¿En qué creían los primeros Pentecostales?

Asuza - Avivamiento Pentecostal

El movimiento Pentecostal explosiona hacia el mundo desde un viejo galpón ubicado en la Calle Azusa, nº 312, en la ciudad de los Ángeles. Su primer pastor (el primer pastor pentecostal de la historia de este Movimiento) fue un afro-americano, hijo de esclavos, llamado William Seymour. Hemos traducido la pequeña Confesión de Fe, escrita de su mano, con la que se rigieron los primeros pentecostales. Notarán en ella las influencias de los Metodistas y del Movimiento de la Santidad, de donde eran originarios la mayoría de los primeros miembros de la congregación de Azusa 312, que pasó a llamarse Misión de la Fe Apostólica. Posteriormente con la influencia de hermanos bautistas (como William Durham) algunos puntos se modificaron dando lugar a las Asambleas de Dios. Pero esta es la doctrina original del Movimiento Pentecostal:

William Seymour - Primer pastor Pentecostal
William Seymour – Primer pastor Pentecostal

 La Fe Apostólica: Una Visión General de su Doctrina

Por William Seymour

La fe apostólica defiende la restauración de la fe que una vez fue entregada a los santos, la religión de los viejos tiempos, de las reuniones de campaña, avivamientos, misiones, trabajo misionero de calle y unidad cristiana en todas partes. De acuerdo con la Palabra de Dios (Juan 17: 20,21).

Enseñando sobre el arrepentimiento (Marcos 1: 14,15).

Dolor piadoso por los pecados (Ejemplos: Mateo 9:13 “Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento”; 2ª Corintios 7: 9,11 “Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte. Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte. Porque he aquí, esto mismo de que hayáis sido contristados según Dios, ¡qué solicitud produjo en vosotros, qué defensa, qué indignación, qué temor, qué ardiente afecto, qué celo, y qué vindicación! En todo os habéis mostrado limpios en el asunto”; Hechos 3:19 “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio”; Hechos 17:30 “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan”).

La confesión del pecado (Lucas 15:21 “Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo”; Lucas 18:13 “Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador”).

Restitución y fe en Jesucristo (Ezequiel 33:15 “si el impío restituyere la prenda, devolviere lo que hubiere robado, y caminare en los estatutos de la vida, no haciendo iniquidad, vivirá ciertamente y no morirá”; Lucas 19:8 “Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado”).

Jesús murió por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación (Romanos 4:25 “el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación”).

La primera obra de la gracia. La justificación es aquel acto de la libre gracia de Dios por el cual recibimos la remisión de pecados (Romanos 3:25 “a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados”, Hechos 10:42,43 “Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos. De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre”. Romanos 5: 1,10 “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo […] Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida”; Juan 3: 3,14 “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios […]”, 2º Corintios 5:17 “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”) .

La segunda obra de gracia. El Espíritu Santo llama a la segunda obra de “segundo beneficio”. El margen dice “segunda gracia”. Y en el siríaco se lee que usted puede recibir la gracia «doblemente» (2ª Corintios 1:15: Con esta confianza quise ir antes a ustedes para que reciban gracia doblemente [Peshitta]).
La santificación es la segunda obra de gracia y es aquel acto de la gracia de Dios por la que Él nos hace santos en la doctrina y la vida (Juan 17:15,17 “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal […] Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”; Hebreos 13:12 “Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta”; Hebreos 2:11 “Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos”; Hebreos 12:14 “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”). Jesús abrió las Escrituras a sus discípulos antes de volver al cielo (Lucas 24:24-50 “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían”). Él enseñó su doctrina a ellos antes de ir al cielo, entonces cuando fuésemos santificados Jesús nos enseñará las Escrituras también, bendito el Señor.
Santificación es limpieza para hacer santo. Los discípulos fueron santificados antes del día de Pentecostés. Por un estudio cuidadoso de las Escrituras, usted descubrirá que es así ahora. y Jesús sopló sobre ellos el Espíritu Santo (Juan 15:3 “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado”, Juan 13:10 “Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos”, Juan 20:21,22 “Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo”). Usted sabe que ellos no podrían recibir el Espíritu si no estuviesen todos limpios. Jesús limpió y quitó toda la duda de su iglesia antes de volver a la gloria. Los discípulos tenían la gracia del Espíritu antes del día de Pentecostés. Los discípulos tuvieron una llenura del Espíritu antes del día de Pentecostés. Porque Jesús había purificado el santuario y ellos tenían el testimonio en sus corazones de que Él era el Señor y Salvador resucitado y ellos estaban continuamente en el templo alabando y bendiciendo a Dios (Lucas 24:51,53 “Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo. Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo; y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios. Amén”).

El bautismo en el Espíritu Santo y fuego significa ser inundado con el amor de Dios y poder para el servicio, y el amor por la verdad tal como es en la Palabra de Dios. Entonces, cuando recibimos, tenemos los mismos signos que los discípulos recibieron el día de Pentecostés. Porque el Espíritu Santo nos da una mente sana, fe, amor y poder (2ª Timoteo 1:7 “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”). Este es el patrón que Jesús dio a la iglesia.
La mayor evidencia del Espíritu Santo habitando en el creyente es lo que Jesús prometió que Él haría. Jesús prometió que Él nos enseñaría todas las cosas y traería todas las cosas a la memoria, de lo que Él haya dicho. Él quiere decir lo que Él dice. (Juan 14:17-26 “el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros […] Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”; Juan 16:7-15 “[…] Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. […] El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber”). Entonces, cuando Él viene, Él hace eso el creyente, porque Él hace eso por mí.

Buscando la sanidad. Nosotros debemos creer, con gran alegría, que Dios es capaz de curar. “porque yo soy Jehová tu sanador” (Éxodo 15:26, Santiago 5:14, Salmos 103:3, 2ª Reyes 20:5, Mateo 8:16, 17, Marcos 16: 16-18). “He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí? (Jeremías 32:27).

Dios, Espíritu y Palabra caminan juntos. Ellos son los dos testigos hablados en Zacarías. 4:3-14 y Apocalipsis 11: 3. Cuando estos dos testigos no son reconocidos, todos los tipos de confusión serán manifestados en la iglesia. Muchos confundieron la gracia de la santificación con el revestimiento del poder o el bautismo con el Espíritu Santo. Otros tomaron “la unción” que recibimos después de ser santificados por el bautismo y fallaron en alcanzar la gloria y el poder de un verdadero Pentecostés (Juan 20:21-24, Hechos 2:3,4).
Leemos en el segundo capítulo de Colosenses: “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo”. Este capítulo nos habla de Cristo borrando la caligrafía de las ordenanzas que eran contra nosotros y contrarias a nosotros, y yo estoy feliz de que él tomó esas ordenanzas en la cruz con Él. Él las quitó del camino, clavándolas en la cruz. ¡Qué bendición del Señor! Estas eran las viejas ordenanzas judías de las inmersiones de lavado, los días del sábado, las nuevas lunas, la circuncisión, la comida de la Pascua, y así sucesivamente. Pero Jesús tiene ordenanzas en su iglesia. Alabado sea su nombre.

Tres ordenanzas que Cristo mismo instituyó en su Iglesia. En primer lugar, Él ordena a sus ministros que bauticen en agua en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y eso fue practicado por los apóstoles (Mt 28:19, Hechos 8:38, Hechos 22:16, Hechos 8:12,17). El eunuco fue bautizado (Hechos 8:38). El apóstol Pablo fue bautizado. Tantos casos podemos encontrar en Hechos, donde [el bautismo] fue practicado después de que Juan el Bautista murió.

Creemos en el bautismo en las aguas. Nuestro modo es sólo y únicamente por inmersión, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Mt 28:19,20 “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”; y tanta luz como el Espíritu Santo nos revelara por Su Palabra.

Segundo, el lavamiento de los pies es una ordenanza que el mismo Jesús instituyó en Su iglesia y nosotros, sus seguidores, debemos observarla. Porque nos mandó observar todas las cosas que nos ordenó que enseñáramos. Entonces descubrimos que tenemos que reconocer estas tres ordenanzas.
Nosotros creemos en el lavado de los pies; creemos que es una ordenanza. Jesús dijo en Juan 13:13-17: “Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis”.

Tercero. Creemos en la ordenanza de la cena del Señor, como está establecido en 1ª Corintios. 11: 2, 23-34 y Mateo 26:26-29. Creemos en tomar vino no fermentado y pan sin levadura.

Nosotros, los ministros, debemos ser marido de una sola mujer (1ª Timoteo 3:2, Tito 1:6-9). No creemos en el matrimonio anti-bíblico (Romanos 7:2-4, 1ª Corintios 7:39).
En Mateo 19:3-9, Mateo. 5:32 y Marcos 10:5-11, Jesús restauró el matrimonio de nuevo al patrón edénico. Muchos se confunden sobre el significado de estos pasajes. Si el marido o la esposa se desafiaron en los pecados mencionados, Jesús no da reconocimiento como matrimonio legalmente casado, si el primer marido o esposa todavía está vivo. Ellos deben arrepentirse a Dios y reconciliarse unos con otros “pues, como Cristo perdona, debemos perdonar” (1ª Corintios 7:11). Si un hombre o una mujer se casa, y uno tiene un esposo o esposa vivo, continúan viviendo juntos cometiendo adulterio o fornicación, y el otro que tiene un esposo o esposa vivo debe ser apartado por el otro, dejando al hombre o la mujer que no tiene compañero de vida libre para casarse nuevamente con alguien que también sea libre (1ª Corintios 7:2, Mateo 19: 9 “Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera” ).

No creemos estar haciendo un hobby de esta doctrina del divorcio, pero creemos en la verdad al comparar Escritura con Escritura; que nadie en esta obra puede casarse con el segundo marido o la segunda esposa, mientras que el primero está vivo (Romanos 7:2-4, 1ª Corintios 7:10-11, 1ª Corintios 7:39, Mateo 5:32, Lucas 16:18).

El Obispo Hurst dice, en su Historia de la Iglesia, que el don de lenguas apareció en comunidades bajo un fuerte estímulo religioso, como entre los Cornisards, los primeros Cuáqueros, Lasare en Suecia en 1841-43, en el avivamiento irlandés en 1859, y en la Iglesia Católica Apostólica (Irvinguita) (Vol. 1, página 90).
Yo puedo decir, a través del poder del Espíritu, que dondequiera que Dios pueda obtener un pueblo que se juntará en un acuerdo y una mente en la Palabra de Dios, el bautismo del Espíritu Santo caerá sobre ellos, como en la casa de Cornelio (Hechos 10:45,46). Significa estar de acuerdo, como la Palabra dice en Hechos 2:42-47.

La sangre de Jesús nunca borrará ningún pecado entre hombre y hombre que ellos puedan enmendar; pero si podemos corregir los errores, la sangre cubre graciosamente (Mateo 5:23-24 “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda”; Mateo 6:15 “mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”; Mateo 18:35; 1ª Juan 1:7-9 “pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado […]).

Estimados seres queridos, las promesas de Dios son verdaderas. Leemos en Éxodo 12:3, que Dios ordenó a Moisés que tomara un cordero para una casa, y una casa para un cordero; cuando Él estaba a punto de sacar a los hijos fuera de Egipto. ¡Bendito sea su santo nombre, amén! Debían matar al cordero y llevar su sangre y rociarla sobre la puerta y dinteles para ser salvados del destructor. Pero en la misma casa se les ordenó que comieran el cuerpo. La sangre los salvó del destructor, pero el cuerpo del cordero los salvó de la dolencia y la enfermedad. ¡Gloria a su nombre! Obedezcamos la palabra y la voz de Dios, y seremos salvos por medio de Jesús de los pecados, y nos deleitaremos en Su cuerpo perfecto. Jesús es el fundador de su iglesia, la iglesia cristiana, por su propia sangre preciosa. ¡Aleluya! Entonces, Jesús es la Pascua Cristiana. Cuando los judíos comen la Pascua, recuerdan a Dios sacándolos de Egipto y señalando su venida. Así, nosotros comemos la Pascua Cristiana y recordamos el Calvario, cómo murió Jesús y nos salvó, y esperamos su regreso nuevamente.
El cordero de Moisés era un tipo de Cristo, el verdadero Cordero entonces, Cristo, es nuestro Cordero; trayendo salud a nuestro cuerpo imperfecto. Moisés fue el fundador de la iglesia judía, por Dios, a través del cordero pascual por la sangre y el cuerpo del cordero. Pero Jesús es el Cordero de Dios, el fundador de la iglesia cristiana.

Artículos enmendados de las doctrinas

La Misión de la Fe Apostólica, 312 Azusa Street, representa las siguientes doctrinas escriturales, ordenanzas y verdades, a saber:

En primer lugar, según lo enmendado: Justificación por la fe, que interpretamos como siendo el perdón de pecados, que es el “nuevo nacimiento” mencionado en Juan 3:1-13 (también Hechos 10: 42-43; Romanos 3:25). La doctrina de la justificación no debe modificarse.

En segundo lugar, según lo emendado: Santificación por la fe como una segunda obra definida de la gracia sobre el corazón, que representa la purificación completa, hecho santo en el corazón (Juan 17:15-17, 1ª Tesalonicenses 4: 3-5, Hebreos 2:11-13, Hebreos 10:10, Hebreos 13:12) La doctrina de la santificación no puede ser cambiada.

En tercer lugar, según lo enmendado. El bautismo con el Espíritu Santo como don de poder sobre la vida santificada y unción para servicio y trabajo, (Hechos 2:1-4; Hechos 10:45-46; Hechos 19:6; 1ª Corintios 14:21).

En cuarto lugar, según lo enmendado: El hablar en lenguas es uno de los signos que siguen a los creyentes bautizados, y otras evidencias de la Biblia, expulsando demonios, curando a los enfermos, y con los frutos del Espíritu que acompañan las señales. (1ª Corintios 13; Marcos 16: 16-18; Hechos 2: 2-3; Hechos 10: 44-46; Hechos 19:6).

En quinto lugar, según lo enmendado: Creemos y enseñamos que Dios planeó, y Jesús enseñó, que no podría haber unión santa entre hombre y mujer después del divorcio por cualquier causa, mientras que ambas partes de la primera alianza vivan. (Malaquías 2:14-17; Mateo 5:32; Mateo 19:3-9; Marcos 10:11-12; Lucas 16:18 “y les dijo: Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella; y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio”; Romanos 7:1-4; 1ª Corintios 7:39).

En sexto lugar, según lo enmendado: Creemos en la ordenanza del bautismo en agua, y enseñamos que la inmersión es el único modo, en nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, solo una inmersión, en nombre de la Trinidad.

Nosotros no creemos en bautizar a bebés o a niños, antes de que lleguen a la edad de la responsabilidad. Un niño pequeño no puede creer.

En séptimo lugar, según lo enmendado: Creemos en la ordenanza de la cena del Señor, instituida por Jesús y seguida por los apóstoles, y enseñamos que ella debe ser observada con frecuencia en santa reverencia.

En octavo lugar, conforme lo enmendado: Creemos en el lavamiento de pies como ordenanza, como fue establecido por nuestro Maestro antes de la cena del Señor, de acuerdo con Juan 13: 4-17, y creemos que fue practicado por los Apóstoles y discípulos a través del Primero siglo, (1ª Timoteo 5:10).

Para pertenecer a esta fe deben obedecer sus enseñanzas.

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Traducida al Español por Gabriel Edgardo LLugdar – Fuente: sermonindex.net (EEUU) y Esquina da Teologia Pentecostal (Brasil) – Diarios de Avivamientos 2018

Miembros de la iglesia de la calle Azusa 312
Miembros de la iglesia de la calle Azusa 312

 

Los Evangelistas de sanidad

En las primeras décadas del siglo XX surgieron varios ministerios evangelísticos con un marcado énfasis en el don de sanidad. Hubo de todo, desde los que empezaron bien y terminaron mal, hasta los que empezaron bien y terminaron mejor. A través de la Historia de la Iglesia podemos ver períodos donde los avivamientos se caracterizaron por una señal distintiva, y los evangelistas de la sanidad marcaron una época.

Se criticó los métodos pocos ortodoxos que algunos usaron, o las doctrinas erradas que otros asumieron, pero lo notable es que ninguno de ellos fue desenmascarado como de “falsas sanidades”. Si tenemos en cuenta, por un lado, que en ese entonces la medicina era muy precaria, y pocos tenían acceso a una atención de calidad; y por el otro, que no existían los medios digitales y audiovisuales de ahora, con los que se puede “manipular más fácilmente a las personas”, el caso de los evangelistas de la sanidad es sinceramente asombroso.

Por un lado significó ayuda para miles que no tenían respuestas en la aún precaria medicina, y por el otro significó un crecimiento exponencial de las iglesias, pues al fin y al cabo, la mayoría de las congregaciones se beneficiaron de la cantidad de personas que se convirtieron en esos eventos. El evangelista seguía su camino, y los pastores se quedaban con las almas nuevas.

La mayoría de ellos no tenían recursos propios, no eran pastores que tenían una plataforma de lanzamiento para captar la atención de la gente. Eran simplemente hombres y mujeres a los cuales, en alguna reunión casera o en alguna pequeña iglesia, les pedían que dirigiesen algunas palabras o una oración, y al hacerlo sencillamente comenzaban a producirse sanidades; lo que llevaba a impactar a toda la ciudad y luego a la nación.

¿Cómo hace una persona, sin recursos y totalmente desconocida, para estar en pocos meses predicando a miles? Si decimos que son falsos, estamos reconociendo que los falsos tienen más poder que los verdaderos. En la iglesia primitiva donde abundaban las sanidades, los falsos también existían, pero eran los verdaderos los que impactaron a las naciones, no los falsos.

No estamos aquí discutiendo el cómo administraron los dones, si bien o mal, estamos hablando de un hecho histórico; de repente, personas sencillas oraban por los enfermos y se sanaban, y luego recorrían con una carpa pueblos y ciudades donde se reunían miles para que orasen por ellos.

Hoy, usando (o abusando) de la tecnología y el imperio publicitario, muchos falsos se auto-proclaman «evangelistas de sanidad» pero ni con toda la artillería digital que despliegan llegan a impactar las naciones. Salvo en la iglesia perseguida (la que llamamos «iglesia subterránea» en donde se reportan casos asombrosos), no creo que existan ya hombres y mujeres de la talla de aquellos grandes evangelistas de las primeras décadas del siglo pasado. Salvo el caso excepcional de Reinhard Bonnke, en África, y de Carlos Annacondia (cuyas campañas de avivamiento presencié personalmente) en Latinoamérica.

Mencionaré solo algunos porque fue una época muy fructífera, que duró hasta la década del 50 en su mayor apogeo. No todos los que tenían dones de sanidad eran evangelistas, pero consideraremos a cuatro que sí lo fueron.

John Alexander Dowie

El pionero de todos. Nacido en Escocia en 1847, desarrolló una parte de su ministerio en Australia y la mayor y última etapa en Chicago. Nació en un hogar muy pobre, fue un niño enfermizo (sufría de dispepsia crónica). Siendo el joven pastor de una iglesia en un suburbio de Sídney, en 1875, una plaga mortal azotó la región:

“Estaba sentado en mi oficina en la Iglesia Congregacional de Newton, un suburbio de Sydney, Australia. Mi corazón estaba muy cargado, porque había estado visitando en sus lechos de enfermedad y muerte a más de treinta miembros de mi congregación, y había devuelto el polvo al polvo de la tierra en más de treinta tumbas en unas pocas semanas. ¿Dónde, oh, dónde estaba aquél que sanaba a sus hijos sufrientes? Ninguna oración por sanidad parecía llegar a sus oídos, pero yo sabía que su mano no se había acortado… A veces me parecía que podía oír la triunfante burla de los enemigos creciendo en mis oídos mientras yo hablaba a los deudos las palabras de cristiana esperanza y consolación. La enfermedad, la sucia hija de Satanás y el pecado, manchaba y destruía… y no había un liberador. «Y ahí estaba yo, sentado con mi cabeza hundida bajo el peso de la pena por mi pueblo afligido, hasta que lágrimas amargas vinieron a aliviar mi corazón ardiente. Entonces oré pidiendo un mensaje… y las palabras del Espíritu Santo inspiradas en Hechos 10:38 se me presentaron en toda la brillantez de su luz, revelando a Satanás como el Opresor, y Jesús como el Sanador. Mis lágrimas fueron enjugadas, mi corazón se fortaleció; vi el camino hacia la sanidad… y dije: ‘Dios, ayúdame ahora a predicar la Palabra a todos los que están muriendo a mi alrededor, y decirles que es Satanás quien aún enferma, y Jesús quien aún libera, porque Él sigue siendo el mismo hoy.”   (Gordon Lindsay – John Alexander Dowie: A Life Story of Trials, Tragedies and Triumphs)

John Alexander Dowie aún estaba haciendo esta oración cuando vinieron a buscarlo para que fuese a orar por otra hermana de su congregación que estaba muriendo, cuando llegó ante ella, oró y fue sanada completamente. A partir de entonces ningún otro miembro de su congregación murió por la peste; y él comenzó un ministerio de evangelismo y sanidad de enormes proporciones. Luego se trasladó a Illinois, allí abrió los famosos «hogares de sanidad», donde las personas enfermas que venían de todo el país a sus campañas y no encontraban alojamiento, podían ser atendidas y recibir enseñanza y oración. Dowie era un visionario, la ciudad de Chicago fue literalmente impactada por él; su mente no cesaba de programar cosas, pero no supo detenerse a tiempo. Quiso abarcar más de lo que podía o para lo que había sido llamado, y cuando se traspasa el límite de la visión se cae en la ambición ministerial. No quiso pertenecer a ninguna denominación, fue demasiado autodidacta, es uno de los ejemplos más claros de lo que sucede cuando la grandeza de las revelaciones exaltan sobremanera.

María Woodworth-Etter

Nació en 1844, antes de entrar en el ministerio evangelístico era de constitución enfermiza, también por causa de diversas enfermedades perdió a cinco de sus seis hijos. A pesar del golpe de esta tragedia, María comenzó a predicar entre sus familiares, al poco tiempo la llamaban de todas partes para que realizara reuniones de avivamiento, a la edad de 40 años realizaba cruzadas evangelísticas por todo el país. A veces en una sola noche 25.000 almas se reunían para escucharla.

«Recuerdo como si fuera ayer, que mi amiga y yo empujamos a mi madre en su silla de ruedas a lo largo de seis o siete largas cuadras… Dos hombres grandes llevaron la silla hasta delante del púlpito circular que ya estaba rodeado de sillas de ruedas. Hacía tanto calor que mi madre nos rogaba que la lleváramos a casa, pero yo insistí en que nos quedáramos. Gloria a Dios, porque la señalaron para subirla a la plataforma, donde esa hermosa y pequeña dama que jamás olvidaré, habló a mi madre. La vi contestar sacudiendo la cabeza y entonces ella [la hermana Etter] la golpeó en el pecho (a mí me pareció que la había golpeado muy fuerte). Fue como si un rayo la atravesara, se levantó de un salto y salió corriendo y saltando llena de gozo. Toda la gente gritaba; dudo que hubieran visto algo así antes. Vimos muchos más milagros. Casi tuvimos que atar a mi madre a la silla para regresar a casa. Ella quería caminar, pero estaba débil, porque había estado confinada a su cama durante dos años. Cuando llegamos a casa, mi abuela y algunos vecinos nos esperaban. Mi madre se levantó de la silla de ruedas y subió las escaleras. Todos gritaban y lloraban. A partir de ese día, mi madre fue completamente sana, recuperó peso, y amó al Señor»    (Testimonio personal de Elizabeth Waters)

A los ochenta años, María Woodworth-Etter tenía la salud deteriorada, sufría gastritis e hidropesía. Su única hija que le quedaba murió en un accidente, en el velorio, María exhortó a los presentes a «mirar al cielo y no a la tumba». Por causa de su frágil salud, la llevaban en una silla a predicar a la iglesia, se paraba en la plataforma y predicaba con poder, al finalizar la reunión la llevaban nuevamente en una silla hasta su casa, en donde postrada en cama aún seguía recibiendo a los enfermos que venían a que orase por ellos. Murió a la edad de 80 años, después de haber predicado miles de sermones evangelísticos, recorrido cientos de ciudades, viajado en incómodos coches y trenes de la época, durmiendo en carpas y atendiendo a todos los que la solicitaban. De vida austera y humilde, conforme al carácter de los del Movimiento de la Santidad, se unió luego al Movimiento Pentecostal histórico,  fue muy admirada y querida por su cercanía con la gente; la llamaban  «madre Etter» o «la abuela Etter».

John G. Lake

Nació en 1870 en Canadá, antes de su adolescencia había visto enterrar a cuatro de sus hermanos y cuatro de sus hermanas.

“Nadie puede entender la tremenda influencia que tuvo en mi vida la revelación de Jesús como mi Sanador, y lo que significaba para mí, a menos que primero entienda mi entorno. Yo era uno de 16 niños. Nuestros padres eran personas sanas, vigorosas, fuertes. Mi madre murió a la edad de 75 años, y mi padre, aún vive en el momento de escribir esto, y tiene 77 años. Antes de mi conocimiento y experiencia del Señor como nuestro Sanador, enterramos ocho miembros de la familia. Una sucesión de extrañas enfermedades, que resultaban en muerte, había seguido a la familia.   Durante treinta y dos años siempre hubo un miembro de nuestra familia inválido. Durante este largo período, nuestro hogar nunca estuvo sin la sombra de enfermedad. Cuando pienso sobre mi niñez y adolescencia, llegan a mi mente recuerdos como una pesadilla: enfermedad, médicos, enfermeras, hospitales, coches fúnebres, funerales, cementerios y lápidas; una casa con aflicción; un madre quebrantada de corazón, y el dolor de un padre herido tratando de olvidar los dolores del pasado, con el fin de ayudar a los miembros vivos de la familia que necesitaban su amor y cuidado.»    (John G. Lake, Adventures in God)

Siendo joven, John G. Lake sufría de un reumatismo grave que le deformaba las piernas y le producía un dolor insoportable, un miembro del ministerio de John Alexander Dowie oró por él y fue sanado al instante. Se dedicó a los negocios y ganó bastante dinero, pero obedeciendo al llamado que ardía en su corazón renunció a su fortuna, vendió sus propiedades, las repartió a los necesitados y se fue de misionero al África con su esposa y siete hijos, sin un centavo.  En Sudáfrica, las personas le traían día y noche enfermos a su casa para que orase por ellos.

“Después de cinco años en Sudáfrica, la obra misionera de Lake había resultado en 1.250 predicadores, 625 congregaciones, y 100.000 conversos.» (Gordon Lindsay, ed., John G. Lake: Apostle to Africa – Dallas, TX: Christ for the Nations, 1979)

«El ministro de Dios que tiene miedo de creer a su Dios, y confiar en su Dios para obtener resultados, no es cristiano en absoluto»  (John G. Lake – El Espíritu de Dios – Sermón – Del libro: Su Poder en el Espíritu Santo)

De regreso a Estados Unidos, estableció más de 40 iglesias y era conocido en todos lados como el Doctor Lake, por la increíble cantidad de sanidades extraordinarias que se producían en su ministerio.

A los 61 años de edad estaba casi ciego, por eso se lo ve en las fotografías de esa época con lentes, pero después de un tiempo recobró la vista normalmente. A los 65 años sufrió un ataque del corazón, estuvo dos semanas seminconsciente hasta que finalmente murió. Fue uno de aquellos raros casos de predicadores que siendo ricos se hicieron pobres, fue de moral intachable; es uno de los más grandes y genuinos pioneros pentecostales.

“Amigos, hay una aventura para sus almas, la aventura más increíble del mundo. Es necesaria un alma valiente para pasar a la batalla de Dios y recibir el equipamiento que Él proporciona”       (John G. Lake – Aventuras en Dios)

 

Smith Wigglesworth

 

Smith nació el 8 de junio de 1859 en Yorkshire, Inglaterra. Era de familia muy pobre, a los seis años ya tuvo salir a trabajar con su padre. Después de casarse,  trabajando de plomero viajó a la ciudad de Leeds a comprar materiales para su oficio, entró a una iglesia en donde oraban por los enfermos y se producían sanidades; entonces Smith comenzó a buscar a los enfermos de su ciudad y a pagarles el viaje para que fuesen a las reuniones de sanidad en Leeds. Smith mismo fue sanado de las hemorroides que sufría desde hacía años y luego de una apendicitis en estado terminal.  Sin embargo después de esto, su amada esposa murió de un ataque al corazón. Entonces Simith comenzó a recorrer el país con su hija y su yerno. Tuvo un bendecido ministerio internacional, los milagros extraordinarios que solían suceder no solo en los cultos, sino cuando iba a visitar a los moribundos en sus lechos, son legendarios. A los 70 años sufría de cálculos renales, que de dolor lo hacían retorcerse en el suelo, y perder abundante sangre. Aun así predicaba dos veces al día, oraba personalmente por más de 800 personas; a veces abandonaba el lugar para despedir una piedra y luego regresaba y retomaba la reunión. Así estuvo por más de seis años.

Su yerno narró este testimonio sobre él:

«Viviendo con él, compartiendo su dormitorio, como muchas veces lo hicimos en esos años, nos maravillábamos ante el celo indomable de su fogosa predicación y su compasivo ministerio a los enfermos. No sólo soportó esas agonías, sino que hizo que sirvieran al propósito de Dios y se gloriaba en y sobre ellas».

A pesar de su fama, Smith vivió humildemente sin atribuirse gloria a sí mismo, en el último mes de su vida dijo estas palabras:

«Hoy, en el correo, recibí una invitación a ir a Australia, una a la India y Ceylán, y otra a los Estados Unidos. La gente me tiene en vista… Pobre Wigglesworth. Qué fracaso, pensar que la gente me tiene en vista. Dios nunca dará su gloria a otro; él me sacará de escena»

A los siete días murió serenamente mientras conversaba, en la compañía de su yerno.

Esperamos que estas biografías te inspiren a crecer en una vida de oración, para que conozcas al Dios que vas a predicar. Te inspiren a crecer en una vida de estudio bíblico, para que conozcas bien lo que tienes que predicar. Y te inspiren a crecer en una vida de fe, para que creas que lo que predicas puede, verdaderamente, impactar la vida de las personas.

Artículo redactado por Gabriel LLugdar para Diarios de Avivamientos y Diarios de Avivamientos Pentecostal

 

 

 

Lo que no te contaron sobre los Pentecostales – Capítulo 3

Los pentecostales son nada más que la basura que las otras iglesias han descartado”  Esta era la opinión de muchos protestantes en la primera mitad del Siglo XX, cuando el pentecostalismo se extendía, imparable, a todas las naciones. Hoy, más o menos un siglo después, los pentecostales han pasado a ser la basura más codiciada” por aquellas iglesias cuya única manera de crecer, es pescando en río ajeno.

Estas denominaciones históricas, que ya llevan más de un siglo esperando y soñando con un despertar espiritual, son las mismas que menospreciaban a los pentecostales mientras miraban al cielo esperando su particular “avivamiento genuino”. Pero al igual que los judíos esperando su “mesías”, les ha crecido la barba hasta el suelo, y la esperanza se les ha convertido en impaciencia. ¿Cómo pueden pretender un avivamiento quienes le niegan al Espíritu Santo la soberanía? Sí, porque negar la vigencia y operatividad de los dones, sin tener el más mínimo fundamento bíblico para ello, es resistir al Espíritu o apagar el fuego de su don.

“algunas personas, por naturaleza, tienen miedo de lo sobrenatural, lo fuera de lo corriente y el desorden. Puedes temer tanto al desorden, y estar tan preocupado con la disciplina, el decoro y el control, que te hagas culpable de lo que la Biblia llama «apagar al Espíritu». No tengo la menor duda de que ha habido mucho de esto.” (Martin Lloyd-Jones – Gozo Inefable – Cap. I)

Estas denominaciones, pretenden una especie de avivamiento que sea del tipo de aquellas señoras elegantes que intentan correr sin despeinarse, es decir, correr pero que no les afecte mucho; no vaya a ser que se pierda aquella apariencia que tanto les costó conseguir.

 “¿Qué es un avivamiento religioso? Se reconoce generalmente que la mejor forma de definir un avivamiento es como una vuelta de la Iglesia al libro de Hechos, una especie de repetición de Pentecostés, el Espíritu derramándose nuevamente sobre la Iglesia. Esto, naturalmente, es una porción de doctrina imprescindible y esencial.” (Martin Lloyd-Jones – Gozo Inefable – Cap. II)

Estas iglesias, con apariencia de “señoras elegantes”, quieren un Pentecostés sin el estruendo de un viento recio, sin lenguas como de fuego y sin manifestaciones sobrenaturales, es decir, no están dispuestas a aparecer delante del mundo como si estuvieran “llenas de mosto”. Quieren un Pentecostés, sí, pero que se parezca lo menos posible al original.

“Vemos que el acento se pone en el sosiego, la sobriedad… Leemos frases como: «La plenitud del Espíritu no implica tanto una experiencia mística privada como una relación con Dios». Todo esto no es sino minimizar el aspecto experimental de la cuestión… De manera que cualquier impresión que pueda darse en cuanto a que se trata de una cosa tranquila, sobria y que pasa casi inadvertida, me parece que raya en lo que el Apóstol llamaría «apagar al Espíritu»…Y cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios… Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos. ¿Sobrio? ¿Tranquilo? ¿Recatado? Querido amigo, ¿por qué no prestar atención a las pruebas? Este es el tipo de cosa que sucede cuando el Espíritu «viene» sobre un hombre. Hasta el edificio tembló, y esta tremenda exaltación de espíritu tuvo lugar en la experiencia de los Apóstoles y los demás creyentes.”  (Martin Lloyd-Jones – Gozo Inefable – Cap. III)

Como pueden ver, uso textos del Dr. Martin Lloyd-Jones, porque no es alguien a quien podríamos tildar de neófito o fanático; y porque es alguien imparcial o ajeno al Movimiento Pentecostal.

Pero sigamos con esta bonita, y a la vez muy triste historia…

Al ver que ese tan anhelado “avivamiento sobrio y recatado” no llega, algunos líderes denominacionales han dejado de mirar hacia arriba y han comenzado a mirar hacia los costados,  a contemplar los sembrados ajenos… tan verdes… tan florecidos… tan llenos de frutos… Han comenzado a poner la mirada en los apriscos ajenos… tan llenos de ovejitas… tantas multitudes… tantos corderitos… Han observado fijamente los ríos ajenos… rebosantes de vida… tantos peces… y ¡Eureka!… Aquellos que antes eran la “basura” ahora han pasado a ser “las preciosas almas que necesitan de nosotros para conocer la sana doctrina”… ¿Y cómo le llamamos a esto?… ¿“Pescando en río ajeno”… “Entrando en las labores de otros”… “Robando en rebaño ajeno”…“Seduciendo Pentecostales”?… ¡No!… Llamémosle “Nueva Reforma”, que suena más espiritual.

Es notable ver que quienes más se jactan de interpretar correctamente a Pablo, se alejaron del espíritu correcto que tenía el mismo Pablo

Romanos 15:17-20  Tengo, pues, de qué gloriarme en Cristo Jesús en lo que a Dios se refiere. Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras, con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo. Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno

Ay Pablo… Pablo… ¿no ves que solo han llegado a tu capítulo 9 de Romanos y allí se estancaron?… ¡cómo le vamos a pedir que entiendan el capítulo 15! Por cierto, ya que a ellos les gusta poner el ejemplo de la Iglesia de Corinto para atacar a los “pente” -¿Quién fundó esa iglesia? …. -¿Cuál?… -La de los corintios… –Pablo… –Bien, ¿y quién corrigió sus excesos? ¿Fue Pedro, Santiago o Juan?… –No, no, ninguno de ellos, fue Pablo mismo quien los corrigió…

¿Se imaginan a Pedro o a Juan yendo a la iglesia de Corinto a corregir sus excesos? ¿Qué hubiese dicho Pablo sobre eso? Pedro y Juan tenían autoridad apostólica, obviamente, pero nunca se habrían entrometido en fundamento ajeno.

¿Entonces por qué no dejan que los pentecostales nos encarguemos de nuestras congregaciones? ¿Vosotros fuisteis los pioneros que se desgarraron las manos arrancado los cardos y espinos para preparar el terreno y sembrar? ¿Vosotros tuvisteis que soportar la burla y la persecución de los católicos y de las “denominaciones históricas”? ¿Vosotros sembrasteis día y noche regando con vuestras lágrimas los surcos? ¿Vosotros os llenasteis de lodo vuestros pies para que ninguna semilla se perdiese? ¿Vosotros fuisteis hasta los lugares más remotos a buscar las ovejas más descarriadas, y las trajisteis al redil sobre vuestros hombros?  ¿Vosotros os preocupasteis de nosotros cuando éramos la “basura”?… No, no y no ¿Entonces por qué ahora queréis participar de los frutos que no llevan vuestro sudor? ¿Por qué no enviáis vuestros evangelistas? ¿No tenéis?… ¿Por qué no hacéis campañas y predicaciones al aire libre para ganar nuevas almas? ¿Os da vergüenza? Claro, es más fácil y más fashion hacer conferencias, aplaudirse unos a otros y felicitarse mutuamente por ser los auténticos portadores del Evangelio, mientras se afirma descaradamente que América latina no conocía la sana doctrina… hasta que llegaron ellos.

Y como si esto no fuese suficiente, ahora proliferan los artículos por facebook, del tipo: “Yo era pentecostal” o “Por qué ya no soy pentecostal”, donde narran sus dolorosas experiencias aquellos que han sido librados de tan horrible pasado. Testimonios que me recuerdan a los que suben los católicos en sus páginas de apología: “Protestante regresa al catolicismo” Y exhiben al pródigo como un gran trofeo, sin mencionar, eso sí, que por uno que regresa al catolicismo mil salen de él.

Escribo esta serie de artículos, para demostrar la falacia de los que ahora, “a salvo en la otra orilla”, nos hacen señas de que abandonemos nuestro redil y nos unamos a ellos en esta cruzada anti-pentecostal, que no busca otra cosa que robar frutos ajenos.

Llevo más de 30 años en la iglesia pentecostal, lo suficiente para conocerla y amarla con sus defectos y virtudes. Desde esta página he atacado continuamente los excesos del neo-pentecostalismo y del pentecostalismo clásico, pero desde dentro. No voy a salir corriendo tras una “más joven y con más curvas”, como hacen estos que mencioné, encandilados por lo “nuevo”. Estoy tranquilo porque sé que con el tiempo terminarán igual que donde estaban. Antes estaban bajo “el entusiasmo pentecostal”, y ahora están entusiasmados “con sus nuevas doctrinas”, solo han cambiado un entusiasmo por otro, hasta que se aburran de nuevo y se vayan “con otra”; o simplemente se sumerjan en el letargo de la frustración del cobarde, es decir, de aquel que no se quedó a luchar sino que huyó.

Empezaré aclarando algo muy importante, no estoy en contra de quienes han abrazado un punto de vista doctrinal distinto, hay, gracias a Dios, una innumerable y creciente cantidad de pentecostales calvinistas o reformados; maravillosos hermanos llenos de la vida del Espíritu que están llevando avivamiento a sus congregaciones, y trabajando con el mismo celo evangelístico de siempre; no se avergüenzan de seguir llamándose pentecostales, o continuistas, o carismáticos o renovados. No es para ellos estos artículos.

La primera falacia, como no podía ser de otra manera, es contra el hablar en lenguas. Afirman que salieron del pentecostalismo porque ellos mismos “balbuceaban palabras en el culto sin haber quienes las interprete, y la Biblia dice que si no hay interpretación se debe callar en el culto”. Bien, la Biblia afirma lo siguiente

1 Corintios 14:27-29  Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo y para Dios. Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen.

Yo les preguntaría, en primer lugar, ¿la Biblia que usaban cuando eran pentecostales es la misma que la que usan ahora?, y si es la misma ¿por qué no le hacían caso antes? ¿Es que recién ahora han descubierto estos versículos? Si antes parloteaban como loros en los cultos, ya sea porque les agradaba exhibir su “espiritualidad” o por imitación (porque los demás también lo hacían), era suficiente con dejar de hacerlo una vez que se comprende lo que la Biblia ordena. Pablo dice que “callen en la congregación” no que “huyan de la congregación”

El apóstol no solo manda que el que hable en lenguas calle en la congregación (si no hay quien interprete) sino que también manda:

1 Corintios 14:13  Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla.

Yo les pregunto a ellos ¿han orado sinceramente a Dios pidiendo poder interpretar las lenguas que hablaban? ¿Han hecho el intento siquiera?

Pero seamos honestos, el problema de estas personas no es que ahora se han vuelto más bíblicos, o más decentes y ordenados; sino que se han tornado más incrédulos y menos bíblicos que cuando eran pentecostales. Vean, sino. ¿Qué otra cosa manda el apóstol acerca de las lenguas?

1 Corintios 14:39  Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas

¿Por qué ahora, que según ellos comprenden mejor las Escrituras, prohíben hablar en lenguas? Una cosa es decir: no hablamos en lenguas si no hay intérprete, y otra es prohibirla totalmente. ¿Se dan cuenta como se han tornado anti-bíblicos prohibiendo lo que la Biblia expresamente manda no prohibir? Claro, no son tan ingenuos, tienen la respuesta escondida en la manga, ellos afirman que “no es que prohibamos hablar en lenguas, solo que eso era para el tiempo de los apóstoles, ahora ya no están operativas” ¿Sí?, y les pregunto ¿en base a qué texto de las Escrituras sacan tremendo disparate?

Observen cómo manipulan las Escrituras. Unos versículos más arriba del que leímos, dice lo siguiente:

1Corintios 14:34  vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice.

Si uno les pregunta ¿crees que este mandato era para el tiempo de los apóstoles solamente, o sigue vigente? Responderán inmediatamente: “¡No, no era solo para la época de los apóstoles, está vigente!”. Bien, entonces en qué regla de interpretación bíblica se basan para afirmar que, lo que dice en solo cinco versículos más abajo, ha pasado a ser por arte de magia ¡solo para la época de los apóstoles! O todo el texto dejó de estar vigente o todo continúa siéndolo, no una parte sí y la otra no.

“Al parecer, la idea de que estas cosas eran solo para el período neo-testamentario y no tienen nada que ver con nosotros hoy, es en realidad culpable del error conocido como «alta crítica». Este error se sienta en juicio sobre las Escrituras y dice: «Desde luego, claro, aquello fue algo transitorio y no se aplica a nosotros». Tú decides lo que es aceptable y lo que no lo es: seleccionas a tu gusto. Este argumento hace exactamente lo mismo.”     (Martin Lloyd-Jones – Gozo Inefable – Cap. IX)

1ª Corintios  14:37 Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor.  Mas el que ignora, ignore. Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas;  pero hágase todo decentemente y con orden.

¿Desde cuándo el Señor da mandamientos con fecha de caducidad? El texto apostólico ordena expresamente el “no impidáis el hablar en lenguas”. Si alguien afirma que el hablar en lenguas era solo para la época de los apóstoles miente y contradice al apóstol. Y no solo contradice el mandato bíblico sino que tuerce la Escritura a su antojo, teniendo arbitrariamente por válido el mandato a las mujeres, y como inválido el mandato de las lenguas, cuando ambos están presentes en la misma carta, y en el mismo contexto inmediato.

Si alguien dice que lo que ahora se hace al hablar en lenguas (glosolalia) no es de Dios sino del diablo, miente. Y no solo que miente, sino que desobedece a la Escritura, porque por medio del miedo, manipula a sus seguidores para que rechacen este don. Es decir prohíben, no directamente sino indirectamente, haciéndoles creer a las personas que, si hoy hablan en lenguas no es de Dios sino del diablo. “No te prohíbo que hables en lenguas, pero si hablas, eso no es de Dios”. Ni el diablo mismo se atrevería a manipular tanto las Escrituras, como ellos. Por cierto, si ellos hablaban en lenguas cuando eran pentecostales, y el hablar en lenguas, según ellos, es cosa de demonios, ¿quién les echó fuera los demonios que los poseían, si en la iglesia donde están ahora tampoco creen en echar fuera demonios?

Hermanos, detrás de toda esta aparente preocupación por “el orden y el decoro”, se esconde una nefasta doctrina sin sustento bíblico ninguno: el cesacionismo. La perversa doctrina que enseña que los dones del Espíritu eran solo para la época de los apóstoles.

Dejemos que hablen hombres más doctos, observemos cómo el Dr. Lloyd-Jones refuta a los cesacionistas que tuercen las Escrituras:

“Permíteme darte simplemente un ejemplo de lo que quiero decir. Hace poco he leído un artículo acerca de este tema que demuestra cómo hombres con un determinado prejuicio o inclinación están tan controlados por el mismo que leen en la Escritura cosas que no se encuentran en ella, y hacen así sus propias deducciones erróneas. Permíteme que cite parte de ese artículo: «San Pablo apenas menciona ese don [el autor está hablando acerca de las «lenguas» en particular], excepto para tratar de regular el comportamiento de aquellos que lo poseen y frenar el mal uso del mismo». Luego prosigue: «Sin duda fue esto lo que le llevó a relegar dicho don al último lugar de la lista de los jarismata y a instar a sus lectores a intentar ponerlo en perspectiva». Hasta ahí todo bien; pero luego añade: «Para él se trataba de algo más bien permisible que deseable». ¡Más permisible que deseable! Pero el Apóstol mismo dice, con bastante claridad, en 1 Corintios 14: «Quisiera que todos hablaseis en lenguas» (v. 5). ¡Eso no es meramente permisible, sino más bien deseable! Y luego prosigue: «¿Tiene alguna importancia el hecho de que la iglesia en Corinto, que al parecer era el único lugar en que esa práctica prevalecía…?». ¿Lo ves? Como no se menciona ese don en relación con las otras iglesias el autor supone que no se daba en ellas. Ahora bien, eso no es otra cosa que un argumento basado en el silencio, una deducción. Pero continuemos: «¿Tiene alguna importancia el hecho de que la iglesia en Corinto, que al parecer era el único lugar en que esa práctica prevalecía, fuera moral y espiritualmente la menos madura de las comunidades cristianas primitivas?». No hay evidencia alguna para decir esto: no sabemos si la iglesia en Corinto era «la menos madura». De hecho, existen buenas razones para pensar que tanto la iglesia en Tesalónica como en Galacia eran igualmente inmaduras. Todo esto no es más que mera conjetura: supone leer en las Escrituras lo que no está escrito para corroborar tu prejuicio particular… Yo creo que la respuesta se encuentra en las Escrituras mismas, y que si te basas en lo que ellas dicen descubrirás que no tienes derecho a hacer afirmaciones como esas. «Quisiera que todos hablaseis en lenguas», expresa el Apóstol; ¡no se trata, pues, de algo solamente permisible, sino deseable! Y luego añade: «No impidáis el hablar lenguas» (v. 39). Sugiero, por tanto, que cuando Pablo dice: «Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros», no solo está reivindicando que sabe más del asunto que ellos sino que reclama algo de naturaleza experimental y que él experimenta. De modo que debernos tener cuidado de no intentar eludir estas cosas o deshacernos de ellas con meras suposiciones.”     (Martin Lloyd-Jones – Gozo Inefable – Cap. IX)

Que hable ahora el Dr. A. W. Tozer

“Por espacio de una generación, ciertos maestros evangélicos nos han dicho que los dones del Espíritu cesaron con la muerte de los apóstoles o al ser completado el Nuevo Testamento. Esto, por supuesto, es una doctrina que carece totalmente de respaldo bíblico. Sus defensores deben aceptar plenamente la responsabilidad de estar manipulando la palabra de Dios.”  (A. W. Tozer – La Vida más Profunda – Cap. 3)

Como pueden ver, hermanos, he usado a dos grandes hombres de la Iglesia que nunca pertenecieron al Movimiento Pentecostal, uno calvinista, el otro arminiano; los dos combatieron las mentiras del movimiento cesacionista. No te dejes engañar por la retórica hueca de los que, sin sustento bíblico ni histórico, pretenden arrastrarte a su redil para engrosar sus moribundas congregaciones.

Mantente fiel en el lugar que Dios te puso, el pentecostalismo es un movimiento con mucha vida, y en donde abunda la vida es normal que surgan abusos, entonces, si ves abusos corrígelos, primeramente con tu ejemplo y luego con mansedumbre, dulzura y amor, pero no huyas cobardemente.  Recuerda que la pureza del Evangelio o la sana doctrina no se demuestra haciendo conferencias, o «cazando herejes» por Internet, sino que

Santiago 1:27 La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.

Artículo de Gabriel Edgardo Llugdar para Diarios de Avivamientos y Diarios de Avivamientos Pentecostal

 

 

Lo que no te contaron sobre los Pentecostales – Capítulo 2

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Una de las acusaciones más comunes contra el Movimiento Pentecostal es que “no tiene raíces históricas”. En su panfleto titulado: Las raíces corruptas – la historia del movimiento pentecostal Gregory Alan Kedrovsky  asegura que:

El movimiento pentecostal no tiene raíces históricasEl movimiento pentecostal no existía antes de 1901 d.C.”

Bien, no creo que él haya descubierto la pólvora, pero en eso estamos de acuerdo, tan de acuerdo como que ni el Agustinianismo existía antes de Agustín, ni el Luteranismo existía antes de Lutero, ni el Calvinismo antes de Calvino, ni el Metodismo antes de Wesley… y podríamos continuar así con cada una de las denominaciones o escuelas teológicas de la cristiandad. Aparte de que basar el origen de una denominación o movimiento en la Reforma Protestante del S. XVI no es ningún mérito; recordemos que ese es un argumento que el Catolicismo Romano usó contra las enseñanzas de Lutero: “no tienen peso histórico”. Y si cualquiera de ustedes debate con un católico lo primero que oirán es que “el Protestantismo tiene sus raíces en el S. XVI, pero el Catolicismo tiene sus raíces en el S. I ” Por lo tanto, la antigüedad de un movimiento no garantiza su superioridad, exclusividad, o veracidad.

Un error que está siendo común hoy día, entre las filas evangélicas, es el énfasis por volver a la Reforma Protestante del S. XVI. Pero si el mayor énfasis de la Reforma fue volver a las Escrituras ¿Por qué no volvemos a ellas directamente, y de allí vamos subiendo progresivamente? ¿Por qué pretendemos pasar todo por el filtro de una Reforma que ya está desfasada en el tiempo? Y es en ese filtro donde muchos se quedan estancados, pues para llegar a las Escrituras primero tienen que pasar por Lutero, por Calvino, por Arminio o por el reformador o teólogo de su gusto en un proceso descendente. ¿El resultado? Que al pasar por tantas lentes la interpretación queda desfigurada. ¡Igual que los católicos! Ellos parten desde el Magisterio vivo de la Iglesia, pasando por Papas, Obispos, Concilios, Encíclicas, Doctores de la Iglesia… y cuando llegan a la Escritura la visión es deformada. Observen lo que enseña Roma:

«La interpretación auténtica del depósito de la fe corresponde sólo al Magisterio vivo de la Iglesia, es decir, al Sucesor de Pedro, el Obispo de Roma, y a los obispos en comunión con él.» (Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica)

Algunos protestantes se jactan diciendo: «¡nosotros somos Sola Scriptura!… nosotros tenemos la interpretación auténtica.» Pero una vez que comienzas a hablar con ellos te salen con «Cánones«, «Instituciones«, «Confesiones de Fe«, «Salterios«… No, no, no… ¡tú lo que eres es un Museo de la Reforma!, nada más. Como dijo alguien por ahí «Unos veneran a un Papa vivo, y otros veneran a un Papa muerto». 

Que una Denominación Evangélica tenga sus raíces en la Reforma Protestante no garantiza absolutamente nada. ¿Había alguien más orgulloso de su linaje que los judíos? Le respondieron (a Jesús): Linaje de Abraham somos. [Juan 8:33] Sin embargo un poco más adelante el Señor les respondeVosotros sois de vuestro padre el diablo” [Juan 8:44]. ¿Y qué exhortación les hizo el Señor a esos mismos judíos? Ustedes estudian con diligencia las Escrituras porque piensan que en ellas hallan la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio en mi favor! [Juan 5:39 NVI]

En La Reforma Protestante no se halla la vida eterna, ella nos dio testimonio diciéndonos ¡Volved a las Escrituras! El solo hecho de estudiar y conocer las Escrituras tampoco nos garantizan la Vida, ellas dan testimonio de Cristo diciéndonos ¡Volved a Cristo! Porque él es la Verdad, el Camino y la Vida. Todas las demás cosas son señales que nos indican hacia donde debemos ir, pero quedarnos abrazados a una señal, besándola y venerándola no significa nada más que estancarnos en nuestro caminar celestial. 

Desearía que nadie me malinterprete en esto que acabo de decir, damos gracias a Dios por la Reforma Protestante, por los Reformadores y escuelas teológicas posteriores, pero la cosmovisión no se limita a ese período exclusivamente, debemos abarcar toda la Historia de la Iglesia, y esto incluye Padres apostólicos, de la Iglesia posterior, apologistas, etc, sin estancarnos perpetuamente en un solo periodo. Y haciendo todo esto en un sentido ascendente: debemos mirar a la Reforma con los ojos de la Escritura, y no a la Escritura con los ojos de la Reforma. 

Bueno, pero vayamos al grano, una cosa que debemos tener en cuenta en relación a lo que sucedió en la calle Azusa es que los pioneros del avivamiento pentecostal no salieron de un huevo kinder, eran hermanos y líderes de iglesias metodistas, bautistas, del movimiento de la Santidad (que en aquel entonces era muy numeroso),  independientes, y de todas las denominaciones históricas que anhelaban un despertar espiritual para la nación; motivados intensamente por el Gran Avivamiento de Gales que en ese mismo entonces estaba sacudiendo Europa. El pentecostalismo no nació como una denominación sino como un movimiento de avivamiento dentro de las denominaciones históricas:

«Siguiendo la tradición de la mayoría de los movimientos de renovación o avivamiento, los primeros pentecostales no se consideraban una entidad separada. Se consideraban un movimiento «dentro» de la iglesia cristiana, que Dios había creado para dar vida nueva a un cuerpo demasiado estructurado y carente de espíritu. Los líderes nunca promovieron la formación de denominaciones pentecostales separadas. Se referían a sí mismos y a su movimiento como «no denominacionalistas»  (Vinson Synan – del libro El Siglo del Espíritu)

Si no se comienza por comprender esto llegamos a conclusiones equivocadas: el pentecostalismo no es, ni debería ser, una denominación sino un movimiento de avivamiento. Conozco metodistas-pentecostales, bautistas-pentecostales, reformados-pentecostales, etc. Entre los reformados pentecostales destaca la gran Alianza de Iglesias Cristianas Nueva Vida en Brasil, lideradas por un pastor lleno de sabiduría y piedad llamado Walter McAlister. 

¿Qué es un Avivamiento? Dejemos que el gran Martyn Lloyd-Jones nos lo responda:

“Se reconoce generalmente que la mejor forma de definir un avivamiento es como una vuelta de la Iglesia al libro de Hechos, una especie de repetición de Pentecostés, el Espíritu derramándose nuevamente sobre la Iglesia. Esto, naturalmente, es una porción de doctrina imprescindible y esencial.” (Martyn Lloyd-Jones de su libro Gozo Inefable)

El Movimiento Pentecostal no debe preocuparse por tener o no raíces en la Reforma del S. XVI, porque no es allí donde debemos volver sino a la Iglesia del libro de los Hechos. La Iglesia no necesita una Reforma que la lleve 500 años hacia atrás, la Iglesia hoy necesita imperiosamente un Avivamiento que la lleve a experimentar nuevamente un Pentecostés, o solo seremos un Museo en vez de una Iglesia llena de vida.

Es evidente que los hermanos que escribieron estos panfletos anti-pentecostales se jactan de seguir uno de los baluartes de la Reforma Protestante: el de la Sola Scriptura. Sin embargo usan sin pudor este argumento:

“Hasta 1901 y Agnes Ozman no había nada en la historia de la Iglesia que se parecía al movimiento pentecostal actual. Más bien, el parecer tradicional hasta 1830 era lo que se llama “la teoría de cesación”. Según esta enseñanza las cinco señales de Apóstol que Cristo entregó a los 11 en Marcos 16.17-18 cesaron después de la época de los Apóstoles. O sea, empezando con la primera generación de creyentes después de los Apóstoles de Cristo (los 12 y Pablo), cesaron las señales de Apóstol y también la revelación directa (porque con los escritos de los Apóstoles, Dios cerró el canon de la Escritura; Apocalipsis 22.18-19).” (Las raíces corruptas – la historia del movimiento pentecostal, de Gregory Alan Kedrovsky)

La teoría que se conoce con el nombre de “cesacionismo” afirma que los dones y manifestaciones del Espíritu Santo ya no están vigentes u operativos en la Iglesia hoy.

Como se supone que uno está hablando con devotos de la Sola Scriptura, tiene que hacerles la consabida pregunta: ¿Y dónde afirma la Escritura que los dones cesaron?… Bien, si usted nunca fue al circo, esta es su oportunidad para ver a un hombre haciendo los malabarismos y acrobacias más estrambóticas que se pueda imaginar. ¿La razón? No existe ni un solo pasaje en las Escrituras que afirmen, y ni siquiera insinúen, que los dones y manifestaciones milagrosas del Espíritu Santo han cesado. ¡Ni uno solo! ¿Y no se supone que un Solo Scriptura debería poder afirmar algo solo con la Escritura? Pues como la Biblia no les respalda en su tesis cesacionista, se sacan de la manga estos argumentos:

“En los tiempos de la Reforma, la “teoría de cesación” seguía siendo la posición tradicional. Martín Lutero dijo: “Pablo testifica… 1 Corintios 14.22: ‘las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos’. Pero después, cuando la Iglesia ya se confirmó por estas señales, no fue necesario que esta manifestación visible del Espíritu Santo continuara.” (Las raíces corruptas – la historia del movimiento pentecostal, de Gregory Alan Kedrovsky)

¿Se dan cuenta del peligro de poner las raíces en la Reforma y no en la Escritura? El argumento cesacionista se basa no en lo que dice la Escritura sino en lo que dijo Lutero: “en la posición tradicional”. De un triple salto mortal pasan de la Sola Scriptura a la Sola Tradición, ¡como los católicos romanos! El mismo Martín Lutero está dando aquí su opinión y no una interpretación exegética de un versículo, es suficiente con mirar el versículo citado y la explicación dada por el Reformador para comprobar que una cosa no lleva a la conclusión de la otra. Si las lenguas son por señales a los incrédulos ¿por qué deberían de haber cesado?, ¿es que ya no hay más incrédulos en el mundo?, ¿son todos creyentes?.

En su obsesión por demostrar algo que no solo no tiene fundamento bíblico, sino que es anti-bíblico, los cesacionistas manipulan la Historia de la Iglesia como un último recurso desesperado. Observen este ejemplo:

“Aun el famoso Agustín dijo: “¿Por qué, se pregunta, no se manifiestan milagros hoy en día como sucedía en otros tiempos? Yo podría responder que eran necesarios entonces, antes de que el mundo llegara a creer, para poder ganar la creencia del mundo” (Las raíces corruptas – la historia del movimiento pentecostal, de Gregory Alan Kedrovsky)

Bien,  aquí podríamos usar el mismo argumento que en el párrafo anterior: ¿acaso todo el mundo ha llegado a escuchar el evangelio y a creer? Y si no es así, entonces ¿por qué deberían cesar los dones? Y por cierto, Agustín no da una respuesta con la Escritura, noten bien que está dando su opinión personal.  Hasta aquí todo bien si solo se trata de opiniones de hombres, pero entonces ¿en qué consiste la manipulación de la Historia por parte de los cesacionistas?

Agustín de Hipona, o San Agustín como se le conoce generalmente, vivió del 354 al 430. Pero antes que él existieron otros Padres de la Iglesia o Apologistas de gran autoridad.  En un próximo capítulo veremos cómo Agustín era claramente continuista, y cómo los cesacionistas esconden esta verdad. Pero ahora, tomemos el caso del obispo Ireneo.

Ireneo de Lyon: No se sabe a ciencia cierta la fecha de su nacimiento, posiblemente estaría entre los años 125 al 140 (murió en el 202 d.C.) . Sí se sabe que se convirtió al cristianismo en edad muy joven, y que vio y escuchó en primera persona al gran Policarpo, obispo de Esmirna y discípulo directo del Apóstol Juan. Es en los escritos de Ireneo, Padre de la Iglesia y precursor de la teología, donde encontramos datos de la operatividad o continuismo de los dones sobrenaturales del Espíritu durante el siglo II. Estos son los que he encontrado leyendo su magnífico tratado Contra los Herejes (Adversas Haereses)

«También nosotros hemos oído a muchos hermanos en la Iglesia, que tienen el don de la profecía, y que hablan en todas las lenguas por el Espíritu, haciendo público lo que está escondido en los hombres y manifestando los misterios de Dios, a quienes el Apóstol llama espirituales, éstos son espirituales, porque participan del Espíritu» (Ireneo de Lyon de su Tratado: Adversas Haereses – Libro V 6.1)

Comparando a los falsos milagros de los verdaderos que se seguían produciendo entre ellos, dice:

“No son capaces de dar la vista a los ciegos, ni el oído a los sordos, ni expulsar a todos los demonios -sino sólo a aquellos que ellos mismos les meten, si es verdad lo que dicen-, ni curar a los enfermos, cojos y paralíticos o dañados en cualquier otro miembro del cuerpo como efecto de alguna enfermedad, ni dar de nuevo la salud a todos aquellos que enferman por accidente. Muy lejos están de resucitar a los muertos -como lo han hecho el Señor y los Apóstoles por medio de la oración y como en algunos casos ha sucedido en la comunidad cuando ha sido necesario, cuando toda la Iglesia lo ha suplicado con ayunos y plegarias, de modo que «ha regresado al muerto el espíritu» como respuesta a las oraciones de los santos-. Ni siquiera creen que esto sea posible; porque, según ellos, incluso la resurrección de los muertos no es sino el conocimiento de lo que ellos llaman la verdad.» (Ireneo de Lyon – de su Tratado Adversas Haereses – Libro II 31.2)

“Por eso sus discípulos verdaderos en su nombre hacen tantas obras en favor de los seres humanos, según la gracia que de Él han recibido. Unos real y verdaderamente expulsan a los demonios, de modo que los mismos librados de los malos espíritus aceptan la fe y entran en la Iglesia; otros conocen lo que ha de pasar, y reciben visiones y palabras proféticas; otros curan las enfermedades por la imposición de las manos y devuelven la salud; y, como arriba hemos dicho, algunos muertos han resucitado y vivido entre nosotros por varios años.
¿Qué más podemos decir? Son incontables las gracias que la Iglesia extendida por todo el mundo recibe de Dios, para ir día tras día a los gentiles y servirlos en nombre de Jesucristo crucificado bajo Poncio Pilato. Y no lo hacen para seducir a nadie ni para ganar dinero, pues, así como ella lo ha recibido gratis de Dios, así también gratis lo distribuye.
Y no lo hace por invocación de los ángeles, ni por medio de encantamientos, ni por otros poderes malvados u otro tipo de acciones mágicas; sino que de modo limpio, puro y abierto, elevando su oración al Dios que creó todas las cosas e invocando el nombre de nuestro Señor Jesucristo, hace todas estas obras maravillosas no para seducir a nadie sino para el bien de los seres humanos. Pues si hasta hoy el nombre de nuestro Señor Jesucristo hace tantos beneficios y cura de modo seguro y verdadero a todos los que creen en él, y no pueden hacer lo mismo los seguidores de Simón, Menandro, Carpócrates o de cualquier otro, entonces es evidente que Él se hizo hombre, convivió con la obra que él mismo había plasmado, realmente todo lo llevó a cabo por el poder de Dios según la voluntad del Padre de todas las cosas, tal como los profetas habían anunciado.» (Ireneo de Lyon en su tratado Adversas Haereses – Libro II 32.3,4,5)

“… porque saben que los seres humanos no reciben de Marco (maestro gnóstico) el don de la profecía, sino que Dios concede esta gracia desde lo alto a quienes él quiere; y quienes reciben de Dios este don, hablan donde y cuando Dios quiere, no cuando Marcos ordena. Aquel que manda es más grande y soberano que quien le está subordinado; pues lo primero es propio de quien tiene el gobierno, y lo segundo del que le está sujeto.” (Ireneo de Lyon – Contra los Herejes – Libro I. 13,3 – 13,4)

La diferencia entre Agustín (S. IV-V) e Ireneo de Lyon (S.II) es que el primero da una opinión personal de por qué no están sucediendo entre ellos esos milagros; mientras que el segundo es testigo directo y autoritativo de operaciones de los dones como: milagros, sanidades, hablar en lenguas, profecías, etc., y su vigencia aún después de la muerte de los apóstoles.

También tenemos a Tertuliano quien vivió entre el 160-220. Gran apologista de la fe cristiana, él creía plenamente en la vigencia del don de profecía y fue testigo directo de su manifestación. Bien, alguno podría objetar que luego Tertuliano se radicalizó, y el abuso de las profecías lo llevaron a extremismos. Pero les recuerdo que Tertuliano escribió en su etapa más ortodoxa el magnífico tratado El Apologético, en este tratado dirigido a los magistrados que condenaban a los mártires he encontrado por lo menos cuatro importantes citas, donde afirma que los cristianos echaban fuera demonios, como parte normal de la vida cristiana y que con la expulsión de demonios había sanidad. Por cuestiones de espacio creo que con tres citas serán suficientes:

“Pues, ¿qué cabe objetar a lo que con tan desnuda sinceridad se muestra? Si por una parte son verdaderos dioses, ¿por qué mienten diciendo ser demonios? ¿Sería por obedecernos? Ved cómo está sometida a los cristianos vuestra divinidad, la que ciertamente no ha de tomarse por divinidad cuando se ve al hombre sometida y aun a sus enemigos si hacen algo en su deshonra… Pero todo el imperio y el poder que sobre ellos tenemos radican en que pronunciamos el nombre de Cristo y enumeramos todos los castigos que les amenazan y que de Dios esperan por Cristo, su Juez. Como temen a Cristo en Dios y a Dios en Cristo, se someten a los servidores de Dios y de Cristo. Por lo cual, al mero contacto de nuestras manos, al menor soplo de nuestra boca, aterrados por la imagen y el pensamiento del fuego que les aguarda, salen aun de los cuerpos de los hombres obedeciendo a nuestro mandato, bien que con desgana y dolor, avergonzados ante vuestra presencia. Creedles cuando dicen verdad de sí mismos, así como los creéis cuando mienten.” (Tertuliano – El Apologético – XXIII)

“Mas, ¿quién os arrebataría a esos enemigos ocultos que por doquier y siempre devastan vuestros espíritus y vuestra salud, o sea, esos demonios que nosotros arrojamos de vuestros cuerpos sin pedir recompensa ni salario? Nos hubiera bastado, en venganza, abandonaros a esos espíritus inmundos como a bien sin dueño.” (Tertuliano – El Apologético – XXXVII)

Y sin embargo, cualquiera que fuere el perjuicio que nuestra “secta” pueda inferir a vuestros negocios, cabe ser compensado también con alguna ventaja. ¿Qué caso hacéis, no digo ya de los que arrojan los demonios de vuestros cuerpos, ni de los que por vosotros, como por sí mismos, ofrecen sus plegarias al verdadero Dios, pero de los que vosotros no podéis temer nada?” (Tertuliano – El Apologético – XLIII)

Lo mismo podríamos decir de Justino, del S. II, cuando en su Diálogo con el judío Trifón afirma:

“Entre nosotros, aun hasta el presente, se dan los carismas proféticos. Por donde hasta vosotros tenéis que daros cuenta de que los que en otros tiempos se daban en vuestro pueblo han pasado a nosotros”     (Dial., 82).

Tenemos entonces que la falacia que se esgrime contra el Movimiento Pentecostal es que Si los dones cesaron con los apóstoles, entonces todo lo que hoy se pretenda presentar como un don del Espíritu no es otra cosa que obra del diablo

Hemos demostrado que los dones siempre han estado vigentes en la Iglesia, aunque no siempre en todos lados a la vez y en la misma proporción. Para terminar este capítulo permítanme dejarles las palabras de este gran maestro, al que nadie podría acusar de fanático, el Dr. Martyn Lloyd-Jones:

“Hemos visto anteriormente que ciertas personas creen que los dones se retiraron al completarse el canon del Nuevo Testamento. Algunas de ellas llegan a decir que la historia de la Iglesia demuestra claramente que tales dones fueron suprimidos, y otras afirman de un modo bastante dogmático que no han vuelto a darse desde entonces: que no ha habido milagros, literalmente, desde los días del Nuevo Testamento. Y están también aquellos que van más lejos aún -he leído recientemente algunos de sus folletos- y dicen que, incuestionablemente, lo que se reivindica como dones del Espíritu no son otra cosa que manifestaciones del «poder diabólico». ¡Y lo escriben con letras de molde! Hay cristianos que realmente escriben y publican tales cosas…
Pero ellos basan su opinión en este argumento y parecen bastante lógicos. Dicen que todo esto fue solo para el tiempo de la Iglesia neo-testamentaria y que acabó con ella; por tanto, cualquier cosa que pueda parecer un don espiritual a partir de entonces tiene que ser necesariamente «diabólico»: una falsificación, algo que debemos evitar corno la peste misma y, ciertamente, algo extremadamente peligroso… Hemos de cuidarnos, por tanto, de una enseñanza que juzga las Escrituras y dice: «Esto tiene que ver con nosotros y esto no”… permítanme apelar a la Historia. Considera esta idea de que todas las manifestaciones y los dones milagrosos acabaron con la era apostólica. Ciertamente, esto es algo sobre lo que no tenemos derecho a dogmatizar, ya que contamos con pruebas históricas claras de que muchos de esos dones perduraron por varios siglos. Existen testimonios fidedignos de ello en las biografías y los escritos de los grandes Padres de la Iglesia -Tertuliano y otros—que no dejan lugar a dudas en cuanto a que esas cosas seguían sucediendo. Pero, sobre todo -y esto, para mí, es muy importante-, hay muchas pruebas de que estas cosas ocurrían aun en los tiempos de la Reforma protestante. ¿Has leído alguna vez la biografía de ese gran hombre y erudito llamado John Welsh, yerno de John Knox? Se cuentan cosas asombrosas, al parecer bien comprobadas, acerca de él. Existe la tradición -repetida por los historiadores más moderados- de que en cierta ocasión, cuando se hallaba exiliado en el sur de Francia, John Welsh realmente resucitó a alguien. Yo no lo sé, simplemente te presento la evidencia.
Lo único que estoy tratando de decir es que no me atrevería a asegurar que estas cosas acabaron con la era apostólica y que no ha habido ningún milagro desde entonces. ¡En realidad no lo creo! Hay evidencia procedente de muchos de esos reformadores y padres protestantes de que algunos de ellos tenían un verdadero don de profecía: me refiero a predecir acontecimientos futuros. Y encontramos, por ejemplo, entre los confederados escoceses personas, como Alexander Peden y otros, que dieron profecías precisas y literales de cosas que sucedieron a continuación.
Permíteme que te lo exprese de la manera más sencilla: creo que lo que esta generación necesita que se le diga es que «hay más cosas en el Cielo y en la Tierra, Horacio, de las que puede soñar tu filosofía». Nuestro peligro es el de apagar al Espíritu y poner límites al poder de Dios, al Espíritu Santo.” (Martyn Lloyd-Jones de su libro Gozo Inefable)

Y termina con esta advertencia:

Cualquiera que esté dispuesto a decir que todo esto terminó con la era apostólica, y que no ha vuelto a haber ningún milagro desde entonces, hace una afirmación de lo más atrevida. No solo no hay nada en la Escritura que diga que todos esos dones milagrosos tenían que cesar con los Apóstoles, sino que la historia subsiguiente de la Iglesia, creo yo, desmiente absolutamente semejante pretensión.” (Martyn Lloyd-Jones de su libro Gozo Inefable)

En los siguientes capítulos estaremos analizando las luces y sombras del Movimiento Pentecostal, aciertos y errores de los cuales ninguna denominación o movimiento ha estado exento, y menos en épocas de avivamientos. 

 ¿No volverás a darnos vida para que tu pueblo se regocije en ti?

Salmos 85:6

Artículo de Gabriel Edgardo LLugdar para Diarios de Avivamientos y Diarios de Avivamientos Pentecostal