Lo que no te contaron sobre los Pentecostales – Capítulo 1

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Desde su nacimiento el movimiento Pentecostal de la “lluvia tardía” ha sido caracterizado por la herejía doctrinal, la exageración, y el engaño. Comprendo que esas son duras palabras, pero la documentación es irrefutable. Esto es a causa de que los milagros mesiánicos y apostólicos de la primer centuria simplemente no están siendo concretados por los Cristianos hoy. Aquellos que pretenden que los signos apostólicos Pentecostales han sido restaurados son forzados a recibir como señales apostólicas a fenómenos ocultistas e hipnóticos tales como el matar del Espíritu y la embriaguez del Espíritu y la adivinación (que ellos frecuentemente llaman “palabra de conocimiento”), o son forzados a exagerar y prefabricar las pretendidas señales.”  (Way of Life Literature’s Fundamental Baptist)

Este es el prólogo de uno de los tratados de adoctrinamiento de Way of Life Literature’s Fundamental Baptist. Y digo de adoctrinamiento pues la intención de este tipo de literatura no es la de motivar al estudio imparcial, sino la de imponer un pensamiento único con carácter de infalibilidad, al mejor estilo católico romano: “no piense, no razone, no discuta, acepte solamente lo que el Magisterio de la Iglesia ha determinado como regla de fe y de conducta”.

Personalmente no creo que el Movimiento Pentecostal necesite defensa alguna, su crecimiento vigoroso, su celo evangelístico y misionero, su amor puesto por obra, sus innumerables mártires; superan cualquier barrera u obstáculo, interno o externo, a pesar de ser uno de los movimientos evangélicos más perseguidos y despreciados por los auto-proclamados “defensores de la sana doctrina” y por las autoridades seculares.

Pero como este es un blog para gente que le gusta pensar, aunque pensar a veces implique equivocarse, ya que no somos tan intelectuales como quisiéramos, ni tan eruditos como debiéramos. Y porque este es un espacio inter-denominacional donde queda excluido el fanatismo; me parece justo que una voz se levante para decir ¡cuidado!, no seas hallado llamando hijo del diablo a un hijo de Dios. Con la ayuda del Señor iremos capítulo a capítulo viendo en qué consiste este movimiento llamado pentecostalismo, y hasta dónde son falsas o ciertas las acusaciones contra él.

Junto con este tratado de adoctrinamiento, tengo otro de igual calibre que aparte de coincidir en el origen de la denominación que los promueve (cosa que me apena por el profundo respeto y admiración que siento por los hermanos Bautistas), también concuerdan en otra cosa: manipular la Historia. Esto me recuerda a los documentales sobre países de Latinoamérica que suelen pasar en la televisión de España, siempre muestran lo peor de estos países: la delincuencia, la ignorancia, los barrios marginales, la violencia, la pobreza extrema; escasamente muestran lo mejor, ¿el propósito? Decirle a los españoles:no se quejen, ustedes están mejor que el resto del mundo.Creo que es precisamente este el propósito de estos tratados de adoctrinamiento, decirles a algunos bautistas “no se quejen por la falta de vida y vigor de vuestras congregaciones, ¡mirad! Afuera está lleno de herejía, ¡no se os ocurra salir de estas puertas!”. No es de extrañar que uno de estos panfletos propagandísticos termine con esta auto-exaltación:Durante toda esta época de error y el crecimiento del movimiento pentecostal, ha habido una voz clara y distinta entre todas las demás: la voz de los bautistas.”

Honestamente uno se atraganta desde el inicio cuando lee cosas como las que siguen:Todo lo que uno podría tildar “pentecostal” en el cristianismo hoy en día comenzó con una mujer, Agnes Ozman, de Topeka, Kansas (EE.UU.), que habló incoherentemente en una reunión el 1 de enero, 1901. Luego, el movimiento se desencadenó por medio del ministerio de un negro, William Seymour, que empezó una obra en Azusa Street (la Calle Azusa) en Los Ángeles después de haber sido echado de una iglesia bautista… Estas son las raíces de todas las iglesias pentecostales y carismáticas que existen en la actualidad: una mujer de Topeka, Kansas, que habló incoherentemente en 1901, y un predicador negro que fue echado de una iglesia bautista…”  (Gregory Alan Kedrovsky – de su panfleto: Las raíces corruptas – La historia del movimiento pentecostal)

“una mujer… el ministerio de un negro…” Bueno, creo que el prejuicio está más que evidente desde el comienzo. Y sí, es verdad, “las mujeres” y los “negros” tuvieron un papel importante dentro del Movimiento. Por aquella época las mujeres no tenían derecho al voto y la segregación racial era notoria, pero en el Avivamiento de Azusa donde tomó consistencia el Movimiento Pentecostal “La línea de color había sido borrada por la Sangre.” (Frank Bartleman – del libro Azusa Street).

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Primeros miembros de la congregación de Azusa

Honra a la historia del Movimiento Pentecostal que un hermano afro-americano (un negro como lo llama Gregory Alan Kedrovsky) hijo de esclavos, haya sido el primer pastor pentecostal de la historia.

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Citaré con frecuencia el libro Azusa Street, de Frank Bartleman, quien fue un testigo directo de aquel Avivamiento y narraba los hechos para la prensa religiosa de la época.

Precisamente sobre él, dice lo siguiente el panfleto de Way of Life Literature’s Fundamental Baptist

“A pesar de su doctrina de que Dios ha prometido sanidad física, Bartleman estuvo frecuentemente enfermo, a veces abatido hasta el punto del suicidio, y su hija mayor, Esther, murió en su niñez a pesar de su fe en la sanidad.”

Entiendo que alguien que no haya leído el libro Azusa Street puede comulgar alegremente con esta mentira, pero si lo has leído verás la falacia de este argumento.

En primer lugar, es verdad que Bartleman siempre tuvo una frágil salud, lo dice él:

“Mi salud era débil, desde mi niñez. En ese momento escribí en mi diario: «Mi salud es muy débil, pero creo que viviré para ver terminada mi obra. A pocos les gusta ir a los lugares difíciles, pero mi tarea es ir donde otros no quieren ir. Parece que Dios solo puede conseguir un hombre que no tiene más motivo por el cual vivir que el cielo, para hacer la obra, porque lo que se necesita es un hombre con esa fortaleza. Me alegra que Él me use hasta lo último para su servicio. Prefiero gastarme a arrumbarme; prefiero morir de hambre para Dios, si es necesario, que engordar para el demonio». Ese era el espíritu de mi consagración.”  (Azusa Street)

“A pesar de la debilidad de mi cuerpo, conseguí trabajo como jardinero. Esto nos proveyó de comida. Yo predicaba con frecuencia en las calles, y ayudaba en la obra misionera. Mi siguiente trabajo fue cosechar naranjas, con la ayuda de una escalera, pero tuve que abandonarlo al mediodía de la primera jornada. El peso de la fruta y la escalera que se doblaba casi me rompen la espalda. Este era mi punto débil. Conseguí más trabajo como jardinero y construyendo cercas. Esto no era tan duro. Casi todas las noches me encontraban en alguna reunión, predicando o testificando. Era mi vida. Mi primer llamado era predicar. Sufrimos mucho por el frío y la lluvia, porque solo teníamos un quemador de gas en la casa, tanto para calefacción como para cocinar. La pequeña Ruth se enfermó con fiebre, y casi nos habíamos quedado sin comida. El trabajo escaseaba. Prediqué en la Obra Misionera Peniel, sin mencionar nuestra necesidad, pero declarando mi fe en que el Señor estaría junto al hombre que había elegido estar junto a Él. Pasaba mi tiempo libre repartiendo tratados, haciendo obra personal o predicando en la calle y en las obras misioneras. Solo descansaba cuando dormía, y muchas veces, en lugar de eso, oraba.”   (Azusa Street)

“Aproximadamente en esos días tuve un terrible ataque de neuralgia en el estómago. Sentí que moría. Ayuné y oré un día entero, y el Señor me libró.”  (Azusa Street)

“Antes de volver, enfermé gravemente y estuve toda una noche en cama con fiebre y escalofríos. Pero fue una experiencia notable. Tenía gripe (recuerde el lector que en aquella época una gripe podía ser mortal, más que ahora). Aunque estaba transido de dolor y ardiendo de fiebre, un poderoso espíritu de oración vino sobre mí. Parecía que fuera dos personas. Mi cerebro parecía estar aparte, vivo para Dios. Me sentía todo espíritu. En mi cuerpo, estaba enfermo de muerte. Mis sufrimientos parecían empujar al alma fuera del cuerpo. Fue una experiencia muy peculiar. Estoy seguro de que el diablo perdió allí. Mi espíritu parecía completamente elevado por sobre mi condición física.”    (Azusa Street)

Este es el “perverso, el monstruo de Bartleman” que nos pintan los relatos anti-pentecostales. ¿Dónde se queja de Dios? ¿Dónde hace alarde del don de sanidad? Sufre y ora. Y una duda me asalta ¿Dónde amenaza con suicidarse después de hacerse pentecostal?… Es verdad que antes de unirse al movimiento Pentecostal, pasó por una profunda depresión que lo llevó a pensar en el suicidio, pero eso fue antes, no después del Avivamiento. No mis queridos amigos anti-pentecostales, todavía no existían en aquella época ni los MacArthur, ni los Steve Lawson que garantizaran al cristiano que si comete suicidio iría igualmente al cielo. Los pentecostales no creen esa herejía.

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El periodista Frank Bartleman

¿Quieren saber cómo vivían estos piadosos pioneros pentecostales? Aquí tienen más, y recuerden que Bartleman para este entonces estaba dedicado a tiempo completo a la obra, pero no recibía salario alguno:

“…alquilamos a unos amigos dos cuartos sin amoblar, en un primer piso, sin calefacción, en la calle Temple 1055. Yo tenía poco dinero. Conseguí algunos muebles. Cocinábamos y comíamos bajo una carpa tendida en el patio. Sufríamos mucho, porque llovía y hacía frío. Nuestra hija más pequeña se enfermó, pero Dios la libró. La mies era mucha, pero los obreros pocos, en esos días; había mucho trabajo misionero a nuestro alrededor, pero la pregunta era cómo serían suplidas nuestras necesidades… Vivíamos por fe, ya que no teníamos ingresos.”   (Azusa Street)

“El 2 de enero testifiqué y ayudé en una reunión que duró todo el día en la Iglesia Evangélica Metodista de Boyle Heights, a la que llegué a pie, ya que no tenía dinero para tomar un coche. Estaba muy cansado al volver, por lo que le pedí al Señor que me llevara en coche, y encontré una moneda en la acera. Así volví a casa en coche.” (Azusa Street)

“Para esta época, ya mis ropas estaban muy gastadas. En respuesta a la oración, el Señor me dio, por medio del hermano Marsh, un metodista de Pasadena, dos juegos de ropa usada, uno liviano y otro más grueso, para el verano y el invierno. Ambos eran mejores que el que yo estaba usando. Así que recibí una doble bendición, el doble de lo que había pedido.”   (Azusa Street)

Una pregunta, ¿cuántos ministros hoy se sentirían inmensamente agradecidos a Dios porque alguien le regalase ropa usada? Por lo visto el «evangelio de la prosperidad» no tiene sus raíces en Azusa Street.

“Cierta vez, solo teníamos un puñado de porotos (alubias) en la casa. Pero Dios nos proveyó antes de que termináramos de consumirlos. Un hermano me trajo una bolsa de papas como resultado de un testimonio que di en la Primera Iglesia Evangélica Metodista. Vale la pena obedecer a Dios.”   (Azusa Street)

“En mi hogar éramos probados muy duramente en lo económico. El dinero era muy escaso. Pero Dios no nos permitía sufrir demasiado.”  (Azusa Street)

“Un día, mientras estábamos fuera, alguien dejó una carga de madera ante la puerta de nuestra casa. Nunca supimos quién había sido. Habíamos orado por madera.” (Azusa Street)

“Caminé durante todo el día esparciendo la noticia de la reunión, sin tener dinero para tomar un coche, y por la noche estaba tan cansado que no podía dormir. No teníamos ni un céntimo, estábamos atrasados con el pago de la renta otra vez, pero yo estaba, literalmente, derramando mi vida en el servicio a Dios. Apenas contábamos con las cosas indispensables para vivir… Llegamos a un punto en que debíamos tener dinero para pagar la renta y la comida, o dejarnos morir de hambre. Mientras me encontraba sentado a la mesa, escribiendo, el Señor me habló y me dijo que fuera a ver al hermano Geo Crary. La impresión fue tan fuerte que dejé la lapicera y salí inmediatamente. Después de orar durante un tiempo con el hermano Crary y su esposa, me dispuse a irme. Yo no había dicho ni una sola palabra sobre nuestras necesidades. Ellos me entregaron $ 2,50, aclarando que el Señor me había enviado a ellos para que me dieran ese dinero.” (Azusa Street)

“Una mañana, poco después de esto, mientras estábamos de rodillas orando en nuestro hogar, y muy necesitados de comida, el verdulero vino a vernos y nos dejó cinco dólares en mercadería. No quiso decirnos quién lo enviaba. Alguien había pagado por esas provisiones para nosotros.”  (Azusa Street)

“En una ocasión en que no teníamos nada para comer en casa, sino un poco de pan duro, recibimos una carta del hermano Boehmer, con un dólar. Él estaba en contacto directo con Dios. Posiblemente a los verdaderos santos les iría mejor si no hubiera tantos fraudes que traicionaran la confianza. Cada falso pastor, cada engañador en nuestras filas, hace todo mucho más difícil para los verdaderos siervos.” (Azusa Street)

¡Qué fácil es estar sentado cómodamente en un escritorio, con los pies calientes, con un buen abrigo, con el estómago lleno, con un buen café en la mano, y dedicar el tiempo a criticar a los santos que renunciaron a las más elementales comodidades para predicar en las calles más peligrosas y en los lugares marginales! ¡Oh sí, estos “rottweiler” celosos de la “sana doctrina” son capaces de todo para defender a los huesos secos que acumulan para sí! 

Pero no se quedan aquí, sino que llegan al colmo de la perversidad al afirmar quey su hija mayor, Esther, murió en su niñez a pesar de su fe en la sanidad.” (Way of Life Literature’s Fundamental Baptist)

Pero dejemos que el mismo Frank Bartleman nos cuente lo sucedido (todas las citas son de su libro Azusa Street)

“La pequeña Esther, nuestra hija mayor, comenzó a sufrir de convulsiones, y se fue a estar con Jesús el 7 de enero a las cuatro de la madrugada. Ella había sufrido toda su vida; era muy débil desde el día que nació. Esta vez parecía que la voluntad de Dios era llevársela. Me vi obligado a orar para que se viera librada de tanto sufrimiento… Yo la había besado esa mañana por última vez, mientras estaba consciente, sin darme cuenta de que sería el último beso. Nuestros pequeños se nos escapan muy rápidamente. Aprovechémoslos al máximo cuando los tenemos con nosotros. Tratemos a los niños con dulzura. La vida ya es bastante dura con ellos, y quizá tengamos que lamentar su pérdida cuando sea demasiado tarde. Este es un universo tremendo para el espíritu infantil, lleno de fuerzas terriblemente malignas. Debemos protegerlos y ayudarlos todo lo posible. Mi esposa rogaba a la mujer inconversa que estaba en la casa que arreglara sus cosas con Dios mientras el espíritu de la pequeña Esther partía; tan grande era la gracia que le había sido dada. Habíamos esperado que nuestra pequeña familia jamás se viera quebrada por la muerte. Pero Dios sabía que era lo mejor.”

«La pequeña Esther se deslizó de nuestro lado esta mañana temprano, para irse con Jesús. Los ángeles la llamaban, y fue a encontrarse con ellos. Se la llevaron y dejaron nuestros corazones en soledad. Oh, ¡qué vacío deja su ausencia en nosotros! Pero no nos lamentamos como los que no tienen esperanza. Ella es salva por siempre jamás. Salva de un mundo enemigo, de una vida de sufrimiento. Ella era demasiado frágil para el largo viaje de la vida en este mundo, por eso Dios la libró. Era tan inocente del mal como era posible serlo. El dolor más grande de su vida ya terminó para ella.»

«Se ha ido antes, delante de nosotros, ahorrándose el dolor de la partida. Ha escapado y ahora está segura, mientras que nosotros debemos continuar la lucha. Su obra concluyó en el fresco de la temprana hora de la mañana de la vida, y se ha ido al Hogar, sin tener que sufrir el calor del viaje. Los ángeles la cuidarán mucho mejor de lo que nosotros podríamos, y será inconcebiblemente más feliz. Por su propio bien, no quisiera llamarla para que volviera, aunque pudiera. Por eso dejamos su cuerpo aquí con la plena seguridad de una resurrección gloriosa.”

“Estábamos felices de que hubiera venido a nosotros, aunque solo se quedó un corto tiempo, y nos rompió el corazón al partir. Hay un alma más en el cielo. Si nosotros también somos llamados antes de que Jesús venga, solo nos pesarán los que debemos dejar atrás. Nos regocijaremos por todos los que se han ido antes. Solo extrañamos a nuestros seres queridos aquí. Si solo pudiéramos captar una línea de la pura melodía del cielo, perderíamos el gusto por los sonidos terrenales para siempre. Si pudiéramos captar un atisbo de nuestros seres queridos que se han ido, por la «puerta entreabierta», ya la Tierra no podría contenernos. Debemos ver las cosas del lado del cielo”

“La hermana Ferguson vino de la Obra Misionera Peniel a consolarnos, al día siguiente de la muerte de Esther, pero al entrar en el cuarto, se vio obligada a exclamar: «Pero, ¡el Consolador está aquí!» No teníamos dinero para el funeral, pero el hermano Geo Studd nos consiguió una parcela barata de la Municipalidad, en el Cementerio Evergreen, en la sección de niños… Yo llevé el ataúd, que contenía todo lo que quedaba en la Tierra de nuestra pequeña querida, sobre mis rodillas, en el coche. Estaba lloviendo demasiado como para que mi esposa fuera al cementerio. Entonces la enterramos, en un día oscuro y tormentoso, para esperar la mañana de la resurrección, donde no habrá nubes ni lamentos. ¡Cuán puro será el aire de esa mañana! ¡Cuán gloriosos nuestros seres amados! ¡Cómo cantará la creación toda mientras aparece el Sol de Justicia, con sanidad en sus alas! No tuvimos coche fúnebre ni el funeral acostumbrado. Pero Dios proveyó, como lo había hecho durante la vida de la niña.”

¿Es este el relato de un perverso hereje del que podemos burlarnos diciendo: “¡Ja, miralo, cree en la sanidad y se le muere su hija!”? ¿Dónde nos dice Bartleman que haya “decretado” o “profetizado” salud sobre la pequeña? Solo se rindió a la voluntad del Padre.

“Junto a ese pequeño ataúd, con el corazón sangrante, entregué nuevamente mi vida al servicio de Dios. En la presencia de la muerte, cuán reales se vuelven las cosas eternas… Prometí que el resto de mi vida sería dedicado enteramente para Él. Dios hizo un pacto nuevo conmigo, y yo le rogué que abriera una puerta de servicio rápidamente, para que no tuviera tiempo de caer en la tristeza. Justo una semana después de la partida de la pequeña Esther comencé a predicar dos veces por día en la pequeña Obra Misionera Peniel, en Pasadena.”     (Azusa Street)

He leído muchísimas veces el libro Azusa Street, es uno de mis preferidos, y debo decir que cada vez que llego a esta parte siento un nudo en la garganta, no es el relato de un ministro en el entierro de un ser ajeno; son las palabras de un padre, que me recuerdan a la de tantos santos de la antigüedad que entregaban a la tierra el cuerpo de sus hijos sin una sola queja, sin amargura, con plena fe en la resurrección eterna. Por eso me indigna cuando los manipuladores tuercen la realidad para mantener cegados a sus seguidores.

No dejes que nadie te tape un ojo para que solo veas una parte de la Historia, no permitas que nadie te diga qué libros puedes o no leer, que debes o no creer. Tienes la inteligencia, la razón, la capacidad de análisis que Dios te dio, no dejes que nadie te ponga la comida ya masticada en tu boca, como si fueses incapaz de descubrir la verdad por ti mismo. Tienes las Escrituras, la Historia de la Iglesia, y sobre todo al Espíritu Santo que te guiará a toda la verdad.

Hay algo tan peligroso como la herejía, y son los que se auto-proclaman “guardianes del verdadero y puro evangelio”, los “únicos poseedores de la verdad”, los “defensores de la sana doctrina”; la mayoría de ellos son tan fanáticos como los herejes mismos. Si has sido liberado del pecado no te hagas esclavo de los hombres. La mayoría de los grandes avivamientos comenzaron con personas que se resistieron a creer ciegamente lo que las “autoridades eclesiásticas” querían imponerles.

Mateo 5:22 Pero yo les digo que todo el que se enoje con su hermano quedará sujeto al juicio del tribunal. Es más, cualquiera que insulte a su hermano quedará sujeto al juicio del Consejo. Pero cualquiera que lo maldiga quedará sujeto al juicio del infierno.

 No te pierdas este video con la Historia del movimiento Pentecostal

 

Artículo de Gabriel Edgardo Llugdar para Diarios de Avivamientos Pentecostal

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