Ángeles caídos, nefilim, gigantes y demonios en la literatura apócrifa.

El Libro de los Jubileos es una de las más importantes obras pseudoepigráficas del Antiguo Testamento, tanto por su extensión relativa como por su coherente contenido.

Aclaración: «pseudoepigráficas» son aquellas obras falsamente firmadas, o falsamente atribuidas, a nombre de alguien más famoso o con más autoridad que quien las escribe. En este caso el libro de Jubileos es atribuido por su autor (o autores) a Moisés. 

 «El Libro de los Jubileos recoge solo la historia desde la creación hasta el paso del mar Rojo: ello supone reescribir casi todo lo que cuenta el libro del Génesis a este respecto, pero desde otra perspectiva, con interesantes adiciones y sobre todo reveladoras omisiones. Por eso se denomina también a este libro «Pequeño Génesis». Copias de él se han encontrado entre los manuscritos del mar Muerto.
Lo peculiar de esta revelación es que ordena la primitiva historia del mundo y de los antepasados de Israel siguiendo un esquema en torno al número siete: una semana, semana de semanas, semanas de años o «jubileos». La razón de fondo para tal proceder es la exposición de un judaísmo ordenado en torno al descanso del sábado cada siete días, y en torno al siete como número sagrado.
El autor -desconocido- es un judío muy observante, con muy poco afecto hacia los paganos, y que pretende exhortar a su comunidad a una observancia a ultranza de la ley de Moisés so pena de encontrarse con castigos divinos terribles.
Cuando en la ficción el autor escribe sobre lo que ocurrirá en el futuro, se traslucen alusiones a los reyes macabeos, en concreto a Juan Hircano (hacia el 110 a.C.), de lo que se deduce que tiene que haberse compuesto al menos después de esos años. Por ello, los comentaristas están de acuerdo en señalar para su composición el final del siglo II a.C.
El Libro de los jubileos se ha conservado solo en la Iglesia etíope, aunque su lengua original es sin duda, el hebreo. Su autor tiene una mentalidad muy afín a la de los esenios, sin que podamos afirmar con seguridad si pertenecía o no a la secta [Entre los manuscritos del Mar Muerto se han encontrado catorce fragmentos hebreos de varias copias de Jubileos]. En resumen, pues, el autor de Jubileos es probablemente un sacerdote, anónimo, con un ideario básicamente esenio, pero que no forma parte estrictamente de esa comunidad, por ser un «protoesenio» [Es decir, un individuo que participaría en grado sumo de esa mentalidad religiosa que habría de producir el cisma esenio, pero situado cronológicamente antes de la separación.]

El género literario de Jubileos es claramente el de los midrasim (interpretación de la Escritura). El autor reescribe y reinterpreta Génesis y Éxodo más algunas leyes de Levítico y Números.»  [Apócrifos del A.T. Volumen II. DIEZ MACHO, Alejandro. Ed. Cristiandad]

Sobre las primeras esposas de los primeros hombres

Mientras Génesis no nos dice nada sobre las primeras esposas:

Génesis 4:17 Y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc;

Génesis 4:26 También Set tuvo un hijo, que se llamó Enós, el primero que invocó el nombre del Señor.

Jubileos afirma que Caín y Set se casaron con sus hermanas:

Jubileos 4:9 Caín tomó por mujer a su hermana Awan, que le parió a Henoc al final del cuarto jubileo.

Jubileos 4:11 En el quinto septenario del quinto jubileo tomó Set a su hermana Azura como mujer, y en el cuarto le parió a Enós.

Sobre Enoc (Henoc)

Génesis 5:22 Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas.

Jubileos 4:16Jared tomó por esposa a una mujer llamada Baraca, hija de Rasuel, prima suya, quien le parió un hijo en el quinto septenario, en el año cuarto, del jubileo, al que puso de nombre Henoc. 17 Este fue el primero del género humano nacido sobre la tierra que aprendió la escritura, la doctrina y la sabiduría, y escribió en un libro las señales del cielo, según el orden de sus meses, para que conocieran los hombres las estaciones de los años, según su orden, por sus meses. 18 El fue el primero que escribió una revelación y dio testimonio al género humano en la estirpe terrenal… 19 Vio en visión nocturna, en sueño, lo acontecido y lo que sucederá, y qué ocurrirá al género humano en sus generaciones hasta el día del juicio. Vio y conoció todo, y escribió su testimonio, dejándolo como tal sobre la tierra para todo el género humano y sus generaciones.

Se refiere al Libro de Henoc (o Enoc según las traducciones), del cual el nuevo Testamento recibirá alguna influencia. Recordemos que Judas lo cita casi textualmente:

Judas 1:14  También respecto a estos profetizó Enoc, séptimo desde Adam, diciendo: ¡He aquí, vino el Señor con sus santas miríadas, 15  para ejecutar juicio sobre todos, y probar la culpa a todos los impíos de todas las obras impías que hicieron impíamente, y de todas las injurias que hablaron contra Él los pecadores impíos! 

1 de Henoc 1:9 He aquí que llegará con miríadas de santos para hacer justicia, destruir a los impíos y contender con todos los mortales por cuanto hicieron y cometieron contra él los pecadores e impíos.

Sobre los ángeles y los gigantes

Sobre los ángeles que prevaricaron con las hijas de los hombres [los «vigilantes» o «custodios», son los que bajaron a la tierra para enseñar a los humanos «leyes y justicia»]

Jubileos 4:15b …pues en sus días bajaron los ángeles del Señor a la tierra, los llamados «custodios», a enseñar al género humano a hacer leyes y justicia sobre la tierra.

Jubileos 4:22 [Henoc] Exhortó a los «custodios» que habían prevaricado con las hijas de los hombres, pues habían comenzado a unirse con las hijas de la tierra, cometiendo abominación, y dio testimonio contra todos ellos.

Génesis 6:1 Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, 2 que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas… 4 Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre. 

1 Henoc 6:1 En aquellos días, cuando se multiplicaron los hijos de los hombres, sucedió que les nacieron hijas bellas y hermosas. 2 Las vieron los ángeles, los hijos de los cielos, las desearon y se dijeron: -Ea, escojámonos de entre los humanos y engendremos hijos… 7:1  Estos y todos los demás, en el año 1170 del mundo, tomaron para sí mujeres y comenzaron a mancharse con ellas hasta el momento del cataclismo. Estas les alumbraron tres razas. La primera, la de los enormes gigantes. 2 Estos engendraron a los Nefalim, y a éstos les nacieron los Eliud. Aumentaron en número, manteniendo el mismo tamaño y aprendieron ellos mismos y enseñaron a sus mujeres hechizos y encantamientos.    [Versión griega]

Jubileos 5:1 Cuando los hijos de los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la faz de la tierra y tuvieron hijas, vieron los ángeles del Señor, en un año de este jubileo, que eran hermosas de aspecto. Tomaron por mujeres a las que eligieron entre ellas, y les parieron hijos, que fueron los gigantes… 5. Sólo Noé halló gracia ante los ojos del Señor. 6 Se enojó sobremanera con los ángeles que había enviado a la tierra, despojándolos de todo su poder, y nos ordenó atarlos en los abismos de la tierra, donde están presos y abandonados.

Comparar esto último con 2 Pedro 2:4 Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio.

Jubileos 7:21 -Por estas tres causas ha ocurrido el diluvio sobre la tierra, por la fornicación que cometieron los custodios con las hijas de los hombres, contra lo que se les había ordenado. Tomaron por mujeres a cuantas escogieron entre ellas, cometiendo la primera impureza, 22 y tuvieron hijos gigantes, todos ellos descomunales, que se devoraban unos a otros: un titán mataba a un gigante, un gigante mataba a un jayán, éste al género humano, y los hombres, unos a otros. 23 Todos pasaron a cometer iniquidad y derramar mucha sangre, llenándose la tierra de maldad. 24 Luego pecaron con todas las bestias, aves, reptiles y sabandijas, derramándose mucha sangre sobre la tierra, pues el pensamiento y la voluntad de los hombres concebían error y maldad constantemente.

Sobre el origen de los demonios, los nefilim (gigantes hijos de ángeles y humanos)

Jubileos 10:1 … comenzaron los demonios impuros a seducir a los nietos de Noé, haciéndolos enloquecer y perderse. 2 Se llegaron los hijos a su padre, Noé, y le hablaron de los demonios que seducían, extraviaban y mataban a sus nietos. 3 Oró así Noé ante el Señor, su Dios:5 tú sabes cómo obraron en mis días tus custodios, padres de estos espíritus. A estos espíritus que están ahora en vida enciérralos también y sujétalos en lugar de suplicio; no destruyan a los hijos de tu siervo, Dios mío, pues son perversos y para destruir fueron creados… 7 Entonces el Señor, nuestro Dios, nos ordenó apresar a todos. 8 Pero llegó Mastema (Satanás), príncipe de los espíritus, y dijo: -Señor Creador, déjame algunos de ellos que me obedezcan y hagan cuanto les mande, pues si no me quedan algunos de ellos no podré ejercer la autoridad que quiera en los hijos de los hombres, pues dignos son de destrucción y ruina, a mi arbitrio, ya que es grande su maldad. 9 Ordenó Dios entonces que quedara con Mastema una décima parte, y que las otras nueve descendieran al lugar de suplicio. 10 A uno de nosotros dijo que enseñáramos a Noé toda su medicina, pues sabía que no se conducirían rectamente ni procurarían justicia. 11 Obramos según su palabra: a todos los malos que hacían daño los encarcelamos en el lugar de suplicio, pero dejamos a una décima parte para que sirvieran a Satanás sobre la tierra.

Henoc 15 1 Me dirigió la palabra y me dijo con su voz: -Escucha; no temas, Henoc, varón y escriba justo, acércate aquí y escucha mi voz. 2 Ve y di a los vigilantes celestiales que te han enviado a rogar por ellos: Vosotros debierais haber rogado por los hombres; no los hombres por vosotros. 3 ¿Por qué habéis dejado el cielo alto, santo y eterno, habéis yacido con mujeres, cometido torpezas con las hijas de los hombres y tomado esposas, actuando como los hijos de la tierra, y engendrado hijos gigantes? 4 Vosotros, santos espirituales, vivos con vida eterna, os habéis hecho impuros con la sangre de las mujeres, en sangre mortal habéis engendrado, sangre humana habéis deseado, produciendo carne y sangre como hacen los que son mortales y perecederos. 5 Por eso les di mujeres, para que en ellas planten (sus semillas) y les nazcan hijos de ellas, para que así no falte criatura sobre la tierra. 6 Vosotros, por el contrario, erais al principio espirituales, vivos con vida eterna, Inmortales por todas las generaciones del universo. 7 Por eso no os di mujeres, pues los (seres) espirituales del cielo tienen en él su morada. 8 Ahora, los gigantes nacidos de los espíritus y de la carne serán llamados malos espíritus en la tierra y sobre ella tendrán su morada. 9 Malos espíritus han salido de su carne, porque de arriba fueron creados y de santos vigilantes fue su principio y su primer fundamento. Mal espíritu serán sobre la tierra, y malos espíritus serán llamados. 10 Los espíritus de los cielos en el cielo tendrán su morada, y los espíritus de la tierra, que han nacido sobre la tierra, en ella tendrán su morada. 11 Los espíritus de los gigantes, los nefilim, oprimen, corrompen, atacan, pelean, destrozan la tierra y traen pesar; nada de lo que comen les basta, ni cuando tienen sed quedan ahítos. 12 Y se alzan esos espíritus contra los hijos de los hombres y sobre las mujeres, pues de ellos salieron.

Las prisiones de oscuridad de los ángeles caídos

2 Pedro 2:4 Dios no perdonó a los ángeles que pecaron; al contrario, los precipitó en las tenebrosas cárceles del infierno, guardándolos para el juicio.   [Nueva Biblia Española]

Judas 1:6 Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día;

Henoc 21 Continué mi recorrido hasta el caos, 2 y vi algo terrible: vi que ni había cielo arriba ni la tierra estaba asentada, sino (que era) un lugar desierto, informe y terrible. 3 Allí vi siete estrellas del cielo atadas juntas en aquel lugar, como grandes montes, ardiendo en fuego. Entonces pregunté: . -¿Por qué pecado han sido atadas y por qué han sido echadas ahí? 5 Respondió Uriel, uno de los santos ángeles, que iba conmigo guiándome: -Henoc, ¿por quién preguntas y por quién averiguas e inquieres fatigándote? 6 Estas son aquellas estrellas que transgredieron la orden de Dios Altísimo y fueron atadas aquí hasta que se cumpla la miríada eterna, el número de los días de su culpa. 7 y de allí fui a otro lugar, aún más terrible que aquél, y vi algo horrendo: un gran fuego que ardía y llameaba, pues en aquel lugar había una hendidura (que llegaba) hasta el abismo, lleno de grandes columnas ígneas, descendentes, cuya magnitud y grosor no pude ver ni conjeturar. 8 Entonces exclamé: -¡Qué horrible es este lugar y qué angustioso de mirar! 9 Entonces me contestó Uriel, uno de los santos ángeles, que estaba conmigo. Me dijo así: -Henoc, ¿por qué ese temor tuyo y turbación tan grandes? ( Respondí): -A causa de este terrible lugar y a la vista de este horror. 10 Añadió: -Este lugar es la cárcel de los ángeles, y aquí serán retenidos hasta la eternidad.

En el período intertestamentario hay una evolución en el concepto sobre ángeles caídos y demonios, por ello es notable el salto que se da entre el A.T y el N.T. acerca de este tema. Mientras en el A.T. el ámbito de los demonios estaba en directa (y casi exclusiva) relación con la idolatría pagana; en el N.T. los demonios aparecen, no ya poseyendo ídolos o imágenes para recibir sacrificios, sino poseyendo directamente a las personas (endemoniados).

Sin duda,  aquellas personas que oyeron y vieron el actuar y enseñar de Jesús sobre los demonios, tenían un cierto conocimiento de este tema (sabían lo que era un endemoniado, un exorcismo o una influencia diabólica); conocimiento que no fue tomado tanto del A.T. sino en buena medida de la literatura extracanónica que circulaba en aquella época (sobre todo de la literatura apocalíptica que prolifera en el S. II a.C. aproximadamente). Entre esa literatura popular se encontraban el libro de Los Jubileos y el libro de Henoc, que como hemos visto, tratan sobre el origen, acción y final de los ángeles caídos y demonios, temas que los autores de los evangelios no tratan de explicar, (no explican el origen de los demonios, si son ángeles caídos o los espíritus de los gigantes, y en cuanto al exorcismo era desconocido en el A.T.) lo dan como tema sabido entre sus lectores. Como hemos visto, en la literatura apócrifa de entonces, el tema estaba bastante claro, coincidiendo entre ellos acerca del origen de los demonios.

Artículo y recopilación de textos: Gabriel Edgardo LLugdar para Diarios de Avivamientos 2019 – Fuentes: Apócrifos del A.T. Volumen II y IV. DIEZ MACHO, Alejandro. Ediciones Cristiandad –  Los Apocalipsis, 45 textos apocalípticos apócrifos judíos, cristianos y gnósticos. Antonio Piñero. EDAF.

 

Los evangelios apócrifos y el nacimiento de Jesús

¿De dónde surgen enseñanzas o costumbres tales como que José era anciano cuando desposó a la virgen María, y que ya tenía hijos; o que Jesús nació en una cueva; o la del buey y el asno en el pesebre; o los nombres de los padres de María; o la perpetua virginidad de María?

«Los evangelios apócrifos constituyen una parte importante de la tradición de los hechos del cristianismo. El calificativo de «apócrifos» influyó, sin embargo, en la falta de aprecio de los estudiosos y los cristianos de a pie. Al lado de los evangelios canónicos, los apócrifos aparecen como los que refieren leyendas y mitos frente a los que hablan de hechos. Esto no siempre es verdad, pues a veces —aunque ciertamente pocas— transmiten ciertas noticias y dichos de Jesús que puede acercarse al Jesús histórico.

El término «apócrifos» significa etimológicamente «ocultos», «escondidos». De alguna forma, la denominación primitiva alude a una reserva intencionada, pues tanto para ciertos eclesiásticos como para algunos herejes, se trataría de obras solamente conocidas y utilizadas por un grupo privilegiado de iniciados. La etiqueta les era particularmente útil, por cuanto los escritos apócrifos recibieron frecuentemente las críticas de la mayoría de los escritores ortodoxos, que los señalaban como peligrosos o desviados de la doctrina verdadera.

El significado actual de «apócrifo» ha variado de esta acepción primigenia y significa «falso, rechazado» por la ortodoxia, por lo que está dedicado especialmente a las obras que imitan los géneros literarios bíblicos pero no han sido admitidas por la Iglesia en el canon de los libros inspirados. 

Los escritos apócrifos han tenido un influjo efectivo en la tradición cristiana y en el desarrollo de sus doctrinas. Dogmas importantes están basados en tradiciones, cuyo testimonio escrito se encuentra básicamente en estos textos. Así, la asunción de la Virgen es el núcleo de los apócrifos asuncionistas. La virginidad perpetua de María está expresada plásticamente en los Evangelios de la Natividad. La misma divinidad de Jesús aparece en los evangelios apócrifos de una forma más rotunda incluso que en los canónicos.»  [Antonio Piñero. Todos los evangelios – Traducción íntegra de las lenguas originales de todos los textos evangélicos conocidos]

 

1. Protoevangelio de Santiago

Autor: Desconocido.
Fecha probable de composición: Quizá de mediados del siglo II. En cualquier caso, anterior al siglo IV.
Lugar de composición: Desconocido.
Lengua original: Griego.
Fuentes: Unos 20 manuscritos medievales, del siglo XII en adelante.

Este apócrifo es uno de los más antiguos y origen de una tradición legendaria recogida por otros apócrifos de la infancia de Jesús. Su presunto autor según el texto sería Santiago, el «hermano del Señor», que lo habría escrito en el desierto, pero la noticia es inverosímil.  La repercusión de este apócrifo en las leyendas populares cristianas e incluso en la teología fue enorme.

En este apócrifo podemos encontrar entre otras cosas que:

… los padres de María, llamados Ana y Joaquín, no podían tener hijos hasta que un ángel les anunció el milagro…

4:1 He aquí que un ángel del Señor se le presentó y le dijo: «Ana, Ana, el Señor ha escuchado tu plegaria. Concebirás y darás a luz, y se hablará de tu descendencia en toda la tierra». Dijo Ana: «Vive el Señor, mi Dios, si engendro varón o hembra lo presentaré como ofrenda al Señor mi Dios, y estará prestándole servicio todos los días de su vida». 2 Llegaron dos mensajeros diciéndole: «Joaquín, tu marido, viene con sus rebaños». Pues un ángel del Señor bajó hasta él y le dijo: «Joaquín, Joaquín, el Señor Dios ha escuchado tu plegaria. Baja de aquí, pues he aquí que Ana, tu mujer, va a concebir en su vientre».

… José era ya anciano, viudo, y tenía hijos antes de casarse con María.

9:2 Respondió José: «Tengo hijos y soy anciano, mientras ella es una jovencita; no vaya a convertirme en motivo de risa ante los hijos de Israel».

… que Jesús nació en una cueva:

18:1 Encontró allí una cueva y la introdujo en ella. Dejó junto a María a sus hijos, y él salió a buscar una comadrona hebrea por la región de Belén.

 

2. Evangelio del Pseudo Mateo

Autor: Desconocido.
Fecha probable de composición: Base del relato anterior al 200. Texto actual del siglo VI.
Lugar de composición: Desconocido.
Lengua original: Griego.
Fuentes: Traducción latina, probablemente del siglo VI, conservada en un manuscrito del siglo XIV.

Las leyendas de este evangelio tuvieron gran influencia en la tradición cristiana. Obras de literatura, el arte en sus aspectos de la pintura y la escultura, libros de devoción y hasta las reflexiones de grandes místicos fueron sensibles a ellas.

En este escrito apócrifo encontramos una exaltación fantasiosa de la santidad y pureza de María (más propia de la Edad Media)…

6:2 …Así progresaba más y más en la alabanza de Dios. Finalmente, en compañía de las vírgenes mayores se instruía en la alabanza de Dios, de tal manera que no había ninguna más presta que ella en la vigilancia, ninguna más erudita en el conocimiento de la ley de Dios, ninguna más sumisa en la humildad, ninguna más elegante en el canto de los salmos de David, ni más generosa en la caridad, ni más pura en la castidad, ni más perfecta en toda clase de virtud. Pues era constante, inconmovible, inmutable, y cada día progresaba hacia lo mejor. 3 Nadie la vio nunca airada, ni la oyó decir una mala palabra. Su lenguaje estaba tan lleno de gracia que se conocía que Dios estaba en su lengua. Permanecía continuamente en la oración y en el estudio de la Ley. Se preocupaba de que ninguna de sus compañeras pecara de palabra, ni se dejara llevar de una risa desacompasada, ni se comportara con sus semejantes con injurias o soberbia… Frecuentemente se la veía en conversación con los ángeles, quienes la trataban como si fueran íntimos amigos. Si alguno de los enfermos la tocaba, regresaba al instante sano a su casa.

… el autor pone en boca de María una exaltación de la virginidad, aquí se ve el evidente interés de exaltar el celibato como la condición ideal de un siervo de Dios (sacerdotes, monjes y monjas); y de considerar el acto sexual (aún dentro del matrimonio) como una mancha en la carne….

7:1 … María les respondió diciendo: «Dios es honrado sobre todo con la castidad, como se puede comprobar:
2» Porque antes de Abel no hubo justo alguno entre los hombres. Él agradó a Dios por sus ofrendas y fue asesinado despiadadamente por el que le desagradó. No obstante, recibió una doble corona, por sus ofrendas y por su virginidad, porque nunca aceptó una mancha en su carne. Finalmente, también Elías fue llevado en carne al cielo, porque conservó virgen su carne. Esto es lo que aprendí en el templo de Dios desde mi infancia, que una virgen puede ser amada de Dios. Por eso, tomé en mi corazón la decisión de no conocer varón jamás».

12:4 … Entonces, María, viendo la sospecha del pueblo y puesto que no estaba del todo justificada, dijo con voz clara cuando todos la oían: «Vive Adonay, el Señor de los ejércitos, en cuya presencia me encuentro, que nunca he conocido varón ni pienso conocerlo, porque desde mi niñez tengo tomada esta decisión. Y este es el voto que hice a Dios desde mi infancia: permanecer íntegra para aquel que me creó. En tal integridad confío que viviré para él solo, y mientras viva permaneceré para él solo libre de toda impureza».

Este evangelio apócrifo también menciona que José era anciano y tenía hijos antes de desposarse con María…

8:4 Entonces todo el pueblo felicitaba al anciano diciendo: «Has logrado la felicidad en tu ancianidad, porque Dios ha manifestado que eres el idóneo para recibir a María». Pues los sacerdotes le decían: «Recíbela, porque de toda la tribu de Judá tú eres el único elegido por Dios». Entonces José, postrándose con humildad, comenzó a rogarles diciendo con vergüenza: «Soy anciano y ya tengo hijos, ¿por qué me confiáis esta jovencita?».

… también afirma que María dio a luz en una cueva, entre prodigios y señales…

13:1 Sucedió que, pasado algún tiempo, un edicto publicado del César Augusto ordenaba que todo el mundo fuera a empadronarse a su propia patria. Este empadronamiento fue ejecutado por el gobernador de Siria Cirino. Se vio, pues, José en la necesidad de trasladarse a Belén con María, porque procedía de allí, y María era
de la tribu de Judá y de la casa y de la patria de David. Cuando José y María iban por el camino que lleva a Belén, dijo María a José: «Veo a dos pueblos ante mí, a uno que llora y a otro que se alegra». José le respondió: «Estate sentada, sujétate bien en el jumento y no digas palabras inútiles». Entonces apareció ante ellos un joven hermoso, vestido con espléndidas vestiduras, que dijo a José: «¿Por qué has dicho que son superfluas las
palabras sobre los dos pueblos de que ha hablado María? Pues ha visto al pueblo judío que lloraba, porque se ha apartado de su Dios, y ha visto al pueblo de los gentiles alegrarse porque se ha acercado y se ha colocado cerca del Señor. Es lo que prometió a nuestros padres Abrahán, Isaac y Jacob. Porque ha llegado el tiempo en que por la descendencia de Abrahán serán benditas todas las gentes». 2 Dicho esto, el ángel mandó detenerse al jumento porque había llegado el momento del parto. Y ordenó a María que bajara de la cabalgadura y entrara en una cueva subterránea en la que nunca había habido luz, sino siempre tinieblas, porque no entraba en absoluto la luz del día. Pero, al entrar María, empezó toda la cueva a llenarse de resplandor, y como si dentro estuviese el sol, toda mostraba un fulgor luminoso. Como si allí fuera el mediodía, una luz divina iluminaba la cueva. Y ni de día ni de noche faltó la luz divina mientras estuvo dentro María. Fue allí donde dio a luz un niño, a quien rodearon los ángeles en el momento de nacer, y una vez nacido lo adoraron diciendo: «Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres del beneplácito divino».

… hay un evidente interés en destacar la Perpetua Virginidad de María…

13:3 Ya hacía rato que José había ido a buscar comadronas. Y cuando regresó a la cueva, María ya había dado a luz al niño. José dijo a María: «Yo te he traído a las comadronas Zelomí y Salomé, pero están fuera delante de la cueva y no se atreven a entrar acá por el excesivo resplandor»… Entonces mandó que una de ellas entrara con él. Entró Zelomí, y dijo a María: «Permíteme que te toque». Cuando María le permitió que la tocara, exclamó a grandes voces la comadrona diciendo: «¡Señor, gran Señor, ten misericordia! Nunca se ha oído ni siquiera sospechado que los pechos estén llenos de leche, y el niño que ha nacido haya dejado virgen a su madre. Ninguna mancha de sangre hay en el recién nacido, ningún dolor en la parturienta. Una virgen concibió, virgen dio a luz, virgen permaneció».

… Jesús en el establo, el buey y el asno…

14:1 A los tres días del nacimiento del Señor, salió María de la cueva y entró en un establo. Colocó al niño en un pesebre, y un buey y un asno lo adoraron. Entonces se cumplió lo anunciado en la profecía de Isaías: «Conoció el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su señor» (Is 1, 3). Y es que los mismos animales, situados a su lado, lo adoraban sin cesar. Así se cumplió lo dicho en la profecía de Habacuc: «En medio de dos animales te darás a conocer». En aquel mismo lugar permanecieron José y María con el niño durante tres días.

… los magos de oriente, después de dos años…

16:1 Pasados dos años, llegaron a Jerusalén unos magos de Oriente portando grandes regalos. Preguntaron insistentemente a los judíos diciendo: «¿Dónde está el rey que os ha nacido? Pues hemos visto su estrella en Oriente y venimos a adorarlo».

16:2 Cuando los magos iban de camino, se les apareció la estrella, y como si les hiciera de guía, así les precedía hasta que llegaron al lugar donde estaba el niño. Los magos, al ver la estrella, se alegraron con un grandísimo gozo. Entraron en la casa y hallaron al niño Jesús sentado en el regazo de su madre. Entonces abrieron sus tesoros y obsequiaron a María y a José con grandes regalos. Luego cada uno ofreció al Niño una moneda de oro. A continuación uno le ofreció oro, otro incienso y el otro mirra. Y como estaban dispuestos a volver al rey Herodes, recibieron en sueños un aviso de un ángel para que no lo hicieran. Pero ellos, después de adorar gozosamente al niño, regresaron a su tierra por otro camino.

 

3. Libro sobre la natividad de María

Autor: Desconocido.
Fecha probable de composición: Siglo IX.
Lugar de composición: Desconocido.
Lengua original: Griego.
Fuentes: Traducción latina conservada en manuscritos medievales posteriores al siglo X.
El apócrifo sobre la natividad de la Virgen María es un resumen del Pseudo Mateo, atribuido durante mucho tiempo a san Jerónimo. La Patrología Latina de Migne lo sigue incluyendo entre las obras de este. La carta presuntamente dirigida por san Jerónimo a los obispos Cromacio y Heliodoro, que figura como prefacio del Pseudo Mateo, explica la insistencia de esta atribución. La época probable de su composición, el siglo IX, es muy ajena en contenido y forma a la de san Jerónimo.

Aunque este escrito se esfuerza por exaltar a María…

1:1 La bienaventurada y gloriosa siempre virgen María, descendiente de estirpe regia y de la familia de David, nació en la ciudad de Nazaret y fue educada en Jerusalén, en el templo del Señor. Su padre se llamaba Joaquín, y su madre, Ana. Su familia paterna era de Galilea, de la ciudad de Nazaret, pero su linaje materno era de Belén.

… curiosamente echa por tierra el dogma de la «Inmaculada Concepción de María» pues afirma que solo Cristo nació inmaculado…

9:4 La Virgen, no por desconfiar de las palabras del ángel, sino por el deseo de conocer cómo sucederían las cosas, respondió: «¿Cómo puede ocurrir esto? Pues siendo así que yo, según mi voto, nunca conozco varón, ¿cómo podré dar a luz sin semilla masculina?». Sobre esto, le dijo el ángel: «No pienses, María, que vas a concebir al modo humano. Porque, sin relación alguna con varón, siendo virgen darás a luz, siendo virgen amamantarás. Pues el Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra contra todos los ardores de la concupiscencia. Por eso, el que nacerá de ti será el único santo, porque es el único concebido y nacido sin pecado, que será llamado Hijo de Dios». Entonces María, extendiendo las manos y levantando los ojos al cielo, dijo: «He aquí la esclava del Señor, pues no soy digna del nombre de señora, hágase en mí según tu palabra».

 

4. Libro sobre la infancia del Salvador

Autor: Desconocido.
Fecha probable de composición: Hacia el siglo IX.
Lugar de composición: Desconocido.
Lengua original: Latín, sobre materiales en lengua griega.
Fuentes: Manuscritos de los siglos XIII y XIV.

La notable semejanza entre este apócrifo y el Pseudo Mateo ha hecho surgir la disputa sobre su relación y eventual prioridad, cuestión aún no resuelta. El estilo dista mucho del ingenuo y simple de los evangelios apócrifos más antiguos. El autor recoge los datos ya conocidos, los amplía y los reelabora hasta darles un carácter elegante y distinguido. La presentación del nacimiento de Jesús ofrece detalles nuevos que, en opinión de M. R. James, dependían del antiquísimo Evangelio de Pedro, del siglo II. A este evangelio deben atribuirse, según algunos autores, ciertas expresiones de carácter doceta [el docetismo negaba que Cristo tuviese un cuerpo de carne, afirmaba que el cuerpo del Señor era una apariencia, pero no carne real], como el hecho de que el recién nacido no tenía peso ninguno y de que el niño fuera una especie de condensación de la luz. El autor refleja la reacción de la piedad popular frente a la creencia en la divinidad del Jesús recién nacido. Todo lo material es ajeno a la trascendencia de un ser de naturaleza divina. Esta realidad impone un desarrollo de los hechos totalmente alejado de las costumbres humanas. Todo queda más allá de la capacidad y la comprensión de la mente humana.

62. José se adelantó para llegar a la ciudad. Dejó a María con su hijo Simeón [hijo de José], porque estaba encinta y caminaba más despacio… 63. Haciendo un recorrido, vio un establo solitario y se dijo: «Debo detenerme en este lugar, porque me parece albergue de peregrinos. Y aquí no tengo ni hospedaje ni posada donde podamos descansar». E inspeccionándolo, dijo: «La habitación es pequeña, pero idónea para unos pobres, especialmente porque está apartada del griterío de la gente, como para no poder molestar a una mujer en trance de parto. Por lo tanto, es necesario que descanse en este lugar con todos los míos».

65. Dijo entonces José a María: «Hijita mía, has sufrido muchas molestias por mi causa. Entra, pues, y ocúpate de ti. Y tú, Simeón, trae agua y lava sus pies, dale comida, y si tiene necesidad de alguna otra cosa, haz lo que su alma desea». Simeón hizo lo que su padre le había mandado y la condujo a la gruta, que con la entrada de María comenzó a tener luz solar, y se iluminó como si fuera mediodía.

Aquí comienza el relato de la comadrona (partera), y la influencia doceta en el relato.

73. » Cuando se acercó la hora, apareció abiertamente el poder de Dios. La doncella estaba mirando fijamente al cielo convertida en viña, pues ya estaba para cumplirse el término de los bienes. Y en cuanto apareció la luz, adoró al que vio que había alumbrado. El niño despedía resplandores a la manera del sol. Estaba totalmente limpio, y era agradabilísimo de ver, pues solo él apareció como la paz que apacigua el mundo entero. En la misma hora en que nació, se oyó la voz de muchos seres invisibles que decían a la vez: “Amén”. La luz que había nacido se multiplicó, y con la claridad de su resplandor oscureció la luz del sol. Aquella cueva quedó repleta de una luz clara y de un perfume suavísimo. Ahora bien, esta luz nació lo mismo que el rocío que desciende del cielo a la tierra. Pues su perfume supera el de todos los ungüentos.
74. » Yo quedé estupefacta y llena de admiración; y el temor se apoderó de mí. Pues tenía la mirada fija en el gran resplandor de la luz que había nacido. Pero aquella luz fue poco a poco condensándose en sí misma y tomó la forma de un niño. Y enseguida se hizo un niño como suelen ser los niños al nacer. Cobré valor, me incliné, lo toqué y lo levanté en mis manos con gran temor. Me quedé aterrada porque no tenía el peso propio de un recién nacido. Lo examiné y comprobé que no había en él la más mínima mancha, sino que estaba totalmente limpio en su cuerpo como ocurre con el rocío del Dios Altísimo. Era ligero de llevar y espléndido de ver. Mientras estaba grandemente admirada porque no lloraba como suelen llorar los recién nacidos, y mientras lo tenía en brazos con la mirada fija en su rostro, me dedicó una gratísima sonrisa. Abrió los ojos y
los fijó en mí delicadamente. Al momento salió de sus ojos una gran luz como un gran relámpago».

Textos extraídos del libro Todos los evangelios. Traducción íntegra de las lenguas originales de todos los textos evangélicos conocidos. Edición de Antonio Piñero.

 

Diarios de Avivamientos 2019