éramos nosotros quienes teníamos necesidad de él y él nos ha elevado por medio de su propio cuerpo. Para todos lo ha ofrecido a la muerte y por él nos ha franqueado el camino que sube a los cielos.

VI.32. Por tanto, puesto que los demonios lo reconocen y sus obras dan testimonio de él cada día, debería ser evidente (y nadie debería resistir impúdicamente a la verdad) que el Salvador ha resucitado su propio cuerpo y que es el verdadero Hijo de Dios, del cual procede como el propio Verbo nacido del Padre, su Sabiduría y su Poder, quien en estos últimos tiempos ha tomado un cuerpo para la salvación de todos, ha enseñado a toda la tierra el conocimiento de su Padre, ha reducido la muerte a la nada, ha otorgado a todos la gracia de la inmortalidad por la promesa de la resurrección, resucitando su cuerpo como primicia de ésta y mostrando en el signo de la cruz el trofeo de su victoria sobre la muerte y sobre su corrupción.

VII.36. ¿Cuál es, pues, aquel de entre los santos profetas o los antiguos patriarcas que ha muerto en la cruz para la salvación de todos? ¿Quién ha sido herido y llevado a la muerte para la curación de todos?

37. ¿Quién entre aquellos de los que da testimonio la Escritura ha tenido las manos y los pies clavados, ha sido colgado del madero y ha muerto en la cruz para salvación de todos?… Pero aquel del que las Escrituras anuncian que sufre por todos, no es simplemente un hombre, sino que se dice que es la vida de todos, aunque sea por naturaleza semejante a los hombres… No se encuentra en las Escrituras ningún otro más que el común Salvador de todos, el Dios Verbo, nuestro Señor Jesucristo… Su muerte ha ofrecido la salvación a todos y la creación entera ha sido redimida. El es la vida de todos y él es quien, igual que una oveja, entregó su cuerpo a la muerte, como víctima por la salvación de todos, aunque los judíos no quieran creerlo.

40. Pero si, como vemos, no tienen ya ni rey, ni profeta, ni Jerusalén, ni sacrificio, ni visión, sino que toda la tierra está llena del conocimiento de Dios, y los gentiles abandonan su impiedad para creer en el Dios de Abraham mediante el Verbo, nuestro Señor Jesucristo, debería ser evidente, incluso para los más impúdicos, que Cristo ha venido, que ha iluminado absolutamente a todos los hombres con su luz y que ha impartido la verdadera y divina enseñanza acerca de su Padre.

VIII. 43.¿ Qué hay, pues, de extraño para nosotros en decir que, vagando la humanidad a la deriva, ha venido el Verbo a asentarse en ella y ha aparecido como un hombre, para salvarla de la tempestad con su guía y su bondad?

Recopilación de textos y publicación: Gabriel Edgardo Llugdar, para Diarios de Avivamientos 2019

Agustín y la Expiación Ilimitada

Expiacion Ilimitada o limitada

La mayoría de estos textos de Agustín surgen de sus controversias con los pelagianos, aunque mucho de la discusión gira en torno a los niños, no debatiremos acerca de ello pues ese no es el tema que hoy estamos tratando. Lo que hoy deseamos saber es cual es la postura de Agustín ante la pregunta: ¿Cristo murió por todos? y en esta lucha contra los pelagianos deja en claro cual es su opinión del tema:

“Me acusas por sostener que «todos los niños del mundo, por los que Cristo murió, son obra del diablo, nacidos marcados y culpables desde el momento de su concepción». No, los niños, en cuanto a su naturaleza, no son obra del diablo; pero, por su astucia, el diablo los hizo, en su origen, culpables. Por eso Cristo, como tú mismo confiesas, murió también por los niños; ellos, como todos, tienen derecho a la sangre derramada por Cristo para perdón de los pecados”. [Agustín. Réplica a Juliano. Libro III.XXV.58. Escritos Antipelagianos 3º. BAC]

“Luego ¿quién osará defender que sin esta regeneración se salvan los niños para siempre, como si Cristo no hubiera muerto por ellos? Porque Cristo murió por los impíos [Romanos 5:6]. Como, por otra parte, es evidente que estas criaturas no han cometido ninguna impiedad con su vida propia, si tampoco tienen ningún vínculo de pecado original, ¿cómo murió por ellos el que murió por los impíos? [Agustín. Consecuencias y Perdón de Los Pecados. Libro I.XVIII.23.]

Comentando Agustín sobre el texto: Si no comiereis mi carne y bebiereis mi sangre, no tendréis vida en vosotros [Juan 6:53] dice:

“Pues si no se atiende a la intención de Cristo, sino a la materialidad de las palabras, podría parecer que éstas sólo iban dirigidas a los presentes, que hablaban con el Señor, pues no dice: El que no comiere, sino: Si no comiereis. ¿Cómo se explica entonces lo que allí mismo les dice hablando del mismo argumento: El pan que yo daré es mi carne para salvación del mundo? [Juan 6:51]. Por estas palabras entendemos que también nos pertenece a nosotros este sacramento, aun cuando no existíamos cuando así hablaba, pues no podemos considerarnos extraños al siglo, por cuya vida derramó Cristo su sangre. Pues ¿quién duda que con el nombre de siglo comprende a los hombres que naciendo vienen a este mundo? A este propósito dice también en otra parte: Los hijos de este mundo engendran y son engendrados. Luego también por la vida de los párvulos se ofreció la carne que fue dada por la vida del siglo; y si no comen la carne del Hijo del hombre, tampoco ellos tendrán vida”.    [Consecuencias y Perdón de los Pecados. Libro I.XX.27]

La venida de Cristo como Médico es necesaria a los enfermos, no a los sanos, porque no vino a llamar a los justos, sino a los pecadores; en su reino sólo entrará quien hubiere renacido por el agua y el Espíritu, ni fuera de su reino poseerá la salvación y la vida eterna. Pues el que no comiere su carne y el que no cree al Hijo, no tendrá vida, sino la cólera de Dios gravita sobre él. De este pecado, de esta enfermedad, de esta ira de Dios, de la que naturalmente son hijos aun los que no teniendo pecados personales por razón de la edad, sin embargo contraen el de origen, sólo liberta el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo [Juan 1:29]; sólo el Médico, que no vino por los sanos, sino por los enfermos; sólo el Salvador, de quien se dijo al género humano: Os ha nacido hoy el Salvador [Lucas 2:11]; sólo el Redentor, con cuya sangre se borran nuestras deudas.” [Consecuencias y Perdón de los Pecados. Libro I.XXIII.33.]

En el siguiente texto se interpreta el pasaje donde Cristo habla de sus ovejas.  Afirma Agustín que cualquiera puede ser oveja por el bautismo.

Aunque he traído algunos pasajes del evangelio de San Juan, examina también éstos. San Juan Bautista dice de Él: He aquí el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo. Y el mismo Cristo asegura de sí mismo: Los que son de mis ovejas, oyen mi voz; y yo las conozco a ellas y me siguen, y doy la vida por ellas, y no perecerán eternamente [Juan 10:27-28]. Como los niños comienzan a ser ovejas de Cristo por el bautismo, si no lo reciben, perecerán sin duda, porque no tendrán la vida eterna que dará Él a sus ovejas” [Consecuencias y perdón de los pecados, y el bautismo de los niños. I.XXVII.40. Traductor: P. Victorino Capánaga]

¿Implica la expiación ilimitada un universalismo? Agustín no tenía conflicto con ello, el que Cristo haya muerto por todos no significa que todos sin excepción vayan a salvarse; sino solamente aquellos que se amparan en la gracia de Cristo.

“Y esta expresión todos no debe entenderse como si todos los que nacen de la carne del pecado alcanzasen sin excepción la limpieza que obra la carne que lleva la semejanza de la carne de pecado, porque la fe no es de todos. […] No hay, pues, reconciliación sin el perdón de los pecados, por la sola gracia del misericordiosísimo Salvador, por la única víctima del verdaderísimo Sacerdote; y así todos los hijos de Eva, que creyó a la serpiente, hasta ceder a los apetitos corrompidos, no obtienen la liberación del cuerpo de muerte sino por el Hijo de la Virgen, que creyó al ángel para que concibiese virginalmente.”    [Consecuencias y perdón de los pecados, y el bautismo de los niños. I.XXVIII.55,56]

Por último, en su Opúsculo Réplica a Juliano, obra que quedó inacabada por la muerte de Agustín, es más contundente su postura hacia el tema e insta al pelagiano Juliano de Eclana que deje de tergiversar las palabras de Pablo:

«Si, en tu sentir, el Apóstol enseña que los niños no tienen pecado, ¿por qué, en sentencia del Apóstol, están muertos? Porque tú admites también que por ellos murió Cristo: Uno murió por todos; luego todos estábamos muertos; y por todos murió. ¡Oh Juliano!, esto lo dijo el Apóstol, no Agustín; o mejor, el mismo Cristo por boca del Apóstol. ¡Frena tu fanfarronería, inclina ante Dios tu frente!» [Réplica contra Juliano – Obra Inacabada – Libro II.133 Obras Antipelagianas]

Explica, si puedes, el sentido de esta frase: Uno murió por todos, y atrévete a decir que Cristo no murió por todos los muertos; al momento te trituraría el Apóstol y reprimiría tu audaz insolencia con su conclusión lógica: Luego todos estamos muertos. No alabes al Apóstol, no lo interpretes si no quieres oírle decir: Si uno murió por todos, luego todos murieron. Por todos estos pasó el pecado, y en todos murieron se encuentran incluidos los niños, por los que también murió Cristo; por todos murió, pues todos pecaron. Argumenta como quieras, tergiversa a placer las palabras del Apóstol hasta adulterar su sentido; no conseguirás demostrar que los niños están inmunes de la muerte que viene por el pecado; porque no te atreves a negar que por ellos murió Cristo.” [Réplica contra Juliano – obra inacabada- Libro II.175]

8. Gracias a esta acción mediadora, adquiere la reconciliación con Dios la masa entera del género humano, alejada de él por el pecado de Adán. Por Adán entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así pasó a todos los hombres, quienes pecaron todos en él. ¿Quién podría verse libre de esto? ¿Quién se distinguiría pasando de esta masa de ira a la misericordia? ¿Quién, pues, te distingue? ¿Qué tienes que no hayas recibido? No nos distinguen los méritos, sino la gracia. En efecto, si fueran los merecimientos, sería algo debido; y, si es debido, no es gratuito; y, si no es gratuito, no puede hablarse de gracia. Esto lo dijo el mismo Apóstol: Si procede de la gracia, ya no de las obras; pues, de lo contrario, la gracia dejaría de ser gracia. Gracias a una sola persona, nos salvamos los mayores, los menores, los ancianos, los hombres maduros, los niños, los recién nacidos: todos nos salvamos gracias a uno solo. Uno solo es Dios, y uno solo también el mediador entre Dios y los hombres: el hombre Cristo Jesús. Por un hombre nos vino la muerte, y por otro la resurrección de los muertos. Como en Adán morimos todos, así también en Cristo seremos vivificados todos. 9. Quizá aquí me salga alguien al encuentro, diciéndome: « ¿Cómo todos? ¿También quienes han de ser enviados al fuego, quienes van a ser condenados con el diablo y atormentados en el fuego eterno? ¿Cómo dices una y otra vez que todos?» Porque a nadie le llegó la muerte sino por Adán y a nadie le llega la vida sino por Cristo. Si hubiera habido otro que nos hubiese conducido a la muerte, no todos habríamos muerto en Adán; si hubiese otro por el que pudiésemos llegar a la vida, no todos seríamos vivificados en Cristo.”    [Sermones, 293.8-9]

Artículo y recopilación de textos: Gabriel Edgardo LLugdar Diarios de AvivamientosSerie Patrística – 2018

 

Expiación Limitada ¿Cristo murió por todos?

Elección, Expiación Limitada y breves fundamentaciones bíblicas – Capítulo 6 – del libro: Una Introducción al Arminianismo Clásico

Dios ha decretado salvar a aquellos que irán a creer en Jesucristo y perseverar en la fe; dejando en el pecado a los incrédulos para ser condenados. Artículo 1
Jesucristo murió por todos los hombres, proporcionando redención para aquel que cree en él.
 Artículo 2

Introducción

A partir de este capítulo pasamos a una discusión de los Cinco Artículos Remonstrantes presentados en el capítulo cuatro. Allí nos propusimos, por una breve incursión historiográfica, explicar qué y cuáles son los Artículos; la finalidad de la elaboración de ellos y el impacto causado en los jefes de las Provincias Unidas y en los calvinistas. Ya aquí, y en los capítulos siete y ocho, asociaremos cada artículo a Arminio y, brevemente, los sostendremos con análisis bíblicos.

1. Artículo Primero: Dios elige o reprueba sobre la base de la fe o en la incredulidad previstas.

En lo que se refiere a este artículo, los remonstrantes se fundamentaron en las siguientes palabras de Arminio:

Dios determinó salvar y condenar a ciertas personas en particular. Este decreto tiene su fundamento en el pre-conocimiento de Dios, por el cual él conoció desde toda la eternidad a aquellos individuos que, por medio de su gracia preveniente [precedente], creerían y perseverarían por medio de su gracia subsecuente, de acuerdo con la administración anteriormente descrita de aquellos medios que son adecuados y propios para la conversión y la fe; y, por ese mismo pre-conocimiento, él semejantemente conoció a aquellos que no creerían y perseverarían. [ARMINIUS, Vol. 1, p. 170].

Se desprende de este comentario la idea de la salvación del hombre no porque él es un elegido, sino porque recibe a Cristo como Señor y Salvador y así se torna un elegido. No existe selección de algunas personas para la salvación ni para la condenación. La elección es condicional a la respuesta del hombre y depende de la presciencia divina que anticipa la fe. Es teniendo por base la presciencia, que Dios predestina o elige individuos para la salvación o la perdición. Arminio negó la doctrina de la elección incondicional, que es incompatible con el carácter de Dios. Podemos señalar como ejemplo de esta incompatibilidad la negación de la omni-benevolencia de Dios. Dios es todo-amoroso y por eso ama a todos (Juan 3:16, Romanos 5: 8, Romanos 8: 35,38-39, 2ª. Corintios 5:14, Tito 3: 4-5, 1ª. Juan. 4:7-8, 10). Elegir arbitrariamente unos para la salvación y otros para la condenación niega aquel atributo moral divino. Los Remonstrantes se hicieron eco de Arminio conforme el artículo 1º –Dios ha decretado salvar a aquellos que irán a creer en Jesucristo y perseverar en la fe; dejando en el pecado a los incrédulos para ser condenados.

En respuesta al artículo remonstrante, el Sínodo de Dort concluyó:

Esta elección no se basa en la fe prevista, en obediencia de fe, santidad o cualquier buena calidad o disposición, que sería una causa o condición previamente requerida al hombre para ser escogido.

La respuesta calvinista no hace justicia a 1ª Pedro 1: 2 “elegidos, según la presciencia de Dios Padre […]” La prognosis (presciencia) divina sabe de antemano (Romanos 8:29) quien responderá con arrepentimiento y fe a la obra del Espíritu Santo en el momento de la predicación del Evangelio. En ese instante, efectivamente, se da la elección.
El arminianismo clásico cree en una elección incondicional, pero, eso en lo tocante al pueblo de Dios. En cuanto a personas específicas, la elección es siempre condicional al uso que los hombres hacen de los medios de gracia. La doble predestinación calvinista es un terror para aquellos que, conocedores de tal doctrina, viven preguntándose si son o no elegidos. Ella es irreconciliable con el Dios que es amor (1ª Juan 4: 8) Calvino enseñó la doble predestinación:

Dios ordenó desde la eternidad a quien quiere abrazar en amor y ejerce su ira contra quien quiere”. [CALVINO, I.R.C. Vol.3] Así se niega la universalidad del amor de Dios. En Calvino, la gloria de Dios reemplaza el amor de Dios. La doble predestinación es tan chocante que Calvino, según Calder, exclamó: “¡decretum horribile!” [En latín horribile no significa horrible, significa ‘lo que inspira reverencia’. Sin embargo, la teoría es horrible y causa espanto] Tillich, citando a Calvino, señala: “[…] ¡se trata de un decreto horrible, confieso!” [TILLICH, Paul. História do Pensamento Cristão. São Paulo: ASTE, 2007. p. 265] Hay calvinistas que niegan la doble predestinación, pero sus argumentos no pasan de puntuaciones semánticas. Inexorablemente, el decreto de salvar algunos lleva al decreto de condenar a otros.

El artículo remonstrante en cuestión, se condice más con el carácter de Dios y da a la humanidad el consuelo de que aun estando todos perdidos, el sacrificio alcanza a aquellos que por fe reciben al Hijo como Señor y Salvador. Jesús es el elegido, y en él Dios elige a aquellos que Él previó que expresarían fe en su Hijo, después del arrepentimiento de los pecados. La doctrina de la elección en la perspectiva arminiana clásica es la única que puede presentar a Dios como siendo bueno, amable y justo. Sólo ella hace de la presentación del Evangelio una oferta sincera, pues de hecho, es para todos, llamándolos sinceramente (serio vocantur).

Los remonstrantes dijeron lo siguiente en el Sínodo de Dort: “Aquel que Dios llama para salvación, Él llama sinceramente (serio vocat), es decir, con intención sincera y deseo de salvar completamente, sin hipocresía.” Esto porque los remonstrantes creían en la elección condicional y no en la doble predestinación calvinista. En este último caso, ¿cómo anunciar sinceramente el Evangelio para quien de ningún modo, por determinación divina, podrá experimentar los beneficios de su poder? Algunas razones que hacen del sistema arminiano clásico un portador del anuncio bien intencionado del Evangelio son las siguientes:

• La oferta del Evangelio es universal;
• Dios desea que los oyentes (todos) del Evangelio sean salvos;
• La elección es condicional y la expiación es ilimitada;
• La predicación del Evangelio es gracia para todos los perdidos.

Por estas razones, es claro que sólo el arminianismo clásico puede anunciar el contenido de Ezequiel 33:11, 1ª Timoteo 2:4, 4:10, Tito 2:11, 2ª Pedro 3: 9; sin incurrir en una actuación fingida, [predicarle a alguien el Evangelio, sin estar seguro de que Cristo murió por él, no es una predicación sincera, es una mera actuación]. Aunque los Cánones de Dort, en el capítulo II, artículo 5º, defiendan que el mensaje del Evangelio predicado por los calvinistas sea bien intencionado, discrepamos de esta defensa, pues afirmar que Dios desea salvar a todos, conforme a las Escrituras arriba mencionadas, cuando en realidad Él sólo salvará a los elegidos, no pasa de ser un juego de escena. Es contradictorio creer en las doctrinas de la elección incondicional y expiación limitada y al mismo tiempo enseñar que “la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres” (Tito 2:11). Tanto el calvinismo supralapsariano, como el infralapsariano, caen en esa contradicción al intentar armonizar esas doctrinas. El calvinista Herman Hoeksema (1886-1965) censura:

Ellos profesan creer que la expiación es limitada, y que Cristo murió sólo por los elegidos; aun así, por el otro lado, también insisten en que Dios sinceramente tiene buena intención en la oferta de la salvación a todos los hombres. [HOEKEMA, Anthony. Salvos Pela Graça. Cultura Cristã, 2011, p. 81]

Este es un caso de duplipensar, concepto pensado por el escritor inglés George Orwell (1903-1950) y que significa mantener en la mente dos creencias contradictorias. Anthony Hoekema reconoce:

Una vez que la Biblia enseña tanto la elección eterna como la buena intención de la vocación del evangelio, seguiremos manteniendo nuestra creencia en ambas doctrinas, aunque no podamos reconciliarlas en nuestra mente finita. [Ibid. p. 87]

Bueno, ese es un conflicto innecesario, pues las Escrituras no concuerdan con la expiación limitada ni con la elección incondicional. Eso es sufrir mentalmente por nada. Por otra parte, el teólogo calvinista Vincent Cheung dijo que ese intento de conciliación, innecesaria, es creer como un calvinista y predicar como un arminiano. En otras palabras, él está diciendo: “bájese del muro”.
Recordando una cuestión importante: en el sistema arminiano clásico, Cristo no es un mero instrumento que hará efectivo el decreto abstracto de elección, sino que Él es la razón de la elección. Leamos a Arminio nuevamente

El primer decreto absoluto de Dios, concerniente a la salvación del hombre pecador, es que Él decretó designar a su Hijo Jesucristo por Mediador, Redentor, Salvador, Sacerdote y Rey, que puede destruir el pecado por su propia muerte, puede obtener, por su obediencia , la salvación que había sido perdida, y puede comunicarla por su propia virtud. [ARMINIUS, Vol. 2, p. 170].

Es de este primer decreto divino que emerge la doctrina de la predestinación de Arminio. Los tres decretos siguientes ya se han presentado anteriormente. Pero, para fines didácticos, siguen, una vez más los cuatro decretos, ahora, en formato de diagrama.

Primer Decreto
Nombrar a Jesucristo como Mediador,
Redentor, Sacerdote y Rey

                            ⇓                                                                                               ⇓

        Segundo Decreto                                                                              Tercer Decreto

 Elección-Reprobación-Condicional –                                                 Administrar

                                                                                           los medios necesarios para                                                                                                            el arrepentimiento y la fe

                        ⇓                                                                                                     ⇓

Cuarto Decreto

Salvar y condenar ciertas personas

Fundamentos de este decreto:

Presciencia de Dios
Libre elección: – creer y perseverar – no creer y no perseverar

                                 ⇓                                                                                    ⇓

Salvación                                                                                        Condenación

El sistema es totalmente Cristo-céntrico, pues comienza con Jesucristo, sujeto principal de la predestinación. Ese concepto de la predestinación es descrito de modo sublime por Karl Barth: 

Sobre Jesucristo nada sabemos con mayor certeza y exactitud que esto: en libre obediencia a su Padre, Él eligió ser hombre, y como hombre, hacer la voluntad de Dios. Si Dios nos elige igualmente, esa elección se da en la elección de Jesucristo y por medio de ella, en ese acto de libre obediencia y por medio de él, por obra de su Hijo […] Es en él que la elección eterna se convierte inmediata y directamente en la promesa de nuestra elección, decreto que fue en el tiempo de nuestro llamado, o vocación para la fe, del consentimiento por nosotros concedido para la intervención a nuestro favor, de la revelación de nosotros mismos como hijos de Dios. [Citado en MILLER, GRENZ, Teologias Contemporâneas, p. 27].

2. Breve fundamentación bíblica del primer artículo de fe Remonstrante.

La «elección» es un decreto divino anterior a la salvación y depende totalmente de la libre y soberana expresión de la misericordia de Dios: “no me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros” (Jn 15:16). Dios es la causa eficiente de la elección. Soberanamente él decreta. La teología arminiana clásica reconoce esto tanto en el sentido de una elección de comunidades (Deuteronomio 7:6, 14:2, Hechos 13:17) y la elección de los individuos (Romanos 16:13, 2ª Juan 1:1, 13) siendo esta última el sentido más elevado que las Escrituras dan a la elección.

El arminianismo clásico sostiene que Dios determinó salvar y condenar a ciertas personas en particular. Este decreto tiene su fundamento en el pre-conocimiento de Dios, como demostramos más arriba. Dios elige previendo la respuesta de fe y la perseverancia. Los actos libres de las personas en aceptar o rechazar la gracia de Dios son tenidos en cuenta (Lucas 13:34, Hechos 7:51). El decreto arbitrario propuesto por el calvinismo no es una doctrina bíblica, sino sólo una especulación filosófica.

Como se indica, la elección y la reprobación (no entienda «reprobación» como una pre-ordenación para la condenación) en el sistema arminiano clásico se relaciona con la doctrina de la presciencia cognitiva divina, que anticipa el conocimiento de Dios en cuanto a los pensamientos y acciones de las personas. El apóstol Pedro escribió: “elegidos, según la presciencia de Dios Padre […]” (1ª Pedro 1: 2). Pablo escribiendo a los Romanos dice: “porque a los que antes conoció […]” (Romanos 8:29).

Vincular la elección a la presciencia no supone causalidad porque Dios no necesita predestinar para conocer previamente, pues Él es omnisciente. Este pensamiento no presupone que Dios sea sorprendido por la decisión de alguien. La presciencia divina envuelve todo. Como la elección es por presciencia, ella es condicional, o sea, depende de la respuesta en arrepentimiento y fe de quien oye el Evangelio: “[…] arrepentíos y creed en el Evangelio” (Marcos 1:15). En el Nuevo Testamento la elección de los creyentes es presentada de modo individual o colectivo, como dijimos. La elección individual puede ser vista en expresiones como “Dios os haya escogido (personas) para la salvación” (2ª Tesalonicenses 2:13), “habiéndonos predestinado (individuos)” (Efesios 1: 4-5, 11). Rufo, en Romanos 16:13 es identificado como un «elegido» [escogido]. En ese sentido, concluimos que la elección no está restringida a un plano impersonal, sino que involucra a individuos. En cuanto a la elección corporativa, así como Israel en el Antiguo Testamento, es para un servicio; para el anuncio de las buenas nuevas. Pero no sólo eso, sino que, reiteramos, es una elección para la salvación. Expresiones como “linaje escogido” (1ª Pedro 2: 9), “señora elegida” y “su hermana la elegida” (2ª Juan 1,13), reflejan esa elección colectiva.
En la teología arminiana clásica también hay lugar para una elección incondicional. Olson explica:

Los arminianos interpretan el concepto bíblico de elección incondicional (predestinación para la salvación) como corporativa. De este modo, la predestinación tiene un significado personal (presciencia de elecciones individuales) y un significado colectivo (elección de un pueblo). La primera es condicional, la última es incondicional. La predestinación de Dios de personas está condicionada por la fe de éstas; la elección de Dios de un pueblo para su gloria es incondicional. La última englobará a todos los que creen. [OLSON, Roger. Teología Arminiana, Mitos y Realidades]

La elección es incondicional, para el arminianismo clásico, solamente en lo que se refiere a un colectivo. En este caso, la Iglesia. Como se dijo anteriormente, se trata de una elección incondicional para el servicio. En el ámbito soteriológico divino la Iglesia debe cumplir su misión de diseminación del Evangelio y de la expansión del Reino de Dios. Dios no abre negociación en cuanto a eso. Por el contrario, la elección incondicional en el calvinismo consiste en que Dios escoge a algunos individuos para la salvación, en tanto que los que no son llamados, irresistiblemente van al infierno. Es difícil no admitir que la elección incondicional calvinista contradice las Escrituras. No hay una oferta sincera del Evangelio, pues es imposible para algunos pecadores, aunque oigan las buenas nuevas de salvación, convertirse.

2.1. La soberanía divina

Es común, que a los arminianos clásicos se les acuse de descuidar la soberanía divina [*]. Dicen que nuestra visión es minimalista, pues a esto nos llevan doctrinas como la elección condicional. No estamos de acuerdo con esa acusación, por supuesto. Los arminianos clásicos no niegan la soberanía de Dios, ni siquiera cuando argumentan en favor de la elección condicional. Sencillamente porque la elección condicional no implica un debilitamiento de la soberanía divina. En el caso de que Dios sufriese alguna coacción de fuera, algo impensable en cualquier circunstancia, podríamos aceptar la acusación; pero no existe una situación donde sea posible la idea de que Dios pueda ser coaccionado. Lo que el arminianismo clásico enseña en consonancia con las Escrituras es que Dios, en su soberanía, escogió libremente y según sus propósitos crear un universo con personas libres capaces de tomar decisiones, lo que por consiguiente, es evidente, determina situaciones. Por ejemplo: “Mas los fariseos y los intérpretes de la ley desecharon los designios de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan” (Lucas 7:30).

[*] Una explicación clara y objetiva del concepto de soberanía de Dios nos es dada por Claudionor de Andrade: “Autoridad incuestionable que Dios ejerce sobre todas las cosas creadas, tanto en la tierra, tanto en los cielos, disponiendo de todo de acuerdo con sus consejos y designios.” (1998, p. 265)

Lucas muestra la reacción de los fariseos frente al mensajero de Dios, Juan el Bautista. No es de extrañar tal resistencia cuando volvemos a los capítulos 5:17 a 6:11, donde ellos reaccionaron negativamente al Hijo de Dios. Estos momentos de oposición caracterizan la opción de los fariseos por su propia justicia en detrimento de la justicia de Dios revelada en Jesús (v.29). Al actuar así, ellos, según Lucas, “desecharon el designio de Dios”. El verbo en negrita en el texto griego es atheteo. En el Diccionario Vine, atheteo en Lucas 7:30, significa “impedir la eficacia de algo, invalidarlo, frustrarlo”. ¿Cómo el hombre puede frustrar (o como dice James Strong: ‘arruinar, rechazar’) el designio divino, si no fuese por una concesión divina vinculada a Su voluntad de lidiar con criaturas libres? La historia emerge de las agencias divina y humana. Aquí tenemos la agencia humana definiendo el resultado, y la soberanía divina estando limitada por la elección libertaria de los fariseos. ¿Esto ocurre siempre? ¡No! Como explica el teólogo arminiano Henry Clarence Thiessen (1883-1947):

Dios a veces permite que el hombre actúe según el hombre quiere.
A veces, Dios impide al hombre hacer lo que, en su libertad, él podría hacer.
Dios siempre prevalece sobre lo que el hombre hace para Sus propios fines.

Mantenemos que nosotros, los arminianos clásicos, no descuidamos la soberanía divina como dicen los calvinistas. Avancemos un poco más en este asunto. El teólogo arminiano John Miley (1813-1895) explica:

No ponemos en duda una verdadera soberanía divina, pero rechazamos una que sea puramente arbitraria, por ser totalmente inconsistente con la naturaleza de Dios y con los grandes hechos de su providencia. [Citado en THIESSEN, 2000, p. 116]

Dios es soberano en el universo, y esto nunca fue negado por el arminianismo clásico. “Dios está en el control sin controlar todo”, dice Olson, y esa es la razón de la queja calvinista contra los arminianos clásicos. Ellos exigen el ejercicio de una soberanía meticulosa, nosotros no, pues un gobierno absoluto, para ser caracterizado como tal, no necesita la imposición de un control de las minucias y toda particularidad de la vida de los gobernados. Además, una concepción de soberanía según los moldes calvinistas, en última instancia, hace que Dios sea el autor del pecado y del mal moral, hecho vehementemente negado por el arminianismo clásico.

Escribiendo a su amigo Hippolytus Collibus, Arminio dijo: “Dios no puede ser acusado de ser el autor del pecado”. [ARMINIUS, Vol. 2, p. 329]. A esta altura no se puede olvidar dos conceptos fundamentales y decisivos para el distanciamiento entre los modos de entender la soberanía divina y el control de la historia humana, por parte de los arminianos clásicos y los calvinistas. Los conceptos, en latín, son: de facto y de jure. Valiéndonos de Olson, por medio de quien llegamos a esos conceptos, explicamos. El primero significa que Dios ya controla la historia de forma determinista y minuciosa. En ese sentido, nada frustra la voluntad divina. Lucas 7:30 no está de acuerdo con eso. En cuanto al segundo, por derecho y poder, Dios está en el control de la historia humana, pero no excluyendo la libertad humana ni haciendo de Él el autor del pecado. De esta forma, Dios solamente en parte controla las cosas en el presente de facto. Olson remata:

Jesús enseñó a sus discípulos a orar “sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:10). Si la soberanía de Dios ya estuviese completamente ejercida de facto, ¿por qué alguien necesitaba orar para que la voluntad de Dios sea hecha en la tierra? En este caso, ella ya estaría siempre siendo hecha en la tierra. Esta diferencia entre la soberanía de Dios de facto y de jure es exigida en la Oración del Padre Nuestro.

De ello inferimos ser antibíblico un concepto de soberanía que propone strictu senso, un sentido de control absoluto. Wynkook se expresa de forma sublime en cuanto a cómo los arminianos clásicos reflexionan sobre la soberanía divina:

Su soberanía suprema es el fundamento de la totalidad de la teología cristiana. No se puede permitir ninguna teoría filosófica que admita la más leve brecha en esa soberanía. Cada doctrina cristiana depende de esa enseñanza. […] Si Dios no es completamente soberano no puede sostener la fe cristiana. [WYNKOOP, p. 97]

La doctrina de la elección condicional fue pensada por Dios mismo. Él proyectó cómo debían ocurrir las cosas concernientes a la salvación del hombre. ¿Qué hay de mal en un Dios soberano, que en su soberanía, concede al hombre alguna medida de autodeterminación? ¿Sería la reacción divina a alguna acción humana? Pero, ¿el perdón divino dado al hombre no es en respuesta al arrepentimiento por causa de su acto pecaminoso? ¿No hay aquí una acción divina condicionada al comportamiento humano? Dar aquella medida de autodeterminación, exalta más la soberanía de Dios que negarla. El omnipotente Dios concedió esa autodeterminación a los ángeles y seres humanos.
Por lo tanto, reiteramos: los arminianos clásicos no niegan la doctrina de la soberanía de Dios, aun manteniendo la doctrina de la elección condicional, que a su vez en modo alguno anula a aquella. Aunque los calvinistas no admitan nuestra reflexión, eso no la hace ilegítima, pues el concepto de soberanía no es monopolio de ellos.

3. Segundo Artículo: Cristo murió por todos y por cada hombre.

Para Arminio, la salvación era universal, es decir, el sacrificio de Jesucristo fue extenso en su alcance:

En relación a la extensión y potencialidad del precio y en relación a la única causa [general] de la humanidad, la sangre de Cristo es la redención de todo el mundo. Pero aquellos que pasan por esta vida sin fe en Cristo, sin el sacramento de la regeneración, son totalmente extraños a la redención. [ARMINIUS, Vol. 1., p. 227].

Jesús murió por todos los hombres. Sin embargo, la salvación depende de una respuesta de fe. A sus interlocutores, Arminio recuerda que esa era la creencia en la antigüedad. La conexión entre la respuesta de fe y la salvación no niega la preeminencia de la gracia, pues toda la salvación en la soteriología arminiana clásica, como ya hemos señalado, es enteramente de la gracia divina. Leamos a Arminio nuevamente: “Yo atribuyo a la gracia el comienzo, la continuidad y la consumación de todo bien”. La respuesta de la fe es asistida por la gracia preveniente, acción operante del Espíritu Santo junto al hombre. Para Arminio, el sacrificio de Cristo hace disponible la salvación a todos los hombres, pero la conquista es sólo para los que creen.

Arminio, en The Works of Arminio Article XII, vol. I, p. 227, desafió a sus contemporáneos defensores de la expiación limitada a contestar las Escrituras de 1ª Juan 2:2; Juan 1:9, 6:51; Romanos 14:15 y 2ª Pedro 2:1. En uno de sus artículos, él recurrió al amigo de Agustín, Próspero de Aquitania (390-460) para mostrar la antigua creencia de la expiación ilimitada. Aquitania dijo: “Quien dice que el Salvador no fue crucificado para la redención de todo el mundo, no considera la virtud del sacramento, sino la causa de los incrédulos, puesto que la sangre de Jesucristo es el precio pagado por todo el mundo”. [Citado en ARMINIUS, vol. 1, p. 227].

Para Arminio y los remonstrantes, Jesús es el salvador del mundo. El artículo 2º de la Remonstrancia dice: “Jesucristo murió por todos los hombres, proporcionando redención si alguno cree en él”. La redención es universal (Juan 3:16, 1ª Juan 2:2), pero eso no lleva al universalismo [*]. El tipo de universalismo frente a nosotros, es el calificado que aboga ser la expiación ilimitada cuanto al hecho de que Cristo murió por todos, pero su obra de redención alcanza solamente a las personas arrepentidas y que manifiestan fe en Él.

[*] Según esta teoría, Dios, al final de los tiempos, reconciliará a todos los hombres a Sí, independientemente de sus obras, intenciones y mérito. Ella no será discutida aquí, porque es rechazada por los particularistas y adeptos del universalismo calificado. La razón de este rechazo se da debido al hecho de que las Escrituras niegan perentoriamente su validez como doctrina.

El teólogo arminiano del siglo XX, Orton H. Wiley (1877-1961), siguiendo los pasos de los remonstrantes y de Arminio explica la expiación universal:

La expiación es universal. Esto no quiere decir que toda la humanidad se salvará incondicionalmente, sino solamente que la oferta sacrificial de Cristo satisfizo las pretensiones de la ley divina, de manera que hizo posible la salvación para todos. La redención, por lo tanto, es universal o general en el sentido de provisión, pero especial o condicional en su aplicación al individuo. [WILEY, Orton H. A Excelência da Nova Aliança em Cristo: comentário exaustivo da carta a os Hebreus, p. 270].

El concepto de expiación ilimitada fue defendido por Calvino:

[…] La palabra «muchos» (en Marcos 14:24) no significa solamente una parte del mundo, sino la totalidad de la raza humana […] Es incontestable que Cristo vino para la expiación de los pecados de la humanidad como un todo. [GEISLER, Teología Sistemática vol. 2, 2010, p. 295].

Calvino, Arminio y los remonstrantes convergen en ese punto. Lutero y la patrística griega también decían eso. John Wesley, un arminiano clásico, comentando 1ª Timoteo 2: 6 escribió: “Es un rescate para cuantas almas fuese necesario”. En otro lugar él dijo: “(Cristo) se dio a sí mismo en rescate por todos”. El teólogo Daniel B. Pecota (1929-1997), teólogo pentecostal, escribió: “antes de la ascensión del calvinismo, el universalismo cualificado había sido la opinión mayoritaria desde el inicio de la Iglesia [PECOTA, Daniel B. A Obra Salvífica de Cristo. In: HORTON, Stanley M. Teologia Sistemática: uma perspectiva pentecostal. Rio de Janeiro: CPAD, 1996].

El profesor Walter A. Elwell dice:

Los que defienden la redención general comienzan indicando que es el punto de vista histórico de la iglesia, siendo sostenido por la vasta mayoría de los teólogos, reformadores, evangelistas y padres, desde el inicio de la iglesia hasta el día presente, incluyendo prácticamente todos los escritores antes de la Reforma con la posible excepción de Agustín. Entre los reformadores, la doctrina se encuentra en Lutero, Melanchton, Bullinger, Latimer, Cranmer, Coverdale e incluso Calvino, en algunos de sus comentarios. [ELWELL, Walter A. Enciclopedia histórica-teológica de la Iglesia Cristiana].

Contra todo testimonio histórico, los Cánones de Dort, en el Artículo VIII del Capítulo II, p. 7, defendió un alcance salvífico exclusivista:

Porque este fue el soberano consejo, la voluntad graciosa y el propósito de Dios, el Padre, que la eficacia vivificante y salvífica de la preciosísima muerte de su Hijo fuera extendida a todos los elegidos.      [Cánones de Dort]

Por ser exclusivista, la creencia anterior es antibíblica. La soteriología bíblica es inclusiva, es decir, propone salvación para todos, por lo tanto, fundado en las Escrituras presentadas arriba, el artículo en discusión remonstrante es procedente. Continuemos evocando y analizando bases bíblicas para dar sustentación a la doctrina de la expiación ilimitada.

4. Breve fundamentación bíblica de este artículo de fe remonstrante

Referencias como Juan 1:29, 3:16, 6:33; Romanos 11:12, 15 y 1º Juan 2:2 enseñan haber sido la muerte de Jesús en favor de todo el mundo. El uso de este vocablo en estas referencias (entre otras) apunta a todas las personas constituyentes de la raza humana. Leamos 1ª Juan 2:2: “Y él [Jesús] es la propiciación por nuestros pecados, y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo”. Según James Strong, “mundo” se trata de una metonimia, y como tal, se refiere a los “habitantes de la tierra, los hombres, la humanidad”.
El mundo es la comunidad de todos los hombres pecadores, y la redención en y por medio de Cristo es ofrecida a todos los hombres, desde Adán hasta el último. Todo intento de imponer límites a esa referencia se constituye en error. Este intento es una ofensa sin tamaño contra la palabra de Dios. Ninguna limitación puede ser impuesta a Juan 2:2. La expiación de Cristo se presenta como potencialmente universal.

El crítico de la expiación ilimitada levanta una nube de humo en cuanto a la cuestión del significado de «mundo» en 1ª Juan 2: 2. Este vocablo tiene sentidos variados en la Biblia. Sin embargo, aunque «mundo» (kosmos) pueda significar también, por ejemplo, el sistema maligno bajo el dominio del diablo; en ningún lugar del Nuevo Testamento esta palabra se utiliza como sinónimo para «elegidos» o «mundo de los elegidos» como abogan los calvinistas. En cuanto a los lexicógrafos James Strong (1822-1894), W. E.Vine (1873-1949), F. Wilbur Grinch (1901-1993) y Frederick W. Danker (1920-2012) no notamos en ellos kosmos (mundo) apareciendo en el Nuevo Testamento con el sentido de mundo de los elegidos.

Arminio insistió en la disputa con el Dr. William Perkins (1558-1602), teólogo anglicano de la Universidad de Cambridge, que «mundo» en las Escrituras se refiere a todo cuerpo de la humanidad, y que en ningún lugar de las Escrituras es posible inferir «mundo» como siendo «mundo de los elegidos» sin que surjan serias sospechas hermenéuticas, nos informa a Olson y Rodríguez.

1ª Juan 2:2 es una Escritura nítidamente inclusiva, y eso torna la conjetura calvinista arbitraria. El amor de Dios es amplio, al punto de involucrar a todos. Por eso dijo “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo” (Juan. 12:32). La obra de Cristo en la cruz es la base sobre la cual el perdón divino se ofrece a todos los hombres, de todas las naciones, a través de todas las generaciones. Comentando Juan 3:16, los siguientes comentaristas concluyen:

Earl Radmacher (1965-1989). “La muerte de Cristo es suficiente para todos, pero sólo es eficiente para los que creen en él. No todos serán salvos, pero Jesús ofrece salvación a todos.” [RADMACHER, Earl. O Novo Comentário Bíblico do Novo Testamento. Rio de Janeiro: Central Gospel, 2010].

Leon Morris (1914-2006): “Cristo hizo una amplia provisión; su provisión tiene eficacia para los pecados del mundo entero”. [Comentário Bíblico Vida Nova, 2009, p. 2099]

A. T. Robertson (1863-1934): “La propiciación operada por Cristo provee salvación para todos (ver Hebreos 2: 9), siempre y cuando se reconcilien con Dios (ver 2ª Corintios 5: 19-21). [Ibid., p. 233]

John Albert Bengel (1687-1752): “La propiciación es tan grande como el pecado”.

Ron Rhodes, en su artículo La Extensión de la Expiación, presenta una lista de diccionarios, enciclopedias y léxicos, en inglés, consultados por él y en los mismos, kosmos: «Mundo», nunca se asocia con el “mundo de los elegidos”. Las obras son las siguientes:
• Kittel’s Theological Dictionary of the New Testament.
• Vine’s Expository Dictionary of New Testament Words.
• Vincent’s Word Studies in the New Testament.
• Thayer’s Greek-English Lexicon of the New Testament.
• Souter ‘s Pocket Lexicon of the New Testament.
• The New Schaff-Herzog Encyclopedia of Religious Knowledge.
• Hastings Dictionary of the Bible.
• The International Standard Bible Encyclopedia.
• The New Bible Dictionary.
• Baker’s Dictionary of Theology.
• Arndt and Gingrich’s A Greek-English Lexicon of the New Testament.

Otras escrituras inclusivistas se pueden encontrar en las Epístolas Pastorales:

El cual (Dios) quiere que todos los hombres sean salvos y lleguen al pleno conocimiento de la verdad. (1ª Timoteo 2: 4)

El cual (Señor Jesús) se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo. (1ª Timoteo 2: 6)

Que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen. (1ª Timoteo 4:10)

Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres (Tito 2:11).

Todo el capítulo 2 de 1ª Timoteo enfatiza la posibilidad de que todos los hombres sean salvos. Ellos son objetos del poder salvífico de Dios. En el capítulo 4, Pablo una vez más introduce esa certeza. Para Tito, Pablo escribe sobre esa universalidad de la provisión divina de la salvación. Cristo, la efectividad histórica de la gracia salvadora divina, ofrece el don de la salvación para “todos los hombres” y no para algunos.
Pedro sigue en esa línea:

El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca sino que todos procedan al arrepentimiento. (2ª Pedro 3:9)

Entonces, tenemos a Juan, a Pablo y a Pedro, enseñando claramente la expiación ilimitada. La gracia divina no se extiende a un grupo selecto de personas, sino que se interesa por todos. Dos poderosas razones nos dan la certeza de ello: .- La cruz: “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo” (Juan. 12:32). .- La parousia: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca sino que todos procedan al arrepentimiento. (2ª Pedro 3:9). La parousia aún no ha ocurrido, dice Pedro, porque Dios anhela por la salvación de todos. ¿Estas Escrituras escaparon al análisis del Sínodo de Dort cuando en el Canon Artículo VIII del Capítulo II se dice “[…] preciosísima muerte de su Hijo fuera extendida a todos los elegidos” (énfasis nuestro)? Parece que sí. Pero para los remonstrantes, no. En la Remonstrancia está escrito: “(Jesús) murió por todos los hombres y por cada uno de ellos, de tal manera que él obtuvo todo para ellos, por medio de su muerte en la cruz, redención y perdón de pecados”. ¿Cuál declaración hace más justicia a las Escrituras abordadas?

Alister McGrath va directo al punto:

El Nuevo Testamento proclama la salvación universal de Dios. Dios desea que todos se salven. «Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo» (Romanos 10:13). Pero eso es sólo parte de la historia, aunque trate de una parte muy importante. Hay, sin embargo, una falla que desde los inicios es nociva a la historia de las creencias fundamentales del cristianismo. Por ejemplo, es mucho más fácil hablar de Jesús como un hombre justo, o como Dios justo, e ignorar los problemas complicados que provienen de hablar de él en su condición de Dios y Hombre simultáneamente. Sin embargo, una teología responsable exige que contemos la historia por entero, sean cuales sean las dificultades intelectuales que puedan surgir. La historia completa es la siguiente: a. Dios quiere mucho que todos sean salvos. b. La salvación es condicional, pues depende de nuestra respuesta a Cristo. (Romanos 10: 7-17 resume bien estos puntos). [MACGRATH, Alister. Apologética Cristã no Século XXI: ciência e arte com integridade. São Paulo: Editora Vida, 2008].

La cruz es inclusiva y eso se nota escriturariamente. El único impedimento de esta conclusión es la adopción de una teología irresponsable.
El calvinismo tiene un modo extraño de interpretar pasajes como 1ª Timoteo 2: 4. Él supone que la declaración totalizadora ‘todos los hombres’ no implica a ‘todos’ en el sentido de cada hombre, pero que esa es una referencia a ‘todas las clases y tipos de hombres’. Esta comprensión se remonta a Agustín y es inconsistente en cualquier aspecto. Según el J. N. Kelly, el obispo de Hipona distorsiona a 1ª Timoteo 2:4 “interpretando que Él (Dios) desea la salvación de todos los elegidos, entre los que están representados hombres de todas las razas y tipos [KELLY, 1994, p. 279]. Notable es el hecho de que Agustín, anteriormente, había sido un defensor de la expiación ilimitada:

Si, en realidad, aconteció que algunos se habían retirado de la influencia de esta clarísima luz de la verdad, y de los cuales la ceguera exige esta iluminación, incluso para éstos, no tenemos duda de que la misma gracia habrá de encontrar su camino seguro, aunque tardíamente, por el favor misericordioso de aquel Dios «que hará que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» [Citado en GEISLER, vol. 2, 2010, p. 292].

Esta es una declaración inclusiva.
Honestamente, el calvinista Charles Spurgeon (1834-1892) evitaba imponer sobre 1ª Timoteo 2:4 sus presupuestos calvinistas. Leamos uno de sus comentarios [SPURGEON, C. H. Metropolitan Tabernacle Pulpit, 1ª Timothy 2:3-4, vol. 26, pp. 49-52]

¿Y entonces? ¿Intentaremos poner otro sentido en el texto de lo que ya tiene? Pienso que no. Es necesario, para la mayoría de ustedes, conocer el método común con que nuestros amigos Calvinistas más viejos lidiaron con este texto. «Todos los hombres,» dicen ellos, – ‘quiere decir, algunos hombres’ – como si el Espíritu Santo no podría haber dicho ‘algunos hombres’ si quisiera decir algunos hombres. Todos los hombres, dicen ellos; ‘quiere decir, algunos de todos los tipos de hombres’; como si el Señor no podría haber dicho ‘Todo tipo de hombre’ si quisiera decir eso. El Espíritu Santo a través del apóstol escribió ‘todos los hombres’, y sin duda quiere decir a todos los hombres. Estaba leyendo ahora mismo una exposición de un doctor muy apto, el cual explica el texto de tal forma que le cambia el sentido; él aplica dinamita gramatical en el texto, y explota el texto exponiéndolo […] Mi amor por la consistencia con mis propias doctrinas no es de tal tamaño para autorizarme a cambiar conscientemente un solo texto de la Escritura. Respeto grandemente la ortodoxia, pero mi reverencia hacia la inspiración es mucho mayor. Prefiero parecer cien veces ser inconsistente conmigo mismo, que ser inconsistente con la palabra de Dios.

Educadamente, Spurgeon dice que los calvinistas:
• cambian el sentido de la Escritura;
• aplican dinamita gramatical en el texto;
• explotan el texto exponiéndolo;
• cambian el texto en el sentido de sus propias doctrinas;
• estiman más ‘la ortodoxia’ que la inspiración bíblica;
• y son inconsistentes.
Si los arminianos dijesen tales cosas, serían tomados como herejes. Pero Spurgeon no es un hereje.

Entre los «padres de la Iglesia» pre y post-nicenos la doctrina de la expiación ilimitada era corriente. [Referencia al Primer Concilio de Nicea (325 A.D.) convocado por el emperador Constantino para resolver problemas causados por el arrianismo que dividían la cristiandad].
He aquí algunas citas [Excepto las citas de Clemente de Roma y Epístola de Diogneto que fueron constatadas in situ, las demás fueron tomadas de la obra de Norman Geisler, Teología Sistemática y del artículo La Extensión de la Expiación de Ron Rhodes].

Padres pre-nicenos:

• Clemente de Roma (30-101 d.C.) “Recorramos todas las generaciones, y aprendamos que de generación en generación el Señor dio la posibilidad de conversión a aquellos que a Él quisieron regresar”.
• Epístola de Diogneto (120 d.C.): “Si también deseas alcanzar esta fe, primero debes obtener el conocimiento del Padre. Dios, en efecto, amó a los hombres. Para ellos (todos los hombres) creó el mundo y a ellos sometió todas las cosas que están sobre la tierra. Les dio (a todos los hombres) la palabra y la razón, y sólo a ellos permitió contemplarlo. Los formó (todos los hombres) a su imagen, les envió a su Hijo unigénito, les anunció el reino del cielo, y lo dará a aquellos que lo hayan amado”.
• Justino Mártir (100 – 165 d.C): “Toda la raza humana estará bajo maldición […] El Padre de todos deseó que su Cristo, en lugar de toda la familia humana, llevase sobre sí la maldición de todos.”
• Ireneo (130-202 d.C.): “Él dotó la obra de sus propias manos de salvación, al destruir el pecado. Porque él es el santísimo y misericordiosísimo Señor, y Él ama a la raza humana”.
• Orígenes (182-254 d.C.): “Él quita el pecado hasta que todos los enemigos sean destruidos, teniendo como último de ellos la muerte – para que el mundo todo pueda ser liberado del pecado”.
• Clemente de Alejandría (150-215 d.C.): “Cristo gratuitamente trae… salvación a toda la raza humana.”

Padres post-nicenos

• Atanasio (296-373 d.C.): “Cristo el Hijo de Dios, habiendo asumido un cuerpo como el nuestro, pues todos hemos sido expuestos a la muerte [que abarca más que los elegidos], se entregó a la muerte por todos nosotros como un sacrificio para su Padre”.
• Gregorio Nacianceno (330-390 d.C.): “El sacrificio de Cristo es una expiación imperecedera de todo el mundo”.
• Basilio (330-379 d.C.): “Pero algo fue hallado que fue equivalente a todos los hombres… la santa y preciosa sangre de nuestro Señor Jesucristo, que Él derramó por todos nosotros”.
• Ambrosio (337-397 d.C.): “Cristo sufrió por todos, resucitó por todos. Pero si alguien no cree en Cristo, él se priva de este beneficio general”. Él también dijo, “Cristo vino para la salvación de todos, y aseguró la redención de todos, por cuanto Él trajo un remedio por el cual todos pueden salvarse, aunque hay muchos que… están indispuestos para ser sanados”.

Hasta donde hemos podido constatar, todos los padres de la iglesia de los cuatro primeros siglos defendieron una expiación ilimitada.

Rhodes todavía cita:

Martín Lutero: “Cristo no es un cruel opresor, sino que es el que perdona los pecados de todo el mundo… Él se entregó a sí mismo por nuestros pecados, y con una oblación quitó los pecados de todo el mundo… Cristo quitó los pecados, no de algunos hombres solamente, sino también los tuyos, sí, de todo el mundo… No sólo mis pecados y los tuyos, sino también los pecados del mundo todo… Aprópiense de Cristo”.

Philip Melanchton: “Es necesario saber que el Evangelio es una promesa universal, es decir, esa reconciliación es ofrecida y prometida a toda la humanidad. Es necesario sostener que esta promesa es universal, en oposición a cualquier imaginación sobre la predestinación, a fin de que no razonemos que esta promesa se dice respecto a otros pocos y nosotros mismos. Pero declaramos que la promesa del Evangelio es universal. Y a esto son traídas esas expresiones universales que se usan constantemente en las Escrituras.

Philip Schaff (1819-1893): “Su gracia salvadora fluye y sobreabunda a todos y por todos, bajo la simple condición de la fe… Si, por la gracia de Dios, puedo convertir a un único escéptico a una fe inocente en el que vivió y murió por mí y por todos, yo sentiría que no he vivido en vano”.

B. F. Westcott (1825-1901): “Potencialmente, la obra de Cristo se extiende a todo el mundo. Y el amor de Dios es sin límite de Su parte, pero para apropiar la bendición del amor, el hombre debe cumplir la condición necesaria de la fe.”

Una lista de respeto. Pero debe prevalecer, en última instancia, la mejor hermenéutica en uso. A partir de esta, el intérprete comprenderá que la regla básica, “tomar la palabra en su sentido usual y común”, libera rápidamente de incurrir en eiségesis [eiségesis es cuando el lector introduce sus propias ideas o preconceptos de manera subjetiva en el texto, y así ve en él lo que en realidad desea ver]. Es de eso que trata Spurgeon. En las Escrituras inclusivistas, “mundo”, quiere decir la totalidad de los humanos, “todos” se refiere a todas las personas. Repetimos: tomar la palabra en su sentido usual y común posibilita de pronto la comprensión de la presencia de aquellos vocablos en Escrituras como 1ª Timoteo 2:6 y 1ª Juan 2: 2.

En cuanto a la interpretación bíblica, proponemos una mirada sobre el vocablo griego holos en los pasajes de 1ª Juan 5:19 y 2:2. Holos, según James Strong, significa ‘todo’ o ‘todos’, es decir, ‘completo’: en extensión o cantidad […] como adverbio: todo, completamente. Gingrich y Danker están de acuerdo, y Rienecker y Rogers también. Pasemos a la lectura de las referencias bíblicas.

Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno. (1ª Juan 5:19)

“El mundo entero” (o “todo el mundo” como dicen otras traducciones), en esta referencia, en términos de cantidad, indica la totalidad de las personas. Ningún intérprete calvinista se atrevería a imponer (¿o se atreve?) al texto una especie de categoría de personas, pero toma la referencia como un todo inclusivo, pues el autor está tratando de eso, pues el estudioso calvinista sabe que el mundo, la humanidad entera, rebelde, está en las garras del maligno. Sin embargo, al leer 1ª Juan 2: 2, el panorama cambia.

Y él es la propiciación por nuestros pecados, y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.

“Todo el mundo” aquí para intérpretes calvinistas significa «mundo de los elegidos». De esta forma, en un mismo texto, bajo la pluma del mismo autor, en un contexto inmediato, esos intérpretes dan sentidos diferentes a la misma palabra (todo – mundo entero) y expresión (todo el mundo). Estuve en una mesa de debate con el doctor en hermenéutica e interpretación bíblica, Augustus Nicodemus, y él llamó la atención sobre la necesidad de entender una palabra revestida de alguna oscuridad exactamente en el contexto más inmediato posible. Es decir, antes de ir a otros textos y autores es preciso averiguar si la palabra o expresión ocurre en el mismo texto y autor estudiado. ¡Perfecto! Por lo tanto, se concluye que es necesario utilizar del mismo procedimiento en lo que se refiere a la palabra «todo» y la expresión «mundo entero» en las referencias joaninas en foco. Por lo tanto, el «mundo entero» en 5:19 que está en pecado es el «mundo entero» de 2: 2 que puede recibir los beneficios de la expiación. La buena hermenéutica debe llegar a esa conclusión, pues estamos tratando de reglas básicas.

El análisis gramatical, per se, resuelve la cuestión. Diciendo esto demostramos el alto valor que damos al sentido gramatical. En eso también seguimos a Arminio. Sobre el significado e interpretación de las Sagradas Escrituras él dijo:

Solamente por el sentido gramatical es posible buscar argumentos eficaces para probar la doctrina. [ARMINIUS, vol. 2, p. 16].

En seguida, Arminio comenta:

La interpretación de las palabras debe alcanzar el significado que está de acuerdo con el sentido primario de las palabras, así como alcanzar la intención del autor en el pasaje. Además de esto, se debe estudiar diligentemente el contexto. Se debe considerar la ocasión, su propósito, la conexión con lo que precede y se sigue. También debe observar las circunstancias de las personas y de los tiempos. [ARMINIUS, vol. 2, p. 16]

Como dijimos, la gramática da cuenta de resolver el (supuesto) impasse en cuanto a la intención del autor en 1ª Juan 2:2 al decir «todo el mundo».

No siendo suficiente para algunos, el próximo paso hermenéutico es el análisis contextual, y esta prueba no puede conllevar otro significado que no sea entender “todo el mundo” como la totalidad de las personas. Además, Juan habla sobre “por nuestros pecados”, refiriéndose a los creyentes, y “por los del mundo entero” refiriéndose a los incrédulos. Dos categorías muy distintas.

Otro malabarismo interpretativo propuesto por calvinistas llega al punto de concluir que cuando Juan dice “por los nuestros” se está refiriendo a los judíos convertidos y cuando dice “por los del mundo entero” se trata de una indicación de los gentiles convertidos. De ello se supondría que todos los interlocutores de Juan son judíos. Ahora bien, la primera epístola de Juan es un texto tardío escrito en cerca de 90 d.C. Y las comunidades desde hace tiempo estaban compuestas de creyentes judíos y gentiles. Tomando por cierto que las epístolas joaninas se dirigieron a las comunidades cristianas de Asia Menor, se refuerza aún más el carácter mixto de las iglesias. Por lo tanto, el llamamiento calvinista al contexto histórico también deconstruye la interpretación dada a la palabra “todo” y a la expresión “mundo entero” llegando al sentido de “mundo de los elegidos”.

Los arminianos clásicos siguen la buena hermenéutica y se contentan tranquilamente con la intención autoral. La gramática, el contexto inmediato y el contexto histórico observados a continuación, nos informa que “todo el mundo” en 5:19 y 2:2 se trata de la totalidad de las personas, sin ocuparse con los elegidos y no elegidos. En extensión, la expiación es en favor de todos.

Siguiendo la interpretación agustiniana posterior sobre el asunto, los calvinistas se alinean, de algún modo, a un exclusivismo herético del primer siglo. Una doctrina herética judía, o gnóstica, o una especie de judaísmo gnóstico, sugería que la salvación pertenecía a una clase de personas.

Gnosticismo: “escuela teológica que floreció en los principios del Cristianismo. Contrariando las predicaciones de los apóstoles, sus adeptos se decían ser los únicos en poseer un conocimiento perfecto de Dios” (ANDRADE, 1998: 167). Gnosticismo viene del griego gignoskein, que significa “conocimiento”.

Para Colin Brown el mensaje paulino inclusivista presentado en las epístolas Pastorales tiene como foco oponerse al exclusivismo de judíos y gnósticos. Él escribió:

Se contrastan (las Epístolas Pastorales) con la actitud exclusiva de la sinagoga y los gnósticos, que prometían la salvación sólo para los justos o para aquellos que poseen el conocimiento.

Leamos una vez más los siguientes pasajes y luego veamos algunas conclusiones: “El cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1ª Timoteo 2:4). “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres” (Tito 2:11). Estas Escrituras, cuando se analizan en su contexto inmediato e histórico, nos lleva a las siguientes certezas:
• Todos los hombres son objeto de la redención.
• Dios está interesado en los hombres.
• La salvación es ofrecida a todos y no hay una clase especial de personas.
• Esta salvación es el más elevado nivel de gloria.

El mensaje universal, sincero, de intenciones salvíficas al alcance de todos, era el mensaje de Arminio y de los remonstrantes. Por lo tanto, ellos hacían justicia al testimonio bíblico y al mismo tiempo se colocaban distantes de la herejía combatida en las Pastorales, y se alineaban a los Padres de la Iglesia de los cuatro primeros siglos. El consenso histórico está del lado de las conclusiones de los remonstrantes. Repetimos a Walter A. Elwell:

Los que defienden la redención general comienzan indicando que es el punto de vista histórico de la iglesia, siendo sostenido por la vasta mayoría de los teólogos, reformadores, evangelistas y padres, desde el inicio de la iglesia hasta el día presente, incluyendo prácticamente todos los escritores antes Reforma, con la posible excepción de Agustín […]

Conclusión

Estamos convencidos con respecto a la condicionalidad de la elección, y del sacrificio universal de Cristo. Las razones de esta creencia están más allá de cualquier argumento lógico, filosófico, pues brotan de la claridad y de la sustancialidad de las Escrituras citadas.

Libro: Una Introducción al Arminianismo Clásico – Capítulo 6
Autor: RODRIGUES, Zwinglio

Como este material no se encuentra en español, ha sido traducido por Diarios de Avivamientos únicamente para fines didácticos no comerciales.