Expiación Limitada ¿Cristo murió por todos?

Elección, Expiación Limitada y breves fundamentaciones bíblicas – Capítulo 6 – del libro: Una Introducción al Arminianismo Clásico

Dios ha decretado salvar a aquellos que irán a creer en Jesucristo y perseverar en la fe; dejando en el pecado a los incrédulos para ser condenados. Artículo 1
Jesucristo murió por todos los hombres, proporcionando redención para aquel que cree en él.
 Artículo 2

Introducción

A partir de este capítulo pasamos a una discusión de los Cinco Artículos Remonstrantes presentados en el capítulo cuatro. Allí nos propusimos, por una breve incursión historiográfica, explicar qué y cuáles son los Artículos; la finalidad de la elaboración de ellos y el impacto causado en los jefes de las Provincias Unidas y en los calvinistas. Ya aquí, y en los capítulos siete y ocho, asociaremos cada artículo a Arminio y, brevemente, los sostendremos con análisis bíblicos.

1. Artículo Primero: Dios elige o reprueba sobre la base de la fe o en la incredulidad previstas.

En lo que se refiere a este artículo, los remonstrantes se fundamentaron en las siguientes palabras de Arminio:

Dios determinó salvar y condenar a ciertas personas en particular. Este decreto tiene su fundamento en el pre-conocimiento de Dios, por el cual él conoció desde toda la eternidad a aquellos individuos que, por medio de su gracia preveniente [precedente], creerían y perseverarían por medio de su gracia subsecuente, de acuerdo con la administración anteriormente descrita de aquellos medios que son adecuados y propios para la conversión y la fe; y, por ese mismo pre-conocimiento, él semejantemente conoció a aquellos que no creerían y perseverarían. [ARMINIUS, Vol. 1, p. 170].

Se desprende de este comentario la idea de la salvación del hombre no porque él es un elegido, sino porque recibe a Cristo como Señor y Salvador y así se torna un elegido. No existe selección de algunas personas para la salvación ni para la condenación. La elección es condicional a la respuesta del hombre y depende de la presciencia divina que anticipa la fe. Es teniendo por base la presciencia, que Dios predestina o elige individuos para la salvación o la perdición. Arminio negó la doctrina de la elección incondicional, que es incompatible con el carácter de Dios. Podemos señalar como ejemplo de esta incompatibilidad la negación de la omni-benevolencia de Dios. Dios es todo-amoroso y por eso ama a todos (Juan 3:16, Romanos 5: 8, Romanos 8: 35,38-39, 2ª. Corintios 5:14, Tito 3: 4-5, 1ª. Juan. 4:7-8, 10). Elegir arbitrariamente unos para la salvación y otros para la condenación niega aquel atributo moral divino. Los Remonstrantes se hicieron eco de Arminio conforme el artículo 1º –Dios ha decretado salvar a aquellos que irán a creer en Jesucristo y perseverar en la fe; dejando en el pecado a los incrédulos para ser condenados.

En respuesta al artículo remonstrante, el Sínodo de Dort concluyó:

Esta elección no se basa en la fe prevista, en obediencia de fe, santidad o cualquier buena calidad o disposición, que sería una causa o condición previamente requerida al hombre para ser escogido.

La respuesta calvinista no hace justicia a 1ª Pedro 1: 2 “elegidos, según la presciencia de Dios Padre […]” La prognosis (presciencia) divina sabe de antemano (Romanos 8:29) quien responderá con arrepentimiento y fe a la obra del Espíritu Santo en el momento de la predicación del Evangelio. En ese instante, efectivamente, se da la elección.
El arminianismo clásico cree en una elección incondicional, pero, eso en lo tocante al pueblo de Dios. En cuanto a personas específicas, la elección es siempre condicional al uso que los hombres hacen de los medios de gracia. La doble predestinación calvinista es un terror para aquellos que, conocedores de tal doctrina, viven preguntándose si son o no elegidos. Ella es irreconciliable con el Dios que es amor (1ª Juan 4: 8) Calvino enseñó la doble predestinación:

Dios ordenó desde la eternidad a quien quiere abrazar en amor y ejerce su ira contra quien quiere”. [CALVINO, I.R.C. Vol.3] Así se niega la universalidad del amor de Dios. En Calvino, la gloria de Dios reemplaza el amor de Dios. La doble predestinación es tan chocante que Calvino, según Calder, exclamó: “¡decretum horribile!” [En latín horribile no significa horrible, significa ‘lo que inspira reverencia’. Sin embargo, la teoría es horrible y causa espanto] Tillich, citando a Calvino, señala: “[…] ¡se trata de un decreto horrible, confieso!” [TILLICH, Paul. História do Pensamento Cristão. São Paulo: ASTE, 2007. p. 265] Hay calvinistas que niegan la doble predestinación, pero sus argumentos no pasan de puntuaciones semánticas. Inexorablemente, el decreto de salvar algunos lleva al decreto de condenar a otros.

El artículo remonstrante en cuestión, se condice más con el carácter de Dios y da a la humanidad el consuelo de que aun estando todos perdidos, el sacrificio alcanza a aquellos que por fe reciben al Hijo como Señor y Salvador. Jesús es el elegido, y en él Dios elige a aquellos que Él previó que expresarían fe en su Hijo, después del arrepentimiento de los pecados. La doctrina de la elección en la perspectiva arminiana clásica es la única que puede presentar a Dios como siendo bueno, amable y justo. Sólo ella hace de la presentación del Evangelio una oferta sincera, pues de hecho, es para todos, llamándolos sinceramente (serio vocantur).

Los remonstrantes dijeron lo siguiente en el Sínodo de Dort: “Aquel que Dios llama para salvación, Él llama sinceramente (serio vocat), es decir, con intención sincera y deseo de salvar completamente, sin hipocresía.” Esto porque los remonstrantes creían en la elección condicional y no en la doble predestinación calvinista. En este último caso, ¿cómo anunciar sinceramente el Evangelio para quien de ningún modo, por determinación divina, podrá experimentar los beneficios de su poder? Algunas razones que hacen del sistema arminiano clásico un portador del anuncio bien intencionado del Evangelio son las siguientes:

• La oferta del Evangelio es universal;
• Dios desea que los oyentes (todos) del Evangelio sean salvos;
• La elección es condicional y la expiación es ilimitada;
• La predicación del Evangelio es gracia para todos los perdidos.

Por estas razones, es claro que sólo el arminianismo clásico puede anunciar el contenido de Ezequiel 33:11, 1ª Timoteo 2:4, 4:10, Tito 2:11, 2ª Pedro 3: 9; sin incurrir en una actuación fingida, [predicarle a alguien el Evangelio, sin estar seguro de que Cristo murió por él, no es una predicación sincera, es una mera actuación]. Aunque los Cánones de Dort, en el capítulo II, artículo 5º, defiendan que el mensaje del Evangelio predicado por los calvinistas sea bien intencionado, discrepamos de esta defensa, pues afirmar que Dios desea salvar a todos, conforme a las Escrituras arriba mencionadas, cuando en realidad Él sólo salvará a los elegidos, no pasa de ser un juego de escena. Es contradictorio creer en las doctrinas de la elección incondicional y expiación limitada y al mismo tiempo enseñar que “la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres” (Tito 2:11). Tanto el calvinismo supralapsariano, como el infralapsariano, caen en esa contradicción al intentar armonizar esas doctrinas. El calvinista Herman Hoeksema (1886-1965) censura:

Ellos profesan creer que la expiación es limitada, y que Cristo murió sólo por los elegidos; aun así, por el otro lado, también insisten en que Dios sinceramente tiene buena intención en la oferta de la salvación a todos los hombres. [HOEKEMA, Anthony. Salvos Pela Graça. Cultura Cristã, 2011, p. 81]

Este es un caso de duplipensar, concepto pensado por el escritor inglés George Orwell (1903-1950) y que significa mantener en la mente dos creencias contradictorias. Anthony Hoekema reconoce:

Una vez que la Biblia enseña tanto la elección eterna como la buena intención de la vocación del evangelio, seguiremos manteniendo nuestra creencia en ambas doctrinas, aunque no podamos reconciliarlas en nuestra mente finita. [Ibid. p. 87]

Bueno, ese es un conflicto innecesario, pues las Escrituras no concuerdan con la expiación limitada ni con la elección incondicional. Eso es sufrir mentalmente por nada. Por otra parte, el teólogo calvinista Vincent Cheung dijo que ese intento de conciliación, innecesaria, es creer como un calvinista y predicar como un arminiano. En otras palabras, él está diciendo: “bájese del muro”.
Recordando una cuestión importante: en el sistema arminiano clásico, Cristo no es un mero instrumento que hará efectivo el decreto abstracto de elección, sino que Él es la razón de la elección. Leamos a Arminio nuevamente

El primer decreto absoluto de Dios, concerniente a la salvación del hombre pecador, es que Él decretó designar a su Hijo Jesucristo por Mediador, Redentor, Salvador, Sacerdote y Rey, que puede destruir el pecado por su propia muerte, puede obtener, por su obediencia , la salvación que había sido perdida, y puede comunicarla por su propia virtud. [ARMINIUS, Vol. 2, p. 170].

Es de este primer decreto divino que emerge la doctrina de la predestinación de Arminio. Los tres decretos siguientes ya se han presentado anteriormente. Pero, para fines didácticos, siguen, una vez más los cuatro decretos, ahora, en formato de diagrama.

Primer Decreto
Nombrar a Jesucristo como Mediador,
Redentor, Sacerdote y Rey

                            ⇓                                                                                               ⇓

        Segundo Decreto                                                                              Tercer Decreto

 Elección-Reprobación-Condicional –                                                 Administrar

                                                                                           los medios necesarios para                                                                                                            el arrepentimiento y la fe

                        ⇓                                                                                                     ⇓

Cuarto Decreto

Salvar y condenar ciertas personas

Fundamentos de este decreto:

Presciencia de Dios
Libre elección: – creer y perseverar – no creer y no perseverar

                                 ⇓                                                                                    ⇓

Salvación                                                                                        Condenación

El sistema es totalmente Cristo-céntrico, pues comienza con Jesucristo, sujeto principal de la predestinación. Ese concepto de la predestinación es descrito de modo sublime por Karl Barth: 

Sobre Jesucristo nada sabemos con mayor certeza y exactitud que esto: en libre obediencia a su Padre, Él eligió ser hombre, y como hombre, hacer la voluntad de Dios. Si Dios nos elige igualmente, esa elección se da en la elección de Jesucristo y por medio de ella, en ese acto de libre obediencia y por medio de él, por obra de su Hijo […] Es en él que la elección eterna se convierte inmediata y directamente en la promesa de nuestra elección, decreto que fue en el tiempo de nuestro llamado, o vocación para la fe, del consentimiento por nosotros concedido para la intervención a nuestro favor, de la revelación de nosotros mismos como hijos de Dios. [Citado en MILLER, GRENZ, Teologias Contemporâneas, p. 27].

2. Breve fundamentación bíblica del primer artículo de fe Remonstrante.

La «elección» es un decreto divino anterior a la salvación y depende totalmente de la libre y soberana expresión de la misericordia de Dios: “no me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros” (Jn 15:16). Dios es la causa eficiente de la elección. Soberanamente él decreta. La teología arminiana clásica reconoce esto tanto en el sentido de una elección de comunidades (Deuteronomio 7:6, 14:2, Hechos 13:17) y la elección de los individuos (Romanos 16:13, 2ª Juan 1:1, 13) siendo esta última el sentido más elevado que las Escrituras dan a la elección.

El arminianismo clásico sostiene que Dios determinó salvar y condenar a ciertas personas en particular. Este decreto tiene su fundamento en el pre-conocimiento de Dios, como demostramos más arriba. Dios elige previendo la respuesta de fe y la perseverancia. Los actos libres de las personas en aceptar o rechazar la gracia de Dios son tenidos en cuenta (Lucas 13:34, Hechos 7:51). El decreto arbitrario propuesto por el calvinismo no es una doctrina bíblica, sino sólo una especulación filosófica.

Como se indica, la elección y la reprobación (no entienda «reprobación» como una pre-ordenación para la condenación) en el sistema arminiano clásico se relaciona con la doctrina de la presciencia cognitiva divina, que anticipa el conocimiento de Dios en cuanto a los pensamientos y acciones de las personas. El apóstol Pedro escribió: “elegidos, según la presciencia de Dios Padre […]” (1ª Pedro 1: 2). Pablo escribiendo a los Romanos dice: “porque a los que antes conoció […]” (Romanos 8:29).

Vincular la elección a la presciencia no supone causalidad porque Dios no necesita predestinar para conocer previamente, pues Él es omnisciente. Este pensamiento no presupone que Dios sea sorprendido por la decisión de alguien. La presciencia divina envuelve todo. Como la elección es por presciencia, ella es condicional, o sea, depende de la respuesta en arrepentimiento y fe de quien oye el Evangelio: “[…] arrepentíos y creed en el Evangelio” (Marcos 1:15). En el Nuevo Testamento la elección de los creyentes es presentada de modo individual o colectivo, como dijimos. La elección individual puede ser vista en expresiones como “Dios os haya escogido (personas) para la salvación” (2ª Tesalonicenses 2:13), “habiéndonos predestinado (individuos)” (Efesios 1: 4-5, 11). Rufo, en Romanos 16:13 es identificado como un «elegido» [escogido]. En ese sentido, concluimos que la elección no está restringida a un plano impersonal, sino que involucra a individuos. En cuanto a la elección corporativa, así como Israel en el Antiguo Testamento, es para un servicio; para el anuncio de las buenas nuevas. Pero no sólo eso, sino que, reiteramos, es una elección para la salvación. Expresiones como “linaje escogido” (1ª Pedro 2: 9), “señora elegida” y “su hermana la elegida” (2ª Juan 1,13), reflejan esa elección colectiva.
En la teología arminiana clásica también hay lugar para una elección incondicional. Olson explica:

Los arminianos interpretan el concepto bíblico de elección incondicional (predestinación para la salvación) como corporativa. De este modo, la predestinación tiene un significado personal (presciencia de elecciones individuales) y un significado colectivo (elección de un pueblo). La primera es condicional, la última es incondicional. La predestinación de Dios de personas está condicionada por la fe de éstas; la elección de Dios de un pueblo para su gloria es incondicional. La última englobará a todos los que creen. [OLSON, Roger. Teología Arminiana, Mitos y Realidades]

La elección es incondicional, para el arminianismo clásico, solamente en lo que se refiere a un colectivo. En este caso, la Iglesia. Como se dijo anteriormente, se trata de una elección incondicional para el servicio. En el ámbito soteriológico divino la Iglesia debe cumplir su misión de diseminación del Evangelio y de la expansión del Reino de Dios. Dios no abre negociación en cuanto a eso. Por el contrario, la elección incondicional en el calvinismo consiste en que Dios escoge a algunos individuos para la salvación, en tanto que los que no son llamados, irresistiblemente van al infierno. Es difícil no admitir que la elección incondicional calvinista contradice las Escrituras. No hay una oferta sincera del Evangelio, pues es imposible para algunos pecadores, aunque oigan las buenas nuevas de salvación, convertirse.

2.1. La soberanía divina

Es común, que a los arminianos clásicos se les acuse de descuidar la soberanía divina [*]. Dicen que nuestra visión es minimalista, pues a esto nos llevan doctrinas como la elección condicional. No estamos de acuerdo con esa acusación, por supuesto. Los arminianos clásicos no niegan la soberanía de Dios, ni siquiera cuando argumentan en favor de la elección condicional. Sencillamente porque la elección condicional no implica un debilitamiento de la soberanía divina. En el caso de que Dios sufriese alguna coacción de fuera, algo impensable en cualquier circunstancia, podríamos aceptar la acusación; pero no existe una situación donde sea posible la idea de que Dios pueda ser coaccionado. Lo que el arminianismo clásico enseña en consonancia con las Escrituras es que Dios, en su soberanía, escogió libremente y según sus propósitos crear un universo con personas libres capaces de tomar decisiones, lo que por consiguiente, es evidente, determina situaciones. Por ejemplo: “Mas los fariseos y los intérpretes de la ley desecharon los designios de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan” (Lucas 7:30).

[*] Una explicación clara y objetiva del concepto de soberanía de Dios nos es dada por Claudionor de Andrade: “Autoridad incuestionable que Dios ejerce sobre todas las cosas creadas, tanto en la tierra, tanto en los cielos, disponiendo de todo de acuerdo con sus consejos y designios.” (1998, p. 265)

Lucas muestra la reacción de los fariseos frente al mensajero de Dios, Juan el Bautista. No es de extrañar tal resistencia cuando volvemos a los capítulos 5:17 a 6:11, donde ellos reaccionaron negativamente al Hijo de Dios. Estos momentos de oposición caracterizan la opción de los fariseos por su propia justicia en detrimento de la justicia de Dios revelada en Jesús (v.29). Al actuar así, ellos, según Lucas, “desecharon el designio de Dios”. El verbo en negrita en el texto griego es atheteo. En el Diccionario Vine, atheteo en Lucas 7:30, significa “impedir la eficacia de algo, invalidarlo, frustrarlo”. ¿Cómo el hombre puede frustrar (o como dice James Strong: ‘arruinar, rechazar’) el designio divino, si no fuese por una concesión divina vinculada a Su voluntad de lidiar con criaturas libres? La historia emerge de las agencias divina y humana. Aquí tenemos la agencia humana definiendo el resultado, y la soberanía divina estando limitada por la elección libertaria de los fariseos. ¿Esto ocurre siempre? ¡No! Como explica el teólogo arminiano Henry Clarence Thiessen (1883-1947):

Dios a veces permite que el hombre actúe según el hombre quiere.
A veces, Dios impide al hombre hacer lo que, en su libertad, él podría hacer.
Dios siempre prevalece sobre lo que el hombre hace para Sus propios fines.

Mantenemos que nosotros, los arminianos clásicos, no descuidamos la soberanía divina como dicen los calvinistas. Avancemos un poco más en este asunto. El teólogo arminiano John Miley (1813-1895) explica:

No ponemos en duda una verdadera soberanía divina, pero rechazamos una que sea puramente arbitraria, por ser totalmente inconsistente con la naturaleza de Dios y con los grandes hechos de su providencia. [Citado en THIESSEN, 2000, p. 116]

Dios es soberano en el universo, y esto nunca fue negado por el arminianismo clásico. “Dios está en el control sin controlar todo”, dice Olson, y esa es la razón de la queja calvinista contra los arminianos clásicos. Ellos exigen el ejercicio de una soberanía meticulosa, nosotros no, pues un gobierno absoluto, para ser caracterizado como tal, no necesita la imposición de un control de las minucias y toda particularidad de la vida de los gobernados. Además, una concepción de soberanía según los moldes calvinistas, en última instancia, hace que Dios sea el autor del pecado y del mal moral, hecho vehementemente negado por el arminianismo clásico.

Escribiendo a su amigo Hippolytus Collibus, Arminio dijo: “Dios no puede ser acusado de ser el autor del pecado”. [ARMINIUS, Vol. 2, p. 329]. A esta altura no se puede olvidar dos conceptos fundamentales y decisivos para el distanciamiento entre los modos de entender la soberanía divina y el control de la historia humana, por parte de los arminianos clásicos y los calvinistas. Los conceptos, en latín, son: de facto y de jure. Valiéndonos de Olson, por medio de quien llegamos a esos conceptos, explicamos. El primero significa que Dios ya controla la historia de forma determinista y minuciosa. En ese sentido, nada frustra la voluntad divina. Lucas 7:30 no está de acuerdo con eso. En cuanto al segundo, por derecho y poder, Dios está en el control de la historia humana, pero no excluyendo la libertad humana ni haciendo de Él el autor del pecado. De esta forma, Dios solamente en parte controla las cosas en el presente de facto. Olson remata:

Jesús enseñó a sus discípulos a orar “sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:10). Si la soberanía de Dios ya estuviese completamente ejercida de facto, ¿por qué alguien necesitaba orar para que la voluntad de Dios sea hecha en la tierra? En este caso, ella ya estaría siempre siendo hecha en la tierra. Esta diferencia entre la soberanía de Dios de facto y de jure es exigida en la Oración del Padre Nuestro.

De ello inferimos ser antibíblico un concepto de soberanía que propone strictu senso, un sentido de control absoluto. Wynkook se expresa de forma sublime en cuanto a cómo los arminianos clásicos reflexionan sobre la soberanía divina:

Su soberanía suprema es el fundamento de la totalidad de la teología cristiana. No se puede permitir ninguna teoría filosófica que admita la más leve brecha en esa soberanía. Cada doctrina cristiana depende de esa enseñanza. […] Si Dios no es completamente soberano no puede sostener la fe cristiana. [WYNKOOP, p. 97]

La doctrina de la elección condicional fue pensada por Dios mismo. Él proyectó cómo debían ocurrir las cosas concernientes a la salvación del hombre. ¿Qué hay de mal en un Dios soberano, que en su soberanía, concede al hombre alguna medida de autodeterminación? ¿Sería la reacción divina a alguna acción humana? Pero, ¿el perdón divino dado al hombre no es en respuesta al arrepentimiento por causa de su acto pecaminoso? ¿No hay aquí una acción divina condicionada al comportamiento humano? Dar aquella medida de autodeterminación, exalta más la soberanía de Dios que negarla. El omnipotente Dios concedió esa autodeterminación a los ángeles y seres humanos.
Por lo tanto, reiteramos: los arminianos clásicos no niegan la doctrina de la soberanía de Dios, aun manteniendo la doctrina de la elección condicional, que a su vez en modo alguno anula a aquella. Aunque los calvinistas no admitan nuestra reflexión, eso no la hace ilegítima, pues el concepto de soberanía no es monopolio de ellos.

3. Segundo Artículo: Cristo murió por todos y por cada hombre.

Para Arminio, la salvación era universal, es decir, el sacrificio de Jesucristo fue extenso en su alcance:

En relación a la extensión y potencialidad del precio y en relación a la única causa [general] de la humanidad, la sangre de Cristo es la redención de todo el mundo. Pero aquellos que pasan por esta vida sin fe en Cristo, sin el sacramento de la regeneración, son totalmente extraños a la redención. [ARMINIUS, Vol. 1., p. 227].

Jesús murió por todos los hombres. Sin embargo, la salvación depende de una respuesta de fe. A sus interlocutores, Arminio recuerda que esa era la creencia en la antigüedad. La conexión entre la respuesta de fe y la salvación no niega la preeminencia de la gracia, pues toda la salvación en la soteriología arminiana clásica, como ya hemos señalado, es enteramente de la gracia divina. Leamos a Arminio nuevamente: “Yo atribuyo a la gracia el comienzo, la continuidad y la consumación de todo bien”. La respuesta de la fe es asistida por la gracia preveniente, acción operante del Espíritu Santo junto al hombre. Para Arminio, el sacrificio de Cristo hace disponible la salvación a todos los hombres, pero la conquista es sólo para los que creen.

Arminio, en The Works of Arminio Article XII, vol. I, p. 227, desafió a sus contemporáneos defensores de la expiación limitada a contestar las Escrituras de 1ª Juan 2:2; Juan 1:9, 6:51; Romanos 14:15 y 2ª Pedro 2:1. En uno de sus artículos, él recurrió al amigo de Agustín, Próspero de Aquitania (390-460) para mostrar la antigua creencia de la expiación ilimitada. Aquitania dijo: “Quien dice que el Salvador no fue crucificado para la redención de todo el mundo, no considera la virtud del sacramento, sino la causa de los incrédulos, puesto que la sangre de Jesucristo es el precio pagado por todo el mundo”. [Citado en ARMINIUS, vol. 1, p. 227].

Para Arminio y los remonstrantes, Jesús es el salvador del mundo. El artículo 2º de la Remonstrancia dice: “Jesucristo murió por todos los hombres, proporcionando redención si alguno cree en él”. La redención es universal (Juan 3:16, 1ª Juan 2:2), pero eso no lleva al universalismo [*]. El tipo de universalismo frente a nosotros, es el calificado que aboga ser la expiación ilimitada cuanto al hecho de que Cristo murió por todos, pero su obra de redención alcanza solamente a las personas arrepentidas y que manifiestan fe en Él.

[*] Según esta teoría, Dios, al final de los tiempos, reconciliará a todos los hombres a Sí, independientemente de sus obras, intenciones y mérito. Ella no será discutida aquí, porque es rechazada por los particularistas y adeptos del universalismo calificado. La razón de este rechazo se da debido al hecho de que las Escrituras niegan perentoriamente su validez como doctrina.

El teólogo arminiano del siglo XX, Orton H. Wiley (1877-1961), siguiendo los pasos de los remonstrantes y de Arminio explica la expiación universal:

La expiación es universal. Esto no quiere decir que toda la humanidad se salvará incondicionalmente, sino solamente que la oferta sacrificial de Cristo satisfizo las pretensiones de la ley divina, de manera que hizo posible la salvación para todos. La redención, por lo tanto, es universal o general en el sentido de provisión, pero especial o condicional en su aplicación al individuo. [WILEY, Orton H. A Excelência da Nova Aliança em Cristo: comentário exaustivo da carta a os Hebreus, p. 270].

El concepto de expiación ilimitada fue defendido por Calvino:

[…] La palabra «muchos» (en Marcos 14:24) no significa solamente una parte del mundo, sino la totalidad de la raza humana […] Es incontestable que Cristo vino para la expiación de los pecados de la humanidad como un todo. [GEISLER, Teología Sistemática vol. 2, 2010, p. 295].

Calvino, Arminio y los remonstrantes convergen en ese punto. Lutero y la patrística griega también decían eso. John Wesley, un arminiano clásico, comentando 1ª Timoteo 2: 6 escribió: “Es un rescate para cuantas almas fuese necesario”. En otro lugar él dijo: “(Cristo) se dio a sí mismo en rescate por todos”. El teólogo Daniel B. Pecota (1929-1997), teólogo pentecostal, escribió: “antes de la ascensión del calvinismo, el universalismo cualificado había sido la opinión mayoritaria desde el inicio de la Iglesia [PECOTA, Daniel B. A Obra Salvífica de Cristo. In: HORTON, Stanley M. Teologia Sistemática: uma perspectiva pentecostal. Rio de Janeiro: CPAD, 1996].

El profesor Walter A. Elwell dice:

Los que defienden la redención general comienzan indicando que es el punto de vista histórico de la iglesia, siendo sostenido por la vasta mayoría de los teólogos, reformadores, evangelistas y padres, desde el inicio de la iglesia hasta el día presente, incluyendo prácticamente todos los escritores antes de la Reforma con la posible excepción de Agustín. Entre los reformadores, la doctrina se encuentra en Lutero, Melanchton, Bullinger, Latimer, Cranmer, Coverdale e incluso Calvino, en algunos de sus comentarios. [ELWELL, Walter A. Enciclopedia histórica-teológica de la Iglesia Cristiana].

Contra todo testimonio histórico, los Cánones de Dort, en el Artículo VIII del Capítulo II, p. 7, defendió un alcance salvífico exclusivista:

Porque este fue el soberano consejo, la voluntad graciosa y el propósito de Dios, el Padre, que la eficacia vivificante y salvífica de la preciosísima muerte de su Hijo fuera extendida a todos los elegidos.      [Cánones de Dort]

Por ser exclusivista, la creencia anterior es antibíblica. La soteriología bíblica es inclusiva, es decir, propone salvación para todos, por lo tanto, fundado en las Escrituras presentadas arriba, el artículo en discusión remonstrante es procedente. Continuemos evocando y analizando bases bíblicas para dar sustentación a la doctrina de la expiación ilimitada.

4. Breve fundamentación bíblica de este artículo de fe remonstrante

Referencias como Juan 1:29, 3:16, 6:33; Romanos 11:12, 15 y 1º Juan 2:2 enseñan haber sido la muerte de Jesús en favor de todo el mundo. El uso de este vocablo en estas referencias (entre otras) apunta a todas las personas constituyentes de la raza humana. Leamos 1ª Juan 2:2: “Y él [Jesús] es la propiciación por nuestros pecados, y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo”. Según James Strong, “mundo” se trata de una metonimia, y como tal, se refiere a los “habitantes de la tierra, los hombres, la humanidad”.
El mundo es la comunidad de todos los hombres pecadores, y la redención en y por medio de Cristo es ofrecida a todos los hombres, desde Adán hasta el último. Todo intento de imponer límites a esa referencia se constituye en error. Este intento es una ofensa sin tamaño contra la palabra de Dios. Ninguna limitación puede ser impuesta a Juan 2:2. La expiación de Cristo se presenta como potencialmente universal.

El crítico de la expiación ilimitada levanta una nube de humo en cuanto a la cuestión del significado de «mundo» en 1ª Juan 2: 2. Este vocablo tiene sentidos variados en la Biblia. Sin embargo, aunque «mundo» (kosmos) pueda significar también, por ejemplo, el sistema maligno bajo el dominio del diablo; en ningún lugar del Nuevo Testamento esta palabra se utiliza como sinónimo para «elegidos» o «mundo de los elegidos» como abogan los calvinistas. En cuanto a los lexicógrafos James Strong (1822-1894), W. E.Vine (1873-1949), F. Wilbur Grinch (1901-1993) y Frederick W. Danker (1920-2012) no notamos en ellos kosmos (mundo) apareciendo en el Nuevo Testamento con el sentido de mundo de los elegidos.

Arminio insistió en la disputa con el Dr. William Perkins (1558-1602), teólogo anglicano de la Universidad de Cambridge, que «mundo» en las Escrituras se refiere a todo cuerpo de la humanidad, y que en ningún lugar de las Escrituras es posible inferir «mundo» como siendo «mundo de los elegidos» sin que surjan serias sospechas hermenéuticas, nos informa a Olson y Rodríguez.

1ª Juan 2:2 es una Escritura nítidamente inclusiva, y eso torna la conjetura calvinista arbitraria. El amor de Dios es amplio, al punto de involucrar a todos. Por eso dijo “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo” (Juan. 12:32). La obra de Cristo en la cruz es la base sobre la cual el perdón divino se ofrece a todos los hombres, de todas las naciones, a través de todas las generaciones. Comentando Juan 3:16, los siguientes comentaristas concluyen:

Earl Radmacher (1965-1989). “La muerte de Cristo es suficiente para todos, pero sólo es eficiente para los que creen en él. No todos serán salvos, pero Jesús ofrece salvación a todos.” [RADMACHER, Earl. O Novo Comentário Bíblico do Novo Testamento. Rio de Janeiro: Central Gospel, 2010].

Leon Morris (1914-2006): “Cristo hizo una amplia provisión; su provisión tiene eficacia para los pecados del mundo entero”. [Comentário Bíblico Vida Nova, 2009, p. 2099]

A. T. Robertson (1863-1934): “La propiciación operada por Cristo provee salvación para todos (ver Hebreos 2: 9), siempre y cuando se reconcilien con Dios (ver 2ª Corintios 5: 19-21). [Ibid., p. 233]

John Albert Bengel (1687-1752): “La propiciación es tan grande como el pecado”.

Ron Rhodes, en su artículo La Extensión de la Expiación, presenta una lista de diccionarios, enciclopedias y léxicos, en inglés, consultados por él y en los mismos, kosmos: «Mundo», nunca se asocia con el “mundo de los elegidos”. Las obras son las siguientes:
• Kittel’s Theological Dictionary of the New Testament.
• Vine’s Expository Dictionary of New Testament Words.
• Vincent’s Word Studies in the New Testament.
• Thayer’s Greek-English Lexicon of the New Testament.
• Souter ‘s Pocket Lexicon of the New Testament.
• The New Schaff-Herzog Encyclopedia of Religious Knowledge.
• Hastings Dictionary of the Bible.
• The International Standard Bible Encyclopedia.
• The New Bible Dictionary.
• Baker’s Dictionary of Theology.
• Arndt and Gingrich’s A Greek-English Lexicon of the New Testament.

Otras escrituras inclusivistas se pueden encontrar en las Epístolas Pastorales:

El cual (Dios) quiere que todos los hombres sean salvos y lleguen al pleno conocimiento de la verdad. (1ª Timoteo 2: 4)

El cual (Señor Jesús) se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo. (1ª Timoteo 2: 6)

Que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen. (1ª Timoteo 4:10)

Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres (Tito 2:11).

Todo el capítulo 2 de 1ª Timoteo enfatiza la posibilidad de que todos los hombres sean salvos. Ellos son objetos del poder salvífico de Dios. En el capítulo 4, Pablo una vez más introduce esa certeza. Para Tito, Pablo escribe sobre esa universalidad de la provisión divina de la salvación. Cristo, la efectividad histórica de la gracia salvadora divina, ofrece el don de la salvación para “todos los hombres” y no para algunos.
Pedro sigue en esa línea:

El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca sino que todos procedan al arrepentimiento. (2ª Pedro 3:9)

Entonces, tenemos a Juan, a Pablo y a Pedro, enseñando claramente la expiación ilimitada. La gracia divina no se extiende a un grupo selecto de personas, sino que se interesa por todos. Dos poderosas razones nos dan la certeza de ello: .- La cruz: “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo” (Juan. 12:32). .- La parousia: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca sino que todos procedan al arrepentimiento. (2ª Pedro 3:9). La parousia aún no ha ocurrido, dice Pedro, porque Dios anhela por la salvación de todos. ¿Estas Escrituras escaparon al análisis del Sínodo de Dort cuando en el Canon Artículo VIII del Capítulo II se dice “[…] preciosísima muerte de su Hijo fuera extendida a todos los elegidos” (énfasis nuestro)? Parece que sí. Pero para los remonstrantes, no. En la Remonstrancia está escrito: “(Jesús) murió por todos los hombres y por cada uno de ellos, de tal manera que él obtuvo todo para ellos, por medio de su muerte en la cruz, redención y perdón de pecados”. ¿Cuál declaración hace más justicia a las Escrituras abordadas?

Alister McGrath va directo al punto:

El Nuevo Testamento proclama la salvación universal de Dios. Dios desea que todos se salven. «Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo» (Romanos 10:13). Pero eso es sólo parte de la historia, aunque trate de una parte muy importante. Hay, sin embargo, una falla que desde los inicios es nociva a la historia de las creencias fundamentales del cristianismo. Por ejemplo, es mucho más fácil hablar de Jesús como un hombre justo, o como Dios justo, e ignorar los problemas complicados que provienen de hablar de él en su condición de Dios y Hombre simultáneamente. Sin embargo, una teología responsable exige que contemos la historia por entero, sean cuales sean las dificultades intelectuales que puedan surgir. La historia completa es la siguiente: a. Dios quiere mucho que todos sean salvos. b. La salvación es condicional, pues depende de nuestra respuesta a Cristo. (Romanos 10: 7-17 resume bien estos puntos). [MACGRATH, Alister. Apologética Cristã no Século XXI: ciência e arte com integridade. São Paulo: Editora Vida, 2008].

La cruz es inclusiva y eso se nota escriturariamente. El único impedimento de esta conclusión es la adopción de una teología irresponsable.
El calvinismo tiene un modo extraño de interpretar pasajes como 1ª Timoteo 2: 4. Él supone que la declaración totalizadora ‘todos los hombres’ no implica a ‘todos’ en el sentido de cada hombre, pero que esa es una referencia a ‘todas las clases y tipos de hombres’. Esta comprensión se remonta a Agustín y es inconsistente en cualquier aspecto. Según el J. N. Kelly, el obispo de Hipona distorsiona a 1ª Timoteo 2:4 “interpretando que Él (Dios) desea la salvación de todos los elegidos, entre los que están representados hombres de todas las razas y tipos [KELLY, 1994, p. 279]. Notable es el hecho de que Agustín, anteriormente, había sido un defensor de la expiación ilimitada:

Si, en realidad, aconteció que algunos se habían retirado de la influencia de esta clarísima luz de la verdad, y de los cuales la ceguera exige esta iluminación, incluso para éstos, no tenemos duda de que la misma gracia habrá de encontrar su camino seguro, aunque tardíamente, por el favor misericordioso de aquel Dios «que hará que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» [Citado en GEISLER, vol. 2, 2010, p. 292].

Esta es una declaración inclusiva.
Honestamente, el calvinista Charles Spurgeon (1834-1892) evitaba imponer sobre 1ª Timoteo 2:4 sus presupuestos calvinistas. Leamos uno de sus comentarios [SPURGEON, C. H. Metropolitan Tabernacle Pulpit, 1ª Timothy 2:3-4, vol. 26, pp. 49-52]

¿Y entonces? ¿Intentaremos poner otro sentido en el texto de lo que ya tiene? Pienso que no. Es necesario, para la mayoría de ustedes, conocer el método común con que nuestros amigos Calvinistas más viejos lidiaron con este texto. «Todos los hombres,» dicen ellos, – ‘quiere decir, algunos hombres’ – como si el Espíritu Santo no podría haber dicho ‘algunos hombres’ si quisiera decir algunos hombres. Todos los hombres, dicen ellos; ‘quiere decir, algunos de todos los tipos de hombres’; como si el Señor no podría haber dicho ‘Todo tipo de hombre’ si quisiera decir eso. El Espíritu Santo a través del apóstol escribió ‘todos los hombres’, y sin duda quiere decir a todos los hombres. Estaba leyendo ahora mismo una exposición de un doctor muy apto, el cual explica el texto de tal forma que le cambia el sentido; él aplica dinamita gramatical en el texto, y explota el texto exponiéndolo […] Mi amor por la consistencia con mis propias doctrinas no es de tal tamaño para autorizarme a cambiar conscientemente un solo texto de la Escritura. Respeto grandemente la ortodoxia, pero mi reverencia hacia la inspiración es mucho mayor. Prefiero parecer cien veces ser inconsistente conmigo mismo, que ser inconsistente con la palabra de Dios.

Educadamente, Spurgeon dice que los calvinistas:
• cambian el sentido de la Escritura;
• aplican dinamita gramatical en el texto;
• explotan el texto exponiéndolo;
• cambian el texto en el sentido de sus propias doctrinas;
• estiman más ‘la ortodoxia’ que la inspiración bíblica;
• y son inconsistentes.
Si los arminianos dijesen tales cosas, serían tomados como herejes. Pero Spurgeon no es un hereje.

Entre los «padres de la Iglesia» pre y post-nicenos la doctrina de la expiación ilimitada era corriente. [Referencia al Primer Concilio de Nicea (325 A.D.) convocado por el emperador Constantino para resolver problemas causados por el arrianismo que dividían la cristiandad].
He aquí algunas citas [Excepto las citas de Clemente de Roma y Epístola de Diogneto que fueron constatadas in situ, las demás fueron tomadas de la obra de Norman Geisler, Teología Sistemática y del artículo La Extensión de la Expiación de Ron Rhodes].

Padres pre-nicenos:

• Clemente de Roma (30-101 d.C.) “Recorramos todas las generaciones, y aprendamos que de generación en generación el Señor dio la posibilidad de conversión a aquellos que a Él quisieron regresar”.
• Epístola de Diogneto (120 d.C.): “Si también deseas alcanzar esta fe, primero debes obtener el conocimiento del Padre. Dios, en efecto, amó a los hombres. Para ellos (todos los hombres) creó el mundo y a ellos sometió todas las cosas que están sobre la tierra. Les dio (a todos los hombres) la palabra y la razón, y sólo a ellos permitió contemplarlo. Los formó (todos los hombres) a su imagen, les envió a su Hijo unigénito, les anunció el reino del cielo, y lo dará a aquellos que lo hayan amado”.
• Justino Mártir (100 – 165 d.C): “Toda la raza humana estará bajo maldición […] El Padre de todos deseó que su Cristo, en lugar de toda la familia humana, llevase sobre sí la maldición de todos.”
• Ireneo (130-202 d.C.): “Él dotó la obra de sus propias manos de salvación, al destruir el pecado. Porque él es el santísimo y misericordiosísimo Señor, y Él ama a la raza humana”.
• Orígenes (182-254 d.C.): “Él quita el pecado hasta que todos los enemigos sean destruidos, teniendo como último de ellos la muerte – para que el mundo todo pueda ser liberado del pecado”.
• Clemente de Alejandría (150-215 d.C.): “Cristo gratuitamente trae… salvación a toda la raza humana.”

Padres post-nicenos

• Atanasio (296-373 d.C.): “Cristo el Hijo de Dios, habiendo asumido un cuerpo como el nuestro, pues todos hemos sido expuestos a la muerte [que abarca más que los elegidos], se entregó a la muerte por todos nosotros como un sacrificio para su Padre”.
• Gregorio Nacianceno (330-390 d.C.): “El sacrificio de Cristo es una expiación imperecedera de todo el mundo”.
• Basilio (330-379 d.C.): “Pero algo fue hallado que fue equivalente a todos los hombres… la santa y preciosa sangre de nuestro Señor Jesucristo, que Él derramó por todos nosotros”.
• Ambrosio (337-397 d.C.): “Cristo sufrió por todos, resucitó por todos. Pero si alguien no cree en Cristo, él se priva de este beneficio general”. Él también dijo, “Cristo vino para la salvación de todos, y aseguró la redención de todos, por cuanto Él trajo un remedio por el cual todos pueden salvarse, aunque hay muchos que… están indispuestos para ser sanados”.

Hasta donde hemos podido constatar, todos los padres de la iglesia de los cuatro primeros siglos defendieron una expiación ilimitada.

Rhodes todavía cita:

Martín Lutero: “Cristo no es un cruel opresor, sino que es el que perdona los pecados de todo el mundo… Él se entregó a sí mismo por nuestros pecados, y con una oblación quitó los pecados de todo el mundo… Cristo quitó los pecados, no de algunos hombres solamente, sino también los tuyos, sí, de todo el mundo… No sólo mis pecados y los tuyos, sino también los pecados del mundo todo… Aprópiense de Cristo”.

Philip Melanchton: “Es necesario saber que el Evangelio es una promesa universal, es decir, esa reconciliación es ofrecida y prometida a toda la humanidad. Es necesario sostener que esta promesa es universal, en oposición a cualquier imaginación sobre la predestinación, a fin de que no razonemos que esta promesa se dice respecto a otros pocos y nosotros mismos. Pero declaramos que la promesa del Evangelio es universal. Y a esto son traídas esas expresiones universales que se usan constantemente en las Escrituras.

Philip Schaff (1819-1893): “Su gracia salvadora fluye y sobreabunda a todos y por todos, bajo la simple condición de la fe… Si, por la gracia de Dios, puedo convertir a un único escéptico a una fe inocente en el que vivió y murió por mí y por todos, yo sentiría que no he vivido en vano”.

B. F. Westcott (1825-1901): “Potencialmente, la obra de Cristo se extiende a todo el mundo. Y el amor de Dios es sin límite de Su parte, pero para apropiar la bendición del amor, el hombre debe cumplir la condición necesaria de la fe.”

Una lista de respeto. Pero debe prevalecer, en última instancia, la mejor hermenéutica en uso. A partir de esta, el intérprete comprenderá que la regla básica, “tomar la palabra en su sentido usual y común”, libera rápidamente de incurrir en eiségesis [eiségesis es cuando el lector introduce sus propias ideas o preconceptos de manera subjetiva en el texto, y así ve en él lo que en realidad desea ver]. Es de eso que trata Spurgeon. En las Escrituras inclusivistas, “mundo”, quiere decir la totalidad de los humanos, “todos” se refiere a todas las personas. Repetimos: tomar la palabra en su sentido usual y común posibilita de pronto la comprensión de la presencia de aquellos vocablos en Escrituras como 1ª Timoteo 2:6 y 1ª Juan 2: 2.

En cuanto a la interpretación bíblica, proponemos una mirada sobre el vocablo griego holos en los pasajes de 1ª Juan 5:19 y 2:2. Holos, según James Strong, significa ‘todo’ o ‘todos’, es decir, ‘completo’: en extensión o cantidad […] como adverbio: todo, completamente. Gingrich y Danker están de acuerdo, y Rienecker y Rogers también. Pasemos a la lectura de las referencias bíblicas.

Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno. (1ª Juan 5:19)

“El mundo entero” (o “todo el mundo” como dicen otras traducciones), en esta referencia, en términos de cantidad, indica la totalidad de las personas. Ningún intérprete calvinista se atrevería a imponer (¿o se atreve?) al texto una especie de categoría de personas, pero toma la referencia como un todo inclusivo, pues el autor está tratando de eso, pues el estudioso calvinista sabe que el mundo, la humanidad entera, rebelde, está en las garras del maligno. Sin embargo, al leer 1ª Juan 2: 2, el panorama cambia.

Y él es la propiciación por nuestros pecados, y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.

“Todo el mundo” aquí para intérpretes calvinistas significa «mundo de los elegidos». De esta forma, en un mismo texto, bajo la pluma del mismo autor, en un contexto inmediato, esos intérpretes dan sentidos diferentes a la misma palabra (todo – mundo entero) y expresión (todo el mundo). Estuve en una mesa de debate con el doctor en hermenéutica e interpretación bíblica, Augustus Nicodemus, y él llamó la atención sobre la necesidad de entender una palabra revestida de alguna oscuridad exactamente en el contexto más inmediato posible. Es decir, antes de ir a otros textos y autores es preciso averiguar si la palabra o expresión ocurre en el mismo texto y autor estudiado. ¡Perfecto! Por lo tanto, se concluye que es necesario utilizar del mismo procedimiento en lo que se refiere a la palabra «todo» y la expresión «mundo entero» en las referencias joaninas en foco. Por lo tanto, el «mundo entero» en 5:19 que está en pecado es el «mundo entero» de 2: 2 que puede recibir los beneficios de la expiación. La buena hermenéutica debe llegar a esa conclusión, pues estamos tratando de reglas básicas.

El análisis gramatical, per se, resuelve la cuestión. Diciendo esto demostramos el alto valor que damos al sentido gramatical. En eso también seguimos a Arminio. Sobre el significado e interpretación de las Sagradas Escrituras él dijo:

Solamente por el sentido gramatical es posible buscar argumentos eficaces para probar la doctrina. [ARMINIUS, vol. 2, p. 16].

En seguida, Arminio comenta:

La interpretación de las palabras debe alcanzar el significado que está de acuerdo con el sentido primario de las palabras, así como alcanzar la intención del autor en el pasaje. Además de esto, se debe estudiar diligentemente el contexto. Se debe considerar la ocasión, su propósito, la conexión con lo que precede y se sigue. También debe observar las circunstancias de las personas y de los tiempos. [ARMINIUS, vol. 2, p. 16]

Como dijimos, la gramática da cuenta de resolver el (supuesto) impasse en cuanto a la intención del autor en 1ª Juan 2:2 al decir «todo el mundo».

No siendo suficiente para algunos, el próximo paso hermenéutico es el análisis contextual, y esta prueba no puede conllevar otro significado que no sea entender “todo el mundo” como la totalidad de las personas. Además, Juan habla sobre “por nuestros pecados”, refiriéndose a los creyentes, y “por los del mundo entero” refiriéndose a los incrédulos. Dos categorías muy distintas.

Otro malabarismo interpretativo propuesto por calvinistas llega al punto de concluir que cuando Juan dice “por los nuestros” se está refiriendo a los judíos convertidos y cuando dice “por los del mundo entero” se trata de una indicación de los gentiles convertidos. De ello se supondría que todos los interlocutores de Juan son judíos. Ahora bien, la primera epístola de Juan es un texto tardío escrito en cerca de 90 d.C. Y las comunidades desde hace tiempo estaban compuestas de creyentes judíos y gentiles. Tomando por cierto que las epístolas joaninas se dirigieron a las comunidades cristianas de Asia Menor, se refuerza aún más el carácter mixto de las iglesias. Por lo tanto, el llamamiento calvinista al contexto histórico también deconstruye la interpretación dada a la palabra “todo” y a la expresión “mundo entero” llegando al sentido de “mundo de los elegidos”.

Los arminianos clásicos siguen la buena hermenéutica y se contentan tranquilamente con la intención autoral. La gramática, el contexto inmediato y el contexto histórico observados a continuación, nos informa que “todo el mundo” en 5:19 y 2:2 se trata de la totalidad de las personas, sin ocuparse con los elegidos y no elegidos. En extensión, la expiación es en favor de todos.

Siguiendo la interpretación agustiniana posterior sobre el asunto, los calvinistas se alinean, de algún modo, a un exclusivismo herético del primer siglo. Una doctrina herética judía, o gnóstica, o una especie de judaísmo gnóstico, sugería que la salvación pertenecía a una clase de personas.

Gnosticismo: “escuela teológica que floreció en los principios del Cristianismo. Contrariando las predicaciones de los apóstoles, sus adeptos se decían ser los únicos en poseer un conocimiento perfecto de Dios” (ANDRADE, 1998: 167). Gnosticismo viene del griego gignoskein, que significa “conocimiento”.

Para Colin Brown el mensaje paulino inclusivista presentado en las epístolas Pastorales tiene como foco oponerse al exclusivismo de judíos y gnósticos. Él escribió:

Se contrastan (las Epístolas Pastorales) con la actitud exclusiva de la sinagoga y los gnósticos, que prometían la salvación sólo para los justos o para aquellos que poseen el conocimiento.

Leamos una vez más los siguientes pasajes y luego veamos algunas conclusiones: “El cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1ª Timoteo 2:4). “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres” (Tito 2:11). Estas Escrituras, cuando se analizan en su contexto inmediato e histórico, nos lleva a las siguientes certezas:
• Todos los hombres son objeto de la redención.
• Dios está interesado en los hombres.
• La salvación es ofrecida a todos y no hay una clase especial de personas.
• Esta salvación es el más elevado nivel de gloria.

El mensaje universal, sincero, de intenciones salvíficas al alcance de todos, era el mensaje de Arminio y de los remonstrantes. Por lo tanto, ellos hacían justicia al testimonio bíblico y al mismo tiempo se colocaban distantes de la herejía combatida en las Pastorales, y se alineaban a los Padres de la Iglesia de los cuatro primeros siglos. El consenso histórico está del lado de las conclusiones de los remonstrantes. Repetimos a Walter A. Elwell:

Los que defienden la redención general comienzan indicando que es el punto de vista histórico de la iglesia, siendo sostenido por la vasta mayoría de los teólogos, reformadores, evangelistas y padres, desde el inicio de la iglesia hasta el día presente, incluyendo prácticamente todos los escritores antes Reforma, con la posible excepción de Agustín […]

Conclusión

Estamos convencidos con respecto a la condicionalidad de la elección, y del sacrificio universal de Cristo. Las razones de esta creencia están más allá de cualquier argumento lógico, filosófico, pues brotan de la claridad y de la sustancialidad de las Escrituras citadas.

Libro: Una Introducción al Arminianismo Clásico – Capítulo 6
Autor: RODRIGUES, Zwinglio

Como este material no se encuentra en español, ha sido traducido por Diarios de Avivamientos únicamente para fines didácticos no comerciales.

 

 

La verdadera historia del Sínodo de Dort

Introducción

Nuestro asunto ahora es el famoso Sínodo de Dort. Antes de presentar una historiografía sobre este sínodo, entendamos el significado de la palabra ‘sínodo’ y lo que es un ‘sínodo’. Un sínodo es una asamblea eclesiástica convocada para deliberar sobre un asunto conflictivo o no. Pueden componer un sínodo, tanto eclesiásticos como laicos. La palabra ‘sínodo’ viene del griego synodos que significa ‘caminar juntos’

El Sínodo de Dort

El Sínodo de Dort se reunió en la ciudad de Dort (actual Dordrecht), Holanda, durante siete meses (13 de noviembre de 1618 a 9 de mayo de 1619). Su convocatoria fue hecha por el estadista general de Holanda para discutir la controversia arminiana. En este sínodo se realizaron ochenta sesiones. Otros sínodos ya habían ocurrido en Dort, pero este, convocado para tratar la cuestión arminiana fue más notorio al punto de ser denominado de “el gran sínodo”. A este respecto, De Jong escribe:

Los historiadores han reconocido ampliamente que el gran Sínodo de Dort (1618-1619) merece ser recordado como uno de los dos o tres eventos clave en la historia de los Países Bajos. La historia posterior de Holanda y de las iglesias holandesas no puede ser adecuadamente comprendida fuera del Sínodo. [DE JONG, Pedro Y. El Surgimiento de Las Iglesias Reformadas en los Países Bajos, p. 51]

Para los estudiosos calvinistas como De Jong, ese sínodo es de gran valor histórico y religioso. Carl Bangs muestra su dimensión para los calvinistas presentando las siguientes palabras comúnmente dichas: “El Calvinismo llegó, Arminio casi lo arruinó, el Sínodo de Dort lo restauró [Citado en VANCE, 1999, p. 160].
Para los calvinistas, la importancia sobrepasa los límites eclesiásticos, involucrando el destino del Estado conforme expresa De Jong. Según este último autor, el Sínodo es, al menos, evaluado de tres maneras:

Algunos lo consideran como un fenómeno temporal del escenario de la historia holandesa. Para otros, se trata del triunfo temporal de un sistema teológico severo e inflexible sobre personas amantes de la libertad que necesitaban ser sofocadas, pues amenazaban (supuestamente) la unidad nacional. Para otros, aún, el Sínodo fue un acto del Señor de toda la historia, que mostró favor al país protegiendo su unidad política y la integridad confesional de la Iglesia. [DE JONG, Ibid., p. 52]

Primeramente, en nuestra opinión, por las razones dadas a lo largo de este capítulo, el Sínodo fue el intento de un sistema teológico rígido, valiéndose del contexto político del momento, de sofocar la diversidad del pensamiento teológico característico de las Provincias Unidas. En estas, las personas podían identificarse con la línea teológica que deseaba [Y así prevaleció posteriormente con el Tratado de Utrecht] . La garantía de la diversidad teológica, asunto ya abordado en el capítulo tres, es comentada por Calder:

A cada una de las provincias, por el Tratado de Utrecht [*], se le dio libertad para regular los asuntos de religión de la manera que más conviniera a sus intereses. [CALDER, 1838, p. 272].

[*] “El Tratado de Utrecht era un conjunto de acuerdos establecidos por los países europeos después de la Guerra de Sucesión española (1701-1714), firmado entre 1713 y 1715. En 1705, las potencias en litigio dieron señales de agotamiento e iniciaron contactos que llevaron definitivamente a la paz, tras el ascenso de Carlos VI al trono imperial, 1711, y el cambio de actitud de la diplomacia inglesa. La Convención de Fontainebleau (agosto de 1712) propuso el armisticio general; los países involucrados en el conflicto, con excepción de Austria, se dispusieron a firmar la paz, lo que implicaba el reconocimiento de Felipe V como rey de España. Austria continuó la guerra, pero el agotamiento económico y militar tuvo que poner fin a la pelea con los Borbones el 6 de marzo de 1714 en Restadt. Utrecht estableció un nuevo orden europeo regido por la «balanza de poderes», es decir, un sistema de contraposición de fuerzas antagónicas destinado a asegurar la paz, mediante el equilibrio militar. Pero, además, Utrecht firmó las bases del primer imperio británico, ya que Gran Bretaña recibió Gíbraltar y Menorca y obtuvo ventajas territoriales en el continente americano.”

Aún nos informa Calder, que tres de las provincias, Utrecht, Holanda y Overyssel, estaban en contra del Sínodo de Dort precisamente por la autonomía de cada provincia en cuanto a las cuestiones religiosas. Pero, ¿qué alteró ese escenario plural? Las relaciones de poder. Según Olson, fueron cuestiones políticas los propulsores detrás de los cambios:

La cuestión es que la iglesia protestante holandesa anterior abarcaba la diversidad teológica; tanto monergistas como sinergistas eran representados en ella. Sólo el poder del príncipe (Mauricio de Nassau) permitió al partido monergista controlar la iglesia, y con el poder del Estado perseguir a los sinergistas.    [OLSON, Teología Arminiana, Mitos y Realidades]

Después de la muerte de Arminio el 19 de octubre de 1609, la controversia que dividió a la nación continuó viva con los remonstrantes que escribieron la Remonstrancia y la presentaron el 14 de enero de 1610 a los Estados Generales, según lo indicado en el capítulo anterior. Como respuesta, los Contra-Remonstrantes (calvinistas) presentaron un documento conteniendo los llamados Cinco Puntos del calvinismo.

Con el reinicio de los conflictos, el Parlamento convocó al Sínodo Nacional para resolver el impasse. El Sínodo de Dort no fue ecuménico, protestante, pues el mayor número de delegados era de Holanda alineado con los acusadores. Según Vance, el 25 de junio de 1618, las invitaciones fueron enviadas a algunos extranjeros solicitando la presencia de sus principales teólogos para participar del Sínodo en calidad de delegados. Recibieron las cartas invitación:
• Rey James de Inglaterra
• Diputados de las iglesias reformadas de Francia
• Elector del Palatinado y Brandenburg
• Conde de Hesse
• Repúblicas reformadas de Suiza
• Duques de Wetterau
• República de Ginebra
• República de Bremen
• República de Emden
El teólogo calvinista Hermisten Maia presenta la composición del Sínodo como sigue:

El Sínodo fue constituido de 35 pastores, un grupo de presbíteros de las iglesias holandesas, cinco catedráticos de teología de los Países Bajos, dieciocho diputados de los Estados miembros y 27 extranjeros, de diversos países de Europa, tales como: Inglaterra, Alemania, Francia y Suiza.    [MAIA, Hermisten. A Ortodoxia Protestante e as Confissões Protestantes. 2009, p.18].

J. L. González también describe la formación del Sínodo:

El propósito de los Estados Generales al convocarlo es conseguir el apoyo no sólo de los calvinistas en el país, sino también de los del resto de Europa. Por eso extendieron invitaciones a otras iglesias reformadas y un total de veintisiete delegados se presentaron desde Gran Bretaña, Suiza y Alemania (los franceses no pudieron asistir porque Luis XIII los prohibió). Los holandeses eran casi setenta, de los cuales aproximadamente la mitad eran ministros y profesores de teología, la cuarta parte de ancianos laicos y el resto miembros de los Estados generales.

Por lo general, la información no es precisa. Por ejemplo: Maia dice que representantes franceses estuvieron en el Sínodo mientras que González niega eso y apunta la razón. Wynkoop dice que 13 representantes de los arminianos estuvieron presentes, sin embargo, Rodríguez habla de 12 representantes. A pesar de la presencia de los remonstrantes, según Walker, ellos ‘estaban presentes sólo como acusados; no tuvieron asiento’.
Para Vance, la presencia de los delegados seculares en un sínodo eclesial indica la intención de garantizar un resultado político esperado. El telón de fondo del concilio era, en rigor, sobre cuestiones políticas locales. De Jong se apresura a decir que Dort no fue una asamblea política. Más adelante, señalamos que para Gonzalez el sesgo político dictó las cosas. A este respecto, después de nuestras investigaciones, concordamos con Rodríguez: “El propósito principal del Sínodo era condenar el arminianismo. Sin embargo, el príncipe Mauricio también quería resolver los problemas políticos y económicos que estaban dividiendo a Holanda.” [RODRÍGUEZ, 2013, p. 262]. Volveremos a la cuestión política más adelante.

Para presidir el Sínodo fue elegido un calvinista riguroso, defensor de la pena de muerte para «herejes», llamado Juan Bogerman (1576-1637). Bogerman consideraba a los remonstrantes como heréticos y demostraba siempre una disposición iracunda con los «reos». En un episodio, después de un mes de deliberaciones, el 14 de enero de 1619, Bogerman preguntó al remonstrante Episcopio si ellos irían a capitular y pasarían a obedecer al Sínodo. Episcopio y demás remonstrantes dijeron no. Acto seguido, Bogerman vociferando dijo: “Para que no demoremos más, ustedes están despedidos. ¡Vayan fuera!”

Bogerman era un calvinista tan extremista que decía que era necesario interpretar las Escrituras a la luz del Catecismo y la Confesión. Tal postura fue pronunciada en una conferencia, antes de Dort, que reunió a Bogerman, Gomarus, Uyttenbogaert y Arminio.
A Bogerman, Arminio respondió:

¿Cómo alguien podría afirmar más claramente que ellos estaban decididos a canonizar estos dos documentos humanos, e instituirlos como los dos becerros idolátricos en Dan y Beerseba?    [VANCE, 1999, p. 177].

Imagínese la furia de Bogerman después de estas palabras. Además del absurdo de la pena de muerte defendida y llevada a las últimas consecuencias por Bogerman y el Sínodo, otras acciones detestables se cometieron:

• Los remonstrantes estaban en una sala anexa a la principal donde ocurrían las reuniones. Sólo podían asistir si eran llamados por el presidente sinodal.
• Al presentar sus argumentos, los remonstrantes eran retirados y las decisiones se tomaban sin réplicas.
• Los remonstrantes no eligieron a sus representantes, por el contrario, fueron los calvinistas quienes lo hicieron.
• Los remonstrantes fueron intimados a comparecer como reos.
• Los remonstrantes fueron impedidos de expresar sus tesis delante de todos, por varias veces.
• Los remonstrantes fueron obligados a responder a las indagaciones en latín.
• La cancelación del derecho de voto de los teólogos arminianos.

Tales absurdos denotan cuánto fue parcial e intolerante el Sínodo, que estaba más próximo a una iglesia de malhechores. Matthias Martinius (1572-1630), uno de los delegados presentes, remató: “(había) algunos divinos, algunos humanos, algunos diabólicos”. Pero también hubo quien dijese: “Si alguna vez el Espíritu Santo estuvo presente en un Concilio, él estuvo presente en Dort”. Ahora bien, ¿cómo todo esto es posible visto las acciones indignas arriba enumeradas, y más aún, cómo llegar a esa conclusión teniendo en cuenta que los arminianos estaban siendo juzgados, pero sólo pudieron presentarse en el Sínodo en la vigésima segunda sesión? Increíblemente, estas acciones claramente injustas y tramposas del Sínodo estaban bajo el siguiente juramento:

Prometo ante Dios, en el que creo y al que adoro, como estando presente en este lugar, y como siendo el Investigador de todos los corazones, que durante el curso de los procedimientos de este Sínodo, que examinaré y juzgaré, no sólo los cinco puntos, y todas las diferencias que de ellos resultan, pero también cualquier otra doctrina, yo no usaré ninguna composición humana, sino solamente la palabra de Dios, que es una infalible regla de fe. Y durante todas estas discusiones, solamente tendré por objetivo la gloria de Dios, la paz de la Iglesia, y especialmente la preservación de la pureza de la doctrina. ¡Entonces ayúdame, mi Salvador, Jesucristo! ¡Yo le suplico asísteme por tu Espíritu Santo!    [VANCE, 1999, p. 177].

Por lo visto, en la práctica las cosas no siguieron el rumbo piadoso del juramento de arriba. En la última aparición de los remonstrantes en el Sínodo, Episcopio declaró: “El Señor juzgará entre nosotros, sobre las artimañas y mentiras que ustedes han preparado para nuestra acusación”.

Interesante es el tono de imparcialidad, lisura y justicia que el teólogo calvinista Anthony A. Hoekema (1913-1988) intenta dar al Sínodo. El escribe:

El Sínodo de Dort fue formado para resolver la controversia en las iglesias reformadas de Holanda, ocasionada por la aparición del arminianismo -un sistema teológico iniciado por Jacobo Arminius, profesor de teología en la Universidad de Leiden. Un gran número de seguidores de Arminius, llamados arminianos o remonstrantes, estaba presente en el Sínodo; sus puntos de vista fueron rechazados”. (Énfasis nuestro).    [HOEKEMA, 2011, p. 254].

¿Un gran número de arminianos? ¿Cuántos? Wynkoop dice 13, Rodríguez 12. [Los mismos manuales de clase bíblica de iglesias presbiterianas lo corroboran : 128 calvinistas y 13 arminianos]  De hecho, ¿‘un gran número’, ‘sus puntos de vista fueron rechazados’? ¿Ellos tuvieron la oportunidad de defenderse ampliamente presentándose ante el Sínodo sólo en la vigésima segunda sesión? El Sínodo fue montado sólo por una cuestión formal de sagacidad, pues el veredicto ya estaba previsto. El reverendo Calder escribe sobre eso:

La condena fue determinada antes del Sínodo Nacional […] montado, no tanto para examinar las doctrinas de los arminianos con el objetivo de analizar si ellos eran dignos de tolerancia e indulgencia, sino para denotar un cierto aire de solemnidad y justicia […].Contando con la presencia de ministros extranjeros, autoridades respetables, buscaban legitimar una sentencia ya elaborada y acordada anteriormente entre aquellos que estuvieron al frente de los trámites para la instalación del Sínodo. [CALDER, 1838, p. 270-71].

El autor compara las articulaciones del Sínodo de Dort con el Concilio de Trento (1545-1563) que decidió la causa protestante antes de examinarla. A ese respecto, Calder dice que los arminianos estaban bien informados. El Sínodo de Dort fue una masacre previamente diseñada. [Desde la Reforma, la Iglesia Católica convocó tres concilios a los que dio el nombre de «ecuménicos», aunque ninguna otra iglesia los reconozca. El primero y el más importante de ellos fue el de Trento, que se reunió en tres etapas distintas entre 1545 y 1563. Después de intentos iniciales frustrados de incluir al menos algunos protestantes en el encuentro, la posición del Concilio se endureció y se tornó extremadamente hostil a la Reforma. Trento ocupó todo su tiempo en la definición y regulación de las doctrinas y prácticas católicas que los reformadores habían atacado, y lo hizo de tal manera que logró polarizar la Iglesia de Roma, llevándola a una Contrarreforma, que la caracterizó hasta el siglo XX.” (FERGUSON, WRIGHT, 2009, p. 212)]

Además de lo expuesto hasta aquí en lo que se refiere a la falta de justicia en Dort, los arminianos fueron tratados injustamente aún con la acusación de hacer resurgir el pelagianismo y el semipelagianismo. Sin embargo, los remonstrantes presentaron una defensa robusta y convincente. El capítulo uno da cuenta de deconstruir esa falacia calvinista del pasado y del presente. Mientras tanto, optamos por un énfasis mayor de cuan absurda fue la acusación de los críticos, haciendo una lista a continuación de algunas aclaraciones contenidas en la defensa presentada por los remonstrantes.

• No hay initium fidei (inicio de la fe) aparte de la gracia sobrenatural, como proponían los massilianos, seguidores de Juan Cassiano.
• No hay mérito en el hombre para merecer la gracia. Los esfuerzos humanos son inútiles.
• No hay perseverancia para el bien sin la gracia especial.
• Recordar la voluntad libre del hombre contra la indolencia espiritual.
• Centralidad de la gracia contra la vanidad y la arrogancia espiritual.
• La gracia y el libre albedrío operan juntos.
• El libre albedrío es perfeccionado por la gracia.

De ese conjunto de aclaraciones en cuanto a puntos de fe, no se puede extraer nada perteneciente a Pelagio o al semipelagiano Juan Cassiano. Definitivamente, los epítetos ofensivos no caben en los remonstrantes ni en Arminio, como ya demostramos en el capítulo uno. Pero el Sínodo ya tenía deliberado condenar la teología arminiana.
Volviendo a la discusión política, como dijimos, el Sínodo tenía un indiscutible sesgo político y económico que exigía una solución inmediata a la disputa, y por lo tanto, las explicaciones teológicas no necesitaban ser entendidas, pues la cohesión política y la supresión de la diversidad religiosa deberían ser establecidas. Centralizar el gobierno e institucionalizar una política eclesiástica presbiteriana eran las intenciones. González va directo al punto, y explica en torno a qué cuestiones giró el debate después de la publicación de la Remonstrancia.

[…] la controversia quedó envuelta en un conjunto de cuestiones políticas y sociales. La mayoría de las provincias marítimas, y especialmente la burguesía, que era numerosa y poderosa en esas provincias, tomaron la posición arminiana. Las clases bajas rurales, así como las de las islas que vivían de la pesca, apoyaron al Calvinismo rígido de Gomarus, y fueron acompañadas en esta posición por diversos extranjeros exiliados para quienes la pureza de la fe era esencial. Así como las provincias marítimas apoyaron a Juan Barneveldt en su oposición al poder creciente de Mauricio de Nassau, los arminianos contaron con el apoyo de Barneveldt, mientras que Mauricio estaba a favor de los Gomaristas. Cuando Rotterdam optó por la posición remonstrante, Ámsterdam, que hace mucho era su rival, asumió la posición opuesta. De cualquier forma, en 1618, Mauricio de Nassau y su partido habían consolidado su poder, y por lo tanto, cuando el Sínodo de Dort fue convocado estaba claro que él condenaría la posición Remonstrante. [J. L. GONZALEZ, 2004, vol. 3, p. 286].

En Holanda se debatía cómo debería ser la relación con España. La oligarquía deseaba mantener relaciones abiertas con los españoles para favorecer las transacciones comerciales. Ya las capas más pobres se oponían, pues ellas no disfrutaban de la misma prosperidad y, por lo tanto, resentidas, apoyaron las incursiones de Gomarus y Nassau para condenar y frenar el arminianismo, tanto en su aspecto político y económico como teológico.
Mauricio de Nassau era un hombre de dudoso carácter. Como el movimiento remonstrante recibía creciente apoyo, Nassau trató de afiliarse a los cultos de la iglesia gomarista junto con toda la corte. Él es descrito por Calder como despótico y un hombre de rencor político. Sir James Mackintosh, citado por Calder, y su trabajo History of the Revolution of England (Historia de la Revolución en Inglaterra), de 1688, describe a Mauricio de Nassau:

Mauricio, el hijo mayor de Guillermo, sobrepasó a su padre en genio militar, pero quedó por debajo de él en lo tocante al dominio propio (temperamento) y principios, virtudes más que importantes e indispensables para el líder de un estado libre. [Citado en CALDER, 1838, p. 234].

Mauricio de Nassau, después de una estratagema frustrada usando a la viuda Princesa de Orange, en el intento de conseguir el apoyo político de Oldenbarneveldt, sin el cual sus aspiraciones políticas quedarían amenazadas, resolvió alinearse abiertamente al partido calvinista, y junto a los gomaristas logró ascender al poder, dice Calder. El Sínodo de Dort fue el instrumento de la venganza de Mauricio de Nassau. Rodríguez comenta:

El propósito principal del Sínodo era rechazar y condenar el arminianismo. Sin embargo, Mauricio también quería resolver los problemas políticos y económicos que estaban dividiendo a Holanda.    [RODRÍGUEZ, 2013, p. 262].

La imagen siguiente ilustra el peso del sesgo político predominante en Dort.

El Sinodo de Dort - Los Canones de Dort
El Sínodo de Dort: Allegory of theological dispute-Abraham Van der Eyk – MBA

Esta imagen representa las obras de Arminio y de los Remonstrantes siendo colocadas en la balanza para ser contabilizadas con las obras de Calvino. En el lado derecho, notamos la espada del Príncipe Mauricio (en la balanza) dando mayor peso a las obras de Calvino; lo que significa que mientras el calvinismo cuenta con el apoyo político de Mauricio, la cuestión arminiana está condenada al destierro. Sólo con la ayuda y los intereses políticos del Príncipe es que el arminianismo fue considerado herejía. Si no fuera por las controversias comerciales, el arminianismo no habría sido prohibido.
Ocupándose de aspectos políticos, sociales y económicos, y valiéndose de ellos para un fin religioso, el Sínodo de Dort condenó a los remonstrantes y estableció la doctrina reformada de los Cinco Puntos – acrónimo, TULIP * en inglés – el 23 de abril de 1619. Veamos los Cinco Puntos dispuestos en el cuadro siguiente.

Cinco Puntos Calvinistas

Total Depravity         ⇔     Depravación Total
Unconditional Election    ⇔     Elección Incondicional
Limited Atonement     ⇔     Expiación Limitada
Irresistible Grace      ⇔     Gracia Irresistible
Perseverance of the Saints       ⇔      Perseverancia de los santos

Estos cinco puntos no admite las tesis extremas de Gomaro, también un miembro del Sínodo. Sin embargo, Vance dice que ese desenlace doctrinal de Dort dejó al Rey James de Inglaterra perplejo a tal punto de expresarse de la siguiente manera:

Esta doctrina es tan horrible, que estoy persuadido que si hubiese un concilio de espíritus inmundos reunidos en el infierno, y su príncipe el diablo fuera a plantear la cuestión a todos ellos en general, o a cada uno en particular, para conocer su opinión sobre el medio más probable de incitar el odio de los hombres contra Dios su Creador; nada podría ser inventado por ellos que sería más eficaz para este propósito, o que podría poner una afrenta mayor sobre el amor de Dios por la humanidad, que ese infame decreto del reciente Sínodo, y la decisión de esta detestable fórmula, por la cual la inmensa mayoría de la raza humana es condenada al infierno por ninguna otra razón sino la mera voluntad de Dios, sin cualquier consideración por el pecado; la necesidad de pecar, así como la de ser condenado, están fijado sobre ellos por ese gran clavo del decreto previamente mencionado. [Citado en VANCE, 1999, p. 312].

La decisión doctrinal del Sínodo desagradó sobre todo al Rey James que envió delegados a Dort. La queja de arriba está dirigida a la doctrina de la predestinación fijada. Los Cinco Puntos serán confrontados en los capítulos 6, 7 y 8 cuando trataremos de los Cinco Artículos Remonstrantes. Dort, con sus Cinco Puntos, no adoptó las ideas supralapsarianas de Gomaro, pero deliberó favorablemente al infralapsarianismo, que a su vez, incluso considerado como un calvinismo moderado, no tiene amparo patrístico, y fue rechazado por los remonstrantes siguiendo una vez más a Arminio.

Los calvinistas rígidos, entre los cuales Gomarus, con la ayuda de los regentes de las Provincias Unidas, sobre todo del príncipe Mauricio de Nassau, condenaron en Dort a los remonstrantes. Gomaro consiguió convencer a Nassau de que el calvinismo representaba una protección más segura contra la influencia del catolicismo español que se extendía por Europa. Veamos cómo González y Rodríguez, respectivamente, describen el resultado del Sínodo.

Inmediatamente después del Sínodo de Dordrecht, tomaron medidas contra los arminianos y sus partidarios… Casi un centenar de ministros de convicciones arminianas fueron prohibidos, y otros tantos fueron privados de sus púlpitos. A los que insistían en seguir predicando les fue determinada la prisión perpetua. Los laicos que asistían a los cultos arminianos corrían el peligro de tener que pagar pesadas multas. Para asegurarse de que los ministros no enseñaran doctrinas arminianas, también se les exigió aceptar formalmente las decisiones de Dordrecht. En algunos lugares se llegó a exigir de los tocadores de órgano una decisión semejante, uno de ellos comentó que no sabía cómo tocar en el órgano los cánones de Dordrecht.    [GONZALEZ, 2001, p. 120].

Cuando el Sínodo de Dort se reunió en 1618, los remonstrantes esperaban ser reconocidos como iguales, y que el Sínodo ocurriese con espíritu de fraternidad, pero no fue así. Inmediatamente después del Sínodo, comenzaron las represalias y persecuciones a los remonstrantes. Un total de 200 ministros arminianos fueron depuestos de sus cargos; 80 fueron exiliados; casi 70 hicieron un acuerdo para dejar sus ministerios y guardar silencio. Líderes políticos tuvieron sus bienes incautados. Van Oldenbarnevedelt fue declarado culpable de traición y el 14 de mayo fue decapitado. Grocio fue sentenciado a cadena perpetua, pero con la ayuda de su esposa, que lo escondió en un baúl grande, supuestamente lleno de libros, pudo escapar y huir en 1621.    [RODRÍGUEZ, 2013, p. 263].

En cuanto a la sentencia y ejecución de Oldenbarneveldt, leamos la narrativa de Calder sobre los últimos momentos del anciano remonstrante:

A la mañana siguiente, 13 de mayo de 1619, el último acto de esta tragedia fue realizado con el asesinato de la víctima inocente, para servir como el sello de sanción de los trabajos del Sínodo. Traído a la presencia de sus jueces, la sentencia fue leída […] que terminaba así: «John Oldenbarneveldt saldrá al lugar de la ejecución, tendrá la cabeza cortada por la espada de la justicia, y sus bienes serán confiscados. Él recibió esta sentencia de muerte […] con un semblante sin miedo, y dijo: ‘Yo estaba con buenas esperanzas de que vuestras excelencias […] permitiesen que mis bienes quedaran para mi esposa e hijos’. Estas últimas palabras las pronunció con una voz débil y semblante abatido, pero siendo informado por el presidente que él debía someterse a su sentencia, retomó su firmeza, y levantándose de la silla fue inmediatamente conducido a través del gran salón para el cadalso. La sala estaba llena de sus amigos y conocidos. Él no tomó conocimiento de ninguno de ellos cuando pasó, y continuó hacia adelante con la misma grandeza y serenidad en su camino hacia el cadalso, apoyado en su bastón, y apoyado a su criado. Cuando llegó allí, preguntó: ‘¿No hay un cojín o taburete para que me arrodille?’ Y luego arrodillándose sobre las tablas ásperas, oró por un tiempo. Entonces, se levantó y empezó a prepararse, diciendo, apuntando al verdugo: ‘Ese hombre no necesita tocarme’. Arrodillándose para recibir el golpe fatal, se dirigió al pueblo, exclamando en voz alta: ‘Buenos ciudadanos, no creo que muera como un traidor, sino, por el contrario, como un verdadero patriota’; y después, levantando las manos hacia el cielo, dijo: ‘Cristo es mi guía, Señor, ten piedad de mí, Padre, en tus manos entrego mi espíritu’, fue cuando el verdugo dio un solo golpe en su cabeza, y así cayó este ilustre estadista y cristiano. [CALDER, 1838, p. 381].

Hubo mucha conmoción por parte de las personas que asistieron a la ejecución. Otro remonstrante fue decapitado públicamente. ¡Increíble! Todo esto, ocurrió incluso con la garantía de que ningún mal seria infringido a ellos. Leamos a Calder nuevamente:

Los Estados de Holanda, por medio de sus diputados, prometieron verbalmente que ningún daño físico debería ser infringido a ellos, ya que el Sínodo estaba siendo montado para examinar los puntos en disputa […]. Pero ellos violaron su palabra, como los príncipes católicos hicieron con John Huss. Pues, aunque hubieran hecho la promesa anterior, no les permitieron salir de Dort, ni visitar sus casas, aun en los casos de aflicciones familiares más urgentes, o en caso de muerte. […]; y finalmente, fueron prohibidos del país como criminales.    [CALDER, 1838, p. 271].

Este teatro de horrores nos hace volver a la Ginebra de Calvino. El notable investigador Dave Hunt (1926-2013), en su artículo El Lado «B» del Calvinismo escribió:

La censura de prensa fue usada y ampliada sobre los católicos y seglares: libros… con tendencias inmorales fueron prohibidos… hablar de manera irrespetuosa de Calvino o del clero era crimen. La primera violación de esas órdenes era castigada con una advertencia, violaciones posteriores con multas, persistir en la violación con prisión o prohibición de permanecer en la ciudad. La fornicación era castigada con el exilio o ahogamiento; el adulterio, la blasfemia o la idolatría con la muerte… un niño se decapitó por agredir a sus padres. En los años de 1558-1559 hubo 414 procesos por ofensas morales; entre 1542 y 1564 hubo 76 prohibiciones y 58 ejecuciones; la población de Ginebra era en la época de 20.000 personas. [HUNT, Dave. El Lado «B» del Calvinismo. p. 5.]

El poder político y el prestigio social parecen haber fomentado en la Iglesia cristiana y en algunos de sus personajes, históricamente hablando, una obsesión por la persecución e imposición de patrones doctrinarios estrictos. De acuerdo con el historiador luterano J. Kurtz (1809-1890), el liderazgo de Calvino en Ginebra inauguró «un reinado inquisitorial de terror«. Los calvinistas en Dort siguieron a Calvino en ese punto. Por supuesto, las proporciones deben observarse. Pero el espíritu de violencia es el mismo. [Citado en CHAMPLIN, vol. 1, 2008, p. 607].

Los relatos nos muestran cómo las Escrituras fueron abandonadas, y por consiguiente la piedad cristiana. No consideraron Escrituras como Zacarías 4:6 “No por fuerza, ni con espada, sino por el Espíritu, dice el Señor de los ejércitos”; 2ª. Corintios 3:17: “El Señor es el Espíritu y, donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” y Mateo 5:44 “Amad a vuestros enemigos […]” La ley del amor, signo incontestable de la más profunda espiritualidad, fue arrojada a un lado por Calvino y el Sínodo de Dort.

No incurrimos en el equívoco del anacronismo, pues no estamos retratando aquellos contextos distantes partiendo de un análisis calcado en nuestro tiempo, y sin llevar a consideración el contexto y las costumbres, pero, apuntamos aquellas atrocidades en tono de total desaprobación porque las comparamos con las Escrituras, cuyos preceptos y mandamientos son perennes. Las Escrituras son el fundamento de nuestra crítica. Aquellos cristianos tenían las Escrituras en sus manos y simplemente la desconsideraron en lo tocante, al menos, a la siguiente regla evangélica: “Lo que queréis que los hombres os hagan, hacedlo también a ellos” (Lc 6:31). Desconsideraron toda ética de la reciprocidad. ¡Eso es lo lamentable!

Después de la muerte del príncipe Mauricio de Nassau en 1625, los remonstrantes recibieron tolerancia de parte del Estado, pero no de la Iglesia Reformada. Sucediendo a su hermano Mauricio, Frederick Henry (1584-1647) concedió a los remonstrantes exiliados el derecho de regresar. En 1630 se les concedió libertad para seguir su religión en paz, para construir iglesias y escuelas. En 1795, la Iglesia Remonstrante fue oficialmente reconocida y permanece hasta el día de hoy. Así, todas las acusaciones contra los arminianos fueron suspendidas y solo quedaron en el papel. Un Seminario Teológico Remonstrante fue fundado en Ámsterdam, con Episcopio y Hugo Grocio entre sus primeros profesores. Estos sucesos post-muerte del Príncipe Mauricio de Nassau confirman que el Sínodo alcanzó los resultados esperados por los calvinistas rígidos, a saber: la prohibición de los líderes políticos arminianos y la asfixia de la libertad religiosa. Pero, más que eso: el poder político despótico logró éxito. Sobre los crímenes del príncipe Mauricio de Nassau contra los arminianos, Olson registra las siguientes palabras de un historiador moderno: “el modo de [el príncipe] Mauricio de tratar a los estadistas arminianos sólo puede ser considerado como uno de los grandes crímenes de la historia” [OLSON, Roger E. Historia de la Teología Cristiana: 2000 Años de Tradición y Reformas].  Increíblemente aún se enseña en círculos calvinistas que «Dios usó al príncipe Mauricio de Nassau»

A pesar de que los efectos del Sínodo fueron desfavorables a los arminianos, después de suspendidas las infames decisiones contra ellos, el arminianismo triunfó y los Cinco Artículos Arminianos se mantuvieron. El historiador Robert H. Nichols lo atestigua:

“Pero la enseñanza de estos fue victoriosa en Holanda y se extendió por toda Inglaterra y luego América” [NICHOLS, Robert H. Historia de la Iglesia Cristiana. 2004, p. 181].

El teólogo Francisco Lafarga Lacueva (1911-2005) comenta el alcance del arminianismo después de la fuerte y contundente resistencia del Sínodo:

Los teólogos ingleses fueron receptivos al arminianismo, incorporándolo a la teología inglesa posterior del anglicanismo, como del metodismo, lo que favoreció su divulgación universal de modo eficaz. [LACUEVA, Francisco Lafarga. Diccionario Teológico Ilustrado. P.71]

La persecución y los decretos de Dort no fueron capaces de detener al arminianismo. Cuatro provincias de Holanda, ante el apoyo popular al arminianismo, rechazaron suscribir el Sínodo. En Holanda, la evolución del arminianismo, después de Dort, fue posible debido a los esfuerzos de H. Uyttenbogaert, Episcopio, y Hugo Grocio, entre otros. Inglaterra, representada en el Sínodo, como se mencionó anteriormente, tampoco suscribió el Sínodo.
El arminianismo también triunfó en Brandemburgo, Bremen y Ginebra. La Remonstrancia fue publicada en Leiden en 1629, Frankfurt en 1631 y 1635 y fue ampliamente divulgada. Los menonitas se adhirieron al arminianismo. Las Iglesias Bautistas Generales de John Smyth y Thomas Helwys, en 1612, fueron influenciadas por el arminianismo a través de los menonitas en Ámsterdam. Movimientos restauradores como las Iglesias de Cristo, siglo XIX, también adoptaron la teología arminiana. En fin, el arminianismo echó raíces en Holanda y extrapoló fronteras. Según Kevin Jackson, un acontecimiento espectacular en medio de esa batalla política con algún sesgo eclesiástico y que oscurece las páginas de la historia eclesiástica, es la «conversión» de algunos calvinistas al arminianismo. John Hales (1584-1656), teólogo inglés; Thomas Goad (1576-1638) clérigo inglés y Daniel Tilenus (1563-1633), profesor y ex calvinista rígido negaron el calvinismo y se adhirieron al arminianismo. Pocos opositores del arminianismo clásico saben eso. Tilenus, según Calder, escribió un trabajo defendiendo a los remonstrantes de la acusación de pelagianismo. Calder cuenta que los remonstrantes eran recibidos de modo cortés por muchos teólogos extranjeros en el Sínodo, que se indignaban con el tratamiento dados a los arminianos:

Generalmente, ellos eran recibidos con mucha gentileza y cortesía por los teólogos extranjeros. Muchos de estos señores manifestaron desagrado al oír que los Remonstrantes fueron depuestos de sus ministerios, removidos de sus iglesias, mientras la causa de ellos aún estaba pendiente, o mejor, antes de ser llevados ante el Sínodo. [CALDER, 1838, p. 282].

Consideramos estos acontecimientos como resultados de la obra del viento (Juan. 3: 8) soplando de modo libre e indicando reprobación a tanta injerencia del mal en un infeliz Sínodo. Para terminar, tomamos por préstamo el lema de Calvino: Post Tenebras Lux (Después de las tinieblas, la luz)

Conclusión

Bueno, la historia es larga y, por supuesto, repleta de variantes; es evidente que este trabajo no puede abarcarlas. Pero, queda registrada esta sintética historiografía. Para cerrar este capítulo, transcribimos nuevamente las impresiones de Richard Watson, teólogo arminiano del siglo XIX, acerca del Sínodo de Dort:

El sínodo de Dort, un nudo; toda la asamblea, enferma; la conferencia, el viento; la sesión, paja. Amén.

Autor: Rodrigues Zwingliodel libro: Una Introducción al Arminianismo Clásico – Capítulo 5 – Como este material no se encuentra en español ha sido traducido solo con fines didácticos por Diarios de Avivamientos.