Una crítica a la gracia Irresistible

Por Steve W. Lemke

Los antecedentes del asunto

La doctrina de la gracia irresistible se abordó en el Sínodo de Dort, lo que ofreció una respuesta a las preocupaciones expresadas por los remonstrantes, quienes eran calvinistas reformados holandeses (posteriormente llamados arminianos). Esta diferencia de opinión se repite en la historia de los bautistas en la distinción entre los «bautistas generales» (quienes, en general, convinieron con los remonstrantes en estos puntos) y los «bautistas particulares» (quienes, en general, convinieron con el Sínodo de Dort en estos puntos). Aunque tanto los remonstrantes como los de Dort estuvieron de acuerdo que los seres humanos son depravados e incapaces de salvarse a sí mismos aparte de la gracia de Dios, ellos, ante todo, discutieron si la gracia de Dios es resistible. En los artículos III y IV de su «remonstrancia» (protesta o expresión de oposición), los remonstrantes expresaron su convicción de que algunos de sus compañeros calvinistas se habían vuelto tan extremos en sus creencias que se habían apartado de las enseñanzas bíblicas. En particular mientras afirmaban que la salvación viene solo por la gracia de Dios, los remonstrantes estaban preocupados sobre la enseñanza de que Dios fuerza su gracia en los pecadores de manera irresistible. Los remonstrantes sostenían:

  • La gracia de Dios es el principio, la continuación y el cumplimiento de todo lo bueno, hasta tal punto, que el hombre regenerado, por sí mismo, sin la prevención o la asistencia, el despertar, seguimiento y la gracia cooperativa, no puede pensar, desear, ni hacer el bien, ni resistir cualquier tentación al mal; de modo que todas las buenas acciones o movimientos que pueden ser concebidos, sean atribuidos a la gracia de Dios en Cristo. Pero, respecto al modo de operación de esta gracia, no es irresistible, puesto que está escrito acerca de muchos, que ellos resistieron al Espíritu Santo. Hechos 7 y en otros muchos sitios. [1]

En otras palabras, los remonstrantes (arminianos) enseñaban que la única forma de salvarse es por la gracia de Dios que viene antes, durante y después de la justificación porque incluso el ser humano mejor intencionado no puede «pensar, desear ni hacer el bien» aparte de la gracia de Dios [2]. Ellos incluso fueron más allá cuando sostenían que todo lo bueno «[es atribuido] a la gracia de Dios en Cristo».[3]. Pero la pregunta es, «¿por qué no todas las personas se apropian o experimentan la gracia salvífica de Dios? ¿Dios ha fracasado en alguna forma? ¿Dios no ama de verdad a todas las personas? ¿Dios no desea la salvación de todas las personas? No. Los remonstrantes rehusaron culpar de este fracaso a Dios, sino que de manera correcta le asignaron este fracaso a la rebelión y resistencia de los seres humanos caídos. Dios creó a los seres humanos con el libre albedrio, ya sea para cooperar con Dios y recibir Su gracia o para rechazar en definitiva el precioso don de Dios. De nuevo, los seres humanos no tendrían ninguna salvación en absoluto aparte de la gracia de Dios; pero Dios se niega a hacer realidad esa salvación en la vida de alguien que continuamente se resiste a la gracia de Dios, se niega a recibirla con humildad y, finalmente, la rechaza. El Sínodo de Dort, sin embargo, objetó la negación de la gracia irresistible de los remonstrantes:

  • Que enseñan: que Dios no usa en la regeneración o nuevo nacimiento del hombre tales poderes de Su omnipotencia que dobleguen eficaz y poderosamente la voluntad de aquél a la fe y a la conversión; si no que, aun cumplidas todas las operaciones de la gracia que Dios usa para convertirle, el hombre, sin embargo, de tal manera puede resistir a Dios y al Espíritu Santo y, de hecho, también resiste con frecuencia cuando Él se propone su regeneración y le quiere hacer renacer, que impide el renacimiento de sí mismo; y que sobre este asunto queda en su propio poder el ser renacido o no. [4]

El problema de definir la gracia irresistible

El término «gracia irresistible», entonces, se usó de manera inicial como un punto de vista que negaban los remonstrantes y defendían los calvinistas de Dort. El Sínodo de Dort rechazó la noción de que la gracia de Dios estaba limitada a ejercer su poderosa persuasión moral en los pecadores por el Espíritu Santo para guiarlos a la salvación. Ellos además rechazaron la noción que una persona puede «resistir a Dios y al Espíritu Santo… cuando Él se propone su regeneración».[5]. En cambio, la declaración de Dort afirmaba que Dios usa «tales poderes de Su omnipotencia para que dobleguen eficaz y poderosamente la voluntad del hombre a la fe y a la conversión».[6]. Para entender cómo los calvinistas expresaron que Dios lleva a cabo la gracia irresistible, uno debe entender la importante distinción que ellos deducen entre lo que indistintamente es conocido como el llamamiento «general» o «externo» del llamamiento «especial», «interno», «eficaz» o «serio». Steele, Thomas y Quinn prácticamente equiparan el «llamamiento eficaz» con la gracia irresistible, basados en la distinción entre estos dos propuestos diferentes llamamientos de Dios:

  • La invitación del evangelio extiende un llamamiento para la salvación para todo el que escucha su mensaje… Pero este llamamiento general externo, extendido tanto a electos como a no electos, no traerá los pecadores a Cristo… Por lo tanto, el Espíritu Santo, para traer los electos de Dios a la salvación, les extiende un llamamiento especial interno, además del llamamiento externo contenido en el mensaje del evangelio. A través de este llamamiento especial, el Espíritu Santo opera una obra de gracia dentro del pecador que, de manera inevitable, lo trae a la fe en Cristo… Aunque el llamamiento general externo del evangelio puede ser, y con frecuencia es, rechazado, el llamamiento especial del Espíritu nunca deja de resultar en la conversión de aquellos a quienes se les hace. Este llamamiento especial no se da a todos los pecadores, sino ¡solo a los electos! El Espíritu no depende, de ninguna manera, de su ayuda o cooperación para que Su obra de traerlos a Cristo sea exitosa. Por eso, los calvinistas consideran el llamamiento del Espíritu y la gracia de Dios en salvar a los pecadores como «eficaz», «invencible» o «irresistible». ¡Pues la gracia que el Espíritu Santo extiende a los electos no puede ser frustrada o negada, nunca deja de traerlos a la verdadera fe en Cristo! [7]

Como lo indica esta declaración, algunos calvinistas contemporáneos parecen estar un poco avergonzados con el término «gracia irresistible» y han buscado suavizarlo o sustituirlo con un término como «llamamiento eficaz». Ellos además objetan cuando otros critican que «gracia irresistible» sugiere que Dios obliga a las personas a hacer cosas contra su voluntad. Más bien, ellos insisten, que Dios solo atrae y persuade. Así, los calvinistas, algunas veces, suenan falaces en afirmar un punto de vista fuerte sobre la gracia irresistible mientras, al mismo tiempo, suavizan el lenguaje sobre esta para hacerla más digerible. Por ejemplo, John Piper y el personal de la Bethlehem Baptist Church afirman que gracia irresistible «significa que el Espíritu Santo puede vencer toda resistencia y hacer su influencia irresistible… La doctrina de la gracia irresistible significa que Dios es soberano y puede vencer toda resistencia cuando quiere» [8]. No obstante, unos pocos párrafos más adelante, ellos sostienen que «gracia irresistible nunca implica que Dios nos obliga a creer contra nuestra voluntad… Por el contrario, la gracia irresistible es compatible con la predicación y el dar testimonio que tratan de persuadir a las personas a hacer lo que es razonable y concuerde con lo que más les convenga»[9]. Ningún intento es hecho en el artículo para reconciliar estas dos declaraciones al parecer contradictorias. De la misma manera, R. C. Sproul argumenta largo y tendido que Juan 6:44 («Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió…») no se refiere solo a la necesidad de que Dios «atraiga o induzca a los hombres a Cristo», y que los seres humanos puedan «resistir esta atracción» y «rechazar la incitación»[10] . En lenguaje filosófico, Sproul expresa que, esta atracción es una condición necesaria pero no suficiente para la salvación «porque la atracción no garantiza, en realidad, que nosotros vendremos a Cristo»[11]. Sproul establece que esta interpretación es «incorrecta» y que «atenta contra el texto de la Escritura»[12] . Más bien, Sproul insiste, que el término «traer» (arrastrar) es «un concepto mucho más contundente que atraer» y significa «obligar por superioridad irresistible»[13] .

Sin embargo, al discutir la gracia irresistible, Sproul cuenta de un estudiante que, al escuchar una conferencia por John Gerstner, sobre la predestinación, la rechazó. Cuando Gerstner le preguntó al estudiante cómo definía él el calvinismo, el estudiante lo describió como la perspectiva que «Dios obliga a algunas personas a elegir a Cristo e impide que otras elijan a Cristo». Gerstner entonces le manifestó, «Si eso es un calvinista, entonces puedes estar seguro que yo tampoco soy un calvinista» [14]. Sproul, asimismo, reconvino al presidente de un seminario presbiteriano por presentar la doctrina calvinista como que «Dios trae a algunas personas al reino, pataleando y gritando contra sus voluntades». Sproul describe la opinión de este teólogo presbiteriano como «una temeraria idea equivocada de la teología de su propia iglesia», como una «caricatura» y «tan lejos del calvinismo como uno podría estar»[15]. Entonces ¿qué dirección tomar? Si Dios obliga a las personas con «superioridad irresistible», ¿de qué manera es impreciso afirmar que Dios está obligando a las personas a elegir a Cristo?

El Sínodo de Dort insistió que los intentos de persuasión moral en las personas no salvas era malgastar el tiempo. Que la gracia de Dios era irresistible, y no solo el uso de la poderosa persuasión moral era precisamente lo que el Sínodo de Dort rechazó y lo que los remonstrantes afirmaron. Los remonstrantes insistieron que la convincente gracia de Dios persuadía a los perdidos a recibir a Cristo como Señor y Salvador. El Sínodo de Dort insistió que esto era insuficiente. Nota su negación explícita que una persona pueda «resistir» a Dios. También presta atención al uso del lenguaje en el Sínodo de Dort sobre la divina omnipotencia, la cual puede «[doblegar] eficaz y poderosamente la voluntad de una persona a la fe y a la conversión»[16] . Doblegar la voluntad de un ser falible por un Ser omnipotente infalible y poderoso no se trata de una dulce persuasión. Es obligar a una persona a cambiar de parecer en contra de su voluntad.

A menudo, los calvinistas describen su posición como monergismo, opuesto al sinergismo. En el monergismo, Dios opera completamente solo,sin la intervención de ningún rol humano. En el sinergismo, por otro lado, los seres humanos cooperan con Dios en alguna forma para llevar a cabo su propia conversión. Ninguno de nosotros que no somos pelagianos afirmaría que podemos lograr nuestra salvación aparte de Dios. La cuestión es si los seres humanos tienen algún rol en aceptar o recibir su propia salvación. Por un lado, el calvinista manifiesta,  «¡No! Tu salvación es monergista, provista solo por la gracia de Dios». Cuando alguien critica esa opinión por significar que Dios impone una gracia irresistible contra la voluntad de la persona, o que los seres humanos no tienen ninguna elección o participación en el asunto, entonces el calvinista protesta que se les ha malentendido y caricaturizado.

Cuando se cuestiona que la gracia irresistible va contra la voluntad de la persona, la mayoría de los calvinistas responden que no está en contra de la voluntad de una persona en absoluto. Dios cambia su voluntad a través de la regeneración invencible, de tal manera que la persona es traída a Cristo de manera irresistible. Los calvinistas lo llaman voluntad, la cual es impulsada (doblegada) externamente: voluntad compatibilista (voluntad humana que es compatible con el predeterminismo divino), opuesto al punto de vista más común: libertad libertaria. En la libertad libertaria, una persona no tiene absoluta libertad (como la presenta el estereotipo calvinista frecuentemente), sino que la persona puede escoger entre al menos dos alternativas. En cada caso una persona pudo haber, por lo menos hipotéticatnente, escogido otra cosa. Pero en el compatibilismo calvinista las personas siempre escogen lo que ya Dios determinó de antemano que escojan. Ellas no tienen opción alternativa, sino hacer lo que Dios determina que hagan. Entonces, cuando Dios cambia su voluntad a través de la gracia irresistible o gracia capacitante, ellas en realidad no tienen elección: harán lo que Dios les ha programado que hagan. Así el sistema calvinista aboga por el monergismo (Dios es el único actor) y el compatibilismo (las personas hacen lo que Dios quiere que hagan, después que Él cambia su voluntad, a través de la regeneración previa a la conversión).

El problema es que los calvinistas no siempre pueden tenerlo todo. Ellos no pueden insistir en que un Dios omnipotente abruma y doblega infalible y poderosamente la voluntad del ser humano, y luego transformar esta doctrina en otra cosa al atenuarla con lenguaje más digerible como «llamamiento eficaz» y «compatibilismo». El llamamiento eficaz se refiere con precisión a la misma cosa que gracia irresistible, pero llamamiento eficaz suena mucho más agradable. Al fin y al cabo, las personas no tienen elección, sino hacer lo que Dios las ha programado para hacer. Sin embargo, los calvinistas a menudo intentan evadir la crítica al indicar que la doctrina ha sido malinterpretada, incluso cuando los no calvinistas han citado o parafraseado lo que los mismos calvinistas han expresado al describir su propia doctrina.

Por ejemplo, en la conferencia «Estableciendo vínculos», Nathan Finn reprendió a Roy Fish, profesor del Seminario Teológico Bautista del Suroeste, por la siguiente descripción de la gracia irresistible, a la cual Finn describió como un «estereotipo» y un «malentendido» de la doctrina:

  • La «I» en TULIP (acróstico en inglés)[17] se refiere a la gracia irresistible. Esto significa que las personas que van a ser salvas no tienen otra opción. Ellas en realidad no tienen otra opción. La gracia de Dios no puede resistirse. Ellas no pueden resistir esta gracia salvífica especial. [18]

Un estudio detallado, línea por línea, de la descripción de Fish revela que los calvinistas definen la gracia irresistible casi con las mismas palabras:

  • Roy Fish: (gracia irresistible) «significa que las personas que van a ser salvas no tienen otra opción. Ellas en realidad no tienen otra opción».
  • El Sínodo de Dort: «Y este es aquel nuevo nacimiento, aquella renovación, nueva creación, resurrección de muertos y vivificación, de que tan excelentemente se habla en las Sagradas Escrituras, y que Dios obra en nosotros sin nosotros. Este nuevo nacimiento no es obrado en nosotros por medio de la predicación externa solamente, ni por indicación, o por alguna forma tal de acción por la que, una vez Dios hubiese terminado su obra, entonces estaría en el poder del hombre el nacer de nuevo o no, el convertirse o no. Sino que es una operación totalmente sobrenatural… de modo que todos aquellos en cuyo corazón obra Dios de esta milagrosa manera, renacen cierta, infalible y eficazmente, y de hecho creen… »[19]
  • James ‘White; «La doctrina de la ‘gracia irresistible’ es simplemente la creencia que cuando Dios escoge moverse en las vidas de sus electos y traerlos de la muerte espiritual a la vida espiritual, no hay poder en el cielo o en la tierra que pueda detenerlo de hacerlo así… Es simplemente la confesión de que cuando Dios escoge levantar a Su pueblo a vida espiritual, Él lo hace sin el cumplimiento de ninguna condición por parte del pecador. Así como Cristo tuvo el poder y la autoridad de levantar a Lázaro a vida sin obtener su permiso, Él es capaz de levantar a Sus electos a vida espiritual con un resultado igualmente seguro»[20].
  •  David Steel, Curtis Thomas y S. Lance Quinn: «El Espíritu Santo extiende un llamamiento especial interno que, de manera inevitable, los trae a la salvación… El llamamiento interno (el cual se hace solo a los electos) no puede rechazarse. Siempre resulta en la conversión. Mediante este llamamiento especial, el Espíritu, de manera irresistible, trae los pecadores a Cristo. Él no está limitado por la voluntad del hombre en Su obra de aplicar la salvación, ni depende de la cooperación del hombre para que Su obra sea exitosa… La gracia de Dios, por eso, es invencible; nunca deja de resultar en la salvación de aquellos a quienes se les extiende».[21] 241

Roy Fish: «La gracia de Dios no puede resistirse. Ellas [las personas] no pueden resistir esta gracia salvífica especial».

  • El Sínodo de Dort: El Sínodo rechaza que… «Dios no usa en la regeneración o nuevo nacimiento del hombre tales poderes de Su omnipotencia que dobleguen eficaz y poderosamente la voluntad de aquél a la fe y a la conversión…». (El Sínodo rechaza que alguien) «puede resistir a Dios y al Espíritu Santo, y de hecho también resiste con frecuencia cuando Él se propone su regeneración»[22] 242
  • John Piper: Gracia irresistible «significa que el Espíritu Santo puede vencer toda resistencia y hacer su influencia irresistible… La doctrina de la gracia irresistible significa que Dios es soberano y puede vencer toda resistencia cuando quiere … Cuando Dios se ocupa en llevar a cabo su propósito soberano, ninguno puede lograr resistírsele… Cuando una persona escucha a un predicador hacer un llamamiento al arrepentimiento, ella puede resistir ese llamamiento. Pero si Dios le da arrepentimiento no puede resistirse, porque el don es la remoción de la resistencia… Entonces, si Dios da arrepentimiento, esto equivale a quitar la resistencia. Por eso nosotros llamamos a esta obra de Dios ‘gracia irresistible’.» 243

¿Reflejaba Fish en su definición las declaraciones de algunos calvinistas? Distinguir la definición de Fish de la de Finn es tan difícil que uno debe preguntar: ¿Qué es lo que Finn objeta con tanto vigor en la descripción de Fish? Fish ha repetido las descripciones calvinistas de la gracia irresistible, sin embargo, Finn lo reprende por hacerlo. No importa lo que los calvinistas contemporáneos intenten para encubrir la dureza de la gracia irresistible y proyectarla bajo una luz más suave o moderada, la doctrina sigue siendo lo que es. Cuando se presiona a los calvinistas con sus propias palabras, algunas veces parecen jugar con las palabras o hablar con evasivas para hacer sus creencias más digeribles. Sin embargo, este estudio examina la gracia irresistible como se describe y se define en las enseñanzas doctrinales calvinistas estándares.

La Biblia y la gracia irresistible

¿Qué declara la Biblia sobre la gracia irresistible? La respuesta sencilla es que la Biblia no aborda de manera específica la gracia irresistible. De hecho la frase «gracia irresistible» no aparece en ninguna parte en la Escritura. Por supuesto, esta sola ausencia no significa que la gracia irresistible no pueda ser una realidad. Otras doctrinas como la Trinidad se describen en la Escritura, pero no con el nombre teológico que ahora le damos. Entonces ¿qué declara la Biblia en cuanto a que la gracia sea irresistible?

Textos fundamentales que afirman la gracia resistible

Algunos textos de la Escritura parecen negar la gracia irresistible o afirmar la gracia resistible de manera explícita. Proverbios 1 desafía la noción de la gracia irresistible. La sabiduría de Dios personificada habla a aquellos a quienes «…he llamado… » (Prov 1:24), a aquellos a quienes «… derramaré mi espíritu…» (Prov 1:23), y a aquellos a quienes «… haré conocer mis palabras» (Prov 1:23). No obstante, ninguno consideró la verdad de Dios, pues los oyentes rechazaron el mensaje de Dios y despreciaron el consejo de la Sabiduría (Prov 1:22-25 ¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza, Y los burladores desearán el burlar,  Y los insensatos aborrecerán la ciencia?  Volveos a mi reprensión; He aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros, Y os haré saber mis palabras.  Por cuanto llamé, y no quisisteis oír, Extendí mi mano, y no hubo quien atendiese, Sino que desechasteis todo consejo mío, Y mi reprensión no quisisteis).

Algunos podrían afirmar que este mensaje solo ejemplifica el llamamiento externo resistible. El problema se vuelve complicado porque ellos constituyen el pueblo elegido de Dios, los judíos, con quienes Dios había entrado en un pacto: «He llamado y habéis rehusado oír…» (v. 24). Dios les hace una oferta: «…derramaré mi espíritu sobre vosotros» (v. 23), pero ellos no se «volverían», y más bien «rehusarían» aceptar el mensaje (v. 24). La gracia que fue ofrecida de manera tan generosa fue rechazada de manera tan desconsiderada. La gracia ofrecida estaba condicionada por su respuesta. La aceptación de la Palabra de Dios habría traído bendición, pero su rechazo ahora traería calamidad sobre ellos.

En los profetas y los Salmos, Dios responde a la negativa de arrepentirse y al rechazo de la Palabra de Dios por parte de los israelitas:

  • Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Cuanto más los llamaban los profetas, tanto más se alejaban de ellos; seguían sacrificando a los Baales y quemando incienso a los ídolos. Sin embargo yo enseñé a andar a Efraín, yo lo llevé en mis brazos; pero ellos no comprendieron que yo los sanaba. Con cuerdas humanas los conduje, con lazos de amor, y fui para ellos como quien alza el yugo de sobre sus quijadas; me incliné y les di de comer. No volverán a la tierra de Egipto, sino que Asiria será su rey, porque rehusaron volver a mí. La espada girará contra sus ciudades, destruirá sus cerrojos y los consumirá por causa de sus intrigas. Pues mi pueblo se mantiene infiel contra mí; aunque ellos lo llaman para que se vuelva al Altísimo, ninguno me quiere enaltecer. (Os. 11:1-7).
  • No guardaron el pacto de Dios, y rehusaron andar en su ley (Sal. 78:10).
  • Pero mi pueblo no escuchó mi voz; Israel no me quiso a mí. Por eso los entregué a la dureza de su corazón, para que anduvieran en sus propias intrigas. ¡Oh, si mi pueblo me hubiera oído, si Israel hubiese andado en mis caminos! (Sal. 81:11-13).
  • Ellos me dieron la espalda, y no el rostro; aunque les enseñaba, enseñándoles una y otra vez, no escucharon ni aceptaron corrección (Jer. 32:33).

En el Nuevo Testamento, la referencia más directa a la resistencia a la gracia está en el sermón de Esteban en Hechos 7:2-53, justo antes de su martirio en Hechos 7:54-60. Al confrontar a los judíos que habían rechazado a Jesús como el Mesías, Esteban afirmó: «Vosotros, que sois duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos, resistís siempre al Espíritu Santo; como hicieron vuestros padres, así también hacéis vosotros» (Hech. 7:51).

Los remonstrantes citaron este texto específico, y la mayoría de eruditos que rechazan la noción de la gracia irresistible también la citan. Esteban no está hablando a creyentes, sino a los judíos que habían rechazado a Cristo. Él no solo los acusó a ellos de «resistir al Espíritu Santo», sino también a sus antepasados judíos por resistir a Dios. La palabra que se traduce como «resistir» (antipiptō en griego) no significa aquí «caer», sino «oponerse», «esforzarse en contra» o «resistir».[23]. Con claridad, este texto enseña que la influencia del Espíritu Santo es resistible. Un registro similar en Lucas 7:30 describe la respuesta de los fariseos a la predicación de Juan el Bautista: «Mas los fariseos y los sabios de la ley, desecharon el consejo de Dios contra sí mismos, no siendo bautizados de él» (Luc. 7:30, RVA).

Otro ejemplo de resistencia ocurre en la experiencia de la salvación de Pablo, registrado en Hechos 26. Mientras Saulo se dirigía hacia Damasco en su persecución de los cristianos, una luz cegadora lo golpea, y una voz del cielo le dice: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón» (Hech. 26:14). Es evidente que Saulo se había resistido a la convicción del Espíritu Santo en eventos como la lapidación de Esteban, pero ahora Dios confrontó la resistencia de Saulo de forma dramática. Aun así, algún tiempo pasó antes de que Ananías llegara y Pablo recibiera el Espíritu Santo (Hech. 9:17).

¿Qué opinan los calvinistas sobre estos textos? Para empezar, los calvinistas no niegan que las personas pueden resistir al Espíritu Santo en algunas situaciones. Los no creyentes pueden resistir el mero llamamiento «externo» del evangelio, y los creyentes pueden resistir al Espíritu Santo también. Como lo ha declarado John Piper: «Lo que es irresistible es el llamamiento eficaz que hace el Espíritu»[24]. Sin embargo, estas explicaciones no ayudan en este caso. Los judíos, en definitiva, eran el pueblo escogido de Dios, y todo el pueblo judío estaba bajo el pacto, no solo los individuos. La  teología calvinista del pacto ve a la nación entera de Israel como el pueblo escogido de Dios. Los electos, al fin y al cabo, han de recibir el llamamiento eficaz. Los calvinistas a menudo citan: «A Jacob amé, pero a Esaú aborrecí» (Rom. 9:13), como su evidencia más sólida para la elección[25] .

Pero, este pueblo de forma divina escogido no solo ha rechazado a Jesús como el Mesías, sino que ha resistido al Espíritu Santo a través de muchas generaciones en la historia. Por eso, parecería que la gracia de Dios es resistible, incluso entre los electos que tienen derecho a recibir el llamamiento eficaz.

La gracia resistible en el ministerio y enseñanzas de Jesús

A lo largo de su ministerio de enseñanza, Jesús enseñó y sirvió en maneras que parecen ser inconsistentes con la noción de la gracia irresistible. En cada una de estas ocasiones, Jesús parece defender la idea que la gracia de Dios es resistible. Por ejemplo, escucha el lamento de Jesús sobre Jerusalén:«¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te sonenviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!» (Mateo 23:37 comparar con Luc.13:34). ¿Qué lamentaba Jesús? Él lamentaba que a pesar del amor generoso de Dios por Jerusalén y el deseo de reunirlos en una seguridad eterna bajo Su protección, y los muchos profetas y mensajeros que Él les envió con Su mensaje, ellos rechazaron el mensaje que se les envió y «no quisieron» responder a Dios. En griego, como sucede en esta versión en español, se establece un contraste, porque las formas del verbo thelō (querer) se usan dos veces en este versículo: «… quisey no quisiste»[26]. Schrenk describe esta declaración como una expresión de «la frustración de Su misericordioso propósito para salvar, debido al rechazo de los hombres»[27]. Observa que Su lamento concierne a toda la ciudad de Jerusalén, no solo un pequeño número de los electos dentro de Jerusalén. Ciertamente, Jesús expresa su preocupación no solo por las personas que viven en Jerusalén en ese tiempo en particular, sino por las muchas generaciones de jerosolimitanos.

De nuevo, uno podría sugerir que los profetas eran solo el vehículo para proclamar el llamamiento general, y entonces estos jerosolimitanos nunca recibieron el llamamiento eficaz, pero este argumento no puede ser. Ante todo, este es el pueblo escogido de Dios. Como tal, debió haber recibido el llamamiento eficaz, pero, en realidad, no quiso responder. Algunos calvinistas podrían formular este argumento: la elección de Israel incluía individuos dentro de Israel, no todo Israel como un pueblo. Que solo un remanente del Israel físico, no todo, será salvo tiene el más firme respaldo, pero la propuesta que Dios hizo el llamamiento eficaz a solo una porción de Israel de todos modos no concuerda bien con este texto o varios otros textos. Incluso así, el mayor problema es que si Jesús creía en la gracia irresistible, tanto el llamamiento externo como interno, Su aparente lamento sobre Jerusalén habría sido un acto hipócrita, una expresión de cinismo porque Él sabía que Dios no había dado y no daría a estas personas las condiciones necesarias para su salvación. Su lamento habría sido sobre la dureza del corazón de Dios, pero no es esto lo que registra la Escritura. La Escritura le atribuye a la falta de voluntad de las personas el no venir a Dios, es decir, la dureza de sus propios corazones.

Lo que está generalizado en el lamento de Jesús sobre Jerusalén se personaliza en el incidente con el joven rico (Luc. 18:18-23). El hombre prominente le preguntó, «… ¿qué haré para heredar la vida eterna?» (Luc. 18:18). Si Jesús fuera un calvinista, uno podría esperar que le hubiera respondido, «¡nada!» y hubiera reprendido al hombre por la impertinencia de su pregunta, en particular la idea que él podía hacer algo para heredar la vida eterna. Más bien, Jesús le indica lo que él podía hacer: vender todo lo que tenía y repartirlo entre los pobres. Por supuesto, esta instrucción no solo era sobre el dinero del hombre; era sobre su corazón. Él amaba el dinero y los privilegios que este le daban, y él no podía vivir sin él. En otras palabras, Jesús no le concedería la vida eterna a menos que él quisiera entregarle su vida totalmente a Dios, pero el hombre no quería. Jesús lo dejó ir y que enfrentara las consecuencias solemnes de su decisión. Observa que Jesús comenta la falta de voluntad del joven rico, al declarar que es difícil para un rico entrar en el cielo, ciertamente, tan difícil como lo sería para un camello pasar por el ojo de una aguja (Luc. 13:24-28). Esta instrucción provocó que los discípulos señalaran que ellos habían sacrificado mucho para seguirlo, de modo que Él les prometió una recompensa importante por sus esfuerzos (Luc. 18:28-30).

Desde luego, si Jesús fuera un calvinista, Él nunca habría sugerido que era más difícil para los ricos ser salvos por la gracia irresistible de Dios que los pobres. Sus voluntades se cambiarían de manera inmediata e invencible al escuchar el llamamiento eficaz de Dios. No sería más difícil para un rico ser salvo por el llamamiento irresistible y monergista de Dios que lo que sería para otro pecador. Pero el Jesús real sugirió que su salvación estaba vinculada en alguna medida a su respuesta y entrega a Su llamamiento.

La misma idea de la gracia resistible surge muchas veces en las parábolas del ministerio de enseñanza de Jesús. En la parábola de los dos hijos (Mat. 21:28-32), Jesús describe sus distintas respuestas. Un hijo, al principio, rehúsa hacer el trabajo que se le requiere, y dice «… No quiero; pero después, arrepentido, fue» (Mat. 21:29). Uno no debe estirar una parábola hasta alegorizar, entonces ¿cuál es el punto principal de esta parábola? El punto es que los cobradores de impuestos y las prostitutas iban a entrar en el reino de los cielos antes que los principales sacerdotes y los ancianos que resistían Su enseñanza (Mat. 21:31). Observa que la distinción entre los dos no era que uno era hijo y el otro no, pues ambos eran hijos de quienes el padre deseaba obediencia. La diferencia es la respuesta de cada hijo: resistencia de uno, arrepentimiento y obediencia del otro.

Una enseñanza similar sigue en la parábola de la viña (Mat. 21:33-44). Al usar el símbolo familiar del Antiguo Testamento de una viña para representar a Israel, Jesús contó sobre el dueño de la viña que se fue de viaje y la dejó en manos de unos labradores. El dueño envía diferentes grupos de mensajeros y, por último, envía a su propio hijo para que instruya a los labradores sobre cómo dirigir la viña, pero ellos rechazan a cada mensajero y matan al hijo con la esperanza de apoderarse de la viña. El dueño regresa y les impone un castigo a los labradores rebeldes. Luego, Jesús habla de la piedra que fue desechada por los constructores, pero que se convirtió en la piedra angular, desde luego, Él está hablando de Sí mismo (Mat. 21:42-44). Entonces Jesús les declaró a los fariseos que el reino de Dios les sería quitado y dado a una nación que produzca sus frutos (Mat. 21:43 Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él). Otra vez, la diferencia fundamental era si las personas querían responder a la Palabra de Dios.

La parábola del sembrador (o de los suelos) en Mateo 13:1-23; Marcos 4:1-20 y Lucas 8:1-15 hace hincapié en la cuestión de la sensibilidad a la Palabra de Dios. El elemento invariable es la semilla, que representa la Palabra de Dios. El factor variable es la receptividad del suelo sobre el cual el sembrador sembró la semilla. La semilla junto al camino, en los pedregales y entre los espinos, nunca llegó a estar suficientemente enraizada en el suelo para florecer. La semilla junto al camino es arrebatada por el maligno. La que cae en los pedregales representa a aquel que «… oye la palabra y enseguida la recibe con gozo» (Mat. 13:20), pero no florece porque «… no tiene raíz profunda en sí mismo… » (Mat. 13:21). La semilla que cae entre los espinos representa a la persona que también oye la Palabra de Dios, pero el mensaje se vuelve confuso por los intereses del mundo. Solo la semilla que cae en suelo bueno y receptivo florece. De nuevo, la variable no es la proclamación de la Palabra (llamamiento externo o interno), ni el sembrador (pues es Jesús mismo sembrando en todos los suelos sin distinción) sino la respuesta del individuo.

Extraído del siguiente libro, capítulo 5, p. 105-118

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[1] The Five Arminian Articles, artículos III y IV> en The Creeds of Chrisrendom (ed. P. Schaff; 6ta. ed.; Grand Rapids; MI: Baker Books, 1983)  3:547} consultado el de noviembre de 2008. http://www.apuritansmind.com/Creeds/ArminianArticles.htm.

[2] Ibíd.

[3] Ibíd.

[4] Los Cánones de Dort, Reprobación de los errores para los capítulos 3 y 4, artículo VII, consultado el 12 de mayo de 2016.

http://www.iglesia.reformada.com/canones_ de_ dort.html.

[5] Ibíd.

[6] Ibíd.

[7] D. N. Steele, C. C. Thomas y S. L. Quinn,  The Five Poi ts of Caivinism: Defined, Defended, Docununted (ed. amp.; Filadelfia, PA: Presbyterian and Reformed 2004), 52-54·

[8] J. Piper y el personal de la Bethlehem Baptist Church, «What We Believe About the Five Points of Calvinism», consultada el

 1 de noviembre de 2008. http://www .desiringgod.org/articles/what-we-believe-about-the –five-points –of-calvinism.

[9] J. Piper, et. al., «What We Believe About the Five Points of Calvinism», 12.

[10] R. C. Sproul, Chosen by God (Carol Stream, IL: Tyndale House, 1994), 69-70.

[11] Ibíd

[12] Ibíd

[13] Ibíd

[14] Ibíd., 122

[15] Ibíd.

[16] Los Cánones de Dort, Reprobación de los errores para los capítulos 3 y 4, artículos VII y VIII, consultado el 12 de mayo de 2016.

http://www.iglesia.reformada.com/canones_ de_ dort.html.

[17] TULIP esun acróstico en inglés que describe los cinco puntos del calvinismo (T: Total Depravation [depravación total]; U:

Unconditional Election [elección incondicional];  L: Limited Atonement [expiación limitada]; I: Irresistible Grace [gracia irresistible] y P: Perseverance of the Saints (perseverancia de los santos]).

[18] N. A. Finn; «The C-Word», sermón predicado en la Cottage Hill Baptist Church en Mobile, AL. Citado en «Southern Baptist

Calvinism: Setting the Record Straight» en Calvinism: A. Southern Baptist Dialogue (eds. E. Ray Clendenen y Brad J. Waggoner;

Nashville, TN: B&H Academic, 2008), 171-92, esp. 184.

[19] Los Cánones de Dort, Reprobación de los errores para los capítulos 3 y 4, artículos X y XII, consultado el 12 de mayo de 2016.

http://www.iglesia.reformada.com/canones_ de_ dort.html.

[20] J. White, «Irresistible Grace: God Save Without Fail» en Debating Calvinism: Five Points, Two Views; por Dave Hunt y James White (Colorado Springs CO: Multnomah; 2004), 197.

[21] Steele, Thomas y Quinn; Five Points of Calvinism, 7.

[22] Los Cánones de Dort, Reprobación de los errores para los capítulos 3 y 4, artículos VII y VIII, consultado el 16 de noviembre de 2015. http://www.iglesia.reformada.com/canones_ de_ dort.html.

[23] W, E. Vine;  An Expository Dictionary of New Testament Words; J. H. Thayer, A. Greek·English Lexicon of the New Testament; F. W. Danker; ed., A Greek·English Lexicon of the New Testament and other Early Christian Literature.

[24] J. Piper; et. al., «What We Believe About the Five Points of Calvinism».

[25] La elección de Israel para servir como un pueblo escogido y la elección individual de los cristianos para salvación está entretejida en Romanos 9-11. Muchas veces los calvinistas no dan la debida atención a la primera.

[26] G. Schrenk debajo de la palabra  «thelō, thelema, thelesis» en Theological Dictionary of the New Testament (ed. G. Kittel; Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1965), 3:48-49·

[27] Ibíd.

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